Crisoldinie

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Memoria y Territorio

La caída de un gigante Un recorrido por la historia de la metalúrgica Crisoldinie que funcionó en Quilmes desde 1940 a 1965. Cómo pasó de ser una industria modelo del peronismo a terreno de un hipermercado Carrefour. Las marcas de la dictadura y las similitudes en los cambios de la fábrica con los modelos político-económicos aplicados en el país. Por qué es un espacio que interpela todavía desde su ausencia. Por Mirta Taboada

El 18 de mayo de 1992, un grupo de personas se reunían en la intersección de las Avenidas La Plata y 12 de octubre, en Quilmes Oeste, para asistir a un espectáculo que se anunciaba hacía días en los diarios y que duraría varias jornadas. Hugo Lobello estaba allí desde temprano. Las instalaciones, que ocupaban 74 mil metros cuadrados, se desplomarían sobre sí mismas, con la acción de 250 explosivos. Para Hugo era el derrumbe de casi medio siglo de su vida, quince años adentro de esa fábrica que estaba a punto de destruirse. Y significaba, también, otros cuarenta reclamando el reconocimiento de sus derechos y de otros tantos compañeros. A las cuatro de la tarde, la Dirección de Defensa Civil había organizado el operativo en el lugar y ya estaban en sus posiciones policías y bomberos. También asistieron periodistas y por supuesto, representantes de la empresa francesa Carrefour, destinataria del espectáculo en cuestión. Primero se sintieron las sirenas. Luego, la primera detonación. Una chimenea estalló en mil pedazos y se hizo una nube inmensa de polvo. Uno de los fragmentos voló en un radio de cien metros y alcanzó a un efectivo policial apostado en los alrededores, que finalmente murió. El hecho desafortunado ocurrió a pesar de la teoría apaciguante del ingeniero Jorge del Vecchio, responsable de la demolición ejecutada por la empresa brasileña Blast Com, que había dicho al diario El Sol que todo estaba bajo control y que nada volaría fuera de su propio eje. “Para los nostálgicos una recorrida en horas de la mañana les permitirá ver la estructura que queda aún de la fábrica, que según los memoriosos constituyó el primer caso de vaciamiento en la Argentina”, publicó el diario El Sol ese día. La hipótesis de los memoriosos anónimos que cita el matutino no fue errada. Quizás ellos fueron los adelantados, los que sin esperar a la conformación tardía de una mirada histórica pudieron desentrañar el sentido de las transformaciones en pleno presente. Crisoldinie fue una fábrica modelo, responsable, en parte, de fabricar las piezas que montaban los rieles de los trenes en tiempos en que eran las venas de acero del país. Y ahora, en ese ahora de 1992, estallaba en pedazos. Hugo Lobello, fue de aquellos con una memoria prematura y sólida. Parece conservar todavía una sensación amarga y a la vez aguerrida sobre los quince años de progreso, ese que parecía igualar a todos y que aún deja el rastro y la larga deuda en el presente. La ausencia de la fábrica dice, interpela, a pesar del espacio llenado, sólo de forma superficial, por el hipermercado. Si se adentra en el territorio, si se pregunta porqué es y porqué dejó de ser, se descubrirán proyectos políticos, modelos económicos, decisiones y avales. Una historia de resistencia y lucha. Todavía, lucha.


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Crisoldinie by Mir Taboada - Issuu