Azul profundo, diálogo entre veladuras. Obra de Guadalupe Aguilar y Edgardo Coghlan

Diálogo entre veladuras

Guadalupe Aguilar

MUSEO DE ARTE DE SINALOA

Museo de Arte de Sinaloa El MASIN es el único museo en el noroeste del país que alberga una importante colección de arte moderno mexicano, patrimonio de todos los mexicanos, y que tiene el honor de resguardar para el disfrute de todos los sinaloenses. Una colección con una clara vocación por el arte moderno mexicano, como la del MASIN, determina un sólido compromiso que se rige en gran medida por la responsabilidad de salvaguardar la integridad y la memoria simbólica del patrimonio nacional que resguarda, pondera y divulga.

Sala de la colección ISIC-MASIN En la planta baja se ubica la Sala de la Colección ISIC-MASIN, espacio dedicado exclusivamente a mostrar distintos proyectos curatoriales a partir de la investigación del acervo que el museo resguarda. Anteriormente conocida como Sala de Joyas, esta sala, exhibe tres muestras durante el año, que permiten mostrar tan valiosa colección. Cada rotación permite acercarse desde muy distintas perspectivas a un acervo que continúa enriqueciéndose por los nuevos sentidos que sus obras suscitan cada vez que se integran a distintos cuerpos de obra.

La exposición Azul profundo, diálogo entre veladuras de Guadalupe Aguilar, formó parte de la Temporada Cultural de Otoño 2020 y fue llevada a cabo con el respaldo de recursos financieros de la Secretaría de Cultura, a través del Programa de Apoyos a la Cultura en su vertiente Apoyos a Instituciones Estatales de Cultura (AIEC).

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Azul profundo, diálogo entre veladuras de Guadalupe Aguilar Como si de un gran poema —desnudo, sutil, sublime— vuelto paisaje se tratara, es que es posible no leer —no hay texto que lo exija—, sino dejarse tocar y permanecer en la más pura y absoluta contemplación de cada uno de las acuarelas y dibujos —parte de la colección del Museo de Arte de Sinaloa— en los que el maestro Edgardo Coghlan (Los Mochis, Sinaloa, 1928 Estado de México, 1995), tan magistral y amorosamente, alude, retrata y desnuda — pone al descubierto— pasajes de la vasta, agreste, solar, luminosa, húmeda, exuberante y con frecuencia desolada geografía sinaloense; así como de la cotidianidad de quienes habitamos en ella, a veces sin darnos cuenta de la belleza infinita que el entorno nos ofrece y que únicamente el pincel, la mirada, la sensibilidad, la pasión por la vida y el alma misma de un verdadero artista, ha podido —para nuestro deleite— convertir en auténticas obras de arte.

Y como si de un gran poema —auténtico, conceptual, intenso— vuelto materia se tratara, es que es posible no leer —tampoco hay texto que lo exija—, no limitarse, no esquematizar, ni guardar distancia alguna; sino adentrarse, zambullirse; y, sin oponer ninguna resistencia y sin miedo al naufragio, dejarse llevar por el vaivén de las olas hasta navegar en los mares y cielos —abismos e infinitos— que Guadalupe Aguilar (Culiacán, Sinaloa, 1966), nos ofrece en Azul profundo; pieza-instalación en la que los materiales utilizados: parafina, cristal, metal cables acerados y lámparas led, son solo el ropaje ante la nitidez —exceso de claridad— expuesta en cada uno de los azules círculos —cosmos en sí mismos— que la conforman y que invitan a quien los mira —la recomendación es colocarse debajo y mirar hacia arriba— a adentrarse, perderse, reconocerse y encontrarse en sus profundidades.

