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Lo que es y lo que debe ser la Semana Santa de Málaga

la Semana Santa de Málaga

Resultaría hoy en día pretencioso y ciertamente petulante, titular un artículo periodístico sobre Semana Santa como lo hizo Joaquín María Díaz Serrano en la primera página del diario "La Unión Mercantil" el miércoles 10 de marzo de 1920. Han pasado noventa y tres años desde entonces y aunque más allá de dar explicación a la iniciativa que fraguó la propia Agrupación unos meses después, está la determinación de emprender una aventura abocada a cambiar los elementos identitarios de esta ciudad.

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Hacer un paralelismo histórico entre la realidad de 1920 con la actual es rozar lo absurdo, tanto como elucubrar qué Semana Santa disfrutaríamos ahora sin una Agrupación de Cofradías. Sin embargo, sí es pertinente conocer las razones de por qué se hizo semejante planteamiento, puesto que lo que es indudable es que el tiempo ha ratificado como un rotundo éxito lo que era y debía ser la Semana Santa de Málaga.

En una carta al director del periódico El Día de Madrid publicada el 20 de febrero de 1917, el alcalde de Málaga, Salvador González Anaya, sintetizaba la tremenda crisis económica que sufría la ciudad, derivada de la ruina de los viñedos, la monopolización del capital y el hundimiento de los mercados de exportación agrícola a causa de la guerra mundial. "El porvenir de Málaga es la atracción intensa de turismo europeo .../... tenemos una viña en el cielo y que hay que cultivarla sobre la tierra".

El visionario alcalde sucumbió a la realidad cotidiana. La guerra mundial que enfrentaba a las potencias europeas y la sangrienta guerra de Marruecos, estaba recrudeciendo la miseria de gran parte de la población, mientras una burguesía comerciante hacía el agosto especulando con los alimentos. Las mujeres de la ciudad salieron a la calle a principios de enero de 1918 al grito de "tenemos hambre". La respuesta fue dos mujeres muertas por disparos autorizados por el Gobernador Civil. Al poco de terminar la Semana Santa de aquel año, un brote de gripe asolaría la ciudad con más de dos mil muertos, consecuencia de grandes carestías en todos los ámbitos, como la falta de agua corriente en más de la mitad de los edificios, o la inexistencia en la mayoría de las calles de alcantarillado, aunque como denunciaba el periódico El Sol de Antequera en los últimos meses de 1918: "La epidemia de gripe no es gripe, es ¡hambre!".

La finalización de la guerra europea supone el último suspiro para la industria. En agosto de 1920 se apagan definitivamente los Altos Hornos de Málaga, que fueran el símbolo industrial de una época que ya no existía. La ciudad se encorseta en un orden social extremista, insuflado por la enquistada crisis económica que azotaba de manera inmisericorde a las capas bajas de la población. En un extremo la lucha obrera que tendrá en Málaga uno de sus focos más activos a nivel nacional, la cual se ve estimulada por las influencias revolucionarias que llegan desde Rusia, y por el extremo contrario, una burguesía comercial reaccionaria que busca la alianza con una Iglesia aferrada al poder político. Es en este punto de interés común entre Iglesia y comerciantes, es decir, allí donde se encuentran la política y los negocios, cuando comience a desarrollarse la Semana Santa de manera decidida.

El turismo es un invento antiguo que no se industrializa hasta finales del siglo XIX, sin embargo en una cosmopolita ciudad como Málaga y con una gran iniciativa empresarial acumulada, se identifica rápidamente esta oportunidad de negocio y se emprende una prolongada promoción internacional para ofrecer recursos turísticos como destino invernal,

siendo los años más activos los que van entre 1910 y 1915, con su punto culminante en las "Grandes Fiestas de Invierno de 1914-1915". El turismo se considera objetivo prioritario, tomando a Niza y su Costa Azul como modelo a seguir.

Hasta prácticamente 1915, la Semana Santa no se contemplaba como recurso turístico, ni siquiera potencial, ya que la "Gran Semana de la Aviación" o el "Carnaval", eran mucho más importantes para el Sindicato de Iniciativas y Propaganda de Málaga. La Semana Santa empezará a cobrar protagonismo conforme se aliente políticamente a los sectores clericales y anticlericales. Los comerciantes locales son los más activos del sector clerical y serán ellos quienes impulsen a partir de ese año los desfiles procesionales con una intención eminentemente turística, frente al paganismo de los carnavales y el resto de fiestas que entonces se organizaban, para lo que se creará un nuevo modelo procesional que convierta las procesiones en un atractivo espectáculo lleno de riqueza y suntuosidad. En 1920 se producen una serie de hechos que marcarán un punto de inflexión socio-económico para la ciudad. Termina el convulso trienio político denominado bolchevique y se inaugura el hotel Hernán Cortes construido por la sociedad Caleta Palace, por el que cambiaría posteriormente el nombre; se formaliza en Madrid la sociedad que construirá el hotel Príncipe de Asturias, conocido hoy por Miramar; se inauguran también los Baños del Carmen y llegan los primeros 203 turistas al aeropuerto de Málaga, a la que entonces era su terminal, el cortijo El Rompedizo. Empiezan los felices años 20.

