Retrato de Jesusa Pertejo, de Ricardo Segundo (1950)

Retrato de Jesusa Pertejo con traje de la comarca de Aliste, Ricardo Segundo (1950).

PIEZA DEL MES EN RELACIÓN A LA EXPOSICIÓN “OTILIO VEGA. IMÁGENES DEL TRABAJO EN ZAMORA 1952-1968.”

Como ya se viene realizando, en el Museo de Zamora elegimos una pieza del mes que guarde relación con la exposición temporal vigente en ese momento. En esta ocasión, la exposición de fotografía sobre el trabajo de Otilio Vega en Zamora, en el que podemos observar retratos de oficios, fiestas, vida cotidiana y costumbres de las gentes zamoranas del siglo pasado, nos permite hablar de otro tipo de retrato coetáneo a éste, el inserto en la pintura regionalista de Ricardo Segundo.

El retrato en pintura permite al artista alterar en cierta forma la realidad con su imaginación, añadiendo o eliminando detalles del retratado a través de los colores, la disposición, los fondos… cuestiones sujetas a una alteración infinita que la imaginación del artista puede construir. Por tanto, el retrato en pintura, aunque tenga como fin elaborar una imagen física de una persona y de sus acciones, tiene un objetivo artístico a su vez. Así, en los inicios de la fotografía también se observa ese fin. Pero, poco a poco, con los inicios del fotoperiodismo del siglo XX, el documento fotográfico se convertirá en un reflejo de la realidad del momento siempre sujeto a la valoración y detalles del fotógrafo- pero documento fiel a la realidad en definitiva.

La obra que nos ocupa es un retrato de Jesusa Pertejo, hermana de la esposa del pintor Ricardo Segundo y donada al Museo de Zamora por la propia retratada.

Realizado en 1950, una vez establecido el artista en Zamora, nos muestra un retrato femenino de tres cuartos en el que Jesusa aparece sentada y vestida según el atuendo popular alistano. Lleva un pañuelo con bordados y atado con los cuernos tendidos. La camisa es de lino y va bordada en los hombros, sobremangas y puños. El bordado es geométrico de color azul y la gabacha está profusamente decorada al igual que la saya. Sujeta una olla de cobre y al fondo se divisa el pueblo de Sejas de Aliste, en el que se reconoce la torre de la iglesia. Segundo no

descuidaba otros componentes igualmente importantes como una ambientación y fondos al aire libre en los que introducía el paisaje, jugando así con la profundidad.

Ricardo Segundo era fiel a la representación del físico real del retratado y en muchos de sus retratos alude al status social del personaje cuidando su indumentaria e identidad, sobre todo en aquellos retratos que le encargaban particulares y que se convirtieron en una fuente importante de ingresos. En la obra que nos ocupa, Jesusa Pertejo aparece representada con el traje popular de Aliste.

El traje regional es un traje de gala, en la década de los años 50 del siglo XX las aldeanas no vestían así en su vida cotidiana, como se puede apreciar en las fotografías de Otilio Vega en las que los retratados aparecen con el traje de faena.

Además, Jesusa Pertejo no era aldeana, estudió Psiquiatría en la Universidad de Salamanca y llegó a fundar la primera Sociedad de Neuropsiquiatría Infantil.

Este retrato nos sirve como muestra de las pinturas idealizadas y bucólicas insertas en la pintura costumbrista de la primera mitad del siglo XX.

Antes de la popularización de la fotografía, el único medio para elaborar un documento visual era la pintura. Otilio Vega con su fotografía nos muestra la realidad de costumbres, oficias y fiestas. Antes, el pintor tenía esa labor.

Ricardo Segundo se convirtió en uno de los máximos representantes del costumbrismo de las tierras zamoranas. Vamos a hablar un poco de él y de su trabajo.

La trayectoria de Ricardo Segundo: Aunque Ricardo Segundo nació en Madrid, estaba vinculado a Zamora por razones familiares1. Pasaba grandes temporadas desde bien pequeño junto a sus hermanos en la capital zamorana, donde se le despertaría su gran afición a la pintura.

Con tan solo 14 años, en 1917, ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. Inicia así un periodo de formación que duraría hasta 1926 obteniendo el título de Profesor de Dibujo y Pintura. Tuvo como profesores a

1 Su abuela estableció un comercio de bordados en la calle de la Renova.

artistas ilustres como Joaquín Sorolla, Manuel Benedito, Juan Antonio Benlliure o Cecilio Plá, que influyeron notablemente en su producción artística posterior.

Aprovechó bien esta etapa de estudio obteniendo reconocimientos y premios en la Escuela y becas y pensiones para realizar estudios, como la beca veraniega para acudir a la Residencia de pintores de El Paular (Segovia), en los que afirmaría su vocación por los temas de paisaje; o la pensión para trabajar en la Residencia de pintores de la Alhambra (Granada), donde asiduamente se desplazaba a las Alpujarras para pintar paisajes y tipos populares.

Con toda esta experiencia acumulada, Ricardo Segundo va interesándose cada vez más por la pintura de temática regionalista, descubriendo en sus frecuentes viajes a Zamora las grandes posibilidades que le ofrecía su tierra para profundizar en el estudio del paisaje y en escenas populares de las tierras de Alba y Aliste, que cosecharían desde un primer momento una gustosa acogida tanto de clientela como de crítica. Ejemplo de ello sería su cuadro Josefica con la que ganaría la Tercera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1926 y en la que muestra a una linda niña alistana abrazando a un cabritillo.