En Azul profundo, Guadalupe Aguilar —artista visual, crea transparencias, recoge improntas marinas; traza líneas, dibuja círculos y delinea espirales sobre el agua; juega, además, en escenarios lumínicos y tiende puentes —vasos comunicantes— con la tradición y la obra paisajista de Edgardo Coghlan: agua, mar, olas, costas, playas, arenas, brisa marina, mareas, marismas, manglares, vientos; palmeras, embarcaciones, astilleros, puertos, muelles, bahías, esteros, islas, campos pesqueros, niebla; ríos, arroyos, vegetación, crepúsculos, nostalgias, recuerdos, lejanías, encuentros, añoranzas, quietudes, movimientos. Todo —todo— hace que ambas propuestas ocupen un mismo espacio y la mirada, ideas, sensaciones y sentimientos del espectador las reconcilie y las lleve a interactuar y dialogar entre sí.

Develar, velar, vislumbrar, entrever, atisbar, transparentar, correr las cortinas, ver la luz, pasar del otro lado; abismarse, descubrirse, perderse, encontrarse, dejarse llevar, tocar «la otra orilla”, quitar el velo: veladuras, es el concepto que abre la puerta y suscita la conversación —el diálogo— entre dos propuestas artísticas aparentemente disímiles, pero que en esencia comparten analogías y correspondencias que las hacen un universo en sí mismo, que invita a ser contemplado, develado y revelado. Por supuesto, la invitación exige sumirse en el sueño y en el viaje que el acto de soñar implica: levantar el ancla, soltar amarras y dejar —simplemente dejar que el barco nos lleve mar adentro.

Ernestina Yépiz

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Sobre la exposición Azul profundo Gracias al respaldo del Apoyo a Instituciones Culturales Estatales (AIEC), abonado de la suma de voluntades entre Guadalupe Aguilar, expositora y curadora de Azul profundo, diálogo entre veladuras, el equipo del Museo de Arte de Sinaloa, entre otros talentos más, es que se hizo posible la realización de tan ansiado proyecto expositivo, acompañado de una serie de actividades que han ido enriqueciendo su diálogo. Desde que se nos presentó la idea de trabajar con parte del acervo de la Colección ISIC – MASIN, particularmente con la obra del maestro acuarelista Edgardo Coghlan, fue que entendimos el valor y la trascendencia de llevarlo a cabo en este particular momento. Al hacerse presente una crisis mundial como lo ha sido la pandemia del COVID – 19, se ha hecho necesario regresar la mirada hacia el paisaje, especialmente hacia su cuidado y conservación, ya que la huella humana ha sido el detonante de este confinamiento, uno que al principio sirvió para darle un respiro a las playas y a los esteros sinaloenses, de los excesos y estragos ocasionados por el turismo.

En ese sentido, esta muestra sensibiliza desde la mano acuarelista de Coghlan a ponderar una convivencia más sana con el paisaje y su naturaleza, a tomar conciencia de su esplendor y transformación a lo largo del tiempo, mientras que la instalación final de Guadalupe Aguilar, nos sumerge en las distintas tonalidades de las marinas, gracias a su gran manejo de las veladuras en parafina y diseño de montaje, haciendo consciente lo inconsciente: lo profundo del azul, la inmensidad del mar, lo imponente de la naturaleza y lo diminuto de nuestra existencia. Desde la Sala Colección ISIC – MASIN, esperamos que todo aquel que visite la muestra, ya sea en formato digital o desde su experiencia en físico, se deje sumergir en la contemplación que propone este diálogo atemporal entre dos artistas sinaloenses, quienes han hecho de su fascinación por el agua, un medio de representación simbólica.

Alejandra Larrondo López Directora del Museo de Arte de Sinaloa.

