Figuras femeninas y motivos clásicos en El Quijote

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR

Formato-Informe-FinalProyectos-Investigación

Análisis de las figuras femeninas y los motivos clásicos en El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha Myriam Merchán Barros Paulina Zary Yhamile Narváez

Don Quijote se pone en camino a la hora del alba. No podía ser de otra manera en ese personaje que padece, de manera ejemplar, el sueño de libertad, ese sueño que, en cierta hora, tan incierta, se desata en el hombre. Todo el Quijote es una revelación humana, mas no demasiada todavía, que también en esto se encuentran, novela y protagonista en el lugar y momento del alba; de la permanente alba que aún no ha traspasado la novela de la humana libertad. El alba ante la cual el hombre, a veces, se fatiga de ir al encuentro.

María Zambrano

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“INFORME FINAL DEL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN CONVOCATORIA PUCE 2014”

1. DATOS GENERALES. ● Unidad académica: Comunicación Facultad: Comunicación, Lingüística y Literatura Escuela: Lengua y Literatura ● Título del proyecto de investigación: Análisis de las figuras femeninas y los motivos clásicos en El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha Director(a) del Proyecto: Myriam Teresita Merchán Barros Área de Investigación: Humanidades y arte Línea de Investigación: Literatura comparada, Transtextualidad y Estética de la recepción. ● Tipo de la investigación: o Básica o Aplicada o Desarrollo Experimental

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2. OBJETIVOS DEL PROYECTO ● Objetivo general o Conocer las relaciones transtextuales de los motivos clásicos fundamentales desarrollados en las figuras femeninas protagónicas de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha (2 tomos). ● Objetivos específicos o Analizar la lectura realizada por el autor, en el contexto del Renacimiento, de los principales motivos clásicos que se relacionan con las figuras protagónicas femeninas. o Identificar los motivos clásicos principales y su interrelación en el desarrollo de la trama gracias a los caracteres femeninos protagónicos. o Continuar con la hermeneusis del texto literario desde la aproximación contemporánea de la Transtextualidad: comparar su resignificación en el Renacimiento y en una experiencia de lectura especializada contemporánea (Estética de la recepción).

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3. CARACTERÍSTICAS DEL PROYECTO ● La literatura clásica helena y latina constituye el referente más importante para el desarrollo de la literatura occidental. Los elementos mitológicos han constituido la fuente originaria de los motivos literarios esenciales que se encuentran presentes en las obras más sobresalientes de la literatura moderna y contemporánea.

En el Renacimiento, la época en la que Cervantes escribió El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, se propone un retorno a los clásicos, pero desde una lectura epocal propia. Nuestra propuesta es indagar sobre los referentes mitológicos manifiestos en motivos clásicos que se relacionen con los personajes femeninos de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.

Esta novela constituye un hito en el desarrollo y consolidación de la literatura occidental en lengua castellana, se la considera una metanovela que cumple un papel protagónico en la constitución de las características de la novela moderna y contemporánea. Por esta razón, nos parece fundamental plantear una propuesta de análisis que permita valorar las múltiples facetas de esta obra, que si bien ha sido analizada desde hace cuatro siglos, su riqueza semántica aún conserva múltiples posibilidades hermenéuticas. Las figuras femeninas que se encuentran presentes en la obra son un objeto de estudio importante para proponer una lectura interpretativa (hermeneusis) que redescubra las posibles interrelaciones de los motivos clásicos más importantes en el desarrollo de la configuración de los personajes femeninos protagónicos de esta obra.

La lectura es un indicador de la alfabetización cultural, es fundamental que se difunda y se afiance la lectura crítica de una obra tan importante como esta, reconocida como hito que ha marcado una manera de concebir el mundo, de reivindicar valores, ejercer la crítica frente a condiciones inequitativas de la sociedad, y que, esencialmente, nos han invitado a la reflexión conjunta. La propuesta de investigación que hemos realizado ha permitido que trabajemos con criterios inclusivos, pues analizamos los personajes femeninos de El Quijote y el papel que juegan en la concertación de la trama de la novela. También cabe destacar que el sentido de la memoria –desde la anamnesis de la herencia cultural que implica esta novela- es fundamental para cumplir procesos educativos integrales. ● Al realizar este trabajo, hemos pensado en la posibilidad de proponer un Simposio sobre la segunda parte de El Quijote, que podría involucrar otros campos de las humanidades desde la propuesta multidisciplinaria, que ayudaría para concertar trabajos en equipo.

Solicitamos que se considere la posibilidad de que la PUCE organice este simposio en conjunto con la EPN. 4

● Este proyecto de investigación relaciona dos universidades: la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y la Escuela Politécnica Nacional, pues la investigadora asociada es profesora titular del área de humanidades de la EPN –fue estudiante de la carrera de Licenciatura en Ciencias de la Educación con especialización en Letras y Castellano de la PUCE, luego docente de las maestrías de Literatura Hispanoamericana y de la maestría en Ciencias de la Educación de la PUCE. La estudiante contratada como auxiliar de investigación cursa la maestría en Literatura hispanoamericana que ofrece la Escuela de Lengua y Literatura, por lo que el trabajo conjunto fortalecerá la cultura de investigación que es asumida como una competencia genérica en la PUCE. Debemos señalar, además, que la Literatura presenta una característica privilegiada, pues se constituye en un punto de encuentro de otras ciencias humanas, por lo que a pesar de no proponer un estudio sociológico ni psicológico específico, las personas que se especializan en estas ciencias, podrían encontrar interés en los resultados de la investigación propuesta. El desarrollo de los motivos clásicos y sus referentes mitológicos hacen posible una relación con los ámbitos de la Historia, la Antropología y la Literatura comparada, temas que quedarían abiertos para su incorporación como posibles proyectos de investigación futuros: el análisis de los personajes femeninos da cabida a relaciones con la Sociología y la Psicología. Los resultados de la investigación y su difusión, relacionan el proyecto con el ámbito de la Pedagogía. ● Para la Escuela de Lengua y Literatura es importante que los docentes que la conforman participen en la construcción de una cultura de investigación. Se ha propuesto la consolidación de la línea de investigación de la literatura comparada: la literatura clásica y la literatura moderna, la influencia de los motivos clásicos como elementos constitutivos del método de análisis que propone la transtextualidad y la incorporación de algunos elemento básicos que utiliza el método de análisis crítico que propone la Estética de la recepción . ● Pensamos que los resultados de la investigación sobre los personajes femeninos de El Quijote podría integrase a un repositorio de trabajos que se ofrezca a la comunidad universitaria y a quienes lo requieran. Contamos con la posibilidad de publicar un artículo que se relaciona con este proyecto de investigación en la revista de la PUCE, cuyo tema sería: El motivo del amor en los personajes femeninos de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha y sus referentes clásicos. Si llegase a concretarse el Simposio, los artículos que conforman este proyecto –sometidos a revisión- serían presentados como ponencias.

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4. METAS O RESULTADOS ALCANZADOS EN EL PROYECTO ●

¿Qué se ha obtenido a través del proyecto?

Indicar las metas o resultados alcanzados (si fuera el caso) y señale algunos indicadores que permitan evaluar con objetividad los logros en relación con:

 El ámbito cultural.

La relectura de El Quijote ha supuesto la tarea de leer con atención la obra, buscar bibliografía pertinente, formular preguntas que nos ayudaron a continuar con el proyecto de investigación y a confirmar que el análisis literario de esta obra no ha agotado sus temas de investigación, es más, pensamos que cada experiencia lectora abre múltiples posibilidades de acercamiento a El Quijote, de encontrar su significado específico para nuestra época.  El ámbito educativo con un modelo con enfoque holístico-sistémico.

En el análisis desarrollado, hemos propuesto la recepción literaria y algunos fundamentos de la transtextualidad como métodos que han permitido que encontremos las resonancias de esta obra tan significativa para las participantes del proyecto, lectoras especializadas que descubren indeterminaciones que se convertirían en concreciones que respondan a nuestros horizontes de expectativas y a nuestras experiencias lectoras particulares.

Cuando un libro ha sido escrito, editado y puesto bajo consideración del público, constituye un artefacto cultural, únicamente su lectura factual lo convierte en objeto estético, lo que implica la participación activa de los lectores como copartícipes en la creación de sentidos. Estos procesos incidirán en el fortalecimiento de la propuesta humanística de educación en la que se inserta la pedagogía ignaciana que caracteriza las obras educativas confiadas a la Compañía de Jesús.

También cabe señalar que el desarrollo de propuestas de investigación consolida la cultura de investigación, competencia genérica transversal de la PUCE en general y de la Escuela de Lengua y Literatura en particular, competencia que se manifiesta en la actualización de los conocimientos y estudios que sirven como base para el desarrollo de la docencia en la PUCE y al mismo tiempo, la incorporación de futuros investigadores con la inclusión de la estudiante que participa en este proyecto.  El ámbito ético.

El estudio de esta novela es un excelente medio para reflexionar sobre los valores que caracterizan una época, sus antivalores y cómo saber distinguir los límites que –en la actualidad- se vuelven cada vez más imprecisos. Hemos puesto énfasis en encontrar las características de los personajes femeninos protagónicos de El Quijote y su relación con los motivos del amor, el viaje y el conocimiento.

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El motivo del conocimiento plantea la necesidad de considerar el autoconocimiento como actividad fundamental que nos permita la interacción humana en un proceso de conocimiento de los demás, el respeto de los “otros legítimos” y la relevancia de la palabra que permite encontrar coherencia con nuestras acciones.

El amor define la interacción de los seres humanos como personas, el amor y el “lenguajear” nos humanizan: …la emoción fundamental que hace posible la historia de hominización es el amor (Maturana, 2001, p. 14) El amor asumido como un motivo –que permite que la trama de la obra se desenvuelva- nos permite analizar las relaciones de alteridad, especialmente cuando consideramos al otro como un “otro legítimo” , a quien reconozco gracias a las acciones fundadas en las emociones: … Por eso mismo mantengo que no hay acción humana sin una emoción que la funde como tal y la haga posible como acto (Maturana, 2001, p. 13) El análisis de la obra elegida hace posible que reflexionemos sobre las emociones que dirigen y fundamentan las acciones de los personajes de la ficción, en las que podríamos reconocer y analizar emociones humanas y sus manifestaciones complejas, que estuvieron y están presentes en nuestra cotidianidad.

El viaje es un motivo que permite la salida del ámbito privado hacia el ámbito público, también hay un viaje interior, que revela nuestra identidad. El análisis de este motivo en las figuras femeninas protagónicas de El Quijote permitirá plantear las relaciones que se desarrollan en este contexto de tránsito, de movimiento, que pone a prueba nuestras fortalezas, nuestro proceso de autoconocimiento y de conocimiento de los demás.  La formación de investigadores.

El proyecto contó con una investigadora asociada de la EPN y con una estudiante de la Maestría de Literatura Hispanoamericana. Creemos que la experiencia de investigación ha sido significativa para las tres personas que conformamos el grupo. La investigadora asociada trabaja en la EPN, en el departamento de Ciencias sociales; su trabajo de investigación podrá incorporar la importancia del desarrollo de las humanidades en la formación integral en un contexto en el que las ciencias “duras” son consideradas como ámbitos privilegiados y exclusivos –incluso excluyentes- de conocimiento.

La estudiante que colaboró en la investigación participa en la maestría de Literatura Hispanoamericana que ofrece la FCLL de la PUCE. La práctica investigativa que se desarrolla en el programa de maestría, combinada con la del proceso de investigación de este proyecto, consolidó la formación de la maestrante; su inclusión en el proyecto le ha permitido encontrar coherencia entre las propuestas teóricas que se ofrecen en el programa de pregrado y de postgrado, con la práctica investigativa que demanda el proyecto de investigación que desarrollamos.

La propuesta de investigación y los procesos que la han caracterizado, han demostrado que es enriquecedor trabajar en conjunto, que es fundamental consolidar las líneas de 7

investigación de la Escuela de Literatura, que es importante auspiciar e intervenir en investigaciones cualitativas en el ámbito de las humanidades, que el aprendizaje social constituye un proceso en el que la palabra cobra sus dimensiones esenciales y que la colaboración entre universidades es posible, es más, es una práctica deseable para formar redes de investigación e interaprendizaje.  El impacto social.

Pensamos que revisitar El Quijote, disfrutar de su relectura, prepararnos para difundir los criterios que hemos desarrollado contribuirá en el proceso de fortalecimiento de nuestras competencias de pensamiento analógico, crítico, deliberativo y por supuesto, de nuestras competencias interpersonales.

Si además de incluir nuestro trabajo en el repositorio de la Dirección de investigación consiguiéramos apoyo para realizar el Simposio sobre los 400 años que cumple la publicación de la segunda parte de El Quijote, sería posible incidir activamente en el proceso de aprendizaje de los estudiantes de educación media y de pregrado, de las personas que se interesan por esta novela y por testimoniar sus procesos de lectura, de cultivo de la palabra y de constante aprendizaje que pueda generar propuestas de innovación social. ● ¿Qué nuevas prospectivas se han generado en el desarrollo del proyecto?

A pesar de la abundancia de las investigaciones que se han realizado sobre El Quijote a lo largo de cuatro siglos, una obra tan multívoca y polifónica como El Quijote siempre tendrá algo nuevo por descubrir: leerla permite leernos a nosotros mismos, convoca a la reflexión y al diálogo, nos invita a leer nuestra realidad cotidiana, especialmente si nos acercamos a ella con atención minuciosa desde la observación, si nos integramos en ella con “gran ánimo y liberalidad”, dispuestos a permitir que nuestra sensibilidad lectora y nuestra condición de personas que buscan constantemente continuar nuestros procesos de aprendizaje se manifiesten en la lectura crítica que permita descubrir y dotar de significado las obras literarias como testimonios de las necesidades humanas: reflexionar sobre las prácticas de inclusión, interrelacionar la tradición antigua con la tradición moderna y contemporánea, revisar las opiniones que han caracterizado y han marcado derroteros que guían nuestros procesos lectores es un logro importante que alcanzamos gracias a una cultura de investigación, donde la literatura ofrece un contexto esencial para el encuentro de inquietudes, testimonios, preguntas que se reformulan, visiones de mundo alternativas que deberíamos considerar, pertinencia de valores que son necesarios para la convivencia y nuestra interacción como personas que se construyen en comunidad.

Consideramos que este proyecto constituye una propuesta de investigación pertinente: este año se conmemoran los 400 años de la edición del segundo tomo de El Ingenioso 8

Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Nuestra universidad, dada su impronta humanística, no podía pasar por alto esta conmemoración y además, el producto de esta investigación puede constituirse en un referente que se incorpore al repositorio de trabajos de la Dirección de investigación con el fin de ofrecer un documento de consulta para los docentes y estudiantes de pregrado, de educación media, y para personas que se interesan por el desarrollo de la investigación relacionada con el área humanística en general y la literaria en particular, dada las características del libro elegido para este proyecto de investigación.

La relectura de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha constituye la oportunidad para reencontrarnos con la palabra, con las palabras que trascienden espacio, tiempo, idiomas, culturas, análisis propuestos… oportunidad de volver a reconocer nuestra humanidad, posibilidad de reconocernos íntegros en nuestra formación al poder valorar nuestra experiencia estética, de reconocernos diversos, inclusivos y herederos de una tradición en la que se conjuga lo clásico con lo moderno y recordar, reivindicar la memoria y las propuestas que asumimos como heredad de esta obra calificada como “la novela más importante del milenio” (Nerlich, 2002)

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CONTENIDO DE LA INVESTIGACIÓN:

Introducción

No hay (obra) alguna, en mi opinión, que más contribuya a formarnos un buen gusto sobre las cosas (que El Quijote). Me resulta admirable cómo, por boca del mayor loco de la tierra, Cervantes encontró la manera de dar a conocer al hombre más entendido y al mayor conocedor que pueda uno imaginarse.

