Atlas de Le Monde diplomatique. Nuevas potencias emergentes

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El Atlas DE LE MONDE DIPLOMATIQUE

nuevas potencias emergentes

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isbn: 978-84-95798-18-3

15 euros


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Queremos un generación indignada que labre los horizontes desentierre las raíces de la historia arranque el pensamiento a las tinieblas Queremos un generación futura que no absuelva las faltas no perdone no ceda no conozca la hipocresía Queremos una generación pionera prodigiosa N i z a r Qa b ba n i Apuntes en el cuaderno de la derrota (1967)

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Sumario Introducción

Serge Halimi

6

capítulo 1 fracturas

El gran regreso de Asia 10 Las cuatro transformaciones de las economías dominantes Michel Husson 12 Al asalto de las conquistas sociales Stéphanie Treillet 18 Esos migrantes indeseables y tan indispensables Alain Morice y Claire Rodier 22 Como una fortaleza asediada 24 El planeta en el anillo energético Denis Delbecq 26 Sorprendente geopolítica de las materias primas raras Karine Le Loët 30 El declive programado de la industria nuclear Mycle Schneider 34 ¿Se debe reembolsar una deuda ilegítima? Eric Toussaint y Damien Millet 36 El PIB, una medida que no lo dice todo Olivier Zajec 38

capítulo 2 así cambia el planeta

En la industria los últimos serán los primeros Laurent Carroué 44 Los Estados petroleros recuperan el control Jean-Pierre Séréni 48 El comercio en la era neoliberal Claude Serfati 50 El contenedor, caja de Pandora Pierre Rimbert 56 Un corredor marítimo en el banco de hielo Pierre Thorez 57 Compañías aéreas surgidas de ninguna parte Jean-Pierre Séréni 60 La globalización criminal Pierre Conesa 62 Todo se vende y todo se compra 66 La galaxia Internet Philippe Rivière 68 La gran batalla de la investigación Rigas Arvanitis, Denis Eckert y Laurent Jégou 72 ¿Quién tiene (realmente) derecho a la educación? Piotr Malewski 76 Bollywood se vende bien Mona Chollet 80 Edité par la SA Le Monde diplomatique, société ­anonyme avec directoire et conseil de surveillance. Actionnaires : Société éditrice du Monde, Association Gunter ­Holzmann, Les Amis du Monde diplomatique Calle Aparisi i Guijarro, nº 5, puerta 2, 46003 Valencia Tel.: 96 391 51 13 Correo electrónico: admon@mondiplo.com Internet : www.monde-diplomatique.es Directoire : Serge Halimi, président, directeur de la publication Alain Gresh, directeur adjoint Bruno Lombard, directeur de la gestion Responsable des éditions internationales et du dévelop­pement : Anne-Cécile Robert Rédacteur en chef : Pierre Rimbert Photogravure : Didier Roy Fondateur : Hubert Beuve-Méry Anciens directeurs : François Honti, Claude Julien, Ignacio Ramonet

Direction éditoriale de L’Atlas Martine Bulard, Alain Gresh, Philippe Rekacewicz, Catherine Samary et Olivier Zajec Cartografía Philippe Rekacewicz y Cécile Marin, con la colaboración de Aurore Colombani y Agnès Stienne Documentación Piotr Malewski

Relations marchands de journaux (numéros verts) : • Diffuseurs Paris : 0805-050-147 • Dépositaires banlieue/province : 0805-050-146 Service relations abonnés : • depuis la France : 03-21-13-04-32 (non surtaxé), www.monde-diplomatique.fr • depuis l’étranger : (33)-3-21-13-04-32 Reproducción prohibida de todos los artículos, salvo acuerdo con la administración

Coordination et révision Nicole Thirion et Sarah Zhiri

En este libro se ha usado la tipografía Bodoni Egyptian, caracteres tipográficos diseñados por Nick Shinn. El Atlas a été fabriqué par l’imprimerie Imaye et imprimé sur du papier Reprint fabriqué à partir de 50 % de fibres recyclées postconsommation, 50 % de fibres vierges labellisées FSC.

Portada Boris Séméniako

Commission paritaire des journaux et publications : nº 0514 I 86051. ISSN : 0026-9395

Conception graphique Kate Fletcher

Agradecimientos Red Migreurop, Olivier Clochard, Asociación United for Intercultural Action (Ámsterdam), Jean Radvanyi, Comité catholique contre la faim et pour le développement (CCFD-Terre solidaire), Dominique Vidal, Rafael Kandiyoti (Imperial College de Londres), Philippe Leymarie, colectivo de “indignados” de Ginebra.

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capítulo 3 de las antiguas a las nuevas potencias

Lenta emergencia de los imperios europeos Alain Gresh 84 La pax britannica y la pax americana Philip S. Golub 88 La descolonización durante la Guerra Fría Gilbert Achcar y Catherine Samary 92 Estados Unidos atrapado por el policentrismo Benoît Bréville 96 Relevo inquietante en China Martine Bulard 100 Cooperación conflictiva entre Pekín y Washington Martine Bulard 104 Brasil en la corte de los Grandes Renaud Lambert 106 Las ambiciones de una India sin complejos Jyotsna Saksena 108 Japón abrumado Martine Bulard 110 Sudáfrica influyente pero dividida Augusta Conchiglia 112 La Europa heteróclita Catherine Samary y Ozlem Onaran 114 Un continente de geografía variable 118 Ankara tras los pasos del Imperio otomano Wendy Kristianasen 120 Rusia oscila entre modernización y estancamiento Jean Radvanyi 124 Las desorientadas instituciones de un mundo en crisis Akram Belkaïd 128 La estancada reforma de las Naciones Unidas Anne-Cécile Robert 132

capítulo 4 guerras sin fin

Capacidades y obstáculos de las cruzadas “civilizadoras” Gilbert Achcar y Catherine Samary 138 Geografía del caos en Oriente Próximo Alain Gresh 144 De la trampa afgana al atolladero pakistaní Jean-Luc Racine 148 Recomposición del Cuerno de África Marc Lavergne 152 El movimiento nacional palestino entre dos estrategias Dominique Vidal 156 Al Qaeda se arraiga en el Sahara Jean-Pierre Filiu 160 Resurgimiento del maoísmo en la India Christophe Jaffrelot 162 Corea: el último conflicto de la Guerra Fría Perrine Fruchart-Ramond 164 México sumido en el narcotráfico y la violencia Anne Vigna 166 Pekín frustra el encuentro entre África y Europa Colette Braeckman 168 Tensiones recurrentes en el mar de China meridional Régine Serra 170 Reaparición de Rusia en el caldero caucásico Vicken Cheterian 172 Los conflictos balcánicos ¿tienen solución dentro de Europa? Jean-Arnault Dérens 174

capítulo 5 convulsiones y resistencias

Oleada revolucionaria en el mundo árabe Alain Gresh 180 Los respetables hábitos de la extrema derecha europea Jean-Yves Camus 184 El poder de la izquierda latinoamericana a prueba Janette Habel 186 El sueño histórico de igualdad y justicia Alain Gresh 190 Un mundo en pie de lucha 192 Presentación de los autores 194

