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CINE Y SERIES

Scream VI

Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett

TAL Y COMO LA PROPIA película bromea con ello, el año pasado pudimos disfrutar de la recuela –definido como una mezcla entre secuela y reboot– de “Scream” que no fue “Scream V”. Aquella cinta se mantenía fiel a la saga de Wes Craven, pero con el estilo neoslasher de las películas de terror de la actualidad, ironizando fervorosamente sobre lo que se ha dado en llamar terror elevado y, por supuesto, el propio género de los slashers. La película supuso todo un éxito para Paramount que, un año después, lleva a las pantallas la sexta entrega de la saga, esta vez numerada, subrayando que esta cinta es más continuista que la del pasado año. Como era de esperar, la saga sigue en manos de Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, quienes más allá de firmar la disfrutable entrega anterior de la saga son también los autores de “Noche de bodas” (19), película protagonizada por Samara Weaving, encargada de contestar el teléfono al inicio de esta “Scream VI”. Sin Neve Campbell, la cinta cuenta con gran parte del reparto que ya vimos el año pasado como las hermanas Carpenter, Jenna Ortega y Melissa Barrera, y por supuesto, la incansable Courtney Cox en su rol de Gale Weathers. En esta ocasión nos trasladamos a la Gran Manzana con la intención de convertirnos en testigos de cómo se desata el caos en sus diferentes distritos. Y por muchas reticencias que podamos tener al principio, “Scream VI” acaba sorprendiendo para bien tanto como su predecesora. Una película que se disfruta tanto por su valor como homenaje a la franquicia como por su satisfactorio ejercicio de metacine.

ALEJANDRO TEIGA ROBLES

HBO MAX HA APOSTADO por la obra maestra del estudio Naughty Dog, “The Last Of Us”. Ha sido complicado separar ambas representaciones para hacer esta crítica. Sin embargo, la serie ha sabido hacer que la historia se sienta suya. No ha habido ninguna necesidad de inundar las escenas de infectados, ni de recurrir a la acción o al miedo. Se ha optado por hacer que cada lugar al que viajan Ellie y Joel (Bella Ramsey y Pedro Pascal) contenga su propia historia haciendo que la serie sea más grande e íntima. Lo que no acaba de cuadrar es que cada vez que la relación entre los dos protagonistas se afianza, la serie se permite un flashback. Hay que reconocer que varios de ellos están bien escritos, pero parece que el foco no termina de estar centrado. Lo que le da al videojuego el título de obra

The Last Of Us

Craig Mazin y Neil Druckmann maestra es cómo todo confluye en su final, mientras que en la serie esa evolución se presenta más desdibujada, casi a trompicones. Esto no le quita mérito al mimo por los detalles y la simbología, lo significativos que llegan a ser los diálogos y, sin duda, las actuaciones de Bella Ramsey y Pedro Pascal. De este segundo ya conocíamos sus dotes actorales. El punto de discordia estaba en Ramsey, quien ha demostrado ser una Ellie más dura y graciosa que su contrapartida del videojuego. Hasta ahora nos preguntábamos si era imposible que las adaptaciones de videojuegos funcionaran en película. Y es cierto que nunca funcionan, pero “The Last Of Us” ha demostrado que no todas, que hay gente que está dispuesta a tomárselas en serio para hacer productos de calidad.

SE PODRÍA DECIR que uno de los principales logros de “Creed III” es que nos descubra el talento de Michael B. Jordan como director. Este nuevo spin-off de “Rocky” resulta ser una cinta muy bien rodada, entretenida y que nos da exactamente lo que promete. “Creed III” nos cuenta la historia de un Adonis centrado en su familia tras triunfar en el mundo del boxeo. Como era de esperar toda esa tranquilidad se tambalea cuando vuelve a aparecer en su vida Damian (Jonathan Majors), un amigo de la infancia y antiguo prodigio del boxeo que vuelve a la ciudad tras pasarse dieciocho años en prisión. Aunque precisamente el guion es el punto más débil de la cinta, lo cual no es una sorpresa avisados como estábamos viendo los diferentes trailers o las películas previas de la saga: resentimiento, venganza y finalmente redención, excesiva en lo melodramático, pero excelente en la composición de los combates. Y ahí llega uno de los puntos más interesantes: esos combates están filmados claramente influenciados por el anime, citando el propio Michael B. Jordan la legendaria “Dragon Ball” como una de sus principales inspiraciones. Con Jordan al frente de todas sus facetas en la producción, destaca el trabajo de Tessa Thompson, Jonathan Majors, Phylicia Rashad y Wood Harris, y de una Mila Davis-Kent que roba el protagonismo encarnando a la carismática hija de Adonis. Y no podemos pasar por alto la importancia que tiene el soundtrack, toda ella a cargo de los artistas de Dreamville, el sello de J. Cole, hitazos que no te puedes sacar de la cabeza y que dotan a esta “Creed III” de un sólido respaldo musical.

ALEJANDRO TEIGA ROBLES

EN SU SEGUNDA PELÍCULA la directora marroquí Maryam Touzani hace un gran ejercicio de depuración del género melodramático. En su premisa argumental “El caftán azul”, candidata por su país a los Oscar, lo tiene todo para desembocar en una tragedia irrespirable propia de un folletín desaforado. Así, la película lidia con dos temas tendentes a la explosión emocional y a lacrimógenos fatalismos inexorables: una enfermedad terminal y la estigmatización del amor y la práctica homosexuales. Sin embargo, y a diferencia de los grandes exprimidores del género como Almodóvar, Fassbinder o incluso Sirk, Touzani, favorecida por el clima social represivo de la historia que relata, prescinde de estridencias, aplica la contención como regla de oro y se fija en lo que realmente cuenta, sus tres protagonistas, personajes que reciben, por parte de la cineasta, un respeto inmenso. Los comprende, los acompaña, los abraza. Este acompañamiento se traduce en una narración íntima, calma y susurrante, llena de luz cálida, miradas que entienden y silencios que explican. De este modo, la directora consigue la emoción pura. Touzani se olvida, por lo tanto, de cualquier lugar común de un género que ha hecho, de sus vicios, normalidad. No hay más antagonistas en la historia que el propio marco en que se inscribe, al que la directora tampoco se dedica en exceso. Es una película humanista que tiene como principal preocupación hacer de sus personajes verdaderos seres de carne y hueso. Y lo consigue con la ayuda de un trío actoral espléndido: los veteranos Salek Bahri y Lubna Azabal, además del debutante Ayoub Missioui. J. PICATOSTE VERDEJO

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