(Nerlich, 2002, p. 157)

La propuesta humanística constituye un requisito fundamental para conseguir la formación integral de los seres humanos. Desafortunadamente, el desarrollo vertiginoso de la tecnología y de las ciencias consideradas “duras” en la sociedad líquida en la que vivimos (Bauman, 2006), ha contribuido a la parcialización de conocimientos en la formación de la mayoría de las personas. Las propuestas de investigaciones que reivindiquen la lectura crítica nos ayudarían a combatir esta parcialización que lleva a denostar la memoria, a vivir “el momento”, a no comprometerse con nada “estable”, a 9

privilegiar el individualismo y la exclusión. Hoy se pone énfasis en la necesidad de la alfabetización en tecnología, pero ya contamos con estudios en los que se revelan los resultados de investigaciones sobre el analfabetismo funcional, que cada día incrementa sus niveles de incidencia en la población.

El paradigma humanístico de educación garantiza la formación integral de los seres humanos, pues considera el desarrollo armónico del homo sapiens, del homo faber, del homo ethicus y del homo aestheticus. Esta integración de saberes que caracterizan la formación integral nos permite relacionarnos con la trascendencia: el arte nos devuelve lo mejor de nuestra humanidad, nos recuerda nuestra finitud y nuestra posibilidad de permanencia; permite la reflexión, el autoconocimiento, la revalorización de la belleza en lo que sentimos, pensamos, creemos y hacemos.

Dentro de este ámbito desarrollamos el proyecto de investigación propuesto.

Hemos elegido la novela El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra, pues constituye un hito en la literatura universal, su lectura crítica relaciona la obra con la tradición clásica en el nivel de la hipertextualidad; para realizar este acercamiento, hemos seleccionado tres motivos clásicos fundamentales que constituirán las directrices de nuestra investigación: el motivo del amor, el motivo del conocimiento y el motivo del viaje en los personajes femeninos que presenten referentes clásicos en El Quijote. Esta propuesta nos ha parecido pertinente, dado que los personajes de la novela cervantina y los motivos clásicos son parte del imaginario popular.

Los héroes de Cervantes permanecerán durante mucho tiempo como figuras familiares, movilizadas en numerosas fiestas en España. Así, en 1610, en Salamanca, el octavo y último día de las festividades para celebrar la beatificación de Ignacio de Loyola, los estudiantes designados en la relación redactada por Alonso de Salazar, e impresa el mismo año, como los <<Cavalleros estudiantes>> organizaron un cortejo abierto por un carro donde estaba representado Vulcano forjando rayos para Júpiter, acompañado por Marte, provisto de armas, <<que significava los hijos de la Compañía, y todo aludía al Santo con mucha propiedad>>. Detrás de Vulcano venía una <<graciosa máscara a la picaresca>>, llevada por un caballero que portaba un estandarte y un cartel, un <<rétulo grande>>, sobre el que estaba escrito: <<El Triunfo de Don Quixote”…A continuación venían Dulcinea con su dueña de honor y sus tres damas de compañía; luego, cuatro escuderos, cada uno de los cuales llevaba, en el extremo de un palo, una imagen pintada que representaba una hazaña de Don Quijote. (Roger, 2012, pp. 51-52)

La revisión de la bibliografía sobre estudios referentes a personajes femeninos en la obra de Cervantes nos permite considerar y reflexionar sobre el papel que juega la transgresión en algunos personajes femeninos (Chauca Edward), comparar las lecturas de estos personajes en la época de su edición (Godoy Gallardo, 1994), y revisar algunas características en el desarrollo de los discursos –palabras que llaman a acciones- dentro de las historias engastadas en El Quijote, como el diálogo entre Marcela y Grisóstomo (Pérez Rogríguez, 2011), la novelina El curioso impertinente (Zimic, 1998), la importancia de la historia de Luscinda y Cardenio (Roger, 2012), entre otros autores.

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En algunos estudios se propugna la cohesión ideológica y artística del Quijote a base de temas interesantísimos (“el ser y el parecer”, “el ideal caballeresco”, el amor”, “el destino”, “el libre albedrío”, “la fe”, “la literatura y la vida”, “lo renacentista”, “lo barroco”, “lo contrarreformista”, etc…), pero concebidos en términos tan generales, vagos, que, en definitiva, la función de las interpolaciones no queda aclarada en absoluto. (Zimic, 1998, p. 17)

Fortalecer la cultura de investigación es primordial para todos quienes conformamos la universidad y amamos el conocimiento; hemos concebido este proyecto investigativo como un espacio de encuentros, que nos permite compartir conocimientos, emociones, lectura crítica, la posibilidad de “reflectir”… todo esto mediante las palabras que llaman a encuentros, con nosotros mismos y con los otros, que nos afectan y permiten que afectemos a quienes comparten nuestras reflexiones surgidas en la acción de asomarnos y releer una de las obras literarias más prestigiosas en el mundo; palabras que se comparten, que logran que nos compartamos con los demás, con quienes se interesen en nuestras palabras surgidas del diálogo, de las preguntas, de la posibilidad de detener las actividades cotidianas y congregarnos en la lectura que propicia interacciones, en la determinación de fortalecer nuestra humanidad mediante la defensa de la experiencia estética como parte esencial de nuestra formación integral.

A lo largo de los 410 años –para la primera parte de El Quijote- y de 400 años para la segunda parte, se han realizado estudios minuciosos, algunos llenos de aciertos, que también se han convertido en clásicos, como la novela que estamos revisitando. Hay estudios innovadores, que nos plantean inquietudes, abren puertas para nuevas preguntas, para procesos de recepción alternativos. En apariencia, entonces, ya no habría mucho que decir o proponer sobre la lectura de El Quijote... Hemos reflexionado sobre este aspecto, por lo que decidimos que los resultados de nuestro proyecto de investigación conjuguen las propuestas básicas de dos métodos de análisis crítico para acercarnos a las obras literarias: la transtextualidad que nos invita a re-conocer los hipotextos que sostienen los personajes femeninos, cuáles han sido sus innovaciones, cómo resuenan ahora en nosotros; y también una lectura atenta, propia de lectoras especializadas, que al revisar y considerar sus horizontes de expectativas, propongan concretizaciones que respondan a las indeterminaciones que cada una de las investigadoras que conformamos el equipo de trabajo pudo reconocer y desarrollar para que El Quijote deje de ser un artefacto y lo convirtamos –mediante nuestra lectura y recreación- en objeto estético que incida en el fortalecimiento de nuestra humanidad.

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● Estructura por capítulos y subcapítulos.

Personajes femeninos protagónicos en El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha con referentes clásicos helenos y latinos

En cada cultura se han engendrado el mito, la tragedia y ese género tan ambiguo llamado novela. Son formas de aparición de imágenes de la vida que más allá del tiempo regular dominan el pasado más remoto y el futuro inalcanzable. Dominan, definen y hasta justifican los haceres y padeceres que forman la historia de un pueblo.

No ofrece duda de que Don Quijote de la Mancha es entre todas las imágenes creadas por la literatura española la que alcanza este lugar definitivo y definitorio para la conciencia española.

(Zambrano, La liberación de don Quijote, 2004)

El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha ha sido considerada la obra más importante escrita en lengua castellana, constituye el hito fundacional de la novela moderna, es la primera metanovela de la modernidad, y ha resultado un éxito de ventas, es el segundo libro más comprado después de la Biblia: “…Un ideal de lectura hacia el que nos encaminamos, y que, por otra parte, la invención subjetiva a propósito de El Quijote, que tiende a situarse más allá de la historia, es propia de la lectura cervantina desde la aparición del texto en 1604.”

(Nerlich, 2002, p. 153). La obra tiene tanto éxito, que intentan imitarla y entregar una segunda parte sin la intervención de Cervantes. La segunda parte se publica después de la aparición de El Quijote de Avellaneda, en 1615: “-Cervantes, con este desafío, se apresura a terminar su propia novela integrando algunas ideas del falsario, cuya inferioridad estética y filosófica recibe críticas de Don Quijote y Sancho Panza, a los que Cervantes permite que se pronuncien en su texto, transformándolo así en lo que la crítica actual denomina un metatexto.” (Nerlich, 2002, p. 155) Esta obra cervantina ha propuesto y ha consolidado para la modernidad dos arquetipos protagónicos: un héroe y un “antihéroe” que lo acompaña y complementa. Personajes que causan simpatía: “Ya en esa fecha (1614) los personajes de Don Quijote y de Sancho Panza habían entrado en el imaginario popular, como lo demuestra, por ejemplo, un desfile de disfraces en Heidelberg, en 1613.” (Nerlich, 2002, p. 154); pero no se los elige únicamente para celebraciones carnavalescas, también se recurre a ellos en celebraciones eclesiales y académicas, como la santificación de Ignacio de Loyola en Salamanca, por lo que podríamos encontrar desde el s.XVII relaciones de transtextualidad: … El triunfo cómico de don Quijote en el seno de la celebración de la beatificación de Ignacio de Loyola es justificado por la relación como un <<entremés>>que <<regozije un poco los actos tan graves que en estas fiesta ha avido –así, la gran misa del domingo precedente, el cortejo del martes, en el que un carro

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triunfal mostraba la sujeción de las cuatro partes del mundo a la predicación de Ignacio, o, también la oración del sábado, que atrajo a un auditorio más numeroso del que la iglesia podía contener-. La fórmula que asociaba el contrapunto burlesco de la presencia de don Quijote y de sus compañeros cervantinos o caballerescos con las devociones a los nuevos santos, Ignacio de Loyola o Teresa de Ávila, recientemente beatificados, no desaparece con las fiestas de Salamanca de 1610. (Roger, 2012, p. 52) Aunque

se afianza en el imaginario social desde el s. XVII, estos personajes cuentan también con referencias clásicas. Don Quijote es el caballero idealista, amante de su libertad, el loco-cuerdo, quien dice verdades –aunque incómodas-, el enajenado, “encantado”, pero que acierta en sus interpretaciones y lucha por conseguir ser coherente con las leyes de caballería entre ellas, la fidelidad que guarda a su dama ideal, Dulcinea, y en general, leyes que lo obligan a defender la justicia con el afán de “cambiar el mundo”; y Sancho, el escudero, el hombre realista en quien prima el sentido común y el pragmatismo, que se adecua a las situaciones para sobrevivir, desarrollado en la literatura sapiencial de tipo popularista y “cinizante” (Rodríguez Adrados, 2013).

Por otra parte, ¿cómo explicar que muchos de los personajes de ese texto, Don Quijote por descontado, pero también Sancho Panza y la famosa Dulcinea del Toboso, incluso la pequeña Maritornes, se hayan convertido en arquetipos y quizá en mitos, sin que posean las cualidades excepcionales de que disponen los grandes <<superhombres de masa>> que menciona Umberto Eco, héroes como Robin Hood, el conde de Montecristo, grandes traviesos como Till Eulenspiegel o incluso grandes inspiradoras como Beatriz y Laura? (Nerlich, 2002, pp. 152-153)

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha propone personajes complejos, significativos, excelentemente construidos, entre ellos, los personajes femeninos que aún resuenan en nuestros imaginarios sociales y personales, y cuya lectura y análisis resultan muy importantes, pues esta novela …adquiere definitivamente la dimensión de un texto guía para la literatura mundial, que ha estimulado tanto la reflexión filosófica sobre El Quijote en particular, sobre la novela y la literatura en general, como el imaginario popular.” …que el nombre de Dulcinea sea un término para designar <<de manera graciosa a una mujer que inspira una pasión novelesca>> a principios del siglo XVIII y que el nombre de Maritornes, del que se tiene constancia como adjetivo (<<malitorne>>) a partir de 1640, recupere su identidad como nombre propio para designar a una mujer vulgar en el siglo XVIII. (Nerlich, 2002, p. 156)

En esta referencia, Nerlich introduce a dos personajes femeninos que se encuentran al inicio de la obra: Dulcinea y Maritornes, en apariencia personajes ubicados en las antípodas.

Siguiendo algunos estudios, se suele afirmar que no es factible encontrar textos que focalicen su propuesta en los personajes femeninos: “En efecto, una revisión de la bibliografia quijotesca nos permite concluir que los estudios centrados en torno a lo femenino y a la mujer son escasos”, pero también confirman el papel importante que cumplen estos personajes en el desarrollo de la obra: "...a pesar de que muchos de los sucesos tienen como protagonistas a distintos hombres de todas las clases sociales de la época, son las mujeres las que causan la actividad, inspiran las aventuras o son objeto de luchas y contiendas" (Márquez, 1994, p. 5) Los personajes femeninos que Cervantes ha incorporado en las dos partes de El Quijote son significativos, no únicamente por su abundancia, sino por el papel que desempeñan: “Este 13

numeroso repertorio femenino es extraído del mundo literario, lo que revela la cultura literaria que tenía su autor que se manifiesta, además, en la serie de reflexiones criticas que repletan el texto; pero su genialidad consistió en agregar a ese conocimiento su toque personal: crea un nuevo género con modelos existentes en la tradición”. (Márquez, 1994) Tradición que se remonta a los clásicos, como lo testimonian las relaciones transtextuales que podemos encontrar en la obra, diálogos textuales con la literatura clásica, medieval y renacentista.

Dulcinea: idealización y ubicuidad

La mujer ideal por cuyo amor y honra se realizan las aventuras más “gloriosas” del caballero de la Triste Figura es Aldonza Lorenzo, convertida por el imaginario de don Quijote en Dulcinea del Toboso. No interviene directamente en la obra ni tiene contacto alguno con don Quijote, pero constituye un eje transversal en la novela, su presencia es ubicua, se encuentra en todos los lugares en los que está presente don Quijote: en la elección real y consciente del caballero para dedicar a su dama sus proezas, sus aventuras y desventuras; en el logos fictus dispuesto como libro–la publicación de la primera parte, leída y conocida por muchos, entre ellos, algunos personajes de la segunda parte de El Quijote, los duques; incluso los viajantes que encuentra en su camino a Barcelona y que han leído la segunda parte de El Quijote, y confirman que es falsa-; en la realidad conveniente entretejida con la ficción que confunde y se vuelve laberíntica, –el encantamiento de Dulcinea del que Sancho da testimonio auténtico; en la ficción intencional que satisfará la necesidad de “diversión” de los duques y sus sirvientes. En todos estos ámbitos, comprobamos que el caballero de la Triste Figura, el caballero de los Leones, siempre tendrá como musa, como sujeto que permite el accionar de su vida a Dulcinea, no importa cómo luzca, bajo los encantos de la idealización de don Quijote, bajo los hechizos de los crueles encantadores, bajo el engaño que Sancho elige fingiendo que Dulcinea es parte de un trío de “zafias labradoras”, don Quijote la reivindica como la mujer que no sólo dará fama a su caballero, sino también al Toboso, como Helena hizo inmortal a Troya. Concha Espina describe así a Aldonza Lorenzo: Allí, en el vecino lugar, bien ajena a las ansias del romántico amador, vive Aldonza Lorenzo, <<una moza labradora y alegre, tostada del sol y el aire, llena de brío y de salud, como criada a los pechos de la madre Naturaleza; recatada y esquiva, pero sin artificios ni melindres…hermosa, honesta principal, pero capaz también de rastrillar el lino y trillar en la era como el más pintado mozo de su pueblo: una Ceres, en fin, del manchego solar, coronada de rubias espigas y de bermejas amapolas. (Espina, 1946, p. 26)

En la segunda parte, cuando la duquesa se encuentra y reconoce a don Quijote y a Sancho, utilizando el recurso de la captatio benevolentiae y abordar a don Quijote, señala: “Viva mil siglos la gran Dulcinea del Toboso, y sea su nombre entendido por toda la redondez de la tierra, pues mereció ser amada de tan valiente y tan honesto caballero…” (II, XLIV, 502). A lo que don Quijote responde inmediatamente: “-Vuestra altitud ha hablado como quien es; que en la boca de las buenas señoras no ha de haber ninguna que sea mala; y más venturosa y más 14

conocida será en el mundo Dulcinea por haberla alabado vuestra grandeza que por todas las alabanzas que pueden darle los más elocuentes de la tierra”. (II, XLIV, 502).

Como parte de la impostura que los duques se han propuesto para divertirse a costa de don Quijote y Sancho, la duquesa ha solicitado a una de sus doncellas que finja ser una dama enamorada, Altisidora, quien sufre de amor porque no es ni puede ser correspondida por don Quijote, pues él ama únicamente a Dulcinea y le ha jurado fidelidad. Altisidora compone un romance –que relaciona a Dulcinea y a ella misma con Dido y Ariadna- y lo canta para don Quijote, en él se destaca la suerte y la fama de Dulcinea al haber conseguido el amor del caballero, a diferencia de Altisidora, quien sólo puede quejarse por no “merecerlo” y por no conseguir quebrantar los votos de fidelidad de don Quijote: Muy bien puede Dulcinea, Doncella rolliza y sana, Preciarse de que ha rendido A una tigre y fiera brava.

