por Rawson con rasgos semitas, de esto modo el orientalismo como despotismo se entronca –al estilo de Sarmiento– con un determinante racial en las bases populares que lo sostienen. En el vano de la puerta trasera la figura en sombras de Rosas con gorra y chaqueta. La persistencia del motivo de Rosas en los bordes de la escena del crimen como testigo de los asesinatos tiene base literaria, Sarmiento y Las tablas de sangre de Rivera Indarte. El motivo iconográfico surgió en la prensa ilustrada antirrosista publicada durante el sitio de Montevideo. Especialmente en El Grito Argentino, publicado en 1839 bajo redacción de Valentín Alsina, Andrés Lamas y otros. En una lámina titulada “Media Noche en la calle del Restaurador”, Rosas con el puñal en la mano espía como los perros devoran a los niños huérfanos luego del cierre de la Casa de Expósitos. En otras láminas, Rosas contempla los asesinatos de Cienfuegos y del mayor Montero. También en la pintura de Pueyrredón en el vano de la puerta abierta se encontraba la inconfundible figura de Juan Manuel de Rosas con chaqueta azul, gorra y chaleco federal. Las imágenes debían instalarse en la memoria colectiva con tal fuerza que se desliese la ideología política que las había establecido como verdad. La pintura en Buenos Aires intentaba instaurar en el imaginario colectivo que este Estado era el legítimo heredero de la libertad republicana de Mayo, para ello era necesario anatematizar cualquier identificación con el reciente pasado rosista, aún más cuando los antiguos federales –como Rawsonse abrazaban a la causa común de la provincia. En otro tono, la pintura de costumbres también podía establecer referencias a situaciones precisas, como indican las obras dedicadas a la Guerra del Paraguay; en lugar de ocupar dilatados lienzos históricos sobre el conflicto optó por tratarlo desde la vida cotidiana modificada por la guerra: La despedida del recluta para la Guerra del Paraguay y El Regreso del Guardia Nacional 53. Obras que, a pesar de composiciones algo fallidas, logran trasmitir las sensaciones de la guerra en una ciudad que ha perdido a muchos de sus hijos. La tristeza y desazón de la escena familiar pintada por Rawson es una de las pocas pinturas realizadas en el trascurso de la cruenta guerra. En ese joven que marcha al combate se escuchan los ecos de Curupaytí. La pintura de costumbres es uno de los géneros que se desarrollaron en Buenos Aires en los años sesenta, cuyos principales cultores fueron Pueyrredón y Rawson. La transformación de la ciudad pareciera haber estimulado los asuntos urbanos, perdiendo los rurales la centralidad temática en la pintura de costumbres. Rawson también practicó –por referencias documentales- la representación gauchesca y se conserva algún paisaje rural, pero estos temas son menores en su producción. Desde luego, ya en los impresos litográficos se representaban motivos urbanos, por ejemplo en Carlos Morel y Carlos Pellegrini, pero ahora asumen la representación de los nuevos tipos urbanos, como El naranjero de Pueyrredón o El escobero de Rawson, conclusión de la representación de los tipos de oficios iniciada con las litografías de Bacle. Escobero es la imagen de un negro portando las escobas y plumeros en venta; ubicado de manera frontal, anuncia el modelo fotográfico. Si la pintura de Pueyrredón -en la actitud de los niños ricos y el negrito mendigo- ya expresa el conflicto social, la obra Rawson apunta hacia un registro más sensible, emotivo. El escobero es de sólida calidad plástica, marcando el logra53 Para la iconografía de la Guardia Nacional, véase Roberto Amigo, Las armas de la pintura. La Nación en construcción (1850-1870), catálogo exposición, Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, 2008. 36