Egiptología 2 0 nº11 (abril 2018)

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Keops. Se quedó en la antigua casa de Mariette durante sus visitas a la región de Menfis y Saqqara. Allí visitó la pirámide escalonada y las de Unas, Teti y Pepi. Hizo calcos de los relieves de las mastabas de Ti y Ptah-Hotep, quedó admirado por los enormes sarcófagos para toros del Serapeum y pudo contemplar las pirámides de Dashur. Gracias a su buena amistad con Maspero se unió en enero de 1886 al viaje de inspección que cada año realizaba el Servicio de Antigüedades por todo Egipto para comprobar el estado de los monumentos y el avance de las obras de excavación y conservación. Toda cuenta lo mucho que disfrutó de las reuniones y la compañía de grandes egiptólogos durante ese viaje a bordo del ‘‘Bulaq’’. Durante el trayecto visitó Meidum, las tumbas de los nomarcas de Beni-Hassan, Tell el-Amarna, Asiut, Ajmin, Abidos y Dendera entre otros lugares. Por fin llegaron a Luxor, la antigua Tebas. Esta fue la etapa más importante de su viaje, experiencias que quedarían para siempre grabadas en su memoria. En sus diarios de viaje relata la historia de Tebas, hace minuciosas descripciones de los monumentos, y se recrea en delicados relieves. El 1 de febrero, tras haber vistado las ruinas del templo de Karnak, un vecino de la población de Gurnah llamado Salam Abu Duhi se presentó ante el grupo del Servicio de Antigüedades con la noticia de que pocas horas antes se había descubierto una tumba. El equipo de inspección de Maspero tenía mucho trabajo, así que Maspero encargó a Toda la labor de abrir la tumba y vaciar su contenido. La tumba se encontraba en la orilla occidental, en la ciudad de Deir el-Medina, el lugar donde vivieron los obreros que trabajaban en la construcción de las tumbas del Valle de los Reyes. Toda se encontró ante una tumba con un pozo de entrada de cuatro metros de profundidad, sin la superestructura en forma de pirámide característica encima del pozo. En el fondo del pozo, una estrecha galería de dos metros medio tapada por la arena le condujo hasta una estancia cuadrangular de la que salía otro pasillo de cuatro metros, y finalmente la cámara funeraria. Cuál fue su sorpresa cuando vio que la puerta de la cámara estaba intacta. En su interior había veinte momias de las que sólo se pudieron salvar las nueve que estaban en sarcófagos, y todo el ajuar funerario perteneciente al propietario y su familia, un artesano llamado Sennedjem que vivió bajo el reinado de Ramsés II, en la dinastía XIX. Las espléndidas pinturas de la tumba parecían recien pintadas y miles de años después, siguen fascinando por su belleza a todo aquel que

Eduard Toda vestido como una momia en el Museo de Bulaq (El Cairo). | Biblioteca Museu Víctor Balaguer.

las contempla. Toda pasó tres días vaciando la tumba, redactando el inventario y haciendo fotos y dibujos del lugar. En 1887 publicó los resultados de su descubrimiento y tradujo los textos de la tumba en la obra titulada ‘‘Son Notém’’ en Tebas. La mayor parte de los objetos hallados en la tumba (TT1) se pueden visitar en la sala 17 del Museo de El Cairo. Concluida la estancia en Luxor, el ‘‘Bulaq’’ continuó río arriba su viaje pasando por Armant, Esnah, Kom Ombo y Asuán. El relato de su viaje finaliza con la visita al templo de Filé. Poco tiempo después, Toda regresa a España, ya extinguido el mandato de su cargo. A su vuelta se desprende de toda su colección egipcia cediéndola al Museo Arqueológico Nacional y al Museo Balaguer de Vilanova i la Geltrú. Es indudable que Toda quedó marcado por su estancia en Egipto y su vocación egiptológica. Publicó varios títulos: Sesostris, La muerte en el Antiguo Egipto, A través del Egipto, y aún quedó inédito y sin publicar un manuscrito titulado El Antiguo Egipto. Debido al escaso apoyo que recibió en los ámbitos culturales de nuestro país, tuvo que ejercer su vocaEgiptología 2.0 | 97


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