Por eso será famosa Desde Henares a Jarama, Desde el Tajo a Manzanares, Desde Pizuerga hasta Arianza. (II, XLV, 504)

Don Quijote asume que padece este acoso cuando se encuentra con personajes femeninos -que no tienen una pareja establecida o deseada, o cuando son víctimas de la “ociosidad”-, aunque esto no impide que el caballero esté seguro de su virtud: le será fiel a su señora Dulcinea hasta el final de sus días, pero se queja porque no le permiten mantener la paz de sus afectos ni de sus decisiones: <<¡Que tengo de ser tan desdichado andante, que no ha de haber doncella que me mire que de mí no se enamore…! ¡Que tenga de ser tan corta de ventura la sin par Dulcinea del Toboso, que no la han de dejar a solas gozar de la incomparable firmeza mía…! …Mirad, caterva enamorada, que para sola Dulcinea soy de masa y alfeñique, y para todas las demás soy de pedernal: para ella soy miel, y para vosotras acíbar; para mi sola Dulcinea es la hermosa, la discreta, la honesta, la gallarda, la bien nacida, y las demás las feas, las necias, las livianas y las de peor linaje; para ser yo suyo, y no de otra alguna, me arrojó la naturaleza al mundo… yo tengo de ser de Dulcinea, cocido o asado, limpio, bien criado y honesto, a pesar de todas las potestades hechiceras de la tierra.>> (II, XLV, 505)

Pues aunque los encantadores hayan convertido a la “sin par Dulcinea” en una labradora “zafia”, él conserva su imagen ideal en su mente y en su corazón, eso es suficiente para él, ha elegido superar el nivel fenoménico y sólo puede redimir lo esencial: el ideal de belleza encarnado en la dama de su elección.

La “señora de sus pensamientos”, “extremo del valor que puede desearse”, término de la humana gentileza”, y por ahí adelante: es la supervivencia del prototipo platónico de lo bello, la sublime Minne de los trovadores germanos, la donna gentile del dolce stile nuovo, es Beatriz, la gloriosa donna della mia mente. Y toda esta munición retórica y poética se dispara sobre tres feas y zafias labriegas. El tiro es

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disparado al aire. Don Quijote no puede ser acogido graciosamente ni puede tampoco ser rechazado; todo se reduce a un quid pro quo grotesco y divertido. Para descubrir en esta escena alguna seriedad o un sentido profundo oculto, sería menester violentarla.

(Auerbach, 1975, p. 323)

La duquesa reconviene a Sancho porque ha engañado a don Quijote haciéndole creer que era una labradora, ha conseguido que se arrodille ante ella –y sus dos compañeras- aunque supiera que este supuesto encantamiento provocará terribles sufrimientos en el caballero; la duquesa se ha enterado de estos hechos pues ha leído y conoce la primera parte de las aventuras de don Quijote. Sancho pasa de la ficción a lo real: ya no es sólo un personaje de novela, es real en la verdad ficcional de la segunda parte de la obra; el engaño de la ficción es confirmado como tal en este segundo nivel de ficción, el escudero que será gobernador confiesa que todo ha sido mentira.

-Ahora que estamos solos, y que aquí no nos oye nadie, quería yo que el señor gobernador me absolviese ciertas dudas que tengo, nacidas de la historia que del gran don Quijote anda ya impresa: una de las cuales dudas es que pues el buen Sancho nunca vió a Dulcinea, digo a la señora Dulcinea del Toboso, ni le llevó la carta del señor don Quijote, porque se quedó en Sierra Morena, cómo se atrevió a fingir la respuesta, y aquello de que la halló ahechando trigo, siendo todo burla y mentira, y tan en daño de la buena opinión de la sin par Dulcinea… …lo del encanto de mi señora Dulcinea, que le he dado a entender que está encantada, no siendo más verdad que por los cerros de Úbeda.(II, XXXIII, 461)

Pero los niveles del ser y del parecer se van a trastocar, también en la realidad ficcional de la segunda parte, la duquesa aclara a Sancho que ella conoce –cuenta- con encantadores propios, y ellos le han informado que el engaño no es tal, pues en realidad Dulcinea ha sido transformada; esto causa gran confusión en la simpleza de Sancho, y los lectores asumimos que debemos prepararnos para una serie de mentiras concebidas como verdaderas que se pondrán bajo nuestra consideración en el desarrollo de esta aventura con el único fin de burlarse de don Quijote y Sancho para conseguir diversión y romper la rutina de su cotidianidad: …y sepa el señor Sancho Panza que también tenemos acá encantadores que nos quieren bien, y nos dicen lo que pasa por el mundo, pura y sencillamente, sin enredos ni máquinas; y créame Sancho que la villana brincadora era y es Dulcinea del Toboso, que está encantada como la madre que la parió; y cuando menos nos pensemos, la habemos de ver en su propia figura, y entonces saldrá Sancho del engaño en que vive. (II, XXXIII, 463)

A continuación, en el castillo de los duques aparece un carro con Dulcinea, que gracias a la magia del gran Merlín, quien se identifica como “diablo”, -recordemos el significado etimológico de la palabra: el que confunde, el que trastrueca, el que cambia de lugar para conseguir el engaño-. Pero Merlín no viene solo, lo acompañan tres sabios, Lirgandeo, Alquije y Arcalaus, además de seis tropas de encantadores. Dulcinea ha podido recuperar su esencia, momentáneamente, para recordar el dolor que le ha producido su “encantamiento”, y por lo tanto, hallar una manera de liberarse de él:

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-Yo soy el diablo, voy a buscar a don Quijote de la Mancha; la gente que por aquí viene son seis tropas de encantadores que sobre un carro triunfante traen a la sin par Dulcinea del Toboso. Encantada viene con el gallardo francés Montesinos a dar orden a don Quijote de cómo ha de ser desencantada la tal señora… …y en levantado trono venía sentada una ninfa, vestida de mil velos de tela de plata, brillando por todos ellos infinitas hojas de argentería de oro, que la hacían, si no rica, a lo menos, vistosamente vestida.

Las indicaciones son claras, Merlín y sus consejeros han determinado que son necesarios 3300 azotes que Sancho deberá infligirse para desencantar a Dulcinea. Leemos además que Dulcinea no sólo está presente en el mundo de los vivos, sino que su dolor es tan terrible, que sus lamentos pueden escucharse en el inframundo, en el Hades y no podemos olvidar a Psique o los lamentos de Orfeo por la pérdida de Eurídice: En las cavernas lóbregas de Dite, Donde estaba mi alma entretenida En formar ciertos rombos y caráteres Llegó la voz doliente de la bella Y sin par Dulcinea del Toboso.

Supe su encantamiento y su desgracia, Y su transformación de gentil dama En rústica aldeana; condolíme, Y encerrando mi espíritu en el hueco Desta espantosa y fiera notomía, Después de haber revuelto cien mil libros De esta mi ciencia endemoniada y torpe Vengo a dar el remedio que conviene A tamaño dolor, a mal tamaño…(II, XXXV, 470)

Pero Sancho no está dispuesto a cumplir esta indicación que compromete su bienestar corporal, Dulcinea no es su dama ideal, ¿por qué habría de ser él quien sufra para desencantarla?

Dulcinea no es la Aldonza Lorenzo que él conoce y a quien ha tratado de describir para que don Quijote conozca realmente quién es su dama ideal, tampoco es la labradora “saltarina”, esta Dulcinea ha salido de su aldea –ha viajado- y se encuentra en el carro triunfal de Merlín, quien ha venido desde las “lóbregas cavernas de Dite” para dar luz sobre cómo conseguir que ella vuelva a su esencia; por esta razón, la imprecación de esta Dulcinea-ninfa que ha conseguido trascender las dimensiones espacio-temporales, logra un efecto oracular al hacer escuchar su voz: …levantóse en pie la argentada ninfa que junto al espíritu de Merlín venía, quitándose el sutil velo del rostro, le descubrió tal, que a todos pareció más que demasiadamente hermoso; y con un desenfado varonil y con una voz no muy adamada , hablando derechamente con Sancho Panza, dijo: -¡Oh, malventurado escudero, alma de cántaro, corazón de alcornoque, de entrañas guijeñas y apedernaladas! Si te mandaran, ladrón descuellacaras, que te arrojaras de una alta torre al suelo, si te pidieran, enemigo del género humano, que te comieras una docena de sapos, dos de lagartos y tres de culebras, si te persuadieran a que mataras a tu mujer y a tus hijos con algún truculento y agudo alfanje, no fuera maravilla que te mostraras melindroso y esquivo;…

Muévate, socarrón y mal intencionado monstruo, que la edad tan florida mía… se consume y marchita debajo de la corteza de una rústica labradora; y si ahora no lo parezco, es merced particular que me ha hecho el señor Merlín, que está presente, sólo porque te enternezca mi belleza: que las lágrimas de una afligida hermosura vuelven en algodón los riscos, y los tigres en ovejas… y pon en libertad la lisura de mis carnes, la mansedumbre de mi condición y la belleza de mi faz; y si por mí no quieres ablandarte ni

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reducirte a algún razonable término, hazlo por ese pobre caballero que a tu lado tienes: por tu amo, digo, de quien estoy viendo el alma, que la tiene atravesada en la garganta, no diez dedos de los labios, que no espera sino tu rígida o blanda respuesta, o para salirse por la boca, o para volverse al estómago. (II, XXXV, 471)

Don Quijote permanecerá fiel a sus decisiones, -desde su elección consciente- a su amor, a su ideal; así lo manifiesta en un romance que compone y lo canta en el palacio de los duques: Dulcinea del Toboso Del alma en la tabla rasa Tengo pintada de modo, Que es imposible borrarla.

La firmeza en los amantes Es la parte más preciada, Por quien hace Amor milagros, Y así mesmo los levanta. (II, XLVI, 511)

Dulcinea merece todos los esfuerzos y sacrificios que pueda realizar don Quijote, incluidos los daños físicos a los que lo someten los duques y Altisidora con la “desventura” de los gatos; la crueldad que caracteriza el engaño -en las intenciones de los “cuerdos” duques y sus sirvientes, el nivel del ser se impone con argucias al nivel del parecer- acciones que tienen como fin conseguir diversión, aunque la crueldad elegida sea grotesca para poner a prueba el amor idealizado y fiel que inspira Dulcinea; esto contrasta con la entereza estoica de don Quijote dispuesto a mantener su fidelidad y no traicionar las promesas de amor realizadas -en las intenciones del “loco caballero”, el nivel del ser y el nivel del parecer concuerdan, aunque asumirlo implique sufrimiento-, pero él está preparado para ello y muestra su paciente y digna entereza, a pesar de todo lo que tiene que soportar… y escuchar: … desde encima de un corredor que sobre la reja de don Quijote a plomo caía, descolgaron un cordel donde venían más de cien cencerros asidos, y luego tras ellos derramaron un gran saco de gatos, que asimismo traían cencerro menores atados a las colas. …( un gato) le saltó al rostro y le asió de las narices con las uñas y los dientes, por cuyo dolor don Quijote comenzó a dar los mayores gritos que pudo. …

-Todas estas malandanzas te suceden, empedernido caballero por el pecado de tu dureza y pertinacia; y plega a Dios que se le olvide a Sancho tu escudero el azotarse, porque nunca salga de su encanto esta tan amada tuya Dulcinea, ni tú la goces, ni llegues a tálamo con ella, a lo menos, viviendo yo (Altisidora), que te adoro. (II, XLVI, 511-512)

Luego de soportar tantos requerimientos de Altisidora, la sentencia de Merlín que no está en sus manos concretar, la ausencia de Sancho y la lejanía, el recuerdo de Dulcinea como la dama elegida podría evanescerse: el caballero la ha visto desaparecer nuevamente junto a Merlín, no ha recibido cartas, no guarda una prenda suya; las referencias de Sancho sobre la reacción que tuvo su señora frente a la carta entregada cuando don Quijote estuvo en Sierra Morena es totalmente contraria a la que imaginaba; sabe que Dulcinea está encantada, recuerda el encuentro con las tres labradoras, ahora debe sobrellevar los requiebros persistentes de Altisidora y prepararse para escuchar –con temor- los de la ama Rodríguez… A pesar de esto, su corazón se mantiene firme como el de Odiseo, “resiste corazón, has conocido males peores…”; don Quijote 18

elige entonces la oralidad para cobrar ánimo, y lo hace en alta voz, para escuchar la fuerza de sus propias palabras que le infundirán entereza, y para asegurar que la posible seductora también lo escuche y ceje en su intento; Dulcinea podrá estar en cualquier lugar, pero permanecerá en su interior, es parte de don Quijote: Temiendo que podría “faltar a la fee que guardar debía a su señora Dulcinea del Toboso”. <<No –dijo, creyendo a su imaginación, y esto, con voz que pudiera ser oída-; no ha de ser parte la mayor hermosura de la tierra para que yo deje de adorar la que tengo grabada y estampada en la mitad de mi corazón y en lo más escondido de mis entrañas, ora estés, señora mía, transformada en cebolluda labradora, ora en ninfa del dorado Tajo, tejiendo telas de oro y sirgo compuestas; ora te tenga Merlín o Montesinos donde ellos quisieren; que adonde quiera eres mía y adoquiera he sido yo, y he de ser, tuyo.>> (II, XLVIII, 519)

Al aproximarse el fin de la obra, ni siquiera su derrota frente al caballero de la Blanca Luna consigue que reniegue de su convicción, Dulcinea, su dama, su musa, su ideal, su fortaleza, es la mujer más hermosa del mundo: Don Quijote, molido y aturdido, sin alzarse la visera, como si hablara dentro una tumba, con voz debilitada y enferma, dijo: -Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo, y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. ¡Aprieta, caballero, la lanza, y quítame la vida, pues me has quitado la honra! (II, LXIV, 596)

Al regresar a su hogar, comprueba que Dulcinea también está en la segunda parte apócrifa, lo que lamenta y condena; ha suplicado y recordado a Sancho la promesa contraída para “desencantar” a Dulcinea gracias a los 3300 azotes que debería infligirse, lo ha hecho a lo largo del camino de retorno, pero cuando está llegando a casa, ya no insiste más, … asume la “realidad” develada en el encuentro con los niños y con los cazadores, entiende que la liebre que se escapa constituye un signo negativo que anuncia que no podrá encontrar jamás a la Dulcinea idealizada que ha forjado en su condición de caballero andante: “-¿No adviertes, amigo, lo que aquel muchacho ha dicho: <<no la has de ver en todos los días de tu vida>>?... ¿No ves tú que aplicando aquella palabra a mi intención, quiere significar que no tengo de ver más a Dulcinea?... –¡Malum signum! ¡Malum signum! Liebre huye; galgos la siguen: ¡Dulcinea no parece!” (II, LXXIII, 623) Alonso Quijano el Bueno ha vuelto a su hogar y recuperado su cordura, organiza sus asuntos, a compone y firma su testamento, se preocupa por la suerte de su sobrina y por el ama que lo han asistido, que le han suplicado que recupere la razón, que han temido por su posible elección de convertirse en poeta pastor. Dispone su herencia: su sobrina tendrá derecho a ella siempre y cuando no se case con un amante de las novelas de caballería, de lo contrario, no tendrá acceso a nada, pues el dinero y los bienes se destinarán a obras de caridad: ha debido desaparecer el caballero andante para que desaparezca la idealizada Dulcinea: -Señores -dijo don Quijote- vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño.

