Modernidades ignoradas. Indagaciones sobre arquitectos y obras (casi) desconocidas de la modernidad

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Modernidades ignoradas. Arquitectura, urbanismo, profesión. UAH-RNIU.2014

Fig. 1. Oriol Maspons, las casas de El Taray, Segovia, 1964

2. La revista Arquitectura, por ejemplo, fue publicando a lo largo de la década –al margen de sus proyectos para los concursos de Huerta del Rey en Valladolid o del Polígono de Descongestión de Madrid en Guadalajara–, sus artículos “Sobre urbanismo” (n.15: marzo 1960, pp. 42-46), “Comentarios al artículo de Reyner Banham” (n.26: febrero 1961, pp. 26-27), “The Architecture of the Well-Tempered Environment” (n.132: diciembre 1969, p. 31), y “Orígenes de la profesión de arquitecto y el alojamiento de masas en Inglaterra” (n.203: VI.1977, pp. 117-120). 3. Decididos a trabajar juntos, Aracil ya tenía dibujado el Anteproyecto en unos planos de septiembre de 1962, decididos el programa y las características básicas del proyecto, cuando Miquel y Viloria se incorporaron al mismo. Durante la redacción del Proyecto, surgieron fuertes desavenencias entre Aracil y Viloria que terminaron por deshacer el equipo formado. Miquel y Viloria fueron invitados a participar en un concurso restringido para redactar el anteproyecto del Colegio Mayor San Juan Evangelista, que ganaron, y continuaron trabajando juntos durante diez años. Aracil continuó su carrera en solitario, llevando solo la dirección de obra, puesto que él era quien tenía relación con la Cooperativa. Así lo certifican los planos correspondientes al proyecto de junio de 1963 firmados por los tres (“VAMV/2”), mientras que los del reformado de mayo de 1964 de nuevo aparecen únicamente por Aracil.

integral, es decir, de producción y consumo, organizada y dirigida por el Padre Félix, uno más de los sacerdotes implicados en las historias de la arquitectura madrileña de los años cincuenta y sesenta. Su arquitecto, José Joaquín Aracil Bellod (Alcoy, 1930), se había titulado en Madrid con veintisiete años, doctorándose en 1965 con un proyecto de una casa unifamiliar en Navacerrada, publicado después por Hogar y Arquitectura. Con una cierta intermitencia, en la ETSAM fue profesor de Estructuras con Arangoa, de Proyectos con Vázquez de Castro y de Construcción como catedrático interino. Este currículo docente tan completo le permitió abordar con absoluta solvencia numerosas obras como profesional liberal hasta su reciente fallecimiento en 2009. Ximo Aracil era entonces uno de los jóvenes arquitectos aglutinados por Fernando Ramón Moliner, influido entonces por el CIAM británico escribiendo sobre urbanismo, sobre “el alojamiento de masas de Inglaterra” o sobre los textos de Banham,2 y construyendo en 1962 quizá las dos obras españolas más brutalistas, la casa de Pozuelo y la fábrica de la calle Colombia en Salamanca. Entre aquellos jóvenes también estaban Luis Lucho Miquel y Antonio Viloria, titulado también el primero en 1957 y el segundo el año siguiente, quienes también intervinieron temporalmente en el proyecto.3 La cooperativa, que ya venía trabajando, disponía de una serie de solares en Segovia. Aracil acababa de terminar las obras de otras viviendas suyas y el Padre Félix le encomendó el solar de la calle Taray, muy barato por su situación y dificultad de aprovechamiento. La vertiente norte del peñasco de Segovia, que cae con violencia hacia el río, es mucho más fría y húmeda que la cara sur. Es menos salubre y por tanto, con toda lógica, tenía entonces menos densidad de población y parecía reservada a las clases trabajadoras. El solar presentaba, por tanto, una fuerte pendiente natural, escaso soleamiento en las horas de la tarde debido al Monumento a los Caídos que avanza en un extremo, con notable humedad en el rincón constituido por el Monumento y las ruinas del antiguo convento de Agustinos. Un documento importante para empezar a entender el Anteproyecto de Aracil es el esquema de la planta del conjunto (Fig. 2). Ya muestra, además de algunas condiciones de la situación descrita, la articulada disposición de los bloques, accesos y circulaciones proyectados, respondiendo a todas estas características y procurando una solución que aprovecha las favorables y elude la incidencia de las desfavorables. El relieve natural del terreno se respeta prácticamente en su totalidad: el haber procedido a desmontes y nivelaciones hubiera encarecido notablemente las obras y dado lugar a un ámbito excesivamente hundido y monótono, cuestiones contestadas por la fragmentación y el movimiento de los distintos bloques. Se sitúan los bloques −numerados desde el más alto en el sentido de avance de las horas en un reloj− partiendo de cotas naturales y escalona los que siguen la línea de máxima pendiente, los bloques II y III. Los bloques IV y V, en prolongación, reducen su altura a sólo tres plantas para que todas las viviendas de los anteriores tengan vistas por encima de ellos. 182


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