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La industria cofrade en Málaga
La producción artística es uno de los elementos básicos para conformar un estilo particular de Semana Santa, además de ser uno de los argumentos de mayor peso a la hora de justificar el beneficio socio-económico que generan las hermandades de manera continuada y sostenida, tratándose la cuestión como industria cofrade.
La creación de una industria cofrade, entendida como la que se refiere a la producción artística destinada a la Semana Santa, tiene un componente fundamental como es la demanda cofrade, la cual a su vez tiene que estar determinada a una recurrencia más o menos mantenida en el tiempo, puesto que de lo contrario la viabilidad de esta industria no sería posible. Es en este aspecto de la demanda cofrade, sobre la que se asienta este análisis de datos sobre la producción artística que se ha realizado para la Semana Santa de Málaga desde la creación de la Agrupación de Cofradías en 1921.
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En tiempos en los que hay mucha necesidad de generación de riqueza para solventar la grave crisis económica que afecta cruelmente a gran parte de la población, se hace imprescindible evaluar la aportación que las cofradías malagueñas han hecho a una realidad objetiva, como es la industria cofrade, pero desde un punto de vista de origen, es decir, de localización y por lo tanto, de aplicación de esa riqueza económica que genera disponer de una industria.
Los resultados no son una condición para dirimir calidades artísticas, puesto que no hay oportunidad para ello en los datos aportados, sino únicamente como planteamiento a futuro para desarrollar una industria propia, con sello propio y con condiciones de establecer un mercado permanente, puesto que el pragmatismo de este análisis solo puede tener un objetivo, crear un proyecto económico desde valores sociales y cristianos.
La industria cofrade en la actualidad tiene tres focos principales, la lignaria, la orfebrería y el bordado, teniendo entidad propia cada una de ellas. La industria lignaria y la de orfebrería son la base del análisis, puesto que la capacidad de establecer un estilo particular a cada Semana Santa, no la tiene la industria del bordado aún, aunque su importancia económica está superando incluso a alguna de las dos anteriores. Atendiendo a los parámetros que deben utilizarse para definir el concepto de industria, hay dos cuestiones esenciales, por un lado la inversión necesaria de partida, principalmente en maquinaria, y por otro lado la base profesional de personal cualificado para el desarrollo de la actividad. Ambos son comunes a la producción lignaria y a la de orfebrería, siendo mucho menor en la de bordado, cuyo fundamento de actividad es inversión a demanda, por lo que no se tiene en cuenta para evaluar la viabilidad de una industria cofrade estable, a pesar de los altos rendimientos económicos que ofrece y lo intensivo en mano de obra.
Recogiendo la información histórica del consumo lignario y orfebre por parte de las cofradías, se puede hacer una estimación estadística de la capacidad de demanda para la generación de una industria cofrade propia, asentada en la producción integral para la Semana Santa, es decir, realizar un proyecto industrial para dar servicio a cualquier cofradía de cualquier sitio sobre cualquier tipo de demanda que tenga en forma y fondo. Los resultados deben aportar conclusiones sobre el futuro económico del gasto patrimonial de nuestras cofradías, con dos alternativas, continuar como hasta ahora o apostar por crear una industria cofrade propia.
El trono procesional


219 tronos son los que se han procesionado en la Semana Santa de Málaga desde 1921, a una media de 3 tronos por titular.
La comparación de un trono de 1921 con uno de 2019, resulta elocuente para afirmar que el proceso evolutivo de nuestra Semana Santa ha requerido de un importante esfuerzo económico y artístico, puesto que la complejidad de las obras actuales en su diseño, ejecución y mantenimiento, tienen muy pocos aspectos en común.
El trono es el símbolo de identidad por excelencia de la Semana Santa de Málaga, sin embargo es al mismo tiempo bastante complejo identificar características comunes a las cofradías agrupadas, consecuencia de un heterogéneo mundo artístico sin una raíz de estilo definida y mucho menos definible. Este resultado sería aventurado explicarlo sin una base histórica de desarrollo artístico que determine cómo ha evolucionado, por lo que solo un análisis en detalle podría aclarar esta cuestión.