Yo fuí loco, y ya soy cuerdo; fuí don Quijote de la Mancha y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuesas mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación que de mí se tenía. (II, LXXIV, 628)

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Aún así, a pesar de que al final de la obra no se menciona a Dulcinea, la dama de don Quijote no desaparece, forma parte de las figuras femeninas más conocidas y añoradas desde el renacimiento hasta nuestros días, no puede desaparecer, no puede ser olvidada por quienes hemos leído la novela, como la filósofa María Zambrano señala: Aquella mujer, Aldonza, nada tenía de sombra ni de alas; su risa, nada de rumor; todo era preciso, estaba, estaba siempre; más que existir, estaba, y no había modo de acostumbrarse a esa presencia. Ni la mirada, ni la distracción, ni siquiera la intimidad inevitable, conseguían amansar el hecho de su estar; no había en ella esa docilidad de todas las presencias; aun de las peñas y muros que acaban por adelgazarse cuando son mirados largamente, cuando se les ha tocado. Pues sucede, sin que de ello nos demos mucha cuenta, que el ver y tocar los cuerpos los usa y los gasta, hasta los idealiza un poco; el uso de los sentidos consigue una cierta desmaterialización de ciertas corpóreas realidades. Con Aldonza no sucedía así; ella seguía estando ahí, con la brutalidad del hecho, sin más, como un hecho irreductible, pues que nunca se despojaba de nada; una fiera sin caverna. Una realidad sin ese hueco del que todo lo real parece emerger. (Zambrano, 1988)

Maritornes: del sufrimiento, la complacencia y la compasión

En la revisión bibliográfica sobre los personajes femeninos de El Quijote, no hemos encontrado una referencia clásica sobre Maritornes (Prado Esteban Diezma, 2012), (Zimic, 1998), (Espina, 1946), (Chauca Edward, 37), (Godoy Gallardo, 1994). Tanto en el texto como en los estudios se describe a este personaje como una mujer poco agraciada pero fuerte, que se ha desplazado de su tierra, que ha sufrido, que conoce y acepta su condición de servidumbre para cumplir las órdenes de sus patrones y complacer la lascivia de los arrieros, que no busca crear ni reclamar vínculos duraderos: “…el erotismo, con excepción del episodio de Maritornes, queda relegado a escenas más bien relamidas de las novelitas de estilo italiano. Aquellas castas damas sólo esperan a la mentirosa propuesta de matrimonio para entregarse: “y tras salirse mi doncella, dejé yo de serlo”, dice una de ellas. Y a los pastores y pastoras enamorados.

(Rodríguez Adrados, 2013, p. 563). Cuando escucha a don Quijote no entiende su lenguaje ni la condición de caballero andante, pues no es aficionada a las novelas de caballería, para ella el lenguaje que usa el caballero es “como griego”; a pesar de esto, trata de ayudar a don Quijote, se conduele de su condición cuando llega golpeado a la venta y en conjunto con la hija del ventero, trata de brindarle algo de alivio y descanso: Servía en la venta asimismo una moza asturiana, ancha de cara, llana de cogote, de nariz roma, del un ojo tuerta, y del otro no muy sana. Verdad es que la gallardía del cuerpo suplía las demás faltas: no tenía siete palmos de los pies a la cabeza, y a las espaldas, que algún tanto le cargaban, la hacían mirar al suelo más de lo que ella quisiera. (I, XVI, 76)

Debido a una confusión –equívocos que encontramos en la falta de concertación del nivel del ser y del parecer -en esta ocasión sin visos de malicia-, Maritornes tendrá un contacto corpóreo con don Quijote, aunque él quiera racionalizar la necesidad de no ceder a la tentación debido a su amor y fidelidad a Dulcinea: 20

Había el harriero concertado con ella que aquella noche se refocilarían juntos, y ella le había dado su palabra… Y cuéntase de esta buena moza que jamás dio semejantes palabras que no cumpliese, aunque las diese en un monte y sin testigo alguno, porque presumía muy de hidalga; y no tenía por afrenta estar en aquel ejercicio de servir en la venta, porque decía ella que desgracias y malos sucesos la habían traído a aquel estado. (I, XVI, 78)

Así, protagoniza una de las aventuras en las que don Quijote será golpeado en medio de una pequeña debacle, una lucha laberíntica por causa de Maritornes. Después volvemos a encontrarla cuando deja colgado de la muñeca a don Quijote, sin que pueda liberarse del nudo corredizo que lo ataba.

El tema de las dos Dulcineas, la de don Quijote y la Aldonza Lorenzo de Sancho, entra en este capítulo. Es el tema de la falsa belleza o, si se quiere, de la falsedad de la belleza. El contraste entre quién es, en realidad, Maritornes y cómo la imagina don Quijote pertenece al mismo prototipo. (Rodríguez Adrados, 2013)

A pesar de no contar con referentes clásicos explícitos en la novela, nosotros relacionamos a Maritornes con Baubo, quien es la única que consigue hacer sonreír a Démeter, a pesar de su desconsuelo y el desamparo que siente por la pérdida de su hija Perséfone. Baubo se relaciona con chistes y una danza lasciva que recuerdan a la diosa que puede tener otro hijo y por lo tanto, no debe angustiarse por no saber dónde se encuentra su hija Perséfone.

Maritornes-Baubo es el único referente erótico explícito que entra en contacto con don Quijote, lo ha cuidado, lo ha sentido cercano, lo ha involucrado en una confusa pelea por la supuesta “exclusividad” de sus favores, lo ha despedido sometiéndole a la prueba de la risa, causada por la inacción.

Marcela, el amor en libertad

En su primera salida, y después de armarse caballero e intervenir en asuntos que él está seguro que le concernían como caballero andante, don Quijote se interna en Sierra Morena, el caballero departe con unos cabreros; le cuentan la historia de Olalla en un poema; el caballero encuentra la oportunidad privilegiada para realizar el elogio de la edad de oro y la crítica a la edad de hierro, esencialmente en lo que se refiere a la dignidad y protección que requieren las mujeres en esa sociedad.

-Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío … Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia…Entonces se decoraban los concetos amorosos del alma simple y sencillamente, del mismo modo y manera que ella los concebía, sin buscar artificioso rodeo de palabras para encarecerlos. No había la fraude, el engaño, ni la malicia mezclándose con la verdad y la llaneza. La

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justicia se estaba en sus propios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interese, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen … Las doncellas y la honestidad andaban como tengo dicho, por dondequiera, solas y señeras, sin temor que la ajena desenvoltura y lascivo intento las menoscabasen, y su perdición nacía de su gusto y propia voluntad. Y agora en estos nuestros detestables tiempos no está segura ninguna, aunque la oculte y cierre otro nuevo laberinto de Creta; porque allí, por los resquicios o por el aire, con el celo de la maldita solicitud, se les entra la amorosa pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al traste. Para cuya seguridad, andando más los tiempos y creciendo más la malicia instituyó la orden de los caballeros andantes… (I, XI, 55-56)

Los hipotextos que se relacionan con este pasaje los encontramos en Hesíodo y en Ovidio, ellos tratan “las edades de los hombres” en Los trabajos y los días y Metamorfosis, respectivamente. Apenas ha terminado su intervención, le refieren a don Quijote la trágica historia de Grisóstomo, estudiante de Salamanca, “muy sabio y muy leído”, quien practica su astrología, y gracias a esto, él, su padre y sus amigos han conseguido riquezas. Al aburrirse con sus predicciones astronómicas para conseguir buenas cosechas, ha buscado otra ocupación, se ha dedicado a ser “grande hombre de componer coplas”; por lo que decide huir de la realidad cotidiana que no tiene ya encantos que brindarle, convertirse en pastor bucólico,… entonces se encuentra con quien él piensa debería ser “su amada”, la pastora ideal, Marcela.

La joven es huérfana de madre desde el nacimiento –nos recuerda la historia de Camila en la Eneida-, posee riqueza propia, ha decidido salir de la casa de su tío sacerdote para compartir su vida con las zagalas del lugar, guardar su propio ganado, tener conversaciones casuales con ellas; está convencida de que es por voluntad del cielo que ella no ame por destino, por lo que tampoco puede amar por elección. No puede, no quiere corresponder el supuesto amor que manifiesta Grisóstomo por ella, aunque ella le ha advertido, en vano, que no podrá conquistarla ni con su dinero, ni con sus poemas bucólicos, ni con sus requiebros amoroso, ni con su desesperación que lo llevaría a la muerte.

Así se introduce en la trama de El Quijote esta joven que reivindica su derecho a andar “sola y señera con su honestidad”, como era propio en la edad de oro. Pero esto parece comprenderlo y aceptarlo únicamente Marcela y don Quijote, pues los amigos de Grisóstomo la encuentran culpable de la muerte de su amigo, le reprochan haber asistido al funeral que él dejara indicado, pero Marcela interviene en forma oportuna y efectiva: ella no podía corresponder al amor que “padecía” el bachiller que ha decidido ser pastor; Marcela ha elegido vivir sin ataduras, disfrutar de la compañía de quienes ella elija, de otras pastoras, y dada la seguridad de sus decisiones, se niega rotundamente –y lo hace público- a perder su libertad.

Su voz demuestra su decisión: permanecer sola con su hermosura y su libertad conquistada, reivindica así su capacidad de hacer suyas las palabras para dejar claro que ella es dueña de sí misma. Espina la describe en estos términos: Llamábase Marcela, y vivió desde niña bajo la custodia de un clérigo, tío suyo, y beneficiado en el lugar.

Huérfana y rica, hermosa como aquellas Galateas, Dianas y Circes de la musa bucólica; discreta amable y honestísima, como educada que fue con el recato y la mesura convenientes… (Espina, 1946, p. 34) …Es, para el arte pagano, Artemisa, la hermana de Apolo, casta diosa de los altos goces, llena de gracia

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lunar, personificación de la celeste luz. Para el sentimiento cristiano es la virgen pulcra y austera, mística rosa de la soledad, peregrina del divino amor. (Espina, 1946, p. 39)

Marcela, al conseguir hacer escuchar su voz, ejerce su derecho a la parresía, participa de las características de Medea y de Atenea quienes poseen “su palabra” acompañada por la facilidad de argumentación que desarrollan. Medea declara a las mujeres de Corinto: “Pues la justicia no habita en los ojos de los mortales que, antes de conocer claramente los sentimientos de un hombre, le odian solo con verlo, sin haber sufrido injusticia alguna...” y también la complejidad de la condición femenina: “...De todos los seres animados y dotados de pensamiento las mujeres somos el más desdichado…” (Eurípides, 2008), pues argumenta que las mujeres son tratadas como perpetuas “menores”, siempre dependientes.

Atenea, por su parte, crea el tribunal del Areópago para juzgar a Orestes, establece la necesidad de contar con un juicio justo; ella tendrá el voto dirimente, siempre, aunque no esté presente físicamente; determina que se escuche a las partes que han participado en una acción de sangre antes de juzgarlas. Y Marcela demuestra estas coincidencias al exigir que no la culpen por el suicidio de Grisóstomo: ella nunca le dio falsas esperanzas, ella conoce lo que desea y está dispuesta a cumplir con sus determinaciones, su belleza no puede constituirse en un impedimento para su añorada libertad. También comparte la determinación de Ártemis, por el apasionamiento que caracteriza la defensa de su libertad contra quienes la zahieren y la deshumanizan cuando Ambrosio la compara con un basilisco de las montañas, con un ser sin compasión que “se ufana de sus crueles hazañas”, con “el despiadado Nero” que contempla “el incendio de su abrasada Roma”, o le pregunta si ha venido a “pisar arrogante este desdichado cadáver, como la ingrata hija al de su padre Tarquino...” (I, XIV, 69) La paratextualidad que utiliza Ambrosio demuestra que los amigos de Grisóstomo no aceptan esta innovación que no reconoce el servilismo, que contraviene el “orden natural”, especialmente porque esta decisión procede de una mujer que desconoce el orden establecido impuesto en su sociedad: ...digo que cuando en ese mismo lugar donde ahora se cava su sepultura me descubrió la bondad de su intención, le dije yo que la mía era vivir en perpetua soledad, y de que sola la tierra gozase el fruto de mi recogimiento y los despojos de mi hermosura...Porfió desengañado, desesperó sin ser aborrecido: ¡mirad ahora si será razón que de su pena se me dé a mí la culpa! Quéjese el engañado, desespérese aquel a quien le faltaron las prometidas esperanzas; confíese el que yo llamare; ufánese el que yo admitiere, pero no me llame cruel ni homicida aquel a quien yo no prometo, engaño, llamo ni admito. El cielo aún hasta ahora no ha querido que yo ame por destino, y el pensar que tengo de amar por elección es escusado. ... El que me llame cruel o basilisco, déjeme como cosa perjudicial y mala; el que me llama ingrata, no me sirva: el que desconocida, no me conozca; quien cruel, no me siga; que esta cruel y esta desconocida ni los buscará, servirá, conocerá ni seguirá en ninguna manera. Que si Grisóstomo mató su impaciencia y arrojado deseo, ¿por qué se ha de culpar mi honesto proceder y recato? (I, XIV, 70)

También don Quijote cuestiona y reconoce como edad de hierro la sociedad que impone “el orden” y establece las estructuras sociales que deben cumplirse y respetarse aunque se cometan tantas injusticias para conservarlo; don Quijote, como caballero, se ha propuesto combatirlo; y se muestra coherente con su decisión, su areté lo demanda así, él se asegurará de 23

que nadie detenga o persiga a Marcela, declara que “sea honrada y estimada de todos los buenos del mundo, pues muestra que en él ella es sola la que con tan honesta intención vive” (I, XIV, 71) y advierte que está dispuesto a defenderla con “furiosa indignación”: De otro lado, en el mundo caballeresco que don Quijote añora, la nobleza, de la que hidalgos y caballeros son parte esencial, justifica sus propios poderes y privilegios, y el estado de sumisión de los demás estamentos, por la función específica que la propia ideología dominante asigna a cada grupo; el pueblo bajo ha sido creado por Dios para cultivar el suelo y asegurar el sustento de la sociedad; el clero tiene la obligación de ocuparse de los ministerios de la fe; y la nobleza ha de realizar la virtud, administrar justicia y defender al pueblo. Don Juan Manuel explicaba que: …los estados del mundo son tres, oradores, defensores, labradores (…) el mayor e más honrado estado que es entre los legos es la caballería…ca los caballeros son para defender et defienden a los otros, et los otros deben pechar et mantener a ellos. (Don Juan Manuel, Libro del caballero et del escudero, BAE,LI, Pág. 236) … Esta división tripartita, que convierte a los poderosos en defensores de la sociedad, tiene su expresión jurídica en los vínculos de vasallaje y los contratos de encomendación, por lo que el plebeyo se somete a un señor a cambio de protección, y en el estatuto legal, y los fines que las leyes asignan a la Orden de la Caballería: el caballero, al recibir las armas, queda obligado a defender la fe cristiana, la sociedad y el estado: a proteger a los débiles, las mujeres y los niños; y a practicar la valentía en el combate, el odio al atropello, la magnanimidad con el débil, el respeto inquebrantable a la fe jurada, y el culto a la mujer (Luis García de Valdeavellano, Historia de España. De los orígenes a la Baja edad Media, Madrid, Edit. Revista de Occidente, 1952, pág. 943) (Salazar Rincón, 1986, p. 140)

Algunos autores han planteado la posibilidad de que Marcela decide permanecer sola e ignorar las solicitudes porque los amores terrenales no la satisfacen, ella busca otro amor, el místico, el que le hable y le permita la trascendencia: Insinuación de un amor místico, trascendente: Es que Marcela de veras tiene tal Novio o, más bien, desea con el más intenso fervor tenerlo, por lo cual todos esos pretendientes que ya “la andan requebrando por los campos”, como también todos los aún más extraordinarios que pudiese imaginar, siempre le parecerían, como amantes, nimios, desdeñables, y ¡tan ridículos en su presuntuosa, aunque inconsistente, rivalidad amorosa con ese Novio! Aparentemente, Marcela tiene hondas preocupaciones íntimas excitantes ansias espirituales, germinadas en el hogar solitario sin madre, y cultivadas cada día con más intensa y fervorosa entrega. (Zimic, 1998, p. 46)

Habría que considerar que si Marcela quisiera conseguir esa experiencia mística, podría haber acudido a un monasterio, pero no lo hace, ella elige quedarse en el mundo -sin pertenecer totalmente a él-está en la sierra, sin ataduras, dueña y señora de sí misma, incluso para vivir una vida consagrada, pero libre: …Los críticos y entre ellos Poggioli, prestigioso conocedor de la literatura bucólica, se desentienden de las posibles aspiraciones místicas de Marcela, aparentemente por ver en ella una perpetuación de estereotípicas pastoras literarias. Con tales prejuicios hasta se nos aconseja que no tomemos “too seriously the claim Marcela makes at the end of her speech, when she says that one of her life’s tasks will be that heavenly contemplation which initiates a mortal’s soul into its immortal bliss.” ¿Por qué “tomarlo en serio”, cuando Poggioli asegura que se trata más bien de “self-love”, “misanthropy”, etc…? (Hart y Rendall, “Marcella’s Adress to the Sheppards”, 297). La gran originalidad de Marcela consiste precisamente en no ser ya una típica pastora literaria, o una abstracción filosófica, como piensan muchos críticos, (Rosales, Cervantes y la libertad, vol.1, 159), sino la representación de un extraordinario pero genuino ser humano, de fervorosa vida interior. (Zimic, 1998, p. 48)

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María Zambrano asume la poesía mística para afirmar que la naturaleza toda representa al amado; el motivo del amor -que genera vida, que se confronta a la muerte- es una fuente de trascendencia: El amor y la muerte aparecen siempre juntos, y para algunos que no alcanzan a disociarlos-el amor o la muerte- lo suyo es decir “el amor o muero”, Y al fin obtiene el amor; el amor inexistente; a inexistencia de lo amado, y del amor mismo –libre de muerte.