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introducción

Rivales y cómplices Tras el “choque de civilizaciones”, ¿llegará la convergencia de los mundos? Originado en Estados Unidos en 2007, el crac del capitalismo financiero se ha visto atenuado gracias al impetuoso desarrollo de los países “emergentes”, en particular el de China. El país que Occidente aplastó y descuartizó en el siglo XIX se ha vuelto su rival geopolítico a la vez que su relevo en crecimiento, su fabricante y su financiador. Ensambla los smartphones de Apple, compra los bonos del Tesoro estadounidense y seduce a una Unión Europea anémica de la que podría erigirse en su sanador. Pero este médico no llegará sin tener una idea del diagnóstico. Inspirándose en el de Ronald Reagan, Jin Liqun, responsable del fondo soberano China Investment Corporation (CIC), cuyo capital asciende a 410 000 millones de dólares, afirmó en noviembre de 2011: “La confusión que se ha producido en los países europeos no es sino el resultado de los problemas acumulados por una sociedad que ha terminado viviendo de sus conquistas sociales. […] Creo que las leyes sociales están obsoletas. Conducen a la pereza y a la indolencia antes que al trabajo duro”. Las empresas en las que invierte el CIC han de contar con un tratamiento de choque. La desaparición (relativa) de Occidente, que parece coincidir con lo que un presidente reciente del Banco Central Europeo calificó, radiante, como “universalización de la economía de mercado”, permite asimismo al capitalismo intensificar la transformación que le devuelve a sus orígenes. Gracias a la crisis de la deuda soberana y a la emergencia de las potencias menos “indolentes”, se deshace de los atavíos sociales que las luchas obreras le habían obligado a revestir. Más allá de las persistentes divergencias de intereses, nacionales y comerciales, un consenso parece unificar de hecho a la nueva oligarquía mundial, la misma que instala sus fábricas en China, invierte en el sector inmobiliario en Londres, Nueva York o París, importa empleadas del hogar filipinas, envía a sus hijos a formarse a Harvard y protege su capital en los paraísos fiscales. ¿También pensaba en eso el presidente Barack Obama cuando se alegró de que http://www.monde-diplomatique.es

“países como China, la India y Brasil experimentaran un rápido crecimiento porque se acercaban a los principios de mercado de los cuales Estados Unidos y el Reino Unido siempre se han declarado partidarios? Así pues, se ha producido un doble vuelco: más Estados participan en el orden internacional y en la decisión de las políticas económicas (se ha pasado, por ejemplo, del G8 al G20), pero, en casi todos los países, excepto en Latinoamérica, un grupo social cada vez más reducido dicta la política de los gobernantes. La difusión geográfica del poder coincide con su estrechez sociológica; algunos grandes países de Asia o Brasil refuerzan su papel, la burguesía fortalece el suyo. Y, mientras que el palmarés de los multimillonarios incluye a más chinos, rusos, cataríes o indios, la tasa de mortalidad infantil de la provincia de Guizhou es doce veces superior a la de la opulenta Shanghái. Así, la difusión de los “principios de mercado” parece haber universalizado el modelo de Glasgow, ciudad donde la esperanza de vida en los barrios pobres sigue siendo veintiocho años inferior a la de los habitantes de las zonas adineradas. La convergencia entre viejas y nuevas potencias se observa con menor claridad en algunos escenarios diplomáticos. La intervención de la OTAN en Libia y el activismo occidental a propósito de Siria han tenido como objetivo recuperar el prestigio de Gobiernos desacreditados por su defensa de la política colonizadora de Israel y su apoyo a los tiranos venidos a menos del mundo árabe. Por consiguiente, el contraste con Rusia o China se ha mostrado con mayor evidencia debido a que simultáneamente, preocupados al ver que la falta de libertades individuales en un país ha servido de pretexto para una intervención extranjera y para un “cambio de régimen”, estos dos Estados, asimismo agitados por las protestas, han dado preferencia a la “estabilidad”, es decir, al mantenimiento del orden existente. Sin embargo, las apariencias son engañosas una vez más. En efecto, todo el mundo sabe que la oposición estadounidense a http://www.monde-diplomatique.es


Siria e Irán se debe más a la pertenencia de estos regímenes al “frente del rechazo” que a la furia represiva de sus dirigentes; por otra parte, los occidentales no han soltado prenda cuando la santa alianza de las monarquías del Golfo enviaron sus tropas a Bahréin para aplastar una revuelta democrática. Y lo que es más importante, las grandes capitales de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, que, so pretexto de la crisis de la deuda soberana, pisotean la soberanía de Atenas, Roma o Lisboa y hunden a poblaciones enteras en la miseria, ¿son los mejores árbitros de la elegancia democrática? ¿Elegir entre la amenaza de los banqueros y la intimidación armada de los tiranos resume de ahora en adelante nuestra

libertad? Los manifestantes que se jugaron la vida en Sidi Bouzid y en la plaza Tahrir, los militantes de la Puerta del Sol y de Occupy Wall Street, los obreros de Shenzhen y los estudiantes chilenos ya han expresado su respuesta. Gracias a ellos, como en 1848, en 1918 y en 1968, lo improbable se ha producido, la fatalidad se ha rebelado, el miedo ha desaparecido y las chispas de los levantamientos localizados han iluminado la llanura de un orden desigualitario. Este combate todavía busca una salida política, pero lleva consigo la mejor de las promesas para un nuevo mundo. Serge Halimi

Fronteras y cifras En los mapas, esos trazos gruesos que simbolizan las fronteras generan la ilusión de un mundo seccionado en unidades de vida o en países... Desgraciadamente, no son más que una representación visual pobre de una realidad compleja y variada. Trazados sobre el papel, pero, sobre el terreno, espesas barreras, pequeños muros, límites o... nada en absoluto. Las fronteras cambian en el tiempo y en el espacio cuando la historia se acelera y se tambalea la geografía del mundo. Estos trazados inscritos tanto en el mapa como en el mármol no deben hacernos olvidar el carácter subjetivo y sobre todo temporal de estas líneas de división y la diversidad de sus estatutos. A raíz de las grandes particiones contemporáneas, desde el congreso de Viena de 1815 hasta la conferencia de Yalta de 1945, generaciones de diplomáticos garabatearon a mano –a veces arrodillados en los pasillos– múltiples y torpes esbozos para hallar los trazados fronterizos que les resultaban más favorables. Pero existen muros también en el pensamiento, fronteras culturales, simbólicas, generalmente ausentes en los mapas tradicionales y para las cuales también es necesario imaginar formas de representación visuales. ¿Cómo encontrar los argumentos pertinentes para representar y designar esos lugares donde se puede encolerizar a los actores con tanta facilidad...? Cartografiar el mundo suscita debates y discusiones, supone realizar elecciones éticas y políticas. Son muchos los acontecimientos y los problemas inextricables a los que hay que aportar soluciones imperfectas. El mapa nunca es una imagen objetiva de lo que ocurre sobre el terreno, sino una representación parcial, resultado de las decisiones de quienes la producen. Decisiones difíciles... Si la ONU tiene una recomendación, podemos seguirla, ya que es la más legítima, y de ese modo trazar en la arena la frontera entre Marruecos y el Sahara Occidental (todavía inscrito en la lista de los dieciséis territorios no autónomos, pero que Marruecos considera como una de sus provincias), o incluso la “línea verde” entre Israel y los territorios palestinos (a pesar de que esta frontera haya desaparecido de la mayoría de mapas israelíes). Para ciertas regiones, la propia Organización de las Naciones Unidas no tiene una solución y se contenta con emitir vagas y modestas “recomendaciones” de representación, o incluso prohíbe el mapa... Es el caso de Cachemira, reivindicada en su totalidad por la India, o de Taiwan, considerado por China como una provincia suya. Actualmente, se puede acceder de forma libre a numerosas bases de datos –es decir, a millones de series estadísticas (no obstante, en el ámbito de la energía tales series son inestimables). Ante esta abundancia, es cada vez más difícil elegir la serie más apropiada, incluso ante cualquier mirada crítica sobre la pertinencia de dichas cifras... ¿Qué significan verdaderamente los 3 970 dólares del PIB por habitante de Turkmenistán? El lector no debe sorprenderse de que Sudán del Sur, nacido como Estado independiente en 2011, no figure en los mapas de este Atlas cuando las estadísticas utilizadas son anteriores a tal fecha. Pero este nuevo país sí que aparece en los mapas geopolíticos de África y de Oriente Próximo. Objeto de rivalidades políticas y de desafíos geoestratégicos, las fronteras son siempre difíciles de cartografiar, ya que están sólidamente ancladas en el imaginario emocional de los pueblos a los que separan... o agrupan. Philippe Rekacewicz