De esta etapa podemos destacar también la obra Vistiendo a la novia, considerada como una de sus obras maestras y realizada en Carbajales. Adquirida por la Diputación Provincial de Zamora, donde actualmente puede verse. En ella se aprecia la influencia sorollesca y muestra a un grupo de mujeres vistiendo a la novia con los coloridos trajes populares de esta zona. Esta institución compró también el lienzo La Hilandera, La Pastora María y Telar Alistano por 3000 pesetas para figurar en el pabellón castellano-leonés de la Exposición Ibero-americana de Sevilla de 1929. Esta obras se encuentran cedidas actualmente al Museo de Zamora estando Telar Alistano en la colección permanente del centro y que puede verse precediendo al retrato de Jesusa Pertejo. Representa una escena popular en la que se muestra un interior donde una mujer teje en el rudimentario telar alistano, probablemente en la estancia de la casa destinada a tal fin. Ese estilo abocetado lleno de contrastes lumínicos, junto con las pequeñas dimensiones de la obra no nos permite identificar bien los detalles de lo representado dándole así un aura de penumbra, sobriedad e intimidad.

Su entusiasmo por Sejas de Aliste y Carbajales de Alba eran contagiosos. En los veranos de 1928 y 1930, La Escuela de Cerámica de Madrid trasladó a ambos pueblos, respectivamente, los cursos de verano, en los que los alumnos pintarían acuarelas y modelarían gran número de barros y relieves. Uno de estos alumnos sería Bueno Echevarría, cuya obra Vistiendo a la novia, que podemos ver en la colección permanente del Museo de Zamora, refleja las enseñanzas en estos cursos de verano en los pueblos zamoranos.

En 1933 se le concede una beca para estudiar en Florencia, donde se interesó especialmente por la técnica de los frescos de los maestros florentinos.

A partir de 1934 inicia su periodo de docencia que realizará durante más de diez años, significativo sobre todo en su estancia en Barcelona en donde profundizará además en el estudio del retrato. Aún así, no perderá contacto en estos años con las dos tierras de su infancia, Madrid y Zamora, realizando algunos encargos de imaginería encargadas desde Zamora2 y estableciendo varios estudios en Sejas de Aliste (1944), en la calle de la Renova de Zamora (1947) y alternando su trabajo con estancias en Madrid donde también montó estudios a lo largo de su vida.

Aunque decide abandonar la docencia académica en 1947, en Zamora recibía gustoso a algunas de las promesas locales, entre ellos, a Margarita Pertejo, con la que se casaría en 1955.

Ricardo Segundo, aunque hará algún trabajo fuera, se instala definitivamente en Sejas de Aliste en 1963 y hasta los momentos finales de su carrera, seguirá interpretando de esa forma bucólica e idealizada la realidad rural de su entorno.

La visión popular y el estudio del retrato por Ricardo Segundo: El retrato de Jesusa Pertejo nos permite hablar del gran estudio que hizo este autor de los temas cotidianos de los pueblos zamoranos. Pintó expresivos retratos de tipos populares, pequeñas zagalas y ancianos, pueblos olvidados y costumbres en

2 Talla de la Virgen Dolorosa para la Cofradía de la Vera Cruz y Penitencia en 1942 y talla de la Santa Cena para la Junta Pro de Semana Santa en 1943.

los que refleja su visión optimista de la realidad rural. Desde comienzos de los años 20, el artista recorrería los pueblos zamoranos para empaparse de las tradiciones, las fiestas y la vida cotidiana. No hay lugar en estos trabajos para esa mirada pesimista de la Castilla noventayochista, prefirió enfatizar el enfoque bucólico y festivo tal y como hicieron profesores suyos como Sorolla o Benedito.

Riqueza en el color, trajes vistosos, vitalidad y alegría se repiten en sus retratos y paisajes.

Después de la temática regionalista, el retrato ocupó gran parte de la producción de Ricardo Segundo. Pacientemente, su retrato era el resultado de muchas horas de meditación y bocetos previos del modelo, seguido luego de las sesiones ante el lienzo. Convencido que el parecido físico debía ser solo uno de los fines, no descuidaría otros componentes como el fondo, la indumentaria y la captación del carácter del retratado. Gran parte de su producción retratística la consagraría a los retratos por encargo, pertenecientes a la burguesía zamorana y de otros puntos de España. Pese a sus esfuerzos y honestidad artística, el pintor no siempre se sentía satisfecho de muchos de sus retratos, consciente de que las difíciles circunstancias económicas por las que tuvo que pasar le obligaron a hacer concesiones al halago y caer en la inevitable servidumbre que casi siempre comporta este género.

Vemos, por tanto, que el pintor a la hora de elaborar un retrato juega con los recursos disponibles que la imaginación y su formación puede ofrecer. Aunque Segundo era fiel al físico del retratado, plasmaba un aire bucólico y lleno de ternura en los gestos y ambientación, contrastando con la fotografía donde no hay añadidos ni interpretación posible.

Animamos al visitante a que asista a la exposición temporal sobre la fotografía de Otilio Vega y que en ella observe el otro tipo de retrato, el fotográfico.

Bibliografía: Brasas Egido, José Carlos. Ricardo Segundo, vida y obra. Diputación de Zamora, 1993.