También El cántico espiritual, de san Juan de la Cruz, es el canto a la ausencia del amado. Aquí explicable, asimismo, porque su amado no es visible. Pero en la poesía profana de este tiempo y del anterior se vería también constantemente este motivo de ausencia y de continua búsqueda de las huellas del amado. La naturaleza entera se transforma: ríos, árboles, prados y hasta la luz misma conservan la huella de la presencia amada, siempre esquiva e inalcanzable. (Zambrano, Discurso de recepción del Premio Cervantes, 1988)

Luscinda y Cardenio, el laberinto de amor

El siguiente encuentro que tendrá don Quijote en Sierra Morena será con Cardenio, un joven que comparte su condición de insania, pasa de la urbanidad al furor: “…Cardenio es como un doble de Don Quijote, quien también oscila entre entendimiento y despropósito, entre urbanidad y violencia… Cardenio y don Quijote alimentaron sus desatinos con las mismas lecturas: las de las novelas de caballería. A pedido de Don Quijote, Cardenio comienza el relato de su historia, que supone una rememoración trabajosa y dolorosa… (Roger, 2012, p. 33), ha decidido refugiarse en la sierra, y no en las mejores circunstancias, debido a un desengaño amoroso y por la traición de un noble de España, Fernando.

Cardenio introduce en su relato a otro personaje femenino importante, Luscinda; se dispone a contar su historia, pero bajo una condición: no pueden interrumpirlo, para no alargar su dolor. “… La anamnesis, que moviliza los procedimientos capaces de recuperar la memoria del pasado, es un ejercicio penoso que repite los sufrimientos antiguos. Debe ser breve y no soporta las interrupciones que recuerden el dolor.” (Roger, 2012, p. 34) La historia de Luscinda y Cardenio tiene como hipotexto la historia de Píramo y Tisbe, que la encontramos desarrollada en Metamorfosis de Ovidio. Cardenio inicia su relato: los dos crecieron juntos, se amaron, estaban dispuestos a casarse, pero el padre de Cardenio lo envía a la casa de Fernando para que gane en experiencia, lo que aparentemente le servirá en el futuro.

Cardenio conoce a Fernando, comparte con él la historia de su amor por Luscinda, le enseña sus cartas, habla sobre su probidad y hermosura, le confiesa sus planes para casarse con ella… Cardenio es un gran aficionado a las novelas de caballería, al igual que su amada Luscinda, recuerda que ella quería leer el Amadís de Gaula y Cardenio aprovecha la ocasión para hablar sobre la inconstancia de las mujeres, interpreta que la reina Madásima ha perdido su virtud; don Quijote no puede admitirlo e interrumpe la historia que está contando Cardenio : …

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Los dos caballeros, que Shelton denomina <<the Knight of the ill favoured face>> y <<the Knight of the Rock>>, son hermanos de lecturas y desatino. (Roger, 2012, p. 36) Entonces el joven demuestra las consecuencias de su condición actual, al interrumpir su historia, sufre una crisis de ira que lo lleva nuevamente a perder la cordura.

Después, cuando Cardenio recobra su tranquila cordura, continúa con su relato: Fernando no tiene reparos frente a nadie, escucha los relatos de Cardenio, conoce sus cartas, contempla personalmente la belleza de Luscinda, y toma la decisión de relacionarse con ella. Ha abandonado a una mujer, a quien previamente le había jurado matrimonio para conseguir que ceda a sus requerimientos sexuales; la engañó, luego de conseguirlo, la abandonó; ahora no repara en traicionar la confianza de Cardenio –su audacia no conoce límites-, se cree con derecho a todo, pues pertenece a la “nobleza”. Por lo que traiciona la confianza de Cardenio, pide la mano de Luscinda y consigue su propósito, el padre de la joven autoriza su matrimonio, no le importan los sentimientos de su hija. Este comportamiento, manifiesto en un noble de España, “… alimenta los numerosos panfletos que, como el que fue publicado en Londres en 1591, estigmatizan <<the damnable deeds, miserable murders, and monstrous massaccres of the cursed Spaniard>>” (Roger, 2012, p. 25) Cardenio no puede intervenir para cambiar esta decisión: recibe la última carta de Luscinda, en ella le comunica que van a obligarla a contraer matrimonio y le revela su decisión de quitarse la vida si no puede impedir esta imposición paterna; aquí podemos confirmar cómo … (la) textualidad se opone a (la) oralidad e impone el silencio, conversión de la voz en letra: “Leí la carta y enmudecí leyéndola” (I, XXIV, 294). La correspondencia entre el tipo de locura de Cardenio (ataques interrumpidos por períodos de normalidad) y la aparición esporádica de cartas que le plantean una serie de opciones (Dudley, 129) es, en realidad, una alternancia entre períodos de ingresión en la sociedad (períodos de comunicación) y períodos de reclusión (monólogo de la locura). Locura y lectura se comunican como en el caso de don Quijote, por el elemento de interioridad y de separación del contexto existencial que define a ambas experiencias. (Resina, 1989, p. 296)

Cardenio relata que decidió acudir a la ceremonia que se realizaría a prisa y en el ámbito privado de la casa de los padres de Luscinda; escucha la celebración oculto detrás de unos tapices de la sala –coincide con el recurso que utiliza Shakespeare en Hamlet y Cervantes para Anselmo, el curioso impertinente-; y profundamente confundido, pues su dolor y su impotencia para impedir el matrimonio concertado no le permiten distinguir el ser del parecer, escucha que Luscinda acepta: las palabras textuales que constaban en la carta no se cumplen en la praxis, el consentimiento de la amada intensifica el carácter pragmático de la oralidad... Cardenio piensa que su amor ha sido traicionado, enloquece de dolor, decide que la vida no tiene más sentido para él y se marcha a Sierra Morena, donde ha encontrado refugio y cierta comprensión por parte de los pastores que lo alimentan y lo aceptan como es.

La historia de Cardenio ha contado con una gran aceptación del público, desde el renacimiento hasta nuestro siglo; constituye el hipotexto de una obra de Shakespeare, aunque en apariencia, durante muchos años no se conocía de dónde procedía. Se han escrito y representado comedias con la historia de Cardenio, Luscinda, Dorotea y Fernando; se han realizado 26

investigaciones sobre su aparición tanto en la literatura española como en la inglesa, para concluir que Cardenio es un personaje que concierta los intereses literarios de Cervantes y de Shakespeare, como lo plantea Roger: “Cardenno… porque este título remite a un libro publicado por Edward Blount en 1612: The History of the Valorous and Wittle Knight-Errant Don-Quixote of the Mancha. El libro sin nombre de autor, es la traducción de Thomas Shelton de la historia escrita por Cervantes, cuya primera parte (que aún no lo era en esa fecha) fue impresa a finales de 1604 con la fecha de 1605 en el taller madrileño de Juan de la Cuesta.

(Roger, 2012, p. 19)

Dorotea, autoconocimiento desde la impostura

La siguiente figura femenina protagónica en Sierra Morena es Dorotea; su nombre etimológicamente significa regalo de Dios; Concha Espina la denomina “la reina de las abejas” y no repara en compararla con Aristeo, “divinidad mitológica que en los campos felices de la Arcadia descubrió la utilidad de la cera y la miel”, pero no recuerda que Aristeo quiso violar a Eurídice el día de su boda con Orfeo y ella, en su huida, recibe la mordedura de una serpiente que produjo su muerte; la maldición de Orfeo haría que los panales de Aristeo se echaran a perder (Geórgica IV de Virgilio). Espina insiste: Como Aristeo, el dios agreste hijo de Apolo, es la moza soberana campesina que busca en los colmenares gratísimo solaz. Larvas y ninfas la interesan con raro deleite; … (Espina, 1946, p. 57) Dorotea es una mujer decidida, quien aunque no posea riquezas materiales ilimitadas ni pertenezca a la nobleza, cuenta con la posibilidad de hacer escuchar su voz en Sierra Morena y en la venta de Palomeque. Relata su historia a Cardenio, al cura y al barbero, historia que está relacionada con don Fernando, quien pertenece a la nobleza y piensa que su condición le da derecho a todo: satisfacer sus caprichos, tomar ventaja del poder que ejerce su padre, no respetar los juramentos, traicionar a sus amigos… Dorotea ha compartido su amor con Fernando, ha sido seducida a fuerza de promesas de matrimonio: él lo ha prometido sobre la imagen de una virgen y los santos, y además ha contado con la ayuda de la sirvienta de Dorotea.

Los rasgos de generosidad de estos héroes cervantinos (el cautivo en Argel o don Juan de Cárcamo) no son regla común entre caballeros mozos. Para la mayoría de los jóvenes nobles, el amor es una necesidad física, o un capricho que puede satisfacerse mediante la traición, la violencia, el soborno o el engaño; y muchos de ellos: Si pueden lo que quieren, quieren las más de las vezes lo peor. I si el poder lícito no se iguala a lo que pide la vanidad de sus deseos, mendigan, i reciben prestado de la injusticia el efeto deseado. I finalmente su gusto a de ser su primera obligación: i cumplan, o no, con las de su estado, aunque nos pese, los avemos de respetar como a señores.” (A. López de Vega, Heráclito i Demócrito de nuestro siglo.

Diálogos morales sobre la Nobleza, la Riqueza y las Letras, Madrid, 1641.) (Salazar Rincón, 1986, p. 80)

Dorotea relata su historia en discurso directo, Fernando la ha abandonado, a pesar de sus promesas. Dorotea ha decidido huir de su hogar –emprende un viaje que le permitirá conocer sus 27

fuerzas, su determinación-; para defender su integridad, ha debido enfrentarse a su sirviente que ha querido violentarla, lo ha desbarrancado; ha decidido refugiarse en Sierra Morena para huir de la concupiscencia que manifiestan quienes la ven sola; se viste y se comporta como joven pastor, hasta que descubren su impostura en un encuentro fortuito.

Dorotea es una excelente narradora, le gustan las novelas de caballería; dada su experiencia lectora, conoce características de las doncellas para solicitar favores a los caballeros andantes; su condición de mujer le permitirá representar mejor que el barbero el personaje de princesa que requiere ayuda, y a pesar de su sufrimiento amoroso, encarna el papel de la princesa Micomicona, quien ha perdido su reino: fingirá necesitar ayuda de don Quijote para recuperarlo; esto hará posible que los planes del cura, el barbero y Sancho se cumplan y así podrán llevar de vuelta a su hogar al caballero de la Triste Figura, quien empecinado en demostrar su amor por Dulcinea, ha decidido quedarse en la sierra y sufrir necesidades como sacrificio en honor a su dama, hasta conseguir la certeza de su amor.

Dorotea cumple su segundo proceso de impostura -ahora para conseguir la seguridad de don Quijote- , asume su papel de princesa Micomicona y convence a don Quijote para que la ayude a recuperar su reino perdido, deben salir de la sierra para tomar el camino de Guinea que los llevará al reino Micomicón, los acompañan Cardenio, el cura, el barbero y Sancho; se detiene en la venta de Juan Palomeque. Una vez allí, el ventero les da un libro, la novela de El curioso impertinente; todos animan al cura para que lea la obra, y así lo hace, todos escuchan la lectura, a excepción de don Quijote, quien descansa para adquirir nuevas fuerzas y combatir al gigante Pandafilando de la Fosca Vista y recuperar el reino Micomicón.

El curioso impertinente ocupa los capítulos XXXIII a XXXV, el sacerdote la lee en voz alta -textualidad convertida en oralidad que permitirá la reflexión, el reconocimiento, el aprendizaje- y que concita el interés, al punto de ser extraída como la trama que originará comedias, no sólo en España, sino en Inglaterra: En efecto se trata de un relato en el relato, leído en voz alta por el cura a los otros personajes (excepto a don Quijote, que se retiró) y, al margen de la interrupción creada por el combate del hidalgo dormido contra los cueros de vino tomados por el gigante usurpador del reino de Micomicón es totalmente independiente de la historia principal. Su transformación en comedia, entonces, era fácil y lo fue desde 1611 en una obra de Thomas Middelton, The Second Maiden Tragedy, que lleva a escena, como intriga secundaria, la historia de Anselmo, el marido demasiado curioso o demasiado seguro de la virtud de su mujer, y Lotario (que se convierte en Votarius), su amigo atrapado en el juego de la seducción. (Roger, 2012, p. 32)

Mediante la lectura de la novela, conocemos la historia de Camila, Anselmo y Lotario cuyo hipotexto es Historias de Heródoto, específicamente la que se refiere a Giges y Candaules. Al igual que el rey de Lidia, Candaules, quien quería asegurarse de que todos reconocieran la belleza de su esposa, Anselmo quiere asegurarse de la virtud de Camila y no repara en solicitar a su mejor amigo, Lotario, que ponga a prueba la virtud y fidelidad de Camila.

Este personaje femenino, incorporado como logos fictus, cumple un papel muy importante en el desarrollo de la trama en la novela cervantina: permite crear el ambiente ideal para el decurso 28

“natural” y el desenlace de las historias de Cardenio y Luscinda, Dorotea y Fernando, Zoraida y el cautivo de Argel, Clara y Luis.

Para ello es fundamental abandonar esa zona fronteriza, marginal, en que el individuo encierra su subjetividad durante la lectura. La oclusión textual impide la resolución de planteamiento alguno, pues el texto secuestra las posibilidades encerrándolas en su norma. El movimiento resolutivo va necesariamente de la literatura a la vida. Una y otra narración de Dorotea, la contada en su nombre y la que urde en torno al reino de Micomicón, sacarán a uno y otro loco del “laberinto de Perseo,” con que don Quijote compara la sierra. La mención de Perseo en lugar de Teseo se ha achacado a error de Cervantes; y en efecto, eventualmente los editores corrigieron lo que parece errata en la boca del erudito don Quijote, el cual nombra a Teseo correctamente en otro contexto (I, XLVIII, 574). Es significativo, sin embargo, que la “errata” se mantuviera en las tres ediciones de Juan de la Cuesta (la tercera en 1608), descuido sorprendente en una época adicta a las referencias mitológicas. La mención de Perseo deja de parecer fuera de lugar cuando se considera que don Quijote, internado en el laberinto, no puede menos que identificarse con el héroe clásico, y que la hazaña, como en el mito arquetípico, consistirá en la decapitación del monstruo: el gigante Pandafilando de la Fosca Vista, por supuesto, pero también la seducción de la locura, la fijación del sujeto por la mirada reflejada en el vacío, en el laberinto de la interioridad. (Resina, 1989, p.

