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SFDK Inkebrantable

SFDK Records/ Altafonte

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RAP / Nueve discos. No debe ser fácil después de nueve discos y más de treinta años encontrar nuevos caminos y motivacionales para hacer música sin repetirte ni aburrirte. Pero SFDK parecen hacerlo fácil. Es cierto que han publicado álbumes con mayor o menor inspiración, como todos los grupos con una carrera extensa, pero este “Inkebrantable” demuestra que siguen investigando y adaptándose a los nuevos tiempos. Aunque para ello tenga que perder algo de protagonismo el rap, ya que su sonido ya no es el de aquel con clara influencia americana como “2001 Odisea en el lodo” (03), ese hardcore oscuro de “Desde los chisqueros” (00). Pero todos debemos cerrar etapas para avanzar en la vida. Su música ahora bebe de otras fuentes como

30s40s50s Piloto Calaverita Records flamenco, el blues, el reggae o el rock entre otras, y valga como ejemplo el variado elenco de colaboraciones que les acompañan: Lia Kali, Kase.O, Natos y Waor, Sara Socas, Bejo, Juanito Makandé o Kaze. Lo que provoca que en el disco hay momentos melancólicos como las canciones que abren y cierran el disco “Defectos y taras” y “La verdad”, momentos salseros como “Mambo” (con Kaze), baladas oscuras como “Sin ceros” (con Natos y Waor), una especie de continuación antisocial de

Puscifer Existential Reckoning: Re-Wired BMG

Refree el espacio entre tak:til-Glitterbeat

GIL ROYO

Tennis Pollen Thirty Tigers

/ 30s40s50s es la banda formada por Bely Basarte, David Otero y Tato Latorre, tres amigos y artistas de largo recorrido que han decidido salir de su zona de confort. Al unirse para componer por el simple placer de crear dieron forma a “Piloto”, su álbum debut. En él encontramos un estilo totalmente alejado de lo que hacen en sus carreras en solitario, con un sonido más cercano al punk-pop de los noventa. Se nota la libertad que han tenido especialmente en las letras, en las que dejan a un lado lo complejo y lo poético para traernos cosas más mundanas como las croquetas o las hipotecas. El disco está repleto de guitarras y BPM altos, aunque se atreven a experimentar más en canciones como “(S.XX)” o “(loquenoestáescrito)” y dejan hueco para emocionarnos en temas como “(tanagrio)” o “(másallá)”. Un punto de luz que muestra las bonitas sinergias que pueden surgir al salirse del patrón.

ROCK

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ROCK / Puscifer entrega sus composiciones de “Existential Reckoning” a un puñado de prestigiosos colaboradores que deshacen y rehacen estas canciones de formas dispares. Entre otros aportes, Carina Round, vocalista de la banda, se hace cargo de “A Singularity”, destacando el poder hipnótico de la canción, llevándola a climas neblinosos. Su compañero Mat Mitchell toma “Bread And Circus” y la despoja de su interesante crescendo para hacerla sonar incluso más Depeche Mode que la versión original.

Troy Van Leeuwen (QOTSA) y Tony Hajjar (ATDI) deconstruyen genialmente el robotismo primario de “Grey Area” del modo que lo harían unos Talking Book. Por último el bajista de Tool Justin Chancellor y Scott Kirkland se lucen en “UPgrade”. En un contexto rítmico de drum’n’bass lento, Chancellor moldea el carácter etéreo del tema e irónicamente, logra mostrarle un carácter terrenal, digno de agradecer. ADRIANO MAZZEO

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EXPERIMENTAL / Catorce piezas donde Refree da rienda suelta a su vertiente más experimental, tejiendo vaporosos y envolventes paisajes sonoros, a piano y guitarra, espectrales, sombríos y cegadores por momentos, con Monteverdi y “El lamento della ninfa” sobrevolando fantasmagóricamente a lo largo de los surcos. Del minimalismo más puro y bello, al ruidismo más inquietante, complejo y esquivo. Una paleta infinita de texturas que conviven, renacen, se desestructuran y explotan con la misma naturalidad, ahogándonos placenteramente en luminosos sueños o arañándonos la piel en la oscuridad más profunda y sudorosa de las pesadillas. “el espacio entre”, una evocadora obra elaborada a partir de dos bandas sonoras propias: música para una copia restaurada de “La aldea maldita”, clásico del cine mudo español, y para la premiada “Un año, una noche” (22) de Isaki Lacuesta.

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