agitando sus diminutas alas, justo cuando él también parecía sentirse parte de aquel pobre parque sólo conmigo. Te lo prometo, fue algo tan estimulante que en seguida comenzaron a llegar a mí miles de colores y nuevas sensaciones y experiencias. Algo así como una felicidad tan grata que aún no me explico por qué a la vez tan gratuita. Ojalá lo hubieras visto, mi querido Gaudí, aunque sus ojos no cesaban de