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Culminados los procesos que se desarrollan en paralelo: el cura ha concluido la lectura de El curioso impertinente, don Quijote ha exterminado -”decapitando” los odres de vino- al gigante usurpador del reino Micomicón, cuatro hombres enmascarados con trajes negros y una mujer vestida de blanco, enmascarada también, llegan a la venta. Su presencia causa desconcierto, la mujer permanece en silencio, únicamente llora y suspira. Fernando, uno de los hombres enmascarados, inicia su relato: Luscinda, la mujer que no rompe su silencio, ha huido a un monasterio inmediatamente después de su matrimonio no consumado; Fernando la ha raptado, haciendo valer su derecho de esposo. Dorotea continúa en su papel de princesa Micomicona y reconoce a Fernando; Cardenio reconoce la voz de Luscinda; Luscinda rompe entonces su silencio: los procesos de anagnórisis, de perdón, de arrepentimiento consiguen que las uniones se restauren; Fernando escucha las súplicas de Luscinda en las que le impreca que ceda frente al amor que ella profesa a Cardenio o acepte su decisión de morir; por su parte, Fernando no puede negar las acertadas afirmaciones de Dorotea, quien le recuerda que su amor por él está intacto, que permita que Amor tome su curso; las dos mujeres consiguen que “muestre un corazón generoso que someterá su pasión al imperio de la razón. (Roger, 2012, p. 41)

Podemos encontrar en la intervención de Dorotea el referente hipertextual de Ariadna cuando Teseo la abandonó en la isla de Naxos, como lo testimonia Catulo en el poema 64, el epitalamio de las bodas de Tetis y Peleo: Tú no puedes ser de la hermosa Luscinda, porque eres mío, ni ella puede ser tuya, porque es de Cardenio; y más fácil te será, si en ello miras, reducir tu voluntad a querer a quien te adora, que no encaminar la que te aborrece a que bien te quiera. Tú solicitaste mi descuido; tú rogaste a mi entereza; tú no ignoraste mi calidad; tú sabes bien de la manera que me entregué a toda tu voluntad: no te queda lugar ni acogida de llamarte a engaño; y si esto es así, como lo es, y tú eres tan cristiano como caballero, ¿por qué por tantos rodeos dilatas de hacerme venturosa en los fines, como me hiciste en los principios? Y si no me quieres por la que soy, que tu verdadera y legítima esposa, quiéreme, a lo menos, y admíteme por tu esclava; que como yo esté en tu poder, me tendré por dichosa y bien afortunada.(I, XXXVI, 216).

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¿Es así pérfido, como me arrancaste del hogar paterno para abandonarme en una playa desierta, pérfido Teseo? ¿Así es como huyes sin preocuparte del poder de los dioses, y olvidado de tus promesa vuelves a casa llevando el peso de tu execrado perjurio? ¿Nada pudo hacer cambiar la cruel resolución de tu mente? ¿No acudió a tu ánimo ningún sentimiento de piedad para que tu espíritu feroz fuera capaz de tener misericordia de mí? No es esto lo que en otro tiempo me prometiste con cariñosas palabras, no es esto lo que me invitaste a esperar, infeliz de mí, sino un gozoso enlace y un ansiado himeneo; todo ello promesas vanas que los vientos esparcen por los aires. Que de ahora en adelante ninguna mujer confíe en los juramentos fieles de amor de un hombre; que ninguna espere promesas fieles de amor de un hombre; pues mientras su espíritu apasionado ansía ardientemente conseguir algún favor, ni les duelen los juramentos, ni escatiman las promesas, pero tan pronto como quedó saciado el desenfrenado antojo de su corazón ardiente, ni temen violar sus promesa, ni les importa el perjurio. … ¿Qué leona te parió al pie de solitaria roca? ¿Qué mar te engendró y te vomitó de sus ondas espumantes? ¿Qué Sirte, qué Escila rapaz, qué horrenda Caribdis, pues que así recompensas el gozo de vivir aún? Si no te agradaba la idea de desposarme porque temías la inhumana autoridad de tu viejo padre, al menos pudiste llevarme a vuestra casa y yo te hubiera servido con alegría como una sierva, acariciando tus blancos pies con agua cristalina y extendiendo sobre tu lecho una colcha de púrpura. (Catulo, 1967, pp.

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Las relaciones “naturales” logran restablecerse, Dorotea y Luscinda han convencido a Fernando y van a convertirse en espectadoras de la resolución de otras dos historias de amor (técnica de los espejos), que también se resolverán en la venta, donde las esperanzas se han cumplido, y los protagonistas de estas relaciones laberínticas hallarán en el amor real y sus razones el hilo que permitirá, a todos los involucrados, ubicar la salida del “laberinto de Perseo”: encontrándose a sí mismos en su mirada interior, en la reflexión que les permitirá contemplar, discernir, tomar decisiones acertadas, que reivindicarán su humanidad: …los protagonistas de la “novela” son , así, los espectadores, los oyentes o los actores de los numerosos acontecimientos que sobrevienen en la venta de Juan Palomeque: la llegada de un cautivo escapado del presidio de Argel en compañía de la bella y cristiana, aunque aún no bautizada, Zoraida (lo cual da la ocasión para otro relato, también en forma de novela), el reencuentro con su hermano de ese capitán que había regresado a su patria, un administrador que partía hacia México con su hija Clara, los amores de Clara y Luis, un joven noble disfrazado como mulero, seguido por los servidores de su padre, avatares sucedidos entre Don Quijote y los arqueros de la Santa hermandad. (Roger, 2012, p. 42) …cabe observar también que la “historia” de Dorotea, Luscinda, Cardenio y don Fernando es complemento esencial del discurso de Don Quijote sobre la Edad de oro, la “pestilencia amorosa”, la persecución lujuriosa de la mujer, etc… Hatzfeld: “Las narraciones informativas están entretejidas en la acción del modo más genial…el gran episodio de Cardenio, Fernando, Dorotea, y Luscinda…es una obra maestra de unidad compositiva… enlaza el juego [las aventuras de Don Quijote] y el contrajuego” El Quijote como obra de arte del lenguaje. (Zimic, 1998, p. 33)

Duquesa, ocio y banalización

El siguiente personaje femenino elegido es diferente a las otras mujeres, la duquesa, ha tenido acceso a la cultura, cuenta con un título nobiliario, está rodeada por un grupo de sirvientes que obedecen sus órdenes, comparte con el duque actividades conjuntas para ocupar su tiempo 30

de ocio: leen novelas de caballería, es más han leído ya la primera parte de El Quijote, se dedican a la caza de monte; su condición exige la consideración de quienes les rodean y están vinculados con ellos; mas la oportunidad de encontrarse con don Quijote y Sancho, caballero y escudero que surgen de la ficción y con quienes ellos pueden dialogar desde su alteridad superior, condición que la han obtenido –piensan ellos y están convencidos de esto- gracias a su posición social –poseen los títulos de duques- y al conocimiento de los detalles que se cuentan en la primera parte de la novela sobre don Quijote y Sancho, saben sobre sus aventuras, sus ideales, sus desventuras, sus temores. Esta situación les conceden un espacio privilegiado, que ellos no utilizan para interactuar con los dos personajes desde el respeto y la consideración, sino como el momento oportuno para reivindicar el derecho que les pertenece: dada su condición, asumen que pueden hacer lo que ellos consideren necesario para satisfacer sus deseos, no importa si eso implica burlarse de don Quijote y Sancho, someterlos a imposturas, probarlos, agobiarlos, ponerlos en riesgo, denostarlos y hasta “recompensarlos” con algún gesto dadivoso que hable de su poder.

La duquesa –cuyo nombre no se menciona, únicamente se la llama con su título nobiliario, en conjunto con su esposo dispone las acciones que minuciosamente han planificado realizar para solazarse con la presencia ingenua de don Quijote y Sancho. La duquesa no conoce límites, se cree con derecho a todo lo que ella alcanza a imaginar. Hemos reconocido como su referente clásico –en algunos aspectos- a la diosa Ártemis, dada su participación en la cacería y en la determinación que posee el momento de enfrentar situaciones peligrosas, incluso se podría pensar en las Amazonas, hijas del dios Ares; y por supuesto, en Atalanta, quien participa en la cacería del jabalí de Calidón: … apeóse la Duquesa, y, con su agudo venablo en las manos, se puso en un puesto por donde ella sabía que solían venir ciertos jabalíes. Apeóse asimismo el Duque y don Quijote, y pusiéronse a sus lados… cuando, acosados de los perros y seguido de los cazadores, vieron que hacia ellos venía un desmesurado jabalí, crujiendo dientes y colmillos y arrojando espuma por la boca; y en viéndole, embrazando su escudo y puesta mano a su espada , se adelantó a recebirle don Quijote. Lo mismo hizo el Duque con su venablo; pero a todos se adelantara la Duquesa, si el Duque no se lo estorbara. (II, XXXIV, 467)

Sancho se desconcierta por el peligro que asume la duquesa, por lo que cuestiona su participación en estas prácticas tan inusuales para él, especialmente para las mujeres que él conoce; el duque se encargará de valorar la caza de monte como campo especial para practicar la estrategia guerrera –podríamos hallar resonancias de Atenea-, Sancho señala que las mujeres deberían permanecer en casa y encargarse de atender los asuntos privados, a lo que el duque responde: -Antes os engañáis, Sancho –respondió el Duque-; porque el ejercicio de la caza de monte es el más conveniente y necesario para los reyes y príncipes que otro alguno. La caza es una imagen de la guerra: hay en ella estratagemas, astucias, insidias, para vencer a su salvo enemigo; padécense en ella fríos grandísimos y calores intolerables; menoscábase el ocio y el sueño, corrobóranse las fuerzas, agítanse los miembros del que la usa, y, en resolución, es ejercicio que se puede hacer sin perjuicio de nadie y con gusto de muchos; y lo mejor que él tiene es que no es para todos, como lo es el de los otros géneros de caza, excepto el de la volatería, que también es sólo para reyes y grandes señores. (II, XXXIV, 467)

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La duquesa posee este privilegio de reyes y príncipes, conoce y se ejercita en la techne de la guerra, sale del espacio privado al espacio público, con peligros controlados, para entrenarse en “estratagemas, astucias, insidias”, para conseguir el “gusto de muchos”, “sin perjuicio de nadie”, actividades exclusivas de la nobleza. Pero esto no se compadece con la realidad ficcional –ni con la realidad-real. Las consideraciones que se hacen únicamente van dirigidas a sus relaciones de alteridad con sus pares, pero ni don Quijote ni Sancho son considerados sus pares, sino sus inferiores, presas para la “caza de monte”, con quienes la duquesa –alentada por su esposo- ejercitará sus estratagemas -Merlín redivivo, los tres sabios y todos los encantadores que lo acompañan e imponen las condiciones para desencantar a Dulcinea, los lamentos de Dulcinea al escuchar la negativa de Sancho; astucias – la condesa Trifaldi y su impostura para conseguir que don Quijote y Sancho se enfrenten al gigante Malambruno y utilicen a Clavileño como medio de transporte, las insidias –el acoso de Altisidora para probar la fidelidad y la fortaleza de don Quijote; insidias que no conocen límite, la fingida muerte por amor de Altisidora y su regreso al mundo de los vivos. …en el palacio de los duques y en Barcelona, la locura quijotesca es explotada metódicamente como pasatiempo, lo que hace que, en estos capítulos, apenas sucedan ya aventuras reales, sino simplemente imaginarias, es decir, preparadas ex profeso para que sus organizadores puedan divertirse con los extravíos del loco. (Auerbach, 1975, p. 324)

Divertirse a costa del “loco”, en realidad divertirse a toda costa. En la duquesa podríamos encontrar la materialización de la Ate de la mitología helena, que confunde a los seres humanos, no respeta siquiera a los dioses. La duquesa, cuerda, exacerba la paciencia de don Quijote, ¿acaso confía en que se doblegue la entereza y fidelidad del caballero? El comportamiento de la duquesa y su esposo no es propio de espíritus elevados, Sólo bastaría recordar a don Diego Miranda, el caballero del verde gabán: “…don Diego es el ejemplo de su clase, de la variante española del noble humanista: otium cum dignitate.” (Auerbach, 1975, p. 336) Pero a la duquesa, lo que más le falta es dignidad y humanidad; aunque el mismo Auerbach haya sostenido que: …si pasamos a la segunda parte, nos encontramos con la discreta sátira de los duques y del mismo Sancho gobernante, asunto que tan mal acabó. Es el antiguo tema del mundo al revés, tan caro a la comedia. (Rodríguez Adrados, 2013, p. 565) Ni la duquesa ni el duque se ocupan de garantizar la seguridad de la hija del ama Rodríguez, y cuando proponen un matrimonio ficticio, con Tosilos, en lugar del verdadero responsable de la pérdida de su honra.

Recordemos también el viaje ideado por la duquesa como “don de hospitalidad” – symbolon- para sus dos huéspedes: Clavileño. Cuando don Quijote lo ve y conoce que debe cabalgar sobre él, recurre a una referencia clásica –oportuna, para el peligro y el engaño al que se someterán él y Sancho, aunque no sea exacta, pues el Paladion es el xóano de Atenea, y el caballo construido por Epeo, el caballo de madera-: “-Si mal no me acuerdo, yo he leído en Virgilio aquello del Paladión de Troya, que fue un caballo de madera que los griegos presentaron a la diosa Palas, el cual iba preñado de caballeros armados, que después fueron la total ruina de Troya; y así, será bien ver primero lo que Clavileño trae en su estómago.” A lo que la condesa Trifaldi responde que no hay que desconfiar, pues Malambruno “no tiene nada de malicioso ni traidor”…Pero la duquesa sí, a tal punto, que ha ordenado llenar de cohetes el vientre de Clavileño, para luego prenderle fuego; incluso había previsto la posible muerte del 32

caballero y su escudero pues en el cartel que encuentran después de la explosión que marca el término del viaje, hallamos escrito con letras de oro: “El ínclito caballero don Quijote de la Mancha feneció y acabó la aventura de la condesa Trifaldi…”

Claro que las obras geniales de nuestra literatura, el Quijote en primer término, han supuesto pasos decisivos para toda la literatura occidental. Pero no nacieron de la nada. Tuvieron su origen en una tradición antigua que continuaban. En nuestro caso, la de la literatura sapiencial con sus diversas variantes.

No sólo, como he dicho otras veces, la de la novela realista antigua: esto es cierto, pero esta novela realista es sólo una parte de la literatura sapiencial, toda ella reflejada en el Quijote … (Rodríguez Adrados, 2013, p. 568)

Las desventuras de don Quijote en el palacio de los duques están contextualizadas desde el recurso del Locus amoenus, por lo que en apariencia, se esperaría que las acciones que sucedan en él sean positivas; la duquesa se encarga de que no sea así, -asumimos el comportamiento hybrístico de la duquesa frente al vínculo de la hospitalidad- convertirá su palacio en un sitio donde confluyen acontecimientos inesperados, previamente planificados como retos que pondrán a prueba la sensatez, la areté, para don Quijote y Sancho; el lugar ideal, controlado por la duquesa para continuar con su propósito, la burla: Y ya, en esto, se venía a más andar el alba, alegre y risueña; las florecillas de los campos se descollaban y erguían, y los líquidos cristales de los arroyuelos, murmurando por entre blancas y pardas guijas, iban a dar tributo a los ríos que los esperaban. La tierra alegre, el cielo claro, la luz serena; cada uno por sí y todos juntos daban manifiestas señales que el día que la Aurora venía pisándolas faldas había de ser sereno y claro. Y satisfechos los Duques de la caza, y de haber conseguido su intención tan discreta y felicemente, se volvieron al castillo, con prosupuesto de segundar en sus burlas; que para ellos no había veras que más gusto les diesen. (II, XXXV, 473)

Altisidora, las múltiples facetas de la impostura

Altisidora es una sirvienta del palacio de los duques, elegida para constituirse en la prueba máxima que deberá superar don Quijote en la defensa de su fidelidad y su paciencia – confirmamos así el espíritu estoico del caballero-, Altisidora posee múltiples recursos: canta romances, tañe el harpa, se disfraza hábilmente, finge dolor con agilidad, viaja de la muerte a la vida, retorna del Hades al mundo para requerir ayuda y regresar al palacio de los vivos, y en el segundo encuentro con el caballero le devela –pretende hacerlo- la burla que ha cometido. Se asume a ella mismo como una nueva Dido, abandonada por Eneas: No me porfíes, ¡oh Emerencia! Que cante, pues sabes que desde el punto que este forastero entró en este castillo y mis ojos le miraron, yo no sé cantar, sino llorar; cuanto más que el sueño de mi señora tiene más de ligero que de pesado, y no querría que nos hallase aquí, por todo el tesoro del mundo. Y puesto caso que durmiese y no despertase, en vano sería mi canto si duerme y no despierta para oírle este nuevo Eneas, que ha llegado a mis regiones para dejarme escarnida. (II, XLV,504)

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Asume que su comportamiento, podría ser malentendido, aunque lo explicaría el poder del amor, “… no querría que mi canto descubriese mi corazón, y fuese juzgada de los que no tienen noticia de la fuerzas poderosas de amor por doncella antojadiza y liviana. Pero venga lo que viniere, que más vale vergüenza en cara que mancilla en corazón.” Con lo que procede a cantar el romance acompañada de “ harpa” afinada junto a otras doncellas: inicia con una captación de benevolencia para don Quijote, menciona a Dulcinea y celebra su dicha, enumera todo lo que Altisidora podría ofreces al caballero –que en este momento no posee-, utiliza juramentos para confirmar las gracias de su belleza y por finalmente alude a su melodiosa voz y con ella da a conocer su nombre en medio de referencias clásicas parodizadas. Podemos reconocer referentes en el reclamo de Ariadna a Teseo, y por supuesto, los lamentos de Dido en su pira funeraria debido al abandono de Eneas; referencias paratextuales también las que usa para calificar a don Quijote- asumidas desde la imitación paródica y la versatilidad de la impostura de sentimientos que ha decidido llevar adelante: …Caballero el más valiente Que ha producido la Mancha, Más honesto y más bendito Que el fino oro de Arabia!

