No siempre los nombres o fechas de una biografía de artista revelan cuestiones sobre su poética personal. Pero con Adriana Miranda ocurre que sus viajes, sus lecturas o la cercanía a Juan Travnik o Liliana Maresca nos llevan a una mejor comprensión del peso técnico y conceptual de su obra. En verdad es difícil separar en su trabajo la dimensión material de las ideas que son capaces de comunicar.
Así, en Castillos en el aire, la dignidad de la vivienda es mostrada mediante la sobriedad de la luz invernal y el encuadre, que transmite la obsesión y minuciosidad de un archivo visual que además de los objetos fotografiados, intenta dar cuenta del problema de la vivienda propia.
El santuario de la Difunta Correa se ha convertido en una especie de reserva de imágenes y exvotos de sueños, promesas y proyectos cumplidos por quienes optan por la fe como modo alternativo de entender el mundo.