La política posee su retórica, y Carlos Gorriarena se preocupó por vincularla con la retórica propia de la pintura, en una relación dialéctica que intentó siempre, cuestionar desde el campo del arte, a su contexto, a las ideas en pugna, proponiendo búsquedas siempre apasionadas ante los interrogantes que nos plantea aquello que solemos llamar lo real.