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CapĂ­tulo 1 fracturas

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capítulo 1 • fracturas

¿ Se debe reembolsar una deuda ilegítima ? Tras la crisis de 1982, los acreedores comisionaron al FMI para que convirtiera el reembolso de la deuda de los Estados del Sur en una prioridad absoluta y les impusiera un ajuste estructural de terribles consecuencias sociales. La crisis actual generaliza esta lógica en el Norte. Las condiciones impuestas a Grecia sitúan la “deuda odiosa” en el centro del debate. A principios del siglo XX, se procedió a la anulación de determinadas deudas a causa de su carácter escandaloso: la deuda que reclamaba España a Cuba, su antigua colonia, se abolió en 1898; la Rusia bolchevique de 1918 repudió la que había contraído el zar; el Tratado de Versalles de 1919 eliminó la que exigían los banqueros a Polonia, una vez recuperada su independencia; la que requería el Royal Bank of Canada a Costa Rica, después de la caída del dictador Tinoco, quedó anulada en 1923 tras la intervención de Estados Unidos, al que se llamó para que actuase como árbitro. Estos precedentes jurídicos se plasmaron en la doctrina de la “deuda odiosa”, definida en 1927 por Alexander Sack, profesor de Derecho en París: “Si un poder despótico contrae una deuda que no responde a las necesidades y los intereses del Estado, sino al refuerzo de su régimen despótico […], esta deuda es odiosa para la población de todo el Estado. […] Esta deuda no es obligatoria para la nación: es una deuda del régimen, una deuda personal del poder que la ha contraído; por consiguiente, desaparece con la caída de este poder”. El Center for International Sustainable Development Law (Canadá) amplía la definición: “Las deudas odiosas son las que se han contraído en contra de los intereses de la población de un Estado, sin su consentimiento y con todo conocimiento de causa por los acreedores”. He aquí las tres características: falta de consentimiento, ausencia de beneficio y acreedores advertidos. Los regímenes legítimos que sucedieron a las dictaduras latinoamericanas de los años 1980 (Argentina, Uruguay, Brasil…) hubieran podido basarse en el derecho internacional para obtener la anulación de las deudas contraídas por los regímenes militares. Pero no hicieron nada al respecto, ante la presión ejercida por Estados Unidos, que había apoyado activamente a estas dictaduras. Otras deudas odiosas debieron haberse anulado: en Filipinas después de la salida de Ferdinand Marcos en 1986, en Sudáfrica al término del Apartheid en 1991, en la República Democrática del Congo en 1997 tras http://www.monde-diplomatique.es

el derrocamiento de Joseph Mobutu, y tantas otras. En vez de rechazar el reembolso de estas deudas, los nuevos gobernantes prefirieron negociar reprogramaciones de la deuda y alivios cosméticos con los acreedores. Aceptaron las exigencias del FMI: recortes drásticos en los presupuestos sociales, un gran número de despidos en la función pública, subida del impuesto sobre el valor añadido, apertura de sus mercados en detrimento de los productores locales, privatizaciones masivas… GOLDMAN SACHS HUNDE A GRECIA La crisis que estalló en 2007 en Estados Unidos, antes de propagarse a Europa, lleva consigo esta misma lógica. Grecia, Irlanda y Portugal fueron los primeros países de la zona euro en situarse entre la espada de los mercados financieros y la pared de los planes de “ayuda” impuestos por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI. La manera en que aconsejó Goldman Sachs al Gobierno griego en 2000-2001 para permitirle que maquillara su deuda y, así pues, endeudarse más, confirma que se produjeron prácticas inaceptables. Este banco de inversión desempeña un papel decisivo en el dispositivo europeo de gestión de la crisis actual, puesto que el gobernador del Banco Central Europeo, Mario Draghi, el primer ministro de Italia, Mario Monti, y el responsable del organismo gestor de la deuda griega, Petros Christodoulos, entre otros, fueron altos responsables de dicha institución financiera. Las opiniones públicas rechazan que la “ayuda” a los países con dificultades desemboque en medidas de austeridad sin precedentes, que reducen la soberanía de los Estados, violan los derechos económicos y sociales de las poblaciones, y hunden aún más a sus países en la crisis.

Patricia Adams, Odious Debts, Earthscan, Londres, 1991. Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera, Fondo de Cultura Económica de España, Madrid, 2011. Joseph Stiglitz,

Contraídas con la oposición de una gran parte de la población, las nuevas deudas vienen a sacar de apuros a los grandes bancos privados, que han reflotado gracias al Estado. Eso convierte a las deudas en odiosas. Además, se elevan numerosas voces para exigir una auditoría ciudadana de la deuda con el fin de identificar su parte ilegítima y obtener su anulación.

El malestar de la globalización, Taurus, Madrid, 2002.

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fracturas • capítulo 1

Todos deudores, todos acreedores

El Sur endeudado por las dictaduras

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En el Banco Mundial decide una minoría rica

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Capítulo 2 así cambia e l p l a n e ta

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El contenedor, caja de Pandora Una revolución invisible. En los albores del siglo XXI, una Armada con apariencia de hangares flotantes surca las rutas marítimas entre Asia, Europa y Norteamérica. Si el Principito le hubiera pedido a Saint-Exupéry que le dibujara un iPhone antes que un cordero, el aviador no habría dudado en garabatear una caja de chapa rectangular de veinte pies de largo: un contenedor. ¿Cuál es su interés? Hacer que se reduzca el coste y la duración del transporte. En efecto, después de que un contenedor de smartphones se haya llenado (y sellado) en una fábrica de Shenzhen en China, se procederá, sucesivamente, a remolcarlo con un camión, transbordarlo a un buque, enviarlo por tren y vaciarlo una vez haya llegado a Chicago. Medio siglo antes, cada caja de cartón con un lote de maquinillas de afeitar eléctricas expedida desde Estados Unidos hasta París se descargaba en los muelles de Nueva York, se almacenaba y después se bajaba a la cala de un carguero, se desembarcaba en El Havre, se trasfería a un vagón, etc. Con el contenedor, el trasbordo se realiza sin tener que descargar. Un empresario de transporte por carretera de la costa Este estadounidense, Malcolm MacLean, determinó los elementos fundamentales de este sistema multimodal (carretera, mar, rail) a mitad de los años 1950: cajas metálicas de diez metros de longitud, superponibles a varios niveles gracias a un armazón reforzado y provistas de piezas angulares agujereadas que permitían la manipulación y la estiba en el puente de viejos petroleros. El Ideal X, el primer portacontenedores que así se acondicionó, partió de los muelles de Newark el 26 de abril de 1956 para dirigirse hacia los de Houston. Confinado a las costas americanas durante mucho tiempo, el transporte por medio de contenedores tomó el vuelo a finales de los años 1960 y, más tarde, se mundializó (véase la página 58). Refrigerada, con techo que se abre, con cisterna o con portacoches: la caja estandarizada de veinte o cuarenta pies (seis o doce metros) se impone, del mismo modo que el metro patrón, en una carrera hacia la desmesura de los buques llevada a cabo en nombre de las economías de escala. Para acoger mastodontes capaces de embarcar hasta 18 000 TEU (unidad equivalente a un contenedor de veinte pies), “terminales de contenedores” automatizadas, separadas de los centros de las ciudades y ocultas a la vista, han sustituido a las antiguas ciudades portuarias, feudos populares y obreros. La cadena logística, de la cual el puerto no es más que un eslabón, se http://www.monde-diplomatique.es