La producción de un trono es un proceso complejo y costoso, cuya elaboración requiere de diversos profesionales especializados en distintas disciplinas profesionales y artísticas, así como de una potente maquinara de apoyo. A todo ello se une la carestía de la materia prima, normalmente de carácter noble, lo cual hace que resulte muy oneroso para una cofradía enfrentarse a un proyecto de este tipo, más aún si se pretende que sea una obra de arte única y de calidad.
Una característica importante de cualquier industria son los procesos que generan economías de escala, lo cual solo es posible con una gran capacidad productiva, fruto a su vez de una gran inversión en maquinaria. Un trono no se hace como un coche, ni mucho menos, pero la posibilidad de establecer procesos normalizados de planeamiento y ejecución de la obra, sí le confiere la entidad de poder aplicar procesos de escala. Esto no es nuevo y ya hay empresas dedicadas a actividades sacras que, con una potente maquinaria, producen obras artísticas (no de arte) en procesos absolutamente industrializados.
El artesano de gubia es una entelequia en el siglo XXI, al igual que los canteros para construir catedrales. La obra artística no se valora más por el esfuerzo y empeño dedicado, sino por su calidad de diseño y su calidad de ejecución, independientemente de si se ha hecho a mano o a máquina, puesto que lo que se valora es el resultado final.
Un trono es la principal obra de la industria lignaria y la de orfebrería, no solo por el volumen de trabajo que necesita, sino también por la
37 años es la vida media de un trono, cuando los cortejos tienen una media de salidas procesionales de 58 años.
cantidad de profesionales que son necesarios. Así podemos establecer profesionales comunes para ambas industrias, como los carpinteros, tanto el de carpintería de madera como el de carpintería metálica; y los maquinistas, tanto de corte como de desbastado de la madera, además de los propios de la orfebrería como el corte de planchas, la fundición o los baños. A ellos se unen los profesionales propios a cada disciplina artística, como los tallistas y doradores para la industria lignaria, apoyados por trabajos de imaginería, y para la industria de la orfebrería, los propios orfebres, que a su vez se ven apoyados por trabajos de policromía y esmaltado. Por encima de todos ellos y como dirección artística de la obra, está el diseñador.
La tipología actual de los tronos supone que la industria de la orfebrería tenga mayor peso en la generación de actividad por volumen, sin embargo, es menos recurrente por mantenimiento que la lignaria, cuya valoración en la mayoría de los casos es más alta.
La gráfica en la que representa el origen de la producción de los tronos, toma como referencia el diseño y producción del elemento principal que es el cajillo, sin tener en cuenta las renovaciones, mejoras o restauraciones, siempre y cuando no hayan supuesto un cambio significativo de la obra original proyectada y de los elementos que la componen. Si hacemos la ordenación por la fecha de incorporación a la Agrupación de Cofradías y por orden de día de salida, el resultado es revelador.
La primera impresión al observar la gráfica es el gran número de obras realizadas y lo heterogéneo de su procedencia, advirtiendo que la industria cofrade en cuanto a la realización de tronos, ha tenido un mercado en Málaga muy importante. Esta observación traducida a datos, da como resultado la realización desde 1939 de al menos 219 tronos, lo que equivale a 3 tronos de media por cada Titular, es decir, en los últimos 75 años se ha estado produciendo una media de 2,8 tronos al año.
El dato estadístico únicamente nos debe hacer ver que la potencialidad de una industria cofrade netamente malagueña es incuestionable, no ya solo por la capacidad de sostenerla con nuevas producciones, sino por la necesidad de sostener tan importante patrimonio acumulado.
