The Architectural Performance. Carlos Campos.

Page 17

La Performance Arquitectónica

El artista verdadero se señala con el dedo, propio o ajeno. El referente es a lo que se alude, exista o no en el mundo. La palabra, o el signo, es lo que denota que el referente no está entre nosotros. Si pronuncio la palabra “Lápiz”, es porque no tengo un lápiz para mostrar. La digitalización de la experiencia del Lápiz a través de una palabra pronunciada o escrita, nos pone en evidencia la ausencia del referente, y no su presencia. Cuando el diseñador opera –como en el caso de este vagabundopor fuera de un marco referencial, cuando no hay experiencia “real” a la cual referirse, el círculo se cierra sobre nosotros mismos en tanto diseñadores. Y la atención apunta directamente a cada una de las acciones que desarrollamos sobre nuestra experiencia. El vagabundo esta en las antípodas del cartonero. Igual que él, sin palabras, con una manera de estar en el mundo, los proyectistas nos paseamos a pie juntillas, descalzos como si no nos importara, frente a las narices de todos.

*** Sexta visión. Aeroparque Jorge Newbery. En el interior del fuselaje de un avión a punto de decolar, la azafata nos muestra los mecanismos de seguridad del avión. El fuselaje del avión, -de la nave, no por casualidad se llama de este modo- se dispone ante nosotros como la nave de una Iglesia; las azafatas como sacerdotisas. Nosotros dentro del fuselaje somos como mansos feligreses abandonados a lo inevitable. Y lo inevitable sólo se conjura a través de la oración. Mientras el avión carretea hacia la cabecera de la pista, todos –aún los que hacen como si no les importara-, oramos. No podemos creer en que una máscara de oxígeno, una rampa plástica o un asiento flotador nos salvarán de un eventual accidente. Debemos tener fe en que nada malo ocurrirá, de otro modo, no podríamos siquiera pensar en abordar el avión.

32

La Performance Arquitectónica como ejercicio del Espacio Público.

El proyectista también actúa con fe en sus mecanismos, en sus procedimientos, en su metodología (la mayor parte de las veces oculta o velada). Partimos de los mismos puntos en el plano o en el espacio, con las mismas herramientas siempre, o bajo la tenacidad de las mismas rutinas. No podemos saber si llegaremos al lugar adonde pretendemos ir, ni cómo, ni cuándo. Sólo podemos confiar en algunos cuantos comportamientos rituales, en esa débil magia de la que cada tanto hablaba Jorge Luis Borges.

La Ciudad como obra de arte colectiva. Apariciones urbanas. Prácticas Performáticas.

El Balcón de la Maison La Roche. Paris, 2010. (fig.VII) Durante mi visita a la Maison La Roche, en marzo de 2010, una veintena de personas visitan al mismo tiempo la casa. Eran, en su mayoría, arquitectos o estudiantes de arquitectura. Yo fotografiaba como todos, los exteriores e interiores de la obra. Dibujaba algunas de sus situaciones, disfrutando como cualquier visitante. También en el interior de una obra como ésta, los visitantes somos actores, representamos nuestro papel de arquitectos más o menos devotos de la Arquitectura que propone el edificio. En algunas oportunidades, bajo algunas circunstancias especiales, la visita a una obra largamente esperada se parece un poco a una cita postergada, nos sentimos como si hubiéramos venido a visitar a un amigo al que no hemos visto hace mucho tiempo. Nos preocupamos por cada detalle, por descubrir y reconocer cada situación. Tratamos de no perder nada de vista, de confirmar en la presencia, todo aquello que conocíamos de antemano. Este parecía ser el caso de una elegante señora que recorría las instalaciones paladeando cada centímetro de la promenade. 33


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.