prolonga lejos, tierra adentro, por medio de infraestructuras de carreteras y de ferrocarril. La dinámica del uso generalizado del contenedor ha acompañado transformaciones fundamentales de la economía: la liberalización del comercio mundial; la reestructuración de las grandes empresas (que adoptan los métodos japoneses de “justo a tiempo” y buscan al otro lado del océano a subcontratistas baratos); la elusión del derecho del trabajo por los pabellones de conveniencia que permiten a los grandes fletadores europeos (A. P. Møller-Maersk, Mediterranean Shipping Company, CMACGM) contratar a marinos infrarremunerados. La sofisticación de las cadenas de suministro mundiales también deriva del matrimonio entre el procesador y el contenedor. Así pues, la informática, que asegura en el orden de lo inmaterial la circulación y el tratamiento casi instantáneos de la información, permite asimismo el movimiento masivo, a veinte nudos de velocidad media, de los productos del trabajo deslocalizado hacia los grandes centros de consumo. Cables submarinos y rutas marítimas forman las nervaduras menos visibles de la economía-mundo. Durante mucho tiempo, el espacio, sinónimo de duración y costes, opuso al intercambio comercial una resistencia equivalente a un impuesto aduanero (hasta un cuarto del precio de la mercancía en algunos productos a finales de los años 1950), por lo que redundaba en perjuicio de las importaciones. Colocadas en un contenedor, diez toneladas de zapatillas de deporte viajan desde ahora desde Shanghái hasta Rotterdam por menos de mil dólares o, lo que es lo mismo, unos céntimos por par. En Estados Unidos, los registros aduaneros ofrecen una severa radiografía de esta transformación. El primer importador de mercancías transportadas mediante contenedores en 2010 fue la cadena de supermercados Walmart. El primer exportador en esta categoría fue America Chung Nam, proveedor de papel reciclado para la industria china del cartonaje. Los embalajes de los productos comprados en las estanterías estadounidenses regresan a Asia para que los acondicionen de nuevo, los vuelvan a meter en contenedores y los reexpidan. Y el buque navega…

Marc Levinson, The Box. Comment le conteneur a changé le monde, Max Milo, París, 2011 (ed. original: 2006). Antoine Frémont, Le Monde en boîtes. Conteneurisation et mondialisation, Synthèse Inrets no 53, Institut national sur les transports et leur sécurité, Cachan, 2007. Allan Sekula y Noël Burch, The Forgotten Space, Doc.Eye Film, Ámsterdam, 2010, 110 minutos, y “The forgotten space. Note for a film”, New Left Review, no 69, Londres, mayo-junio de 2011.

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Un corredor marítimo en el banco de hielo La fundición de los hielos en el océano Ártico abre perspectivas a la circulación de buques entre Europa y Extremo Oriente. Al menos cuando la estación lo permita, la ruta marítima del Norte podría competir con los itinerarios que cruzan el océano Índico y los corredores terrestres que siguen los antiguos trazados de la ruta de la seda.

Jonathan Dupuis, “Le développement du trafic maritime arctique et ses impacts environnementaux”,

Los rusos llaman Sevmorput, es decir, “vía marítima del Norte”, al itinerario de navegación que bordea las costas septentrionales del país, entre los mares de Barents y de Bering. Las condiciones de navegación de esta ruta situada entre el 68º y el 79º grado de latitud norte son extremadamente difíciles. La noche polar dura varios meses y el banco de hielo se extiende hasta el continente. Hasta ahora, el deshielo estival sólo ha sido parcial en torno a la península de Taimyr y a lo largo del litoral de los mares de Láptev y de Siberia Oriental. El viento sopla casi de manera permanente, salvo cuando cede su lugar a la bruma.

trabajo de fin de carrera, Universidad Libre de Bruselas, Bruselas, 2010.

Frédéric Lasserre, “Des autoroutes maritimes polaires ? Analyse des stratégies

A pesar de un entorno así, durante mucho tiempo esta ruta fue objeto de una gran atención y de importantes inversiones por parte de las autoridades soviéticas, hasta que se suprimió la financiación pública durante los años 1990. Desde principios del siglo XXI ha renacido el interés por la ruta marítima del Norte, hasta el punto de que la Federación de Rusia ha decidido asumir de nuevo el control sobre la navegación en el océano Glacial Ártico. Varias razones explican que se haya recuperado el interés.

des transporteurs maritimes dans l’Arctique”, Cybergeo, revista en Internet, 2011.

Por una parte, las vías marítimas y fluviales son las únicas que pueden asegurar el transporte de todas las categorías de mercancías hasta los territorios del Gran Norte ruso, mientras que el transporte aéreo, ampliamente utilizado, está menos capacitado a este respecto. A falta de una red de carreteras y de ferrocarriles, solamente las vías de agua posibilitan, desde estas regiones encerradas, la salida de los abundantes recursos naturales, interesantes por su cantidad o su valor. Por otra parte, se trata de una ruta segura y, en determinadas circunstancias, rápida, que conecta los puertos del Báltico y del norte de la “Rusia europea” (Mourmansk, Arjangelsk…) con los del Extremo Oriente ruso (Vladivostok, PetropávlovskKamchatski…). El interés estratégico naval es considerable. Por último, hay una tercera razón que gana en importancia si se buscan respuestas a lo que se ha convenido en llamar “cambio

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climático”: esta ruta es el camino más corto entre las principales regiones costeras del mundo. Así, la distancia entre San Petersburgo y Vladivostok, de 12 500 millas (23 150 km) por el canal de Suez, se reduce a 7 700 millas (14 260 km); entre Rotterdam y Yokohama de 9 700 millas (17 964 km) a 6 300 millas (11 668 km); entre Mourmansk y Vancouver, de más de 7 600 millas (1 075 km) por el canal de Panamá, a 3 100 (5 741 km). Tras una apertura infructuosa al tráfico internacional que siguió a la caída de la URSS, el tráfico no ha hecho sino decaer. El cierre de bases militares y la paralización de la actividad en numerosos pueblos mineros han dividido por cinco la producción de las regiones pioneras del Gran Norte y han entrañado una fuerte disminución de la población. Se ha abandonado el sistema de ayuda a la navegación. El Estado renunció hasta 2001 a gestionar y a renovar la flota de los cuatro rompehielos de propulsión nuclear de clase Arktika. Cerró estaciones meteorológicas y puso fin a la vigilancia aérea de los hielos. Sólo la parte occidental de la ruta, hasta la desembocadura del Yenisei, abierta todo el año a la navegación desde 1960, ha conservado un modesto tráfico para el servicio de transporte del complejo minero e industrial de Norilsk. Desde entonces, el boom de los hidrocarburos en el mar de Kara ha creado una nueva necesidad de transporte. Las empresas petroleras se dotan de puertos y de buques de clase-hielo con casco reforzado. El Estado ruso lanzó en 2009 un ambicioso programa de construcción de rompehielos, basado en la fusión de 33 astilleros navales, anteriormente dispersados, en un sola entidad industrial. Sin embargo, en 2011, a pesar de una estación para la navegación excepcionalmente larga, de mediados de junio a mediados de noviembre, sólo 34 buques transitaron por la ruta, es decir, una parte ínfima de las conexiones marítimas entre Europa y Asia. En cuanto al tráfico de los puertos del Ártico ruso, se elevó a 1,7 millones de toneladas, lejos del récord del año 1987 cuando había aumentado hasta los 7 millones de toneladas. En efecto, las condiciones de navegación todavía son demasiado arriesgadas. http://www.monde-diplomatique.es