Haciendo el cálculo medio de hombres de trono y varales, podemos hacer una estimación valorativa del volumen de trabajo industrial que tiene cada trono. Los





14.767 puestos en los varales de los 83 tronos actuales, a una media de 178 personas por trono.
datos recogidos sobre los 83 tronos de las cofradías agrupadas sin contar el Resucitado, suponen 562 varales para unos 14.767 hombres de trono, lo que equivale a que el estereotipo de trono tendría de un tamaño capaz de acoger 7 varales para 178 hombres de trono, es decir, un trono de unas dimensiones importantes. Si hacemos una estimación igualmente de la vida útil de un trono en Málaga atendiendo a la antigüedad de los que procesionan en la actualidad, el resultado sería que a los 37 años se cambiaría por uno nuevo.
Un aspecto muy importante a reseñar es la del diseño, la dirección artística de la obra, cuestión que ha permitido que gran parte de los tronos realizados fuera de Málaga sean sin embargo, diseñados por artistas malagueños. Esto demuestra la potencialidad de una industria cofrade propia, puesto que lo que se demanda es mano de obra, pero no dirección artística, puesto que en ese aspecto Málaga lleva siendo autosuficiente históricamente.
De los 83 tronos que en 2019 salieron a la calle, 20 de ellos han sido diseñados y producidos en Málaga, 30 han sido diseñados en Málaga pero producidos fuera, 29 han sido diseñados y producidos fuera y 4 provisionales. La participación activa de los diseñadores en la producción de tronos es relativamente reciente, prueba de ello que los 30 tronos anteriormente reseñados, tienen una antigüedad media de 27 años, por debajo de los 37 años de la media general.
Desde el diseño del pintor Moreno Carbonero para el Sepulcro o del arquitecto Guerrero Strachan para el Nazareno del Paso, la labor de diseño ha quedado circunscrita a profesionales especializados en la industria cofrade, teniendo en la actualidad un listado de artistas con una enorme capacidad de aportar nuevos aires a esta faceta, imprescindible para el desarrollo de una industria cofrade de calidad.
La preeminencia de la industria lignaria o de la industria de la orfebrería habría que trasladarla al resultado de las obras realizadas, por lo que se plasman en el gráfico las diferentes tipologías de materiales de los tronos, así para la industria lignaria serían los tronos dorados y los barnizados, mientras que para la industria de la orfebrería serían los realizados en metal cincelado, siendo relativamente neutros los denominados de caoba y plata, puesto que algunos son más propios de la talla en madera (Humillación) y otros más propios de la orfebrería (Estrella).
La industria lignaria es la predominante en la Semana Santa de Málaga, si bien se ha ido paulatinamente compensando hasta llegar en 2019 a las siguientes cifras: 35 tronos de madera dorada, por 31 tronos de orfebrería, de los cuales únicamente 5 son de Cristo y el resto de Virgen, lo cual ratifica un estereotipo arrastrado desde los años sesenta del pasado siglo, de trono de madera dorada para el Cristo y de orfebrería para la Virgen, quedando únicamente 10 tronos de Virgen de madera dorada, es decir, una cuarta parte.
El análisis de los datos históricos, permite estructurar en distintos periodos la producción artística, para lo cual se han tomado fechas concretas para emitir los resultados de una manera más clara en cuanto al proceso evolutivo que han tenido.
La producción de los años veinte es fruto de la necesidad de dotar de grandes obras a la Semana Santa, sobresaliendo por encima de todos, el profesor granadino Luis de Vicente, seguido por el escultor valenciano Pío Mollar, así como la puntual obra del madrileño Félix Granda. A finales de la década será Paco Palma García el único representante malagueño que participe en esta vertiginosa carrera por la suntuosidad.
La reconstrucción a partir de 1938 se alarga hasta la última incorporación a la Agrupación en 1951 del Rescate. Este periodo genera las mejores obras realizadas en Málaga, al mismo tiempo que la 562 varales para los 83 tronos que procesionan en la actualidad de las cofradías agrupadas, dando una media de 7 varales por trono.


máxima provisionalidad, representada en el efímero arte de los tronos de flores, aspecto novedoso en nuestra Semana Santa y que sin duda alguna tiene influencias de Cartagena, como demuestran los grandes cambios formales que tienen los cortejos procesionales con respecto a los años veinte, y que son hoy en día seña de identidad de nuestra Semana Santa. Es en estos años cuando llegan las grandes obras del orfebre sevillano Seco Velasco y del tallista granadino Nicolás Prados López, compartiendo las calles con las obras de Félix Granda. Sin embargo, la producción propia es galopante y llena de ilustres nombres, entre los que destaca Paco Palma Burgos, que será el que realice las obras de mayor interés, junto con el taller de Adrián Risueño. En 1951 ya se habían estrenado los 2 primeros tronos del tallista que protagonizaría la siguiente etapa, Pedro Pérez Hidalgo, y los tronos, los de las Penas.
Los años de consolidación hasta 1964, son realmente los años de producción propia más importante en la historia de la Semana Santa de Málaga, teniendo sin duda alguna un destacado protagonista, Pedro Pérez Hidalgo, junto a otros nombres como Cabello Requena y
50
45
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35
30
25
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10
5
0
1921 1931 1939 1951 1964 1979
Málaga Sevilla Otros
2003 2019
Málaga 22 Sevilla 0 Otros 1
Málaga 17 Sevilla 0 Otros 16
Málaga 27 Sevilla 4 Otros 17
Málaga 37 Sevilla 7 Otros 8
Málaga 21 Sevilla 21 Otros 13
Málaga 20 Sevilla 37 Otros 17
Málaga 20 Sevilla 49 Otros 14
1921
1922 1923 1924 1925 1926 1927 1928 1929 1930 1931
1932 1933 1934 1935
1936 1937 1938 1939
1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949 1950 1951
1952 1953 1954 1955 1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964
1965 1966 1967 1968 1969 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979
1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003
2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 Dorado 20 Metal 0 Otros 3
Dorado 29 Metal 1 Otros 3
Dorado 33 Metal 4 Otros 11
Dorado 41 Metal 8 Otros 3
Dorado 27 Metal 23 Otros 4
Dorado 30 Metal 26 Otros 16
Dorado 35 Metal 31 Otros 17 Velasco Cobos. A los 2 tronos de las Penas, habrá que sumar otros 12 tronos más realizados por Pedro Pérez Hidalgo, es decir, casi uno por año. En 2019 solo salió 1 trono de los 14 que hizo. Precisamente en 1964 se estrenaba uno de los últimos tronos sustituidos, el del Santo Traslado. Estos años conviven en las calles las grandes obras que han sido traídas de fuera (Seco Velasco, Félix Granda, Prados López), con las nuevas de avanzado diseño y escasa calidad de ejecución.
El trono actual de la Virgen de las Penas marca un punto de inflexión en la producción artística en Málaga, puesto que a partir de su estreno en 1965 se produce un continuado proceso de externalización que provocará la práctica desaparición de la estructura productiva local. La aparición de Juan Bautista Casielles del Nido en la Semana Santa de Málaga es el hecho más traumático en la historia artística de la ciudad. El proceso destructivo que supuso su vinculación laboral con talleres y artistas hispalenses, fue prácticamente total, puesto que después de 1965 solo se estrenó una sola obra nueva realizada en Málaga hasta 1978, el trono del Cristo de la Misericordia de Velasco Cobos. Sin menospreciar



en absoluto la valoración artística de las obras diseñadas por Casielles del Nido, no es menos cierto que la valoración de su actuación comercializadora para la industria sevillana, fue un tremendo desacierto histórico para la consolidación de una industria cofrade propia.
Casielles del Nido diseñó entre 1965 y 1978 un total de 9 tronos, todos los cuales continúan hoy procesionándose. De esos 9 tronos, 4 de ellos sustituyeron obras de Pedro Pérez Hidalgo (Prendimiento, Penas, Rosario y Trinidad), uno de Adrián Risueño (Rocío) y otro de Cabello Requena (Gran Perdón). Ninguno de ellos volvió a estrenar un trono para la Semana Santa de Málaga. Los herederos artísticos de estos maestros tuvieron que esperar casi veinte años para poder tener la oportunidad de realizar alguna obra (Piedad).
