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LOS CRISTIANISMOS DERROTADOS

Probaremos que los herejes son seres sin Dios, tanto en sus opiniones como en sus modos. Mostraremos cuál es el origen de sus empresas y cómo han tratado de establecer sus creencias, sin tomar nada de las Sagradas Escrituras. No se han lanzado de cabeza a todas sus teoría por respeto a la tradición, sino que las han tomado de la sabiduría de los griegos, de las conclusiones de los autores de los sistemas filosóficos, de las pretendidas (religiones) de misterios y de las divagaciones de los astrólogos. Nos parece, pues, oportuno exponer en primer lugar las opiniones que emitieron los filósofos griegos y probar a nuestros lectores que son más antiguas que las herejías cristianas... Compararemos luego a estas con el sistema del respectivo filósofo (del que son deudoras), con lo que se verá claramente que el primer impulsor de la herejía se sirvió de esos esquemas y los adaptó en su provecho... Todo este propósito se plasma luego en partes diversas de su obra. Tras hacer una breve exposición de la filosofía griega desde Tales de Mileto hasta Epicuro y la Estoa, trata luego Hipólito de las religiones de misterios y de la mitología paganas (libros segundo y tercero, por desgracia perdidos). En el libro cuarto critica duramente la astrología y la magia, y a partir del quinto hasta el noveno expone y refuta Hipólito 33 herejías cristianas que tienen su origen en cada uno de los sistemas filosóficos cuyo resumen hizo en la primera parte. El libro décimo no es más que un compendio de todo lo anterior, y en especial una exposición sintética de la verdadera doctrina. Lo que aquí nos interesa no es la exactitud o no de Hipólito en sus derivaciones de las herejías a partir de sistemas filosóficos paganos, cronológicamente anteriores a las herejías, sino su actitud. Como buen discípulo de Ireneo, del que se proclama seguidor, el autor no admite heterodoxia alguna, ni siquiera una opinión teológica divergente. Los cauces de pensamiento por él proclamados son tan estrechos que Hipólito no dudó en oponerse al obispo de Roma, Calixto (muerto hacia el 223), al que acusó de connivencia con doctrináis erróneas como el m o d a i i s m o y p a t r i p a s i o n i s m o (véase p. 73) de Sabelio, la trigésima primera herejía. Llegó Hipólito a tal extremo que se proclamó a sí mismo obispo de Roma, por tanto antipapa, con tal de defender la posición ortodoxa. Su espíritu combativo se muestra en el prefacio al Libro y en donde califica a los herejes con fuertes adjetivos:


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