Lecturas amenas Nº1

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Lecturas amenas Pompilio Segura Chaves

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as primeras familias no indígenas, establecidas en Heredia, llevaron, durante muchos años, una vida espiritual miserable, ausente del progreso, sin mayores preocupaciones, lo más alejadas unas de otros; ni la educación, ni el cumplimiento de los deberes religiosos o civiles, ni la vida en sociedad fueron aspectos que los inquietara. Vivían en total libertad. Cuando en 1711 vino el Obispo Benito Garret y Arloví, se conmovió por la pobreza espiritual que sufrían todos los habitantes de la provincia de Costa Rica; los de Cubujuquí debían asistir a Misa en Cartago, pero por lo incómodo en aquella época, casi nadie cumplía. El Obispo exigió la construcción de oratorios, pero pasaron los años y las cosas se mantuvieron en el mismo lugar por lo que “el ilustre Prelado se vio obligado a lanzar una terrible y apocalíptica excomunión a los habitantes de Costa Rica.” (Monge Alfaro, Carlos. Historia de Costa Rica) La primera agrupación de las familias se intentó llevar a cabo, por intervención de la Iglesia, en Lagunilla, pero en 1714, fue trasladada a Cubujuquí, hoy Ciudad de Heredia, porque reunía mejores condiciones. Pero el crecimiento de esta población fue muy lento, las gentes preferían vivir en los montes, “se sabe que en 1719, el caserío consistía en ocho casas pajizas y una galera, cubierta de teja, que se llamaba ermita.” (Meléndez Ch. Carlos. Heredia ayer, hoy y siempre.) En 1751, Cubujuquí solo contaba con 24 casas de adobe y 69 de paja, en cambio en los montes había 337 casas de paja. Estas gentes de los arrabales, quizás en busca de apoyo mutuo, comenzaron a integrarse en pequeños núcleos y de este modo aparecieron Carbonal, Barreal, Hornos, Lagunilla, La Puebla, Las Pilas, Quebrada soloheredia.blogspot.com


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