Todas las sociedades tienen sus rituales, se organizan alrededor de ellos. Actividades que juntan gestos y objetos con lugares específicos, en situaciones actuadas en un orden más o menos predeterminado. Desde la radicalidad de los sacrificios humanos realizados por los indígenas mesoamericanos a la moderación contemporánea de estrechar las manos cuando se saluda a alguien, formalismo, simbolismo y repetición suelen ser desde siempre las características fundamentales de un ritual. Repeticiones que la cámara fotográfica se encargó de representar ajustadamente desde el descubrimiento de la posibilidad de reproducir y fijar imágenes en superficies, allá por el lejano siglo XIX.