Oye a una triste doncella Bien crecida y mal lograda Que en la luz de tus dos soles Se siente abrasar el alma.

Tú buscas tus aventuras, Y ajenas desdichas hallas; Das las feridas y niegas El remedio de sanarlas.

Dime valeroso joven, Que Dios prospere tus ansias Si te criaste en la Libia, O en las montañas de Jaca; si sierpes te dieron leche; si a dicha fuerza tus amas Y el horror de las montañas.

Muy bien puede Dulcinea, Doncella rolliza y sana , Preciarse de que ha rendido A una tigre y fiera brava.

Por eso será famosa …

Trocárame yo por ella Y diera encima una saya De las más gayadas mías Que de oro adornan franjas. ¡Oh, quién se viera en tus brazos, o si no, junto a tu cama, rascándote la cabeza y matándote la caspa!

Mucho pido, y no soy digna De merced tan señalada; Los pies quisiera traerte;

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Que a una humilde esto le basta.

…

No mires de tu Tarpeya Este incendio que me abrasa, Nerón manchego del mundo, Ni la avives con tu saña. …

Te juro en Dios y en mi ánima.

No soy renca, ni soy coja, Ni tengo nada de manca; Los cabellos como lirios.

Que, en pie, por el suelo arrastran.

Y aunque es mi boca aguileña Y la nariz algo chata, Ser mis dientes de topacios Mi belleza al cielo ensalza.

Mi voz, ya ves, si me escuchas, Que a la que es más dulce iguala, …

Estas y otras gracias mías Son despojos de tu aljaba; Desta casa soy doncella, Y Altisidora me llaman. (II, XLV, 504-505)

Este romance da la pauta para esperar que don Quijote componga y cante su contraparte, antes de experimentar su desventura “cencerril y gatuna”. Altisidora es la doncella cuerda que asume la impostura de la locura amatoria, el caballero, el loco-cuerdo que reivindica la sensatez del amor fiel, lo efímero de los “amores leves”, el peligro de la “ociosidad descuidada” y la firmeza del amor que obra maravillas en los amantes leales: Suelen las fuerzas de amor Sacar de quicio a las almas, Tomando por instrumento La ociosidad descuidada.

Suele el coser y el labrar, Y el estar siempre ocupada, Ser antídoto al veneno De las amorosas ansias.

Las doncellas recogidas Que aspiran a ser casadas, La honestidad es la dote Y voz de sus alabanzas.

Los andantes caballeros, Y los que en la corte andan, Requiébranse con las libres; Con las honestas se casan. …

El amor recién venido , Que hoy llegó y se va mañana Las imágenes no deja Bien impresas en el alma.

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Pintura sobre pintura Ni se muestra ni señala; Y do hay primero belleza, La segunda no hace baza.

Dulcinea del Toboso Del alma en la tabla rasa Tengo pintada de modo, Que es imposible borrarla.

La firmeza en los amantes Es la parte más preciada, Por quien hace Amor milagros, Y a sí mesmo los levanta. (II, XLVI, 511)

El acoso de Altisidora cesa –al menos temporalmente- gracias al ama Rodríguez, quien representa un peligro extra para don Quijote, pues llega a su dormitorio, en la noche, y el caballero le advierte: -A vos, y de vos la pido- replicó don Quijote-; porque no soy de bronce, ni ahora son las diez del día, sino medianoche, y aun un poco más, según imagino, y en una estancia más cerrada y secreta donde el traidor y atrevido Eneas gozó a la hermosa y piadosa Dido. (II, XLVI, 511), pero este encuentro constituye un remanso –que será castigado por la duquesa y Altisidora- tanto para doña Rodríguez como para el caballero, pues le cuenta su historia, proceso catártico que invita a la solidaridad de la palabra que se comparte con la seguridad de encontrar acogida: ha llegado desde Asturias de Oviedo, su viaje la llevó a la corte de Madrid, quedó huérfana, sirvió, tenía un salario miserable, el escudero de casa se enamoró de ella , se casó, en un acontecimiento confuso murió su esposo pinchado por un alfiler: “Quedé yo viuda y desamparada, y con hija a cuestas, que iba creciendo en hermosura como la espuma de la mar. …yendo días y viniendo días, creció mi hija, y con ella todo el donaire del mundo: canta como una calandria, danza como el pensamiento, baila como una perdida, lee y escribe como un maestro de escuela, y cuenta como un avariento. De su limpieza no digo nada: que el agua que corre no es más limpia; y debe de tener agora, si mal no me acuerdo, diez y seis años, cinco meses y tres días, uno más a menos. (II, XLVIII, 521) Su mayor sufrimiento es el engaño que ha padecido su hija, por lo que solicita a don Quijote su interés y ayuda para resolver este “entuerto”.

Cuando don Quijote y Sancho se despiden del palacio de los duques, Altisidora no resiste e improvisa un poema que tiene como estribillo dos versos: “Cruel Vireno, fugitivo Eneas,/Barrabás te acompañe; allá te avengas…” que además de ser referentes paratextuales de obras del renacimiento, del período clásico y de la Biblia, resuenan como oráculo, también impostado: Escucha, mal caballero: Detén un poco las riendas; No fatigues las ijadas De tu mal regida bestia.

Mira, falso, que no huyes De alguna serpiente fiera, Sino de una corderilla

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Que está muy lejos de oveja.

Tú has burlado, monstruo horrendo, La más hermosa doncella Que Diana vió en sus montes, Que Venus miró en sus selvas.

Cruel Vireno, fugitivo Eneas, Barrabás te acompañe; allá te avengas.

Tú llevas, ¡llevar impío!, En las garras de tus cerras Las entrañas de una humilde, Como enamorada, tierna. … Llévaste dos mil suspiros, que, A ser de fuego, pudieran Abrasar a dos mil Troyas, Si dos mil Troyas hubiera. …Tus más finas aventuras En desventuras se vuelvan, En sueños tus pasatiempos, En olvidos tus firmezas.

Seas tenido por falso Desde Sevilla a Marchena… (II; LVII, 559)

La última participación de Altisidora se da en la segunda visita de don Quijote y Sancho al palacio de los duques; la doncella ha muerto –nueva impostura-, canta “un hermoso mancebo” emocionado y “con mejor plectro que el cantor de Tracia”, alude a la Estigia, al Hades, los jueces Minos y Radamanto señalan que Altisidora no está muerta, está viva en “la lenguas de la Fama”, pero necesita el sacrificio de Sancho para volver a la vida. Altisidora ha realizado el viaje más complejo que pueda emprender un ser humano, encontramos referencias que la relacionarían con Alcestes y Psyque, viaje que lleva implícito el autoconocimiento, el conocimiento de lo secreto, en el caso de Altisidora, ella ha presenciado el juicio que ha merecido el libro impostor de Avellaneda: “-Tan malo … que si de propósito yo mismo me pusiera a hacerle peor, no acertara”; y los diablos lo pelotean junto a otros libros que no se mencionan, referencia a Las ranas de Aristófanes. Pero finalmente, frente a la reconvención de Don Quijote, Altisidora deja su impostura y declara con fuerza la verdad tanto tiempo callada, que demuestra su calidad real: -¡Vive el Señor, don bacalao, alma de almirez, cuesco de dátil … ¿Pensáis por ventura, don vencido y don molido a palos, que yo me he muerto por vos? Todo lo que habéis visto esta noche ha sido fingido; que no soy mujer que por semejantes camellos había de dejar que me doliese un negro de la uña, cuanto más morirme. (II, LXXI, 617)

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El amor, el viaje y el conocimiento: motivos que conciertan acciones

La literatura, como el discurso oral, carece de punto de partida determinado: ¿dónde está el origen de la intertextualidad?, ¿de qué texto podemos asegurar que no se apoya en un texto anterior, pre-texto de su existencia… Son fragmentos de literatura que, como el soneto, la carta, y la “Novela del Curioso Impertinente” permiten establecer el diálogo entre el discurso autónomo (cerrado y aparentemente definitivo) de las formas literarias y el discurso vivencial, ligado a circunstancias extralingüísticas, abierto (aunque en este caso sólo en apariencia, puesto que el texto cervantino engloba ambos discursos absorbiéndolos en su crítica).

(Resina, 1989, p. 295)

La relectura de El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha (2 tomos) ha incorporado nuevos horizontes de expectativas; revisitar los libros clásicos constituye una experiencia aleccionadora, pues nos revela las formas de acercamiento que asumimos a lo largo de nuestra formación. Leer es una manera de leernos, de tentar caminos, de encontrar formas innovadoras para acercarnos a los textos, formas que superen lo íntimo –siempre hay que considerarlo e integrarlo de alguna manera- formas que se compartan en comunidad, que nos inviten a crear interaprendizajes construyendo procesos reflexivos sobre los textos literarios que amamos, que respetamos, que tratamos de conocer con mayor profundidad y deseamos difundirlos como parte del patrimonio cultural de la humanidad. Arturo Pérez-Reverte, por encargo de la Real Academia Española, acaba de presentar su adaptación de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha para jóvenes, este escritor considera que “puede ser muy útil para que los jóvenes tengan acceso a los valores que el Quijote promueve”; Pérez –Reverte ha señalado también que El Quijote “ofrece apoyo y consuelo en estos tiempos en que se reclama justicia, cuando las patrias y los sistemas están en cuestión”… “y la lengua es la única patria que no está puesta en cuestión. Es la única patria por la que es decoroso vivir. Todas las banderas son más o menos sospechosas. Y el Quijote es una bandera fuera de toda sospecha.”

(Cultura, 2014) De acuerdo al análisis propuesto, elegimos tres motivos que se intersectan en el desarrollo de la trama de la novela y son recurrentes en los personajes femeninos protagónicos con referentes clásicos: el amor, el conocimiento y el viaje. Estos motivos nos han permitido focalizar nuestra atención y conciliar intereses, interpretaciones, experiencias lectoras.

El amor es un motivo que funciona como eje transversal de la novela. Podemos señalar algunas manifestaciones del motivo del amor que se han desarrollado a lo largo del tiempo en la literatura: el amor erótico, el amor a la libertad, el amor a uno mismo, el amor a los demás, el amor a la patria, el amor a la naturaleza, el amor a la vida, el amor a Dios.

El motivo del amor presenta el submotivo de la alteridad; este marca la forma de relacionarnos e interactuar con los demás. Está presente en todos los personajes de la novela. En los personajes femeninos protagónicos que hemos establecido, cumple con el papel de concertar acciones e historias. Hemos agrupado en pares –y tríos cuando lo consideramos pertinente- las 38

historias que protagonizan los personajes femeninos con referentes clásicos; así encontramos analogías y conciertos en el ámbito de cómo se manifiesta el submotivo de la alteridad en la búsqueda, materialización o pérdida del amor entre las siguientes historias:     

Dulcinea y don Quijote / Marcela y Grisóstomo Lucinda y Cardenio / Quiteria, el rico Camacho y el recursivo Basilio Dorotea y Fernando / Clara y Luis Zoraida y el cautivo de Argel / Ana Félix y Gregorio Leandra y Vicente de la Roca / Clara Jerónima y Vicente Torrellas /Anselmo, Camila y Lotario.

 En las relaciones que se establecen entre Dulcinea y don Quijote / Marcela y Grisóstomo encontramos la búsqueda del amor trascendente, que no necesita materializarse ni consumarse, pone énfasis en el amor ideal, en su esencia, no en sus manifestaciones. Al iniciar su viaje, Don Quijote necesita contar con una dama idealizada a quien consagrarle su amor y fidelidad sin condiciones, con visos de eternidad, elige a Aldonza Lorenzo y la nomina Dulcinea del Toboso, la llevará consigo siempre; en este amor se encuentran anclados sus mayores ideales como caballero andante, sus máximas aspiraciones, el remedio para superar las pruebas que se presentan en su caminar, y él decide comunicarlo a todos con quienes se relaciona, hace escuchar su voz y vincula a Dulcinea con su firmeza, con su fidelidad, con su fortaleza.

Marcela busca el amor ideal, no el amor materializado en un individuo determinado, es culta, ha recibido cuidados, es una mujer lectora; ella elige abandonar el hogar donde creció, no como resultado de una relación previa que no pudo concretarse, sino como una prueba fehaciente de que es dueña de sí misma, no requiere a nadie para cumplir los ideales que ha escogido, sus lecturas –viajes simbólicos que han permitido que conociera otras realidades, que validara el poder de la imaginación, que ampliara su visión del mundo- la han preparado para su proceso de autoconocimiento y abandono del espacio estrictamente privado.

Don Quijote busca confirmar el amor que Dulcinea le profesa, esta es la razón por la cual él se impone un “exilio” en Sierra Morena, donde pondrá a prueba su paciencia, su capacidad de sacrificio, su esperanza. Desde allí envía una carta con Sancho como mensajero – un testimonio de su “amor idealizado”-, carta que el escudero nunca entrega, por lo que finge una respuesta y describe la realidad crasa de Aldonza Lorenzo; don Quijote lo asume como fruto de la venganza de los encantadores. La única ocasión en la que “escuchamos” una intervención directa de Dulcinea –la “encantada” , cuya voz se ha podido escuchar hasta en las “lóbregas cavernas de Dite”-, es en el palacio de los duques, cuando se lleva adelante la farsa de Merlín – en una práctica de nekyomanteía-, los sabios y los encantadores que han permitido que Dulcinea recobrase su forma auténtica para alcanzar el eleos de Sancho, de su compasión dependerá el bienestar de la dama ideal. Recordemos que ella impreca al escudero para que acepte la condición impuesta, y le advierte que si no aceptase infligirse los 3.300 azotes que la liberarían de los encantamientos, lo hiciera por don Quijote, cuya alma está a punto de salir de su cuerpo ante la espera de una respuesta. Las relaciones de alteridad en este amor 39

ideal/trascendente/ficcional contemplan la consideración por el otro, entregan sin esperar ser correspondidos; el amor que profesan se vincula con la esencia de cada uno y la posibilidad salvífica de resolver “entuertos”. Encuentra la más intensa tentación en Altisidora y sus requiebros amorosos impostados que parodizan la muerte por amor, -mito de Alcestis-, el sufrimiento por el abandono –mitos de Ariadna y Dido-, el castigo por no observar al amor como posibilidad que se concreta en los castigos que infligen al caballero de la Triste Figura – resonancias de Hipólito-, sólo que Altisidora cobra las dimensiones de Erinia paródica que contamina todo lo que está a su alrededor.