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El Fuerte, Sin., s/f por Edgardo Coghlan Acuarela sobre papel 18 x 25 cm

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Playa Cerritos, Sin., s/f por Edgardo Coghlan Acuarela sobre papel 37 x 57 cm

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Marismas cerca de escuinapa por Edgardo Coghlan Lápiz y papel 30 x 45 cm

Mazatlán I, s/f por Edgardo Coghlan Lápiz y papel 27.5 x 37 cm

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Bahía de San Ignacio., s/f por Edgardo Coghlan Acuarela sobre papel 27 x 35 cm

Río Elota, Sin, s/f por Edgardo Coghlan Acuarela sobre papel 23 x 31 cm

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Azul profundo, diálogo entre veladuras Mazatlán, Sinaloa, s/f por Edgardo Coghlan Acuarela sobre papel 28 x 39 cm

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Mazatlán II, s/f por Edgardo Coghlan Lápiz y papel 26 x 41 cm

Ejido La Campana, s/f por Edgardo Coghlan Acuarela sobre papel 23.5 x 38.5 cm

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Mazatlán III, s/f por Edgardo Coghlan Lápiz y papel 30 x 37.8 cm

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Isla de la Piedra, Mazatlán, Sin., s/f por Edgardo Coghlan Acuarela sobre papel 20 x 28 cm

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Topolobampo, s/f por Edgardo Coghlan Acuarela sobre papel 21 x 31 cm

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Estero de Mavirí, s/f por Edgardo Coghlan Acuarela sobre papel 22.5 x 30 cm

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Azul profundo, diálogo entre veladuras Mazatlán, s/f por Edgardo Coghlan Acuarela sobre papel 36 x 37 cm

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Entrevista La dualidad del cosmos: el agua y sus paisajes Ernestina Yépiz La obra de Guadalupe Aguilar, en su conjunto y en cada una de las creaciones que la conforman —que en sí mismas son un todo también—, establece un diálogo —casi una intimista conversación— con el paisaje, la poesía, la escritura, el proceso creativo y la creación misma. En este contexto su propuesta artística es también una invitación a dejarse tocar por lo sutil, experimentar lo sublime y aprehender lo inasible: eso que de tan fugaz solo podemos palpar —hacer nuestro— en el instante o suma de instantes de la experiencia estética.

Guadalupe Aguilar, es doctora en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia; y, maestra en Historia del Arte, egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Su producción creativa ha sido expuesta tanto en espacios nacionales como internacionales. En su quehacer de artista contemporánea explora la relación entre arte y naturaleza; de igual forma lo hace entre filosofía y poesía. En su trabajo utiliza como formatos de expresión y manifestación artística: la instalación, el video, el tejido, la escritura, el dibujo y la escultura.

En su trayectoria artística destacan diversas intervenciones, instalaciones y exposiciones: Über das gluck o La forma de lo posible, en el Instituto Cultural de México en Austria, en 2005; El agua en un hilo, en el Kunsthalle Krems, Austria, en 2006; Palabras en fuga, en La sala naranja, en Valencia, España, en 2007; en 2008; Agudeza, en la galería Huuto, en Helsinski, Finlandia, en el 2008; Naufragio invertido, en Culiacán, en el 2011; Soles filiformes, en la Celda Contemporánea, en la Universidad del Claustro de Sor Juana, en la ciudad de México, en 2012; Armonía, en la Gaals, en Culiacán, Sinaloa, en 2016; Rangoli-Solitaire, en Mysore, India, en 2016, entre algunas otras.

Actualmente, en una de las salas del Museo de Arte de Sinaloa, Guadalupe Aguilar, expone Azul profundo, una pieza escultórica con la que dialoga y crea vasos comunicantes con las marinas (acuarelas y dibujos) del maestro Edgardo Coghlan: ese diálogo —intimista conversación— es el tema sobre el que versa la presente entrevista.

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E.Y: ¿Qué suscita la idea de crear Azul profundo?

G.A: Todo empezó con mis reflexiones y lecturas sobre la conciencia interna del tiempo, preceptos tomados de la filosofía de Edmund Hüsserl, principalmente. La idea primera fue hacer un corte en la superficie marina, con la pretensión de detener el vaivén incesante de la dermis del mar, pero no en una imagen, sino en un objeto y es así como surge la pieza Azul profundo. Vivo ahora tan cerca del mar que estos dos últimos años he reflexionado sobre la infinitud de su superficie y todo lo que guarda.

E.Y: El entorno y el paisaje siempre influyen.