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La revolución de los contenedores

Vueltas y rodeos del transporte marítimo

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CapĂ­tulo 3 de las antiguas a l a s n u e va s p o t e n c i a s

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c a p í t u l o 3 • d e l a s a n t i g u a s a l a s n u e va s p o t e n c i a s

Estados Unidos atrapado por el policentrismo En múltiples ocasiones, ciertos responsables y comentaristas estadounidenses han pronosticado, desde hace medio siglo, la decadencia de Estados Unidos. Cada una de esas veces, las previsiones han sido desmentidas. ¿Se cumplirán definitivamente ahora que el país atraviesa por la peor crisis económica desde 1929? Noviembre de 2008: la elección de Barack Obama permite entrever una renovación de Estados Unidos, tras siete años de una “guerra contra el terrorismo” marcada por las mentiras del Estado respecto a las “armas de destrucción masiva” iraquíes y por la revelación de sesiones de tortura en la prisión de Abu Ghraib. “Romper con el círculo de sospechas” entre Estados Unidos y el mundo árabe y favorecer el desarme nuclear: muchos quisieron creer en el nacimiento de una nueva diplomacia estadounidense, conciliadora y cooperativa, que rechazaría instaurar la democracia a golpes de cañón. El despertar esperado no se ha producido: reemprendida en 2009 por Obama, la guerra en Afganistán se prolongará al menos hasta 2014; y si bien las tropas estadounidenses abandonaron definitivamente Irak en diciembre de 2011, han dejado tras de sí un país inestable y despedazado. Irán se ha visto reforzado por la caída de Sadam Hussein; y a pesar de sus promesas relativas a la creación de un Estado palestino “en las fronteras de 1967”, el Presidente ha terminado por acomodarse a la colonización israelí. Estados Unidos, fragilizado por estos fracasos y por la crisis económica de 2007 nacida en Wall Street, se ve obligado, según las palabras de su antiguo secretario de defensa Robert Gates, a “bañarse en grandes dosis de modestia y realismo”. Este estado de pesimismo no es demasiado nuevo. Ya en 1952, el general Douglas MacArthur se alarmaba por el “relativo declive” de Estados Unidos, debido a la “incapacidad de conservar [sus] recursos”, al “creciente peso de [sus] compromisos presupuestarios” y al “vertiginoso aumento de la deuda pública”. “La fuerza de Estados Unidos se ha debilitado en relación con la de la URSS, y el comunismo se extiende progresivamente a todas las zonas del mundo”, deploraba a su vez el demócrata John F. Kennedy durante su campaña presidencial de 1960. Estados Unidos, nación en decadencia un día, recupera su hegemonía al día siguiente: los ciclos pasan, las modas también. http://www.monde-diplomatique.es

Tan pronto es elegido, Kennedy anuncia: “Soportaremos cualquier carga, (...), afrontaremos cualquier prueba, apoyaremos a cualquier amigo”. Todo parecía posible, los años 1960 se inundan de voluntarismo: las leyes sobre los derechos cívicos y la “guerra contra la pobreza” del presidente Lyndon B. Johnson dan la imagen de una nación lo suficientemente poderosa para admitir sus defectos y lo suficientemente rica para remediarlos. En 1969, los estadounidenses llegan a la Luna. Dos años más tarde, no obstante, los economistas Paul M. Sweezy y Harry S. Magdoff hablan del “fin de la hegemonía estadounidense”. Se convertirá en el refrán de la década: Estados Unidos renuncia en 1971 a la convertibilidad del dólar en oro, el asunto del Watergate obliga al presidente Richard Nixon a dimitir en 1974 y la crisis energética vuelve a poner en duda el modelo de crecimiento. A ello se suman problemas externos: derrota en Indochina, expansión soviética en África, revolución iraní, etc. Sin embargo, poco después de la elección de Ronald Reagan, “America is back”: el cielo estadounidense parece volver a despejarse. LA “AMENAZA NIPONA” En 1987, el libro de Paul Kennedy Auge y caída de las grandes potencias inaugura una nueva etapa de humor pesimista. Según el historiador británico, una gran potencia incrementa constantemente sus gastos militares para preservar su hegemonía. Entonces se produce un desequilibrio entre sus compromisos exteriores y las exigencias de su economía, lo que implica una disminución de las inversiones productivas. Sus aliados –los free riders, los “polizones”– se aprovechan del mantenimiento del orden geoestratégico para competir con su protectorado decadente, que paga el precio de su “sobre-extensión imperial”.

Olivier Zajec, La Nouvelle Impuissance américaine. Essai sur dix années d’autodissolution stratégique, L’Œuvre, París, 2011. Paul Kennedy, Auge y caída de las grandes potencias, Plaza & Janés Editores, Barcelona, 2000 (ed. original:

En la época, todas las sospechas de este tipo señalan a Japón. En 1989, Sony compra Columbia Pictures, el Rockefeller Center pasa a manos de Mitsubishi. Jacques Attali imagina que Estados Unidos podría convertirse en “el granero de trigo de Japón, así

1987).

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d e l a s a n t i g u a s a l a s n u e va s p o t e n c i a s • c a p í t u l o 3 como Polonia era el de Flandes en el siglo XVIII”. “Amenaza nipona”, quiebra de las cajas de ahorro estadounidenses, revueltas en Los Ángeles: entre 1987 y 1992, el tema de la decadencia reaparece, mientras que la amenaza soviética ha desaparecido y la guerra del Golfo muestra los límites del modelo de Paul Kennedy. Financiada por Japón, Alemania y los países del Golfo, esta guerra no le costó nada a Washington. Ser pasajero del orden estadounidense no siempre resulta ser gratuito... Estados Unidos constituye “más que nunca la nación indispensable del mundo”, proclama el presidente William Clinton en 1997, tras varios años de crecimiento sostenido. El ministro francés de Auntos Exteriores Hubert Védrine estima, por su parte, que Estados Unidos se ha convertido en una “hiperpotencia” puesto que dispone de “los bienes a los que ninguna otra potencia puede aspirar: influencia política, supremacía del dólar, control de las redes de comunicación, ‘fábricas de sueños’, nuevas tecnologías. Si sumamos todo ello –el Pentágono, Boeing, Coca-Cola, Microsoft, Hollywood, CNN, Internet, el inglés– es obvio que tal situación de dominación no ha tenido prácticamente precedentes”. Posteriormente, los atentados del 11 de septiembre de 2001 hicieron tambalear la arrogancia estadounidense. Varios países (Francia, Canadá...) participantes en la guerra del Golfo de 1991 rechazan seguir a la Casa Blanca en 2003. Los gastos militares se incrementan –entre 2001 y 2011, el presupuesto del ejército estadounidense aumenta un 81%– y vuelve a plantearse la cuestión de la fragilidad diplomática de Washington. ¿Se trata simplemente de un nuevo episodio de la interminable serie? En todo caso, la recurrencia del tema del declive en el debate público contribuye a forjar la imagen de un Estados Unidos siempre capaz de volver a levantarse y que resiste a los sobresaltos de la historia. Sin embargo, teniendo en cuenta la confluencia de una crisis económica sin precedentes desde 1929 y de un fracaso militar en Afganistán y en Irak, el National Intelligence Council admite por primera vez en 2008 que la potencia estadounidense sigue una trayectoria decadente. En un informe prospectivo (“Global trends in 2025: A transformed world”), explica que “está a punto de operarse una transferencia de riquezas y de poder económico de Occidente a Oriente”. Desde hace varios años, es cierto que los signos de debilidad se acumulan: Washington pierde su capacidad de arbitraje en la Organización Mundial del Comercio, se encuentra aislado a raíz del voto sobre el reconocimiento de Palestina en la UNESCO y las negociaciones sobre el clima, y permite al Reino Unido y Francia encabezar la intervención en Libia. Incluso América Latina, tradicional “patio trasero” de Estados Unidos, se permite elegir dirigentes que se oponen a su influencia. Y China se revela como un competidor mucho más coriáceo que http://www.monde-diplomatique.es

