agua, y que un realce infinito al cuerpo que envuelve. Este cuadro es de un mérito de composición general sobresaliente y muy notable por la ejecución y colorido, aunque el ojo europeo eche de menos un poco de más distinción en la fisonomía que pudieran ser más clásicas en sus formas, sin dañar a las peculiaridades de una escena entre habitantes de la pampa. Es el momento de mayor colorido en Rawson –recuérdese, además, el retrato de la familia de Cirilo Sarmiento- y cuando alcanza el control del espacio pictórico en la relación entre las figuras. Estas escenas históricas y literarias pintadas en San Juan no trabajan con el natural, sino con la imaginación y la memoria. La crítica de Pallière también indica otra consideración: es una obra americana. La pintura literaria obligaba a la distinción que aquel reclama, pero Rawson opta por no aceptar el canon clásico de la belleza que la práctica del género establecía y que la muerte bella, pura, blanca y celestial de María en el poema de Echeverría autorizaba representar plásticamente, tal como deseaba Pallière. Rawson puede tomar como fuente inspiradora el poema romántico y, a la vez, distanciarse de la tensión entre lo local y lo universal del poema para favorecer el primer registro. El rostro de María de La cautiva de Rawson probablemente haya sido pintado del mismo modo que el de la morena mujer de La huida del malón del Museo Histórico Nacional. Esta última pintura, sin datación en la tela, Trostiné la ha considerado de los años sesenta al compararla cromáticamente con el Asesinato de Maza, sin embargo no presenta semejanzas formales con el costumbrismo de los años sesenta. La composición trata de impactar al espectador con el caballo lanzado con la familia aterrada, los ojos del hombre son los únicos que no miran al espectador sino a sus bienes abandonados, a las llamaradas del fondo de la pintura. El asesinato de Manuel Vicente Maza es una pintura de historia de gran tamaño datada en 1860. Manuel Vicente Maza fue asesinado el 27 de junio 1839 en su despacho de presidente de la Sala de Representantes. El motivo del crimen era la supuesta complicidad con la revolución de los Libres del Sur en la que estaba comprometido su hijo. Para los unitarios servía como prueba de la criminalidad del régimen rosista que había recurrido discursivamente a ciertos tópicos republicanos apoyado en el control de la Sala de Representantes, de la que Maza era presidente. Es factible pensar que el poder político del gobernador de la provincia, Valentín Alsina, casado con la hija de Maza, haya motivado la popularidad del asunto con el agregado de que el asesinato de su suegro había afectado la legitimidad institucional del régimen federal, una cuestión de actualidad. La gran pintura de Franklin Rawson fue antecedida por una pequeña obra de Prilidiano Pueyrredón en 1859, posible boceto para el emprendimiento de un cuadro de mayor tamaño. Es probable que cuando Pueyrredón lo presentó al público en el almacén naval de Fusoni, ya Rawson estuviera trabajando en su proyecto de representar el crimen político. La fuente de Rawson es, una vez más, Sarmiento que narra el asesinato desde su dimensión política: el asesinato de Maza es el ejemplo del control coercitivo del régimen, que permite la pax rosista alcanzada. Es una lección contra la tradición de libertad que había expresado la sala en otros tiempos políticos, ejemplar dentro de la política de “terror” del rosismo. Sarmiento describe la escalada de la violencia del régimen contra Maza desde el retiro de una pintura, como si el poder del régimen de condensara en su relación con las imágenes: “El Dr. D. Vicente Maza, presidente de la Sala y de la Cámara de Justicia, con34