G.A: Sí, aunque si me voy un poco más atrás, creo que esta idea empezó a germinar en mí entre 2006 o 2007, cuando viví frente a un caudaloso río y el movimiento de la corriente me llevaba a pensar en la temporalidad de la naturaleza y sus fugitivas formas. Entonces materialicé estos pensamientos en un video y una escultura. El proyecto llevó por título El agua en un hilo, que consistió en dos cortes reticulares al flujo de la corriente, en donde el hilo conductor entre ambas piezas —el video y la escultura— es el Danubio, en cubo y en pixeles.

E.Y: Ciertamente contemplar el agua en un hilo nos lleva a la abstracción de pensar en el fluir del tiempo.

G.A: Sí, ambas piezas plantean un ejercicio sobre la idea del tiempo e invitan a pensar el presente, como resultado de una ecuación que iguala el peso interno de pasado y futuro. El aquí y el ahora.

E.Y: ¿Por qué elegiste el Masin para la exhibición de Azul profundo?

G.A: En el 2011 expuse ahí la Otra forma, una pieza de dos metros cuadrados, que consiste en una cuadrícula de alfileres como soporte de partes geométricas del mundo vegetal. Ahí vi por primera vez las marinas que el maestro Edgardo Coghlan, realizó recorriendo parte del paisaje y la geografía sinaloense. Desde entonces dialogo con su obra y Azul profundo es la materialización de esa conversación. Considero, además, que es importante explorar el paisaje sinaloense, que durante este ya largo encierro nos ha sido negado.

Es un buen momento para revalorar nuestro entorno y propiciar su cuidado.

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E.Y: ¿Azul profundo marca alguna distancia con tu trabajo anterior?

Lo pregunto, no por la parte conceptual o temática, sino por el tipo de materiales utilizados: parafina, cristal, metal, cables acerados y lámparas led.

G.A: Distancia en el sentido de alejarse no. En realidad creo que siempre me repito, incluso con el tipo de materiales. Además de la pieza descrita en la pregunta uno, que corresponde a una instalación exhibida en el Kunsthalle de Krems, Austria, en 2006; también he hecho gotas de resina, por algún tiempo me aferraba a detener el camino de las gotas de agua. Una vez hice una lluvia con agujas y otras veces esculturas de resina o parafina. Las gotas de resina nunca se han exhibido, pero la lluvia pertinaz de agujas sí, fue parte de la exposición Soles filiformes, que tuvo lugar en la Celda Contemporánea del claustro de Sor Juana.

E.Y: Tuve oportunidad de ver esa propuesta poética-conceptual, visual y auditiva. Sí, recuerdo, ya usabas parafina. Ha pasado algún tiempo desde entonces.

G.A: Sí, creo que bastante, fue en el 2012

E.Y: ¿Cuál fue tu exposición previa a Azul profundo?

G.A: Creo que Azul Profundo es una continuación evidente de la exposición montada hace apenas unos meses en la galería Bauprés, en Mazatlán, compuesta de objetos que detienen las formas fugitivas del paisaje aledaño a mi hábitat mazatleco y que tuvo por título La permanencia de lo efímero.

E.Y: ¿Qué proyectos artísticos trabajas actualmente?

G.A: En una enorme impronta del mar atormentado y en detener la mente.

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Sobre los artistas Guadalupe Aguilar Culiacán, Sinaloa, 1966 Es una artista que transita por diversas facetas del arte contemporáneo, como productora, investigadora y gestora; el resultado de su trabajo toma forma en: instalaciones, objetos, videos, publicaciones, diálogos productivos, curaduría, conceptualización y gestión de espacios públicos destinados al arte. Tiene un especial interés por las estrategias de producción participativa, en las que ha indagado tanto de manera teórica como práctica.

