The Architectural Performance. Carlos Campos.

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La Performance Arquitectónica

No utiliza la casa como máscara de sus deseos. Él es la casa.

*** Tercera visión. Calle Austria. Dos albañiles transportan una bañera de fundición sobre el portaequipajes de un ciclomotor. La frágil disposición colapsa apenas un par de metros luego de haber comenzado a andar. En el acto de proyectar, el proyectista no teme al absurdo. Y se concentra en seguir un procedimiento hasta donde sea que éste lo lleve. Si toda la estructura colapsa durante el período de proyecto, tanto mejor que si lo hiciera en el proceso constructivo real.

Los diseñadores podemos leer, atribuir sentidos nuevos, transformar lo percibido desde nuestra ineludible capacidad de diseñadores, unida a nuestra eterna función humana: imaginar. Imaginar se produce fuera del ámbito de la “realidad”. Para Imaginar debemos comportarnos un poco como niños, un poco como proyectistas: alejándonos del apremio de lo real hacia un lugar de fantasía. La significación –como la lectura de las nubes en el cielo- es un proceso de post-racionalización basado en un trabajo desarrollado en otros campos de abstracción. Un residuo de lo percibido.

Lo notable es que en los diseños considerados icónicos, esta condición se cumple inexorablemente. El mundo termina por comportarse de otra manera.

El cartonero no puede ver al Yeti, pero no solamente por estar cargándolo detrás de sí, sino porque no puede fabricarlo en su mente. El diseñador no podría evitar hacerlo, aunque estuviera tirando de él, porque ya se ha separado de su propia experiencia, ya ha convivido con lo imaginario. El proyectista en tanto tal, debe desdoblarse y jugar los dos roles al mismo tiempo. Abandonarse a los mecanismos y automatismos para cargar el carrito con la mayor cantidad posible de material (lo que muchos llaman funcionalidad, flexibilidad, rendimiento, economía), y descubrir que esa organización era significante, bella, autónoma, no-racional, para-funcional. Pero a la conformación de ese sentido no se llega por los mismos caminos por los que se llega a cargar al máximo al carrito, sino por otros.

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Cuarta visión. Avenida Santa Fe. Alto Palermo. Un ejército de Yetis blancos patrulla la ciudad al atardecer. Los cartoneros envuelven con rafia blanca las montañas rodantes de cartón.

Quinta visión. Avenida Santa Fe. Un atlético mendigo que no mendiga nada, y que diseña artísticamente su indumento reciclando plásticos y telas de acuerdo a las estaciones del año, cruza la senda peatonal en puntas de pie.

Mientras lleva adelante un proceso que sospecha imposible, el proyectista abriga al mismo tiempo la secreta esperanza de triunfar, de descubrir algo nuevo, de lograr lo que nadie ha logrado antes. De que por esta vez, y de acuerdo a su accionar, el mundo se comportará de otra manera. Esa solución -económica, ecológica, innovadora, desenfadadano se encuentra siguiendo los caminos que todos han seguido, sino arriesgándose a articular componentes que parecen pertenecer a mundos imposibles de conectar.

Los cartoneros no son diseñadores. Sí lo somos, en cambio, quienes vemos un Yeti en la abultada conformación final.

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La Performance Arquitectónica como ejercicio del Espacio Público.

Es la principal característica del Artista atraer la atención hacia sí. No pone el acento en aquello a lo que se refiere (por eso las didácticas que se basan en el referente no hablarán nunca de nuestra Arquitectura), sino en el referirse a sí mismos. 31


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