En el caso de Marcela, ella viaja a Sierra Morena y decide permanecer allí, sin vínculos que coarten su libertad; está en su estado natural, dispone de su belleza, es dueña de sí misma, por lo que puede hacer escuchar su voz; cuando se encuentra con Grisóstomo, ella no se interesa en establecer relaciones con el bachiller de Salamanca, quien podría constituirse en fuente de conocimiento, pero que ha decidido ser un pastor impostado, un pastor literario que no está contento con la cotidianidad en su vida rutinaria, pues no conoce lo que realmente desea: a diferencia de Marcela, él no se conoce a sí mismo. Ella escucha los requiebros amorosos de Grisóstomo, pero no se siente aludida, ni comprometida, pues nunca dio pie a esperanzas vanas, ella busca el amor esencial, y éste no se materializa en el pastor impostado, en ninguna persona que conoce; ella no se propuso causar sufrimiento, no exigió la muerte de Grisóstomo a cambio de su amor. El motivo de la muerte se relaciona íntimamente con el motivo del amor, sólo que aquí hay una transvaloración, la muerte ha sido también una elección que tomó Grisóstomo al no ser correspondido… pues buscaba complacer sus deseos, no encontrar el verdadero amor.

Marcela cuenta con voz propia, no sólo para hacer escuchar sus decisiones, sino para salvaguardar su integridad y confirmar públicamente su elección: no hay vínculos intrascendentes o efímeros válidos, no al precio de perder su libertad. Elige la sierra, elige el estado esencial de ser en la naturaleza, donde encuentra consonancia con su belleza y puede encontrar el amor trascendente en todo lo que la rodea, sin comprometer su libertad. Marcela y don Quijote llegan a un acuerdo tácito, respetar y hacer respetar el amor por la integridad y la libertad.  Lucinda y Cardenio/ Quiteria, el rico Camacho y el recursivo Basilio presentan un referente clásico común: el mito de Píramo y Tisbe. Hemos concluido que las relaciones de alteridad entre estas dos parejas desarrollan el motivo del amor que supera el dolor de la separación y que relaciona el motivo del amor con el motivo de la muerte. La muerte no es el único recurso para conseguir que su amor pueda encontrar su cauce, es la medida extrema para mantener el vínculo amoroso que los une desde niños; la muerte, por lo tanto es un recurso para conseguir el cumplimiento de su amor que no ha podido llevarse adelante debido a los múltiples obstáculos que han encontrado al confrontarse con un orden social establecido. Luscinda y Cardenio se conocen desde su infancia, crecen juntos, deciden permanecer juntos, comparten lecturas comunes, buscan unir sus vidas en el amor erótico. Cardenio no encuentra el kairós, el momento oportuno para hacer público su amor y requerir a Luscinda como su esposa; no la engaña, no la traiciona, … tampoco encuentra la oportunidad ni la independencia para establecer 40

este vínculo que aseguraría la materialización de su amor. Fernando obedece la voluntad de su padre y viaja a la casa de un noble, se aleja de su amor. El hijo de este noble, Fernando, traiciona la confianza de Cardenio, impone su matrimonio con Luscinda; la muerte se convierte en el único recurso de liberación y aseguramiento del amor que profesa Luscinda a Cardenio. Él no cuenta con todas las certezas, por esta razón cree que Luscinda ha roto sus promesas de fidelidad al dar el sí a Fernando. Luscinda es firme en sus decisiones, conoce el valor de las palabras –es una mujer lectora- pero no puede hacer escuchar su voz: dado su deber de obediencia filial, debe aceptar el matrimonio impuesto con Fernando; Luscinda escribe su determinación, guarda esta nota en su pecho para que todos lo conozcan, constituye su propósito más íntimo, no es aparente, es parte de ella, letras encarnadas que se constituyen en testimonio de su determinación: o Cardenio –su único amor- o la muerte que confirmará su fidelidad, y por lo tanto su firmeza, su honor, el respeto por las promesas realizadas. Su matrimonio con Fernando no se consuma, ella sale de su ámbito privado, elige el viaje para llegar a un ámbito de reclusión que la “guarde” y la proteja, el monasterio, donde permanecerá fiel a su amor. Cuando Fernando ejecuta el rapto de Luscinda en el monasterio y la lleva de vuelta a su casa, se detienen en la venta de Juan Palomeque; aquí se reencuentra con Cardenio, decide hacer escuchar su voz, se da la anagnórisis y cobra el ánimo requerido para reafirmar su amor por Cardenio; junto a Dorotea, quien argumenta con brillante pertinencia y fluidez, conseguirán que la vanidad y la furia de Fernando sean superadas por el ordo amoris, que permitirá encontrar el cauce del amor a Luscinda y a Cardenio.

Quiteria y Basilio también se conocen desde niños, han crecido juntos, han decidido permanecer juntos; el rico Camacho desea casarse con la mujer más hermosa de su comarca, Quiteria, sin respetar el curso natural del amor. Quiteria no contraviene la decisión del rico Camacho, no pertenece a la nobleza, no cuenta con una herencia fastuosa, por lo que hacerlo sería una contravención, caería en el motivo del mundo al revés: desobediencia a los padres, ofuscación, contraposición al orden establecido. Basilio no cuenta con todo el dinero que posee el rico Camacho, que despliega tanta riqueza en la preparación de su boda con Quiteria, como el espectáculo público más relevante de la región, lo confirma la variedad de la comida, los arreglos del lugar, las representaciones alegóricas: el amor y el interés puestos bajo la consideración de los asistentes a la boda.. Basilio es un pastor pobre, pero poseedor de múltiples recursos que pondrá en práctica para conseguir dar cauce a su amor. Utiliza su imaginación, sus conocimientos y la técnica del ingenio para fingir su suicidio por amor, -recordemos que en la historia de Píramo y Tisbe, es Píramo quien se quita la vida al asumir como segura la muerte de Tisbe a manos de una leona. Basilio representa al enamorado que no encuentra otra solución más que la muerte para huir de un orden establecido donde el amor real no prevalece. Su suicidio es público, en el lugar más concurrido: la boda del rico Camacho y Quiteria. Se asegura además de que su agonía sea evidente y dure lo requerido para hacer escuchar su última voluntad, privilegio que nadie podría negárselo: casarse con Quiteria, conseguir al final de su vida lo que el orden establecido le ha negado, morir tranquilo. Es su juego de impostura, consigue la bendición eclesial del matrimonio in articulo mortis, ha cumplido su último deseo: Quiteria y él han encontrado dar cauce a su amor, aunque a costa de la muerte –y segura condenación de la psique de Basilio-. El rico Camacho no podría oponerse a esta acción –hacerlo equivaldría al desconocimiento del poder religioso establecido, a la megalopsiquía que debería caracterizarlo 41

para ganar no sólo el temor, sino el respeto de la comunidad-. Cuando se ha cumplido el matrimonio y se ha descubierto que la supuesta muerte es fruto del ingenio de Basilio, la bendición religiosa ha sacramentado este matrimonio por lo que debe respetarse: Camacho podrá elegir otra novia, el amor de Quiteria y Basilio ha superado –simbólicamente- la muerte, por lo que su amor encontró su cauce en esta vida.  Dorotea y Fernando/ Clara y Luis representan un amor que recuerda lo vano de las diferencias entre condiciones sociales en un orden establecido que impone las apariencias y no valora lo sustancial. Dorotea es una mujer culta, también es una gran lectora de novelas de caballería, la ejecución de su papel como princesa Micomicona lo confirma. Ha sido engañada, no ha requerido este engaño, pero ha tomado la determinación de abandonar el hogar, su ámbito privado, y emprender su viaje al ámbito público, con todos los peligros que conlleva para una mujer que incursiona en él bastándose a sí misma. Ha recurrido a la muerte para salvar su honor –ha desbarrancado al criado que faltando a su fidelidad ha querido violentarla-, ha decidido incursionar en la Sierra Morena como lugar de reclusión, donde podría encontrar cierta paz, pero debe asegurarse no despertar la lascivia que produce su frágil belleza: se disfraza de hombre joven, de pastor. Cuando descubren su impostura –que no busca hacer daño, sino conferirle protección personal- ella tiene la oportunidad de hacer escuchar su voz, narra la desventura que la aflige, y los recursos a los que ha debido recurrir para sobrevivir en libertad. Es importante recalcar que Dorotea recupera su condición femenina gracias a sus palabras, este proceso de anamnesis pública, la lleva a volver a su condición natural y demostrar su humanidad, no la frágil, sino la que habla de su generosa entereza: como buena lectora de novelas de caballería, conoce la ritualidad, los valores y la nobleza que demanda el cumplimiento del deber: proteger a las doncellas necesitadas, “desfacer entuertos”, conseguir que la justicia prevalezca. Ella pondrá en práctica todo lo que ha conocido en sus lecturas, se olvida de su desventura y elige ayudar en el plan que han encontrado el cura y el barbero para conseguir que don Quijote vuelva a su hogar e intentar que recobre “la cordura”. En la venta de Juan Palomeque, Dorotea como princesa impostada del reino Micomicón, se reencuentra con Fernando, la anagnórisis se da, los hilos de las vidas de Cardenio, Luscinda, Dorotea y Fernando se conjugan en este espacio como un recoveco laberíntico, pero que gracias a las palabras que hacen escuchar los personajes femeninos, encuentran la manera de recuperar el orden que en apariencia era imposible lograr.

La lectura de la novelina El curioso impertinente sirve de contexto propicio para reivindicar la necesidad de confiar y dar crédito al ordo amoris, que superará las apariencias, las convenciones impuestas, las complicaciones y dará paso a la tranquilidad, a la recuperación del orden natural, la valoración del amor y la honradez sobre la riqueza y la división nobiliaria.

Este es el ambiente propicio para continuar con los procesos de anagnórisis, la historia de Clara y Luis encuentra el kairós exacto para que su historia sea conocida, respetada y aceptada.

Luis ha recurrido a la impostura del disfraz: ha dejado su condición que le impone la posición nobiliaria de su padre, para seguir a Clara y demostrarle su amor, no ha dudado en disfrazarse de mozo de mulas. Clara es una joven culta, su padre ocupa el cargo de oidor, pero no cuenta con un título nobiliario como Luis. Ella y su padre están a punto de realizar un largo viaje, a América. Luis canta y su voz conmueve, al igual que sus palabras. Luscinda y Dorotea, quienes han encontrado paz y cuentan con la certeza del triunfo del ordo amoris, acogen a Clara. Dorotea 42

está fascinada tanto con la voz de Luis como con la historia de Clara –que también cuenta con la referencia al mito clásico de Píramo y Tisbe. La joven confiesa su intranquilidad: Luis no es quien aparenta ser, ha abandonado su hogar, su relación no tiene visos de resolución positiva, nunca le ha hablado, pero se han visto, frecuentan el mismo entorno, Clara ha escuchado su voz y sus poemas… lo ama, pero está segura que no podrán estar juntos debido a las diferencias sociales. Luis canta en sus poemas el triunfo del amor, se compara con Palinuro –el experimentado timonel de las naves de Eneas- y su habilidad para seguir “la estrella de su amor” –no se alude a la muerte trágica de Palinuro a manos de Neptuno, sino a su fidelidad en el cumplimiento de su deber.

Por su parte, el padre de Clara también es el protagonista de un proceso de anagnórisis: encuentra a su hermano en el cautivo de Argel que se ha detenido en la venta para descansar junto con una mujer “exótica”, Zoraida. Escuchamos a Clara y a Luis, al siervo de Luis que lo llama a la razón y a respetar su condición nobiliaria, lo llama al olvido de esa relación que piensa casual y vana… pero Luis insiste en su determinación: no regresará a casa sino hasta declarar su amor a Clara, expresar sus intenciones al oidor, conseguir el consentimiento para manifestar su amor. El padre de Clara accede, Fernando y Cardenio están dispuestos a acompañar a Luis, apoyar su relación y captar la benevolencia de su padre. Luis está dispuesto a renunciar a todo, menos a su amor por Clara. Su relación encuentra también su cauce.  Zoraida y el cautivo de Argel/Ana Félix y Gregorio, sus historias se relacionan con el amor que supera distancias, que justifica el abandono de la tierra conocida, que borra diferencias culturales y religiosas. Zoraida ha decidido encontrar sentido para su vida en su conversión al cristianismo, y en la negación de su religión por origen familiar, la islámica. Zoraida perdió a su madre, una esclava que cuidaba de ella la inició en el culto a la Virgen María; ha contemplado a los esclavos cristianos y a quienes han abjurado del islam, ha elegido a un cautivo probo, cuyo comportamiento en medio de tantas limitaciones le ha brindado la seguridad de su honradez y la confianza necesarias para confiarle sus planes secretos, sus esperanzas, su vida; pero también la libertad añorada por los cautivos. Dadas estas circunstancias, Zoraida toma decisiones importantes: elige cambiar de nombre, desea que la llamen Lela Marián; de religión, se acoge a la cristiana; de lugar de residencia, abandona Argel para ir a España. Su relación con el cautivo de Argel ha sido posible gracias a las traducciones de sus cartas, ella es dueña de sus palabras, aunque su voz no pueda llegar al cautivo de Argel; cuenta con determinación, está dispuesta a abandonar el ámbito conocido, cómodo y seguro de su hogar para aventurarse a un lugar desconocido, posiblemente donde deberá sufrir incómodas necesidades que quizá ni siquiera consiga imaginarse, y peligroso, especialmente para una joven mujer que cuenta con joyas y oro para conseguir su propósito. No repara en la desobediencia a la autoridad paterna, no repara en el dolor que esto le producirá a su progenitor, únicamente repara en su amor trascendente que le da confianza y esperanza de conseguir una vida diferente, junto al cautivo de Argel, cuya libertad está ligada a la suya. Los referentes clásicos la relacionan con Medea, pero Zoraida no ha sido hechizada por Afrodita, sus decisiones han sido tomadas en libertad. Medea abandona su hogar y asume su condición de extranjera “altamente peligrosa” en la Hélade, debido a su libertad y sus conocimientos, al manejo de la palabra y la argumentación. Zoraida apenas consigue nominar-se como Lelia Marián, pero está empeñada en su bautismo y encuentra la gratitud y el amor del 43

cautivo de Argel, por supuesto, cuenta con la simpatía de las parejas de la venta de Juan Palomeque, constituye un ejemplo paradigmático de superación de barreras que en apariencia serían insalvables.

Ana Félix ha debido abandonar la Mancha por cuestiones religiosas, se ha marchado con su madre; las circunstancias la han separado de su padre. Gregorio es un joven que ama a Ana y ha permanecido junto a ella. Los dos han debido superar múltiples desventuras. Ana ha enfrentado la muerte para defender a su amado, ha optado por la impostura del disfraz que niega su condición femenina, ha sido perdonado-a por su hermosura y su valiente determinación. Los procesos de anagnórisis son complejos, pero su realización nos dan cuenta de la diversidad cultural que se encuentra marcada en los distintos reinos. Los motivos del amor, del viaje y del conocimiento se aúnan en esta historia: Ana debe abandonar su ámbito privado para conocer otros lugares, pero ante todo, para conocer su fuerza interior, su ingenio, su determinación por defender su amor. Pero también recupera a su padre, quien le ofrece viajar a otro reino, donde no hay persecuciones religiosas. Hay personas que están dispuestas a albergar a Ana y a protegerla hasta que se superen estas persecuciones, Gregorio no permanecerá con Ana, pero aunque no hay certeza de que su amor encontrará su cauce natural, todas las desventuras que han superado Ana y Gregorio alimentan la posibilidad de que logren el ordo amoris tan requerido.  Leandra y Vicente de la Roca / Clara Jerónima y Vicente Torrellas /Anselmo, Camila y Lotario, historias donde prevalece el amor y el temor al engaño amoroso, el amor infiel, el amor frágil que impone pruebas y provoca dolor que abate y encuentra el cauce para su némesis: el aislamiento o la muerte.

Leandra es una mujer bastante confiada, podríamos afirmar que la historia que cuenta Eugenio –el “bien nacido”- la caracteriza como simple, a pesar de que constituía el mayor orgullo de su padre virtuoso, quien veía en ella hermosura extrema, “rara discreción”, y donaire acompañado de virtud y recato. Eugenio y Anselmo expresan su amor por Leandra, comunican sus intenciones al labrador virtuoso y llegan al acuerdo de respetar la elección de Leandra. Pero no cuentan con el retorno de Vicente de la Roca, quien regresa de Italia, no posee riquezas pero sí algunas habilidades que “fascinan” y encandilan a Leandra: habilidