Mi Vida No Es Autobiográfica

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Mi vida no es autobiográfica reparé en el edificio de enfrente. La casa de Lucía no tenía puerta (también le faltaba el número). Mis pies me introdujeron en el edificio y, casi solos, subieron las escaleras. El pulso me palpitaba en las sienes mientras me movía por las estancias de su casa. Entré en su habitación. Una luz pálida lo acariciaba todo. Con mucho cuidado, quité la sábana con que se tapaba y me quedé paralizado ante lo que vi (o ante lo que no vi). Sólo la mitad de su cuerpo dormía plácidamente, con la respiración acompasada. Era como si una enorme cuchilla hubiera caído sobre su entrecejo, nariz, boca, ombligo y sexo: el resultado era una mitad perfecta. Creo que todo lo que había visto con anterioridad, ayudó a que saliera de mi ensimismamiento con mayor presteza. Era asombroso, podía ver su sección como en los libros de medicina. Veía el cerebro, el estómago, el intestino,... De repente, me paré a mirar con más atención. Después de un rato observando con detenimiento su cuerpo, confirmé que, a pesar de que la parte que tenía al completo era la izquierda, no había ni rastro del corazón. Salí de la casa intentando hacer el menor ruido 41


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