el aliado japonés: su estrategia militar, denominada el “collar de perlas”, parece fragilizar las posiciones estadounidenses en el Pacífico; se ha convertido en el principal acreedor de Estados Unidos, el primer socio de los países emergentes (tales como Brasil y Sudáfrica), el primer país exportador; en 2011, sus empresas registraron más patentes que sus homólogos estadounidenses. Washington ha tomado conciencia de este reajuste geopolítico y pretende aprovecharse de las rivalidades territoriales entre China y sus vecinos (Vietnam, Filipinas, Japón, Corea del Sur, etc.) para reforzar sus alianzas bilaterales con ellos y aislar así a Pekín. El Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico (TTP), que Obama trata de poner en marcha y que podría dar lugar a una enorme zona de libre comercio que excluiría a Pekín, comparte el mismo objetivo. Pero, ¿será suficiente? Aquellos que creen en el redespertar estadounidense enarbolan la occidentalización del mundo, la dominación aplastante

Ciertos analistas pronostican que China se verá atrapada por el envejecimiento de su población y por la esclerosis política, mientras que Estados Unidos se restablecerá gracias a su vitalidad demográfica, a la potencia de su ejército y a la hegemonía del inglés. del ejército de Estados Unidos, la hegemonía del inglés, las universidades de elite, el control sobre las redes de comunicación y la vitalidad demográfica. Argumentan que el Imperio del Centro, por su parte, se verá pronto atrapado por el envejecimiento de su población, el estallido de la burbuja inmobiliaria y la esclerosis política. A pesar de todo ello, Estados Unidos, enfrentado a los daños de una crisis económica que ha herido la reputación del “modelo de Washington”, experimenta asimismo una crisis política. La reforma atrofiada del sistema de sanidad y a continuación el chantaje republicano para la elevación del techo de la deuda federal en agosto de 2011 han revelado los fallos de un sistema claramente gangrenado por el poder de los lobbys, y han frustrado las esperanzas de la recuperación democrática despertadas con la elección de Obama. Mientras la tasa de paro se sitúa en un nivel sin precedentes desde el inicio de los años 1980, el ingreso medio de los hogares ha caído un 7% entre 2000 y 2010, la deuda federal equivale ya a la suma total del PIB y las ciudades y los Estados en quiebra no pueden asegurar ciertos servicios básicos, la Casa Blanca trata de subsanar los problemas con soluciones a corto plazo, indoloras para los mercados financieros. Y, a escala internacional, Estados Unidos debe compartir el poder con un conjunto de naciones que se niegan a someterse al orden estadounidense –y que en la actualidad cuentan con los medios para ello. http://www.monde-diplomatique.es


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c a p í t u l o 3 • d e l a s a n t i g u a s a l a s n u e va s p o t e n c i a s

Pobreza en un país rico

Los niños son las primeras víctimas

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d e l a s a n t i g u a s a l a s n u e va s p o t e n c i a s • c a p í t u l o 3

Segregación en Filadelfia

Una calidad de vida fluctuante

Índice de salud social en Estados Unidos Publicado cada año desde 1987 por el Institut for Innovation in Social Policy de la Universidad de Fordham, el Índice de Salud Social (Social Health of the States) proporciona una visión de conjunto de la calidad de vida y de las desigualdades sociales para cada Estado de Estados Unidos. Comprendido entre 0 y 100, se calcula obteniendo la media de dieciséis indicadores sociales, entre otros, la mortalidad infantil, el maltrato infantil, el suicido juvenil, el abandono de estudios en la universidad, el paro, la pobreza, la esperanza de vida, los accidentes de tráfico vinculados con el alcohol y el acceso a la vivienda.

Declive industrial

Más bienes, menos empleos

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CapĂ­tulo 4 guerras sin fin

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capítulo 4 • guerras sin fin

El movimiento nacional palestino entre dos estrategias En Palestina, la política de colonización israelí y el fracaso de la estrategia histórica de la Organización para la Liberación de Palestina se conjugan para desembocar en un bloqueo total de las negociaciones. El objetivo de dos Estados separados sirve todavía como base de un proceso de paz agonizante. Tan sólo queda que, aunque durante mucho tiempo haya sido rechazada, la perspectiva de un solo Estado se revele fructuosa para que evolucionen las mentalidades. Un gran número de observadores han comparado el discurso del presidente palestino Mahmud Abbas ante la Asamblea General de la ONU, el 23 de septiembre de 2011, con el de Yaser Arafat ante la misma instancia, el 13 de noviembre de 1974. Sin embargo, que sea posible la comparación no implica que existan verdaderas similitudes: el primero solicitaba el reconocimiento de un Estado que abarcaría el 22% de la Palestina histórica, al lado de Israel, mientras que el segundo “soñaba”, treinta y siete años antes, con un Estado que comprendiera el 100% y “ofreciera” a los judíos la posibilidad de “vivir conjuntamente en el marco de una paz justa”. Esta inquietante merma pone de manifiesto el largo camino recorrido por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) desde su creación en 1964 hasta nuestros días, pero también el fracaso de las diferentes estrategias que ha ido adoptando sucesivamente, y por consiguiente, el dilema al que está confrontada de cara al futuro. La carta de la OLP de 1968 afirmaba que “el pueblo árabe de Palestina tiene el legítimo derecho a su patria”, precisando que “los judíos de origen palestino son considerados como palestinos en tanto que quieran vivir pacífica y lealmente en Palestina”. Desde 1969, Al Fatah, que tomaría el control de la OLP en febrero, aseguraba no luchar “contra los judíos como comunidad étnica y religiosa, sino contra el Estado de Israel percibido como la expresión de una colonización basada en un sistema teocrático, racista y expansionista”. Su “objetivo final” era “la restauración de un Estado palestino independiente y democrático en el que todos los ciudadanos, independientemente de su religión, disfrutarán de iguales derechos”. Por primera vez se aceptaba la idea de que los “colonos judíos” pudieran permanecer en la futura Palestina. http://www.monde-diplomatique.es

Desde la victoria de la revolución argelina en 1962, la lucha armada se evidenció como el principal medio para lograr sus metas –y la derrota de los regímenes árabes en 1967 confirmó la elección, pero también la desconfianza respecto a la idea de que la liberación de Palestina debía pasar por la unidad árabe. No obstante, la base de retaguardia jordana de este combate se replegó con el “septiembre negro” de 1970: el rey Hussein, para salvar su trono, masacra a los palestinos y expulsa a la OLP. A modo de represalia, la resistencia palestina se lanza durante cierto tiempo al terrorismo, que alcanzará su apogeo trágico en los Juegos Olímpicos de Munich en 1972 y manchará durante mucho tiempo su imagen. Tras lo cual, para salir del atolladero, emprende en 1974 un cambio de rumbo político-diplomático. Henry Laurens,