La entrada de nuevas cofradías al concierto procesionista no cambia el escenario, sino todo lo contrario, profundiza aún más la situación depresiva en la que estaba sumida la actividad artística cofrade en Málaga. De las 12 cofradías que desde 1978 hasta 2003 entran a formar parte de la Agrupación de Cofradías, únicamente 6 de ellas han realizado tronos en Málaga, es decir, de los 21 tronos que procesionarán en 2013 estas 12 hermandades, solo 7 están realizados en Málaga, 1 de cada 3.
Al mismo tiempo que las nuevas cofradías incorporadas a la Agrupación no mejoraban la situación productiva para la ciudad, las 28 hermandades restantes no han sustituido ni una sola obra de fuera por una realizada en Málaga, sino que han seguido en el proceso sustitutorio, por el cual 7 tronos hechos en Málaga fueron cambiados por otros de fuera. En total, de los 46 tronos estrenados desde 1978, solo 12 han sido realizados en Málaga.
Quedan en nuestra Semana Santa únicamente 9 tronos, de los 77 totales, que fueron realizados en la época dorada de la industria cofrade malacitana, su mantenimiento y necesaria valoración, son cuestiones básicas para entender lo que durante un tiempo fue una oportunidad de crear un foco de riqueza artística, al que se le dio la espalda y que aún sigue siendo menospreciado.
La falta de una estabilidad en la producción, consecuencia de multitud de factores, pero fundamentalmente por la falta de confianza y mecenazgo cofrade por parte de las hermandades, hace que la posibilidad de crear una industria cofrade en Málaga sea ilusoria en estos momentos. Solo Ruíz Liébana y Manuel Toledano, han podido aportar más de una obra.
El triste panorama artístico actual en Málaga, confronta con la denodada actividad que demandan las cofradías, que sin embargo, no dudan en primar el plazo de estreno sobre la posibilidad de aprovechar sus necesidades patrimoniales, para crear una fuente de riqueza social a través del arte cofrade en su propia ciudad.
La imaginería



Desde 1978 se han añadido 3 imágenes realizadas en Málaga, frente a las 23 tallas procedentes de Sevilla.
La imaginería es uno de los fundamentos del arte lignario, arte dedicado a grandes maestros de la escultura y pintura, que desarrollan en esta técnica cualidades expresivas muy del gusto latino, pues hay que recordar que es una disciplina que está íntimamente enraizada con el barroco y de especial predicamento en el área mediterránea, es por ello que no se entendería la Semana Santa sin imagineros que la hicieran posible.
La pérdida de las grandes obras clásicas de nuestro patrimonio en 1931 y 1936, dejó un triste escenario de falta de referencias artísticas y pedagógicas para la creación de una seudoescuela de imaginería propia. A pesar de ello, la nómina de artistas malagueños y granadinos que realizaron obras para la Semana Santa de Málaga ha sido importante, al igual que las obras que aún hoy perduran.
El proceso evolutivo descrito para la industria lignaria y de orfebrería a través de los tronos, ha sido igualmente seguido por la imaginería, constatándose la misma evolución histórica de desafección por lo autóctono.
La disponibilidad de titulares y hermandades en el resurgimiento de los años veinte, hizo que la necesidad de tallas fuese muy contada, a la vez que muy señalada, así el valenciano Pío Mollar destaca con las cofradías del Rocío y Cena, el sevillano Castillo-Lastrucci con el Santo Suplicio de Zamarrilla, y por encima de todos, el antequerano Palma García con la Piedad. La necesidad de imágenes para la reconstrucción de los años cuarenta, da la oportunidad a muchos jóvenes artistas, así de las 48 imágenes titulares que procesionan en la Semana Santa de 1951, prácticamente la mitad, 22, corresponden a artistas malagueños (15) y granadinos (7), destacando entre todos ellos el malagueño Paco Palma Burgos y el granadino Martín Simón, mientras que otras 16 imágenes son históricas, es decir, con al menos un siglo de antigüedad. Este periodo además, continúa la tendencia por una corriente artística levantina, de la prolija mano de Pío Mollar, pero esencialmente con Benlliure, al que podría sumarse Capuz con el Resucitado.
