mercados de Europa. Al surgir la remolacha la demanda por el azúcar puertorriqueño bajó, y nuestras exportaciones disminuyeron. Solo nos quedaba el mercado con la metrópoli y el de los Estados Unidos de América, aunque fue con esta última nación que se orientó la exportación de nuestra azúcar. Ante esta situación surgen como solución los primeros proyectos en la Isla para crear las factorías centrales.7 Las nuevas fábricas involucraban un sinnúmero de innovaciones tecnológicas que orientaron en cierta manera al hacendado a sustituir aparatos o maquinarias de menor capacidad, por otras de mayor calidad, y más importante aún a separar la fase agrícola de la fase fabril. Todos estos elementos, sin duda alguna, son las condiciones que propiciaron el surgimiento de la central o la transformación de algunas haciendas en centrales. En otros casos, la construcción de una fábrica de capital nativo, extranjero o estadounidense desplazó las haciendas que no pudieron evolucionar hacia la nueva central. No obstante, el proyecto de la nueva factoría no prosperó, ni se expandió por toda la Isla como se esperaba; no fue así hasta llegar el siglo XX. El establecimiento de la primera central en Puerto Rico fue el mismo año de la abolición a la esclavitud (1873) en Vega Baja, por el criollo Leonardo Igaravídez.8 Además, un grupo de extranjeros y criollos fundaron y modernizaron sus haciendas en centrales.9 Este grupo se había establecido prominentemente en la Isla durante el siglo XIX por medio de la industria azucarera como también por otros negocios: 7 Andrés Ramos Mattei, La sociedad del azúcar en Puerto Rico: 1870-1910 (Río Piedras: Editorial de la UPR, 1988), 28-35. También de Ramos Mattei ver “Las centrales olvidadas: formación de capital y los cambios técnicos en la industria azucarera puertorriqueña 18731880” en Historia y Sociedad. (Río Piedras: Editorial de la UPR, 1988), 82-86. Dentro de los planes de fundar centrales en Puerto Rico que se discutieron en aquel entonces se destacan el de Enrique Delgado titulado Proyecto para la creación de una empresa de factorías centrales en Puerto Rico (San Juan: Imprenta de Acosta, 1881), y el de Santiago McCormick titulado Informe dado a la Excelentísima Diputación Provincial sobre el sistema de las factorías centrales para la elaboración de azúcar de caña en la isla de Puerto Rico (San Juan: Imprenta del Boletín Mercantil, 1880), p. VI. 8 Ver Pedro San Miguel, El mundo que creó el azúcar: Las haciendas en Vega Baja, 18001873 (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1989); también Teresita Martínez Vergne, Capitalism in Colonial Puerto Rico: Central San Vicente in the Late Nineteenth Century (Gainsville: University Press of Florida, 1992). 9 Entre estas centrales establecidas a finales del siglo XIX se destacan: Central Coloso en Aguada, de Kuster y Vadi; Mercedita en Ponce, de Juan Serrallés; Central Carmen en Vega Alta, de George Finlay; Central Plazuela en Barceloneta, de la Sociedad Balseiro & Giorgetti; Central El Ejemplo en Humacao, de Antonio Roig; Central Constancia en Toa Baja, de Gerardo Soler; Central Mercedita (luego Roig) en Yabucoa, del señor Vallecillo y la Sociedad Beltrán Hermanos; la Central Monserrate, de Salvador Calaf; entre otras. LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN CENTRO ORIENTAL Y SU HISTORIA (SIGLOS XIX Y XX)
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