Como productora ha explorado la relación arte y naturaleza; por un lado, y por otro, la filosofía, la poesía y el arte valiéndose de la instalación, el video y los objetos escultóricos. Sus proyectos han sido expuestos, tanto en México como en el extranjero, en espacios museísticos y alternativos. Entre sus exposiciones individuales destacan: “La permanencia de lo efímero” en la Galería Bauprés de Mazatlán en 2020, “Armonía” un proyecto de instalación en la GAALS, “Formas para detener el mundo” en el Espacio Anómalo en Culiacán. En la Galería Carlos Olachea, del Instituto Sudcaliforniano de Cultura, expuso “Philos”. “Soles Filiformes”, (en la Celda Contemporánea de la UCSJ en la Ciudad de México). “Hilografías” en la Sala Naranja de Valencia, España, “El agua en un hilo” en el Kunsthalle de Krems Austria y “Momentos de posibilidad” en el Instituto Mexicano de Cultura de Viena. Ha participado con video, instalación, sonido y objetos en varias exposiciones y proyectos colectivos dentro y fuera de México y ha llevado a cabo proyectos curatoriales independientes. En 2019 coordinó la primera Bienal de Fotoperiodismo organizada por el ISIC. Sus ensayos sobre arte se han publicado en revistas nacionales y extranjeras y en publicaciones especializadas. Es autora del libro El Arte Participativo (2012), editado por el Instituto Municipal de Cultura de Culiacán, editora y coautora de Orbital (2014) editado por el Instituto Sinaloense de Cultura y coautora de Arte Contemporáneo Sinaloense. Recuento de años 2005-2011. Entre 2012 y 2015 fue directora de la GAALS en Culiacán.

En cuanto a su formación académica, es abogada por la Escuela Libre de Derecho, diplomada en Arte Contemporáneo, por el ITAM, estudió la maestría en Historia del Arte en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; es doctora en Bellas Artes, con especialidad en escultura, por la Universidad Politécnica de Valencia.

Actualmente vive en Mazatlán, donde trabaja en diferentes proyectos artísticos.

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Edgardo Coghlan Los Mochis, Sinaloa, 1928 – Estado de México, 1995 Destacable artista sinaloense, considerado uno de los mejores acuarelistas del siglo XX en México, nace en Los Mochis, Sinaloa en 1928. Hijo de padres con nacionalidad irlandés y mexicano, sus intereses y habilidades artísticas fueron evidentes desde su niñez. Encausado hacia esta formación y con el propósito de completar formalmente sus estudios, se muda a la Ciudad de México e ingresa a la Academia Nacional de Artes Plásticas.

La atracción de Coghlan por la acuarela se remontaría a su etapa estudiantil, donde descubriría a la escuela acuarelística estadounidense. Sus obras destacarían rápidamente, siendo las pinceladas evocadoras y frugales su sello distintivo. Su prolífica carrera inicia en 1954, donde obtiene su primer premio importante del Círculo de Bellas Artes en México. En 1955 recibe su primer premio en el Salón Anual de la Acuarela, seguido con más de siete premios en los siguientes años. Es uno de los fundadores principales de la Sociedad Mexicana de Acuarelistas. En 1968, su trabajo “El entierro” ganó la Exposición Solar del Concurso Nacional del Palacio de Bellas Artes, como parte de eventos culturales de los Juegos Olímpicos de Verano del mismo año.

En 1991, el Estado de Sinaloa le otorgó el Premio Sinaloa de Ciencias y Artes.

En 1993 se inaugura el Museo de la Acuarela en Toluca, Estado de México, incluyendo una sala dedicada a exponer su obra, la cual lleva su nombre y se publica el libro "Edgardo Coghlan, Retrospectiva 1952-1992”. Durante su trayectoria, presentó su trabajo en museos y galerías en varias partes del mundo, especialmente en México y Estados Unidos.

Considerado en el contexto internacional, Edgardo Coghlan es uno de los destacables exponentes de la tradición acuarelística clásica. A través de capas finas y luminosas, crea formas de luz y sombra, color y textura que proporcionan solidez; sus obras son intemporales, proponen dominio y fluidez por medio del pincel, elementos con los que trabaja un pintor de acuarelas.

Muere en 1995, en el Estado de México.

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C ul i a cá n Si na l o a , Méxi co .