LA APUESTA FALLIDA POR LA PAZ Cinco meses antes del discurso de Arafat en la ONU, el Consejo Nacional Palestino (CNP) ya había previsto la instauración de una “autoridad independiente, nacional y combativa en todas las partes liberadas del territorio palestino”. La OLP culminó esta evolución el 15 de noviembre de 1988, en plena “Intifada de las piedras”, con la proclamación de la independencia del Estado de Palestina y el reconocimiento de Israel. Éste se hizo formal el 9 de septiembre de 1993, con el intercambio de correspondencia entre el presidente de la OLP y el primer ministro israelí Itzhak Rabin –que, por su parte, no reconocía más que a la OLP. El asesinato de este último en 1995 hizo que el mal llamado “proceso de paz” se descarrilara, entrando en agonía el verano de 2000, en la cumbre de Camp David. Es necesario dejar constancia del balance de los treinta y ocho años transcurridos desde el cambio de rumbo de 1974. No sólo la OLP no consiguió el mini-Estado que reivindicaba, sino que el número de colonos en su territorio se ha multiplicado por

La Question de Palestine, 4 tomos, Fayard, París, 1999-2011. Nadine Picaudou, Les Palestiniens. Un siècle d’histoire, Editions Complexe, Bruselas, 2003. Ilan Pappé, La limpieza étnica de Palestina, Crítica, Barcelona, 2008.

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157 e l at l a s d e l e m o n d e d i p lo m at i q u e 2 0 1 2

guerras sin fin • capítulo 4 más de cien. La Franja de Gaza continúa siendo una prisión a cielo abierto y bajo el bloqueo israelí. En cuanto a Cisjordania –con el muro, las colonias, las carreteras de circunvalación y los checkpoints–, se parece más bien a un archipiélago.

dos Unidos, y al dar rienda suelta a las aspiraciones populares de justicia y democracia –incluidas las de los palestinos frente a las dos autoridades de Ramala y Gaza–, conlleva profundos cambios que todavía resulta difícil evaluar.

En realidad, tampoco los defensores de la lucha armada han tenido mayor éxito, sobre todo tras la intervención israelí del invierno 2008-2009 que dejó 1 400 víctimas en la Franja de Gaza. Seis años después de su victoria electoral y de la derrota de su rival, el fracaso de la estrategia de Hamás es tan patente como el de la Autoridad Palestina. Si bien su influencia se ha incrementado en Cisjordania –particularmente tras la liberación de prisioneros a cambio de la de Gilad Shalit–, su poder ha disminuido en Gaza y su llamamiento a la lucha armada no tiene demasiado sentido considerando que, desde enero de 2009, trata de imponer a las otras fracciones palestinas un alto el fuego con Israel. Criticado por las desviaciones autoritarias de sus dirigentes, se vio obligado, bajo la influencia de la “primavera árabe”, a aflojar su control sobre el territorio y permitir que otras fuerzas se expresasen. Esta primavera, además, al modificar las relaciones de fuerza regionales, al sacudir Egipto, aliado estratégico de Esta-

La OLP, por tanto, se encuentra nuevamente enfrentada a un histórico dilema estratégico. Si la ofensiva diplomática lanzada a las Naciones Unidas no logra su objetivo o si Israel se niega rotundamente a aceptarla, tendrá que extraer lecciones de la tentativa abortada de obtener de Israel un Estado palestino a su lado. Y la pregunta de “¿Uno o dos Estados?”, durante mucho tiempo teórica, podría volverse entonces política... El retorno a la perspectiva de un solo Estado, sobre todo si se definiera como “binacional” (es decir, que garantizara los derechos individuales y colectivos de las dos principales comunidades y de las tres religiones dominantes), presenta tres ventajas principales: • En primer lugar, se trata de un ideal mucho más conforme a los valores de este principio de siglo XXI. Tras las terribles guerras de los Balcanes o de África central, ¿quién podría

De partición en partición…

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158 e l at l a s d e l e m o n d e d i p lo m at i q u e 2 0 1 2

capítulo 4 • guerras sin fin

Cisjordania fragmentada

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159 e l at l a s d e l e m o n d e d i p lo m at i q u e 2 0 1 2

guerras sin fin • capítulo 4

Refugiados a la espera

luchar todavía, con independencia del lugar, por un Estado étnico o étnico-religioso? • Este ideal, además, tiene unas raíces profundamente ancladas en ambas partes. Como se ha visto anteriormente, antes de optar por los dos Estados, la OLP anhelaba una Palestina laica y democrática. En el Yishuv, la comunidad judía palestina de preguerra, la idea binacionalista animaba no sólo a intelectuales como Martin Buber y Judah Magnès, sino también a partidos que, en las elecciones internas, sindicales y políticas de 1944, obtuvieron más del 40% de los votos, antes de ser barridos por la exacerbación del nacionalismo sionista en beneficio del conflicto de 1948. • Por último, la evolución sobre el terreno ha imbricado progresivamente a los dos pueblos con, por una parte, más de 300 000 colonos judíos en Cisjordania y 200 000 en Jerusalén Este, y por otra, 1,5 millones de palestinos ciudadanos de Israel, herederos de los 150 000 que escaparon de la expulsión de 1947-1949. Además, un Estado único permitiría encontrar más fácilmente una solución al problema de los millones de refugiados palestinos hacinados en los campos de Siria, el Líbano y Jordania. No obstante, esta perspectiva binacional se enfrenta a cuatro obstáculos principales. • Es rechazada por la mayoría de israelíes, pero también por la mayoría de palestinos (se entiende que estos últimos no deseen vivir junto a los judíos israelíes, a los que no conocen más que bajo el aspecto de soldados y colonos). • Desde que la OLP lucha por un Estado palestino al lado de Israel, no ha conseguido obtenerlo, a pesar del creciente apoyo político y diplomático del que disfruta dicho objetivo. ¿Sobre qué relación de fuerzas puede esperar apoyarse para construir un Estado único, que los israelíes perciben como la destrucción de su Estado y el fin del proyecto sionista? • En estas condiciones, ¿no existe el riesgo de que el Estado único se limite al actual “Gran Israel”? De donde se derivan múltiples cuestiones: ¿qué hay del estatuto de los dos pueblos, uno de los cuales disfruta de todos sus derechos, incluyendo los políticos, y el otro de ninguno? ¿Y del estatuto de las colonias? ¿Y de las garantías concedidas a cada comunidad nacional y religiosa? • Por último, al cambiar de estrategia, ¿no se arriesga la OLP a someterse a una opinión mundial vinculada mayoritariamente a la necesidad de un Estado palestino al lado de Israel, pero que concebiría la lucha por la igualdad de derechos en un Estado único como una cuestión interna, y no como un conflicto internacional? En todo caso, dos hechos demuestran que los palestinos son conscientes de que se encuentran en una encrucijada de caminos: la decisión de aceptar la cuestión del reconocimiento de Palestina como Estado miembro de la ONU y la voluntad de acercamiento de Al Fatah y Hamás en la perspectiva de la formación de un Gobierno de unidad que sería el encargado de convocar elecciones presidenciales y legislativas. Tan sólo queda esperar que ambas tomen cuerpo.

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CapĂ­tulo 5 convulsiones y resistencias

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Los autores A Gilbert Achcar Catedrático en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de la Universidad de Londres. Autor de Les Arabes et la Shoah, Sindbad-Actes Sud, 2009. Rigas Arvanitis Sociólogo en el Instituto francés de Investigación para el Desarrollo (IRD). Redactor jefe de la Revue d’anthropologie des connaissances. B Akram Belkaïd Periodista. Autor de Être arabe aujourd’hui, Carnets Nord, 2011. Colette Braeckman Periodista en el periódico Le Soir (Bruselas). Autora de Vers la deuxième indépendance du Congo, Le Cri, 2009. Benoît Bréville Periodista de Le Monde diplomatique. Martine Bulard Redactora jefe adjunta de Le Monde diplomatique. Autora junto con Jack Dion de L’Occident malade de l’Occident, Fayard, 2010. C

Jean-Arnault Dérens Redactor jefe de Le Courrier des Balkans. Autor junto con Laurent Geslin de Voyage au pays des Gorani, Cartouche, 2010. E-F Denis Eckert Geógrafo, director de investigación en el Centro Nacional francés de Investigación Científica (CNRS). Redactor jefe de la revista digital M@ppemonde. Jean-Pierre Filiu Catedrático en Sciences Po. Autor de La Révolution arabe, Fayard, 2011. Perrine Fruchart-Ramond Doctora en Estudios Políticos, premio científico 2012 del IHEDN por su tesis, “La stratégie d’engagement: une alternative a la diplomatie coercitive” (La estrategia de compromiso: una alternativa a la diplomacia coercitiva). G Philip S. Golub Catedrático en la Universidad Americana de París (AUP). Autor de Une autre histoire de la puissance américaine, Seuil, 2011. Alain Gresh Periodista de Le Monde diplomatique. Autor del blog Nouvelles d’Orient. H

Jean-Yves Camus Investigador asociado en el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas francés (IRIS). Laurent Carroué Geógrafo en el Instituto Francés de Geopolítica (IFG, Universidad ParísVIII). Autor de La Géographie de la mondialisation, Armand Colin, 2004. Vicken Cheterian Director de Investigación en Cimera, Ginebra. Autor de War and Peace in the Caucasus. Russia’s Troubled Frontier, Hurst y Columbia University Press, 2009. Mona Chollet Periodista de Le Monde diplomatique. Autora de Beauté fatale. Les nouveaux visages d’une aliénation féminine, ZonesLa Découverte, 2012. Augusta Conchiglia Periodista. Pierre Conesa Investigador asociado en el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas francés (IRIS). Autor de La Fabrication de l’ennemi, Robert Laffont, 2011.

Marc Lavergne Director de investigación en el CNRS, geopolitólogo en el Grupo de Investigación y de Estudios sobre el Mediterráneo y Oriente Medio (Gremmo, CNRS, Universidad de Lyon-II). Dirigió Le Soudan contemporain, Karthala, 1989. Karine Le Loët Jefa de la edición digital de Terra eco (http://www.terraeco.net). M-O

S Jyotsna Saksena Polítologa, investigadora independiente. Catherine Samary Profesora de Economía en la Universidad París-Dauphine y asociada del Instituto de Estudios Europeos (París-VIII). Autora de Yougoslavie. De la décomposition aux enjeux européens, Editions du Cygne, 2008. Mycle Schneider Consultor internacional en energía y política nuclear. Coordinador y autor principal de The World Nuclear Industry Status Report.

Piotr Malewski Periodista. Damien Millet Portavoz del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo – Francia (CADTM). Autor junto con Eric Toussaint de AAA – Audit Annulation Autre politique, Seuil, 2012.

Jean-Pierre Séréni Periodista. Autor junto con Claude Villeneuve de Le Suicide de Bercy, Plon, 2002.

Alain Morice Antropólogo, director de investigación en el CNRS. Autor junto con Swanie Potot de De l’ouvrier immigré au travailleur sans papiers. Les étrangers dans la modernisation du salariat, Karthala, 2010.

Claude Serfati Economista, investigador asociado en el Instituto francés de Investigaciones Económicas y Sociales (IRES). Ha dirigido Une économie politique de la sécurité, Karthala, 2010.

Ozlem Onaran Docente en la Universidad de Westminster. Miembro del comité de coordinación del Research Network Macroeconomic Policies.

Régine Serra Docente y comisionada en Sciences Po. Autora de Le Défi japonais, André Versaille éditeur, 2011. T

R Janette Habel Politóloga en el Instituto francés de Estudios Superiores sobre América Latina (IHEAL, Universidad París-III). Coautora de État des résistances dans le Sud. Amérique latine, Syllepse, 2011. Michel Husson Economista en el Instituto francés de Investigaciones Económicas y Sociales (IRES). Autor de Capitalisme en 10 leçons, La Découverte, 2012. http://hussonet.free.fr J Christophe Jaffrelot Especialista en Ciencias Políticas en el Centro de Estudios y de Investigaciones Internacionales (CERI, Sciences Po-CNRS). Codirectora de Politique et religions en Asie du Sud, Editions de l’EHESS, 2012. Laurent Jégou Cartógrafo en el Departamento de Geografía de la Universidad de Toulouse. K-L

D

Wendy Kristianasen Directora de la edición anglófona de Le Monde diplomatique. Autora de Voyages au coeur de la planète islam, Ed. Cygne, 2011.

Denis Delbecq Periodista independiente. Editor de la web Effets de Terre http://effetsdeterre.fr).

Renaud Lambert Redactor jefe adjunto de Le Monde diplomatique.

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Pierre Thorez Catedrático emérito en la Universidad del Havre. Ha dirigido La Russie, CNEDEditions Sedes, 2007.

Jean-Luc Racine Director de investigación en el CNRS, investigador en el Centro de Estudios sobre la India y el Sur de Asia. Ha dirigido “Géopolitique du Pakistan”, nº 139 de Hérodote, 2010.

Eric Toussaint Presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo – Bélgica (CADTM). Dirigió junto con Damien Millet La deuda o la vida: Europa en el ojo del huracán, Icaria Editorial, 2011.

Jean Radvanyi Director del Centro de Estudios Francorusos de Moscú y profesor en INALCO. Ha dirigido Les Etats postsoviétiques. Identités en construction, transformations politiques, trajectoires économiques, Armand Colin, 2011.

Stéphanie Treillet Profesora de Economía en la Universidad París-Este Créteil. Autora de L’Économie du développement, de Bandoeng à la mondialisation, Armand Colin, 2011.

Pierre Rimbert Redactor jefe de Le Monde diplomatique.

V-Z

Philippe Rivière Periodista y responsable de la página web de Le Monde diplomatique.

Dominique Vidal Historiador y periodista. Ha dirigido Palestine-Israël: un Etat, deux Etats?, Sindbad-Actes Sud, 2011.

Anne-Cécile Robert Periodista en Le Monde diplomatique. Autora de África en auxilio de Occidente, Icaria Editorial, 2007. Claire Rodier Jurista, encargada de estudios en el Grupo de Información y de Apoyo a los Inmigrantes (GISTI, Francia). Autora junto con Emmanuel Terray de Immigration: fantasmes et réalités. Pour une alternative à la fermeture des frontières, La Découverte, 2008.

Anne Vigna Periodista. Autora junto con Alain Devalpo de Peines mexicaines, First, 2009. Olivier Zajec Profesor de historia, responsable de investigación en el Instituto francés de Estrategia y Conflictos (ISC). Autor de La Nouvelle Impuissance américaine, L’Œuvre, 2011.

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