Si en el caso de los tronos es 1965 el año que marca un punto de inflexión para la industria cofrade malagueña, en el caso de la imaginería habría dos fechas importantes, la última obra que realiza un artista malagueño es la Virgen del Gran Perdón por Andrés Cabello Requena en 1957, y la primera obra relevante que se
sustituye es la del Prendimiento de Pérez Hidalgo en 1963 por el grupo de Castillo Lastrucci. Hasta el estreno en 1987 Cristo del Perdón, el vacío de obras realizadas en Málaga es total, y aún así después de 1987, únicamente habrá 2 estrenos más y sobre el mismo titular, el del Nazareno del Perdón.
La gráfica siguiente es prácticamente una copia que la representada para los tronos, con una diferencia en cuanto a la cantidad de obras realizadas, pero en concordancia de colores que refleja un mimetismo histórico, fruto de una gran renovación artística comenzada a mediados de los años sesenta, la cual dejó huérfana de maestros imagineros a esta ciudad. Esta renovación artística tiene una directriz estilística claramente hispalense, no solo en las obras nuevas ejecutadas, sino en las más que controvertidas restauraciones realizadas, lo que ha dejado un resultado bastante deprimente para configurar una identidad propia basada en maestros alejados de cualquier corriente predominante.
1921 1931 1939 1951 1964 1979 2003 2019
Histórica Málaga Sevilla Otros



Conclusiones

La industria cofrade en Málaga no existe, pero existió
Los resultados sobre la industria lignaria y la de orfebrería a través de los datos aportados por los análisis realizados con respecto a los tronos e imágenes titulares, son bastante concluyentes. La Semana Santa de Málaga ha tenido suficiente potencial para desarrollar una industria cofrade propia, pero por una renovación artística en algunos casos absurda y en otras interesadas, la proyección que durante los años cuarenta y cincuenta se tenía, terminó erradicada a partir de los años sesenta. Ni la entrada de 14 nuevas cofradías a la Agrupación desde 1978 ha supuesto el más mínimo cambio a la lamentable trayectoria que para la actividad artística malagueña se ha tenido hasta hoy.
El bordado debiera ser un referente de cómo crear una potente industria, puesto que ha seguido un proceso diametralmente opuesto. La confianza y el mecenazgo de ciertas cofradías ha conseguido que lo que era una oportunidad se convierta en una realidad, como es la de disponer de maestros que crean talleres y por lo tanto, profesionales. Esta dinámica de actividad genera por sí misma demanda por parte de las cofradías, ante la posibilidad de disponer de una potente oferta, siendo además a estas alturas, un referente para otras localidades. El resultado es la creación de riqueza, trabajo y estabilidad, para una actividad productiva, en este caso el bordado.
Conocer la historia debe servir para no volver a caer en los mismos errores, pero también para tener que justificar deberes sociales que no se cumplen, como en este caso el que se disponga por parte de las cofradías de una gran cantidad de actividad económica a través de la demanda artística, y no dedicarla a establecer una industria propia que genere riqueza, trabajo y estabilidad económica en la ciudad.
La calidad es sin duda alguna el aspecto clave de cualquier propuesta referente a cuestiones artísticas, pero no es menos cierto que la técnica es mutable al conocimiento, por lo tanto nadie debe dudar de que la inspiración y valoración de la gente de aquí, no sea la misma o mejor que la de cualquier otro sitio. Siempre ha sido demostrado cuando se ha podido demostrar, y el caso anterior del bordado es uno de ellos.
Málaga y su Semana Santa merecen una oportunidad de demostrarse que se puede creer en ella, en su capacidad, en su arte, en su inteligencia, en definitiva, en su gente.