En 1917, el alcalde de Málaga, Salvador González Anaya: El porvenir de Málaga es la atracción intensa de turismo europeo.

El Recorrido Oficial

Las Fiestas de Invierno de 1915 incluyen la tercera edición de las Fiestas de la Aviación que se celebrarían a partir del 21 de marzo. El campo de aviación se situaba en la playa de la Misericordia, en el que se construyeron 65 palcos con ocho asientos cada uno, es decir, para 520 privilegiados que previamente habían disfrutado de un partido de fútbol entre el Fútbol Club Malagueño y el Atlétic Málaga Club. Hasta 1921 no pudieron volverse a organizar estas Fiestas de la Aviación. El éxito obtenido en 1915 con la explotación del espectáculo con tribunas, fue sin duda alguna un aval para estimular una actuación semejante para los desfiles procesionales, mas aún cuando se tenía un claro referente al respecto en la ciudad de Sevilla. Sin embargo, la fiesta que concita mayor interés para el público son los Carnavales, que viven su época dorada con una gran iniciativa privada y un decidido apoyo del consistorio. En 1918 se ofrece la primera subvención normalizada del ayuntamiento, lo que permite duplicar el número de cofradías en la calle. Esta subvención tiene un grave problema ideológico y político, por lo que podía sufrir grandes alteraciones o incluso su eliminación como ocurriera en años anteriores. Hasta 1921 no se incluirá en los presupuestos municipales, refrendando la apuesta por la Semana Santa como recurso turístico, dado el importante incremento de cofradías en la calle y al interés que suscitan por su cada vez mayor suntuosidad. En 1920 renace la Junta de Festejos, ente privado con una clara identificación anticlerical, que pretende renacer las antiguas fiestas de agosto interrumpidas en 1914. Su medio de financiación es la cuestación pública, lo cual entraba directamente en conflicto con las cofradías, que además de los óbolos (cuotas) de los hermanos, no tenían otra fórmula de ingresos, dejando por sentado que la Junta de Festejos no apoyaría a las cofradías para la carrera que estaban emprendiendo.

Este año clave de 1920 supone que salga una cofradía menos que en 1918, aunque era el doble que en 1915. Estaba claro que la subvención municipal y la instalación de sillas eran las soluciones para conseguir que el esfuerzo de los últimos cinco años, no cayera en saco roto. El problema que se suscitaba en el consistorio era la necesidad de regularizar la subvención a través de un ente que aglutinara a todas las cofradías y se

En 1925 se puede afirmar que nace realmente el recorrido oficial, cuando se añaden Larios y Granada a la tribuna oficial.

encargase de gestionar los recursos, al igual que ocurría con los Carnavales o como fueron organizadas las Fiestas de Invierno de 1915. Una ciudad muy estimulada al asociacionismo entendía el significado de aquella situación política, el problema era que el mundo cofrade estuviera a la altura de las circunstancias.

En 1918 entra en la escena cofrade Antonio Baena Gómez. Conoce perfectamente la situación económica y la dirección hacia la que debe dirigirse cualquier esfuerzo empresarial. A su garantía financiera para sustentar su discurso, se añadirá su pragmatismo para hacerlo efectivo. La pretensión en 1919 de colocar una tribuna en la plaza de la Constitución por parte del señor Molina Martel es desestimada por el consistorio. Este hecho sienta un precedente muy significativo, al que bien podría aplicársele la teoría del perro del hortelano. Nadie en la ciudad podría explotar personalmente la Semana Santa, ni la Semana Santa sería explotada con intereses personales.

La complicada situación que la Junta de Festejos provoca en las cofradías y la inviabilidad de que las cofradías individualmente pudieran poner sillas en la calle para obtener recursos, obliga a la reunión del 21 de enero de 1921 para la creación de la Agrupación de Cofradías. La segunda reunión convocada el 29 de enero tiene como invitado al señor Gimeno, el cual asiste como representante de las cofradías sevillanas para explicar el funcionamiento de la explotación de sillas y tribunas en la capital hispalense. El 4 de marzo el Presidente de la Agrupación de Cofradías solicita ante el pleno municipal la instalación de sillas y tribunas, aprobándose la solicitud incluso por los ediles republicanos. En menos de dos meses se había conseguido sentar la base del futuro de la Semana Santa en Málaga.

