La línea se dibuja a sí misma. La escena recuerda una fábula narrada por Italo Calvino en la que los habitantes de cierta ciudad tienden hilos blancos, negros o grises entre las casas; esos hilos indican relaciones de todo tipo entre las personas. Cuando la trama es tan densa que no se puede caminar, se desmontan las casas y se trasladan. Entonces sólo quedan los hilos, y Calvino reflexiona que esos tejidos lineales mirados desde lejos son telarañas de relaciones intrincadas que buscan una forma. En estas obras, sobrevuela la figura de la dibujante que teje como una araña las posibles relaciones entre mundo y papel.