No me siento acreditada para opinar sobre los años 80, pues solo viví dos años de esta década tan decisiva. Pero no importa, pues el contenido de esta edición habla por sí mismo. El trabajo editorial fluyó muy bien entre los colaboradores y el equipo interno: resultó que son fanáticos de los años 80 y de sus chácharas más representativas. Estoy muy agradecida con Bob Schalkwijk, quien se tomó la molestia de buscar en su archivo y compartir con nosotros imágenes y recuerdos de esa época. Sobra decir que estoy enamorada de su trabajo.
En los 80, sin la existencia de internet, la comunicación era bastante restringida; la radio y las revistas tenían un alcance limitado. Hoy, gracias al ciberespacio, hay mayor apertura y posibilidad de hacer que los encuentros y cambios sucedan de manera colectiva, como lo dice la palabra WEB, NET o RED.