El 20 de marzo de 1921 se inaugura la tribuna de la plaza de la Constitución, paso obligado para todas las cofradías agrupadas desde entonces. No hay un recorrido oficial propiamente dicho, sino un itinerario común que comienza en calle Larios a la altura de calle Martínez y termina en la plaza del Siglo. En 1922 se amplía la tribuna con cuatro filas de sillas, en 1923 con seis filas y en 1924 con ocho filas. La Semana Santa se establece en ocho jornadas, siendo las mismas que actualmente, es decir, el Domingo de Ramos se divide en dos jornadas, si bien en los años 20 era tarde y noche, mientras que ahora es mañana y tarde.

En 1925 se puede afirmar que nace realmente el recorrido oficial, pues es a partir de entonces cuando a la tribuna de la plaza de la Constitución con las diez filas contiguas, se le añaden los abonos para tres filas en calle Larios y frente a la tribuna en la plaza de la Constitución, y una fila en calle Granada hasta la plaza del Siglo. El éxito de la Semana Santa la convierte en la fiesta de referencia en esos momentos y la Agrupación pone también a la venta sillas en las calles Martínez, Puerta del Mar, Torrijos (Carreterías), Álamos, plaza de Félix Sáenz y plaza de la Merced. Estas sillas en otros puntos del itinerario cofrade se venderán por días sueltos al precio de 0,25 pesetas, mientas que la silla más barata junto a la tribuna de la plaza de la Constitución un Jueves Santo costaba 2,5 pesetas y la más cara 7 pesetas. No cabe duda de que la Agrupación de Cofradías tenía una amplia oferta para ajustarse a todos los bolsillos. Sirva como referencia que una merienda compuesta por una ensaimada, chocolate y una copa de leche, costaba 1 peseta en 1924.

En 1926 llega la incorporación de las calles Victoria y la Alameda de Alfonso XIII (tramo desde Puerta del Mar hasta la Acera de la Marina), para poder disfrutar de las procesiones con sillas por días sueltos al precio de 0,25 pesetas, ya que en el caso de la Alameda, no era tránsito común para todas las cofradías. También en este año se instalan dos tribunas en la plaza de la Merced, cuyas sillas se venderán por día pero al precio de 0,5 pesetas.

No se produce ningún cambio en 1927. Hay que esperar hasta 1928 cuando la Alameda de Alfonso XIII entre a formar parte de un consolidado recorrido oficial que discurre desde el cruce con Puerta del Mar hasta la plaza del Siglo. En la Alameda se monta una tribuna con palcos, igual a la de la plaza de la Constitución, a la que se le suman trece filas de sillas.

El éxito del paso de las procesiones por la Alameda supondrá que en 1929 el precio de las sillas que se instalaban para venderse por día, pase de las 0,25 pesetas a las 0,5 pesetas. En esta situación se llegará sin cambio alguno a la Semana Santa de 1931.

La complicada Semana Santa de 1935 arroja dos conclusiones que sentarán las bases en cuanto a los horarios e itinerarios actuales: por un lado, se eliminan los largos itinerarios atravesando toda la ciudad, para realizar el itinerario más directo, y por otro lado se ratifica como recorrido oficial la Alameda (desde Puerta del Mar), Larios, plaza de la Constitución, Granada y finalizando en la plaza del Siglo. Tras la quema de la iglesia de la Merced, la plaza homónima dejara de ser una parte importante en la Semana Santa de Málaga durante más de sesenta años.

1921-1924 Tribuna oficial 1925-1931 Sillas de abono 1925-1931 Sillas por día 1926-1931 Sillas por día 1928-1931 Tribuna de abono

1935-2018 1939-1950 1951-1974 1954-2018 1960-2018 1975-1989 Desde 2019

La reconstrucción de los años cuarenta mantendrá el recorrido oficial realizado en 1935, alargándolo hasta la plaza Uncibay desde la plaza del Siglo a través de las calles Granada y Méndez Núñez.

La dificultosa "curva del Águila" desaparecerá a partir de 1951, ya que se recorta el recorrido oficial, tomando la calle Calderería para llegar a la plaza Uncibay.

En 1954 se gana más Alameda Principal, comenzando a la altura de la calle Torregorda. Será en 1960 cuando la Alameda Principal se haga completamente recorrido oficial, siendo la última ampliación del mismo. Desde entonces únicamente se produjeron dos cambios mínimos, el primero en 1975 para volver a terminar en la plaza del Siglo, en vez de finalizar en la plaza de Uncibay, y en 1990 cambiando nuevamente la salida en la plaza Spínola, ante la apertura de la Catedral y la obligación de dejar libre la plaza del Siglo y la plaza de Uncibay, para encajar los itinerarios de ida y vuelta de las cofradías con estación de penitencia en el primer templo de la ciudad.

Y así llegamos hasta el cambio de 2019, tras un ilusionante periodo de propuestas, consenso y decisión para abordar el futuro de nuestra Semana Santa.

El Centenario

El proceso adaptativo que exige el paso del tiempo puede requerir mayor o menor exigencia, como también ser más o menos traumático. La crisis actual debe suponer una oportunidad para ganarle tiempo a la historia. Al igual que la transición política de los setenta fue un pleno éxito, la transición económica que requiere el futuro de la Semana Santa para adaptarse a la situación de crisis actual debe ser igualmente fructífera.

Las cofradías tienen cada vez mayores problemas para solventar sus cuentas, fundamentadas en sus hermanos, precisamente lo más perjudicados por la situación económica actual. La Agrupación de Cofradías tiene por contra una saneada situación, pero encorsetada a una clara incapacidad de crecimiento, derivada de las limitaciones que suponen incrementar los ingresos con el Recorrido Oficial (más sillas y subida de precios) y con el sistema de gestión a través de los abonos.

El nuevo Recorrido Oficial, un nuevo escenario propio del siglo XXI, marca la base para el desarrollo de una serie de proyectos imbricados en objetivos compartidos por todos y para todos, puesto que ese es el objetivo final, una Semana Santa de todos. Ello rotación de los ingresos y sobre todo, una mayor diversificación.

Disponer de más recursos permite afrontar muchas más actividades y por lo tanto, poder hacer frente a muchas más necesidades. Esta es la auténtica razón de ser de todo. No puede hacerse una analogía entre la labor asistencial de las cofradías en el primer tercio del siglo XX, la cual consistía en repartir un mendrugo de pan el Jueves Santo a los más necesitados, o la comida a cuatro mil pobres en el cincuentenario de la Agrupación de Cofradías, con la actual Fundación Corinto o la Fundación Lágrimas y Favores, pues resulta ciertamente

solo será posible si la participación, la integración y el reconocimiento general del mundo cofrade así lo entiende. Se han establecido las condiciones para el crecimiento futuro de la Semana Santa. Se han reordenado los horarios e itinerarios a partir del consenso, ofreciendo la posibilidad de abrir aún más las posibilidades de mantener el desarrollo de las últimas décadas.

El nuevo sistema de gestión de abonos permitirá un incremento de los ingresos de la Agrupación y por ende de las cofradías. La Semana Santa se financia casi en exclusiva por los cofrades, sin embargo, este nuevo sistema permitiría una mayor

incomparable la ayuda social que hacen hoy en día las cofradías. La cobertura asistencial y económica son las caras de una moneda que debe satisfacer tres necesidades: subsistencia, formación y trabajo. La generación de riqueza que supone la Semana Santa y el mundo cofrade en su conjunto, debe trasladarse de modo efectivo y directo a sufragar las necesidades sociales que desde las cofradías puedan ofrecerse, con un programa común de condiciones y requerimientos, pero con una gran capacidad de acción social. La razón por la que se creó la Agrupación de Cofradías, fue la razón por la que disfrutamos de una Semana Santa deslumbrante. Recuperar el valor de la Semana Santa, hacer valer el patrimonio atesorado, valorar la experiencia cofrade, todo ello es fuente de riqueza para esta ciudad, necesitada de recursos para ganarse su futuro. El objetivo debe ser vender la Semana Santa, vender sus museos, vender una experiencia inigualable, pero no solo al turista, sino al que ni se lo plantea. La repercusión de la Semana Santa en la actividad económica de la ciudad no puede conformarnos, pues la oportunidad es obtener el mayor rendimiento social directamente, no por estimaciones. La generación de riqueza no es una opción sino una obligación para conseguir un ambicioso programa social de cobertura asistencial y económica.

El futuro se gana con voluntad, intención y decisión, en ello está la grandeza de lo que hace historia. Estamos en la tesitura de afrontar un periodo de nuestra vida con más incertidumbres que expectativas. La Agrupación tiene y debe también, aglutinar e integrar al mundo cofrade de esta ciudad en un proyecto común lleno de esperanza y fe en un futuro mejor, para todos los que lo necesitan, para todos los que lo esperan, para todos los que quieren creerlo, para todos los que simplemente desean trabajar por ello.

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