MAYO 2003
Nº 8
DIFUSIÓN GRATUITA
FRANQUEO CONCERTADO 29/55
¿Más para Cartagena?
H
E
¿Y el Pabellón de Deportes?.
Plan Rambla: ¿afectados o masacrados? Encarnación Sánchez Linares (Afectada del Plan Rambla) 11-10-2000
ace veinticinco años mi marido y yo nos ilusionamos con la idea de construir una casa en un terreno que mi padre nos dejó. Con muchos esfuerzos hicimos esa casa del cruce de la carretera de Tentegorra con Mazarrón, con su jardín y su huerto. Mas no duró mucho la alegría porque al poco tiempo el Ayuntamiento de Cartagena nos comunicó que se había aprobado un Plan Parcial y se iba a constituir una Junta de Compensación. Yo no sabía que era todo aquello. Nos asustamos y fuimos a pedir consejo.
En Cartagena nos decían que no entrásemos en la Junta y fuera nos decían que si no entrábamos nos expropiarían. Ante la amenaza de expropiación decidimos entrar. De todos modos ha sido un calvario. Cada carta era un disgusto. Teníamos que pagar, que firmar papeles y también que irnos. Contratamos a un abogado (Salvador Pérez) que al poco nos llamó para decirnos que no podía seguir con nosotros porque trabajaba para Tomás Olivo. En las reuniones estábamos indefensos frente a un grupo de expertos, entre ellos Andrés Ayala, Manuel Álvarez, varios arquitectos, Olivo y el propio Salvador Pérez. Nadie quería ayudarnos.
Los tribunales declararon la nulidad del Plan Parcial, pero Olivo vendió su parte a Pryca por 1.880 millones y se construyó el hipermercado. Nos decían que no se estaba respetando la legalidad. Aún así, el Ayuntamiento nos quiere echar a todos. Al cabo de los años mi marido enfermó de nervios y hace un año y medio me diagnosticaron un cáncer irreversible. Acabo de salir del hospital tras varias sesiones de radioterapia y me encuentro muy mal, mi aspecto está muy deteriorado y no puedo con mi cuerpo. Por si esto fuera poco el jueves, día 5, por la noche, se presentaron en mi casa dos policías municipales con una orden de desalojo en el plazo de diez días, porque el Ayuntamiento quiere dejar “limpias” las zonas colindantes al futuro Pabellón de Deportes. Desde entonces no he podido conciliar el sueño. En nuestro estado lo único que queremos es parar nuestros últimos días con tranquilidad. Que construyan lo que quieran. Que hagan el polideportivo, no nos oponemos a pesar de que nadie ha pagado nuestras tierras, pero por favor, déjenos estar (nuestra casa no estorba). No tenemos dónde ir ni tengo salud para irme. Pero ahí están Balibrea y la alcaldesa, en lo más alto del sillón, ordeno y mando, rechazando nuestras peticiones y alegaciones. Pues bien, sólo nos queda por decir que, cuando manden a la Policía a echarnos, nos lleven a la Rambla y nos den con una piedra en la cabeza. Así terminará nuestro calvario. Tanto hablar de derechos humanos ¿dónde están? Lo que pasa en Cartagena no pasa en ningún sitio. Encarnación Sánchez Linares fue desalojada por la fuerza. Falleció poco después. Del Pabellón de Deportes, nunca más se supo. Descanse en paz
sta es la realidad de lo que pasa en Cartagena: la falta de justicia social. Con el falaz pretexto del “interés general”, tiran a la gente a la calle sin contemplaciones. No las dejan ni morir con dignidad en sus casas. Y esto ocurre con la complacencia de la gandula oposición del PSOE e IU, tras la que se extiende la sombra de la especulación urbanística. Si usted está de acuerdo con que estas injusticias se sigan cometiendo , por favor no lea la revista.