Abrir caminos

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Propuesta didรกctica


Propuesta 1 Os proponemos trabajar con la relación entre camino y huella. Sobre un largo camino que podéis crear en el suelo con papel continuo, podéis dejar vuestra huella utilizando técnicas como el dripping de Pollock. Así uniréis el gesto y el movimiento de vuestro cuerpo a la pintura. Utilizad tempera líquida para este trabajo, también os podéis ayudar, como hacía Pollock, de palos y otros objetos para dirigir la pintura.

Willem de Kooning Hombre rojo con bigote, 1971 Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid


Propuesta 2

Propuesta 3

En la segunda mitad del siglo XX hay artistas que vuelven a tomar el camino de la realidad y de la representación figurativa. El hiperrealismo o fotorrealismo da lugar a obras cercanas a la reproducción fotográfica, en las que el artista adopta una mirada mecánica, y se convierte en un ojo fijo e inmóvil. A menudo nos devuelven imágenes que muestran la ciudad como un entorno frío, vacío, deshabitado y con personajes aislados.

A partir de esta obra te proponemos que analices una serie de aspectos relacionados con las aportaciones de Edgar Degas a la pintura. Piensa en cual es el tema de esta obra e investiga qué otros temas le interesaron a este pintor. A Degas le interesó la fotografía, intenta averiguar en qué puede influir esta técnica en su pintura. ¿Puedes imaginar desde dónde está observando el pintor esta escena?

Podéis trabajar con vuestras cámaras digitales, elegid un tema y cread un álbum digital: por ejemplo aspectos de vuestro centro escolar, de su entorno, de vuestro barrio. Podéis fijaros solamente en la arquitectura, en los árboles, o en los elementos de publicidad, o buscar reflejos, al modo de Richard Estes. Robert Rauschenberg. Express, 1963 Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid

Edgar Degas En la sombrerería, 1882 Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid


Propuesta 4 Los pintores surrealistas plasmaron en sus lienzos imágenes propias de los sueños, del subconsciente, todo lo que era irracional les atraía. Incorporaron técnicas nuevas a la creación como la escritura automática, y en pintura, por ejemplo, el frottage, que consistía en frotar un papel o un lienzo sobre una superficie u objeto con textura o relieve, de tal manera que se obtenía una nueva imagen del objeto en cuestión. Y esto es lo que pensamos que podéis hacer: elegid diferentes objetos no muy grandes, como una moneda, un palo, una piedra, y todo lo que se os ocurra. Colocad los objetos al azar y encima un papel, con un lápiz sombreadlos hasta que aparezcan sus formas. Después podéis completarlo con la técnica del collage o aplicar pintura según vuestro gusto.

Max Ernst Árbol solitario y árboles conyugales, 1940 Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid


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Museo Thyssen-Bornemisza

Los cuentos del camino El camino de la historia del arte está surcado por artistas que han ido generando nuevas vías. Los cambios de pensamiento y los cambios estéticos han favorecido modificaciones, a veces sutiles y a veces radicales, en la representación de la realidad que nos rodea. Así, el arte de finales del siglo XIX abrió infinitas posibilidades temáticas. El impresionismo, por ejemplo, aprovechó la representación de la realidad para profundizar en sus investigaciones sobre la luz y recoger escenas de la vida contemporánea: la vida en la ciudad moderna, el bullicio de la gente, los cafés y las tertulias, los espectáculos nocturnos y las posibilidades de la iluminación artificial, las reuniones campestres, las carreras de caballos o los paseos por un jardín. Además del cambio en el protagonismo de los denominados géneros menores frente a los mayores, otro aspecto que cambia radicalmente es la factura de la pintura. Frente al interés de la pintura académica por borrar cualquier huella del proceso y procurar que no se vean materiales ni técnica, la pintura moderna, por el contrario, va a exaltar esos elementos. Un cuadro es una tela manchada, ya no es una ventana como en el Renacimiento. Los pintores llegarán a utilizar los pigmentos según salen del tubo, sin mezclar, mostrarán el lienzo sin imprimar y trabajarán con las texturas para destacar el poder expresivo de la pincelada.


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Pierre-Auguste Renoir Mujer con sombrilla en un jardín, 1875 (detalle)

Vincent van Gogh “Les Vessenots” en Auvers, 1890 (detalle)

Pablo Picasso Hombre con clarinete, 1911-1912 (detalle)

Wassily Kandinsky Pintura con tres manchas, 1914 (detalle)

Jackson Pollock Marrón y plata I, c. 1951 (detalle)

Richard Estes Nedick’s, 1970 (detalle)


Pierre-Auguste Renoir Mujer con sombrilla en un jardín, 1875 Óleo sobre lienzo. 54,5 x 65 cm Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid

Mujer con sombrilla en un jardín es una obra en la que se pueden apreciar muchas de las búsquedas de los pintores impresionistas. El horizonte ha desaparecido y Renoir se centra en mostrar la exuberancia de un jardín, construido a base de pequeñas manchas de color. El juego de contrastes de color y el uso de la pincelada empastada crean una superficie rica en texturas.

Éste era el jardín de la casa de Renoir en Montmartre, un jardín en estado casi salvaje, que fue uno de los aspectos que más le atrajo de la casa. Además de arbustos y macizos de flores, en la escena aparecen dos personajes. Una mujer con un traje oscuro y con una sombrilla blanca y a su lado un hombre agachado, que podría estar cogiendo alguna flor. Por su atuendo, pantalón con peto y el sombrero de paja, parece un jardinero.

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Vincent van Gogh “Les Vessenots” en Auvers, 1890 Óleo sobre lienzo. 55 x 65 cm Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid

La historia del arte no tiene una trayectoria lineal, se van cruzando caminos y tendencias. Encontramos importantes maestros, como Cézanne, Van Gogh o Gauguin, que posibilitaron que se desarrollaran otros movimientos, y por otro la irrupción de jóvenes como Picasso, Braque y Kirchner, que rompieron nuevamente con lo establecido y trazaron otros caminos.

Vincent van Gogh recogió la influencia de pintores contemporáneos a él. Aprendió la técnica de los pintores impresionistas y fue capaz, a partir de ahí, de crear un estilo personal que abrió el camino a las generaciones siguientes. La obra de Van Gogh fue admirada por los artistas fauvistas y expresionistas, que tomaron como modelo su exaltación del color y la fuerza de sus pinceladas empastadas y vibrantes. “Les Vessenots” en Auvers era la zona donde vivía el Doctor Gachet, ocupado de cuidar de la salud del pintor por encargo de su hermano Theo. En sus últimos paisajes Van Gogh utiliza un horizonte muy alto, lo que hace que la práctica totalidad del lienzo la ocupe el campo de trigo. Al fondo unas colinas y un cielo surcado por alguna nube. Más cerca están las casas de Auvers con sus tejados de paja y de teja.

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Pablo Picasso Hombre con clarinete, 1911-1912 Óleo sobre lienzo. 106 x 69 cm Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid

Tal vez la ruptura más radical que se dio en toda la historia del arte tuvo lugar en la primera década del siglo XX y fue la propuesta que abrió el arte a otra dimensión: el cubismo.

La tradición renacentista que nos presentaba el cuadro como una ventana abierta a una realidad visual perfectamente ordenada y proporcionada sufrió una profunda transformación. El mundo se empezó a ver de otras maneras, fragmentado, en movimiento, abstracto, en colores vibrantes o cargado de materia. Pablo Picasso y Georges Braque fueron los creadores de ese nuevo lenguaje con el que la pintura se adentró en un camino inédito. Los colores se fueron reduciendo a tonalidades verdes, grises y marrones. Las formas se hicieron cada vez más geométricas y, con frecuencia, fondo y figura se fundían. Los objetos se descomponen en multitud de planos geométricos que el espectador debe reconstruir mentalmente. Hombre con clarinete está pintado en el otoño de 1911 o invierno de 1912, después de que Picasso pasara el verano pintando junto a Braque. Se pueden reconocer, pese a la fuerte abstracción, elementos que facilitan la lectura, como el esquema del rostro, algunas partes en las que se reconoce el clarinete, líneas curvas que pueden ser los dedos, y unas volutas al fondo que pueden pertenecer a un sillón.

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Wassily Kandinsky Pintura con tres manchas, 1914 Óleo sobre lienzo. 121 x 111 cm Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid

Kandinsky fue uno de los artistas pioneros de la pintura sin tema, de la pintura puramente abstracta.

En Pintura con tres manchas vemos tres formas irregulares de color rojo, azul y verde, que centran y dan título a la composición. Alrededor se suceden otras formas cuyo movimiento circular nos hace pensar en la idea de la creación del cosmos. Existe un dibujo preparatorio a tinta para este cuadro en el que aún se pueden distinguir algunos elementos figurativos como una barca, algunos personajes y una forma circular sobre la que ha escrito “Kr” (Krasnoe, rojo en ruso) que puede ser una representación del sol y que luego se ha suprimido en el lienzo.

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Jackson Pollock Marrón y plata I, 1951 Esmalte y pintura plateada sobre lienzo. 144,7 x 107,9 cm Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid

Durante la segunda mitad del siglo XX se suceden las idas y venidas de la abstracción a la figuración y viceversa. Por otro lado, el centro de la vanguardia se desplaza de París a Nueva York, estableciendose otra dirección en los caminos por los que transitaron las nuevas propuestas plásticas.

El pintor norteamericano Jackson Pollock dejó de utilizar el pincel como mediador entre su pensamiento y el lienzo, y lo sustituyó por el goteo directo y sin control de la pintura desde la lata, técnica llamada dripping. El cuadro ya no tiene marco, se apoya directamente en el suelo, y así el artista recorre todo su espacio, lo rodea e incluso pasa por él. Por eso, cuando contemplamos una obra de Pollock también debemos pensar en el proceso, en cómo fue pintada y en los gestos que el artista realizó para crear esta obra. A esta técnica se la denominó action painting, pintura de acción, por el papel fundamental que en ella tienen el aspecto corporal, el gesto y el propio acto de pintar. El pintor utilizó la técnica del goteo, pero también se sirvió de algunos instrumentos para distribuir la pintura, como palos y jeringuillas.

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Richard Estes Nedick’s, 1970 Pintura acrílica sobre masonite. 122 x 175,3 cm Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid

Richard Estes es uno de los representantes del llamado fotorrealismo americano. La ciudad de Nueva York es quizá el tema que más le ha ocupado, aunque otras muchas ciudades han sido objeto de sus pinturas.

Su método de trabajo pasa por la realización de diferentes fotografías del lugar, que luego utiliza en su estudio para componer la obra. Un elemento que con frecuencia aparece en sus obras son los cristales reflectantes y los espejos, y consecuentemente la generación de espacios reales e ilusorios. En Nedick’s el pintor muestra al mismo tiempo un paisaje urbano exterior y un espacio interior en el establecimiento que es el objeto de esta pintura. El paisaje se pierde por la izquierda del cuadro, en un primer término vemos los edificios y el asfalto de la carretera pero a medida que avanza nuestra vista, los edificios los empezamos a ver a través de los cristales del establecimiento. El interior es un laberinto de cristales y espejos, de transparencias y reflejos, que confunden al espectador.

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Edita Fundación Colección Thyssen-Bornemisza Textos Elena Rodríguez Coordinación Ana Moreno Diseño gráfico Sánchez/Lacasta Preimpresión Lucam Impresión Brizzolis Todos los derechos reservados © de los textos: sus autores © de la presente edición: Fundación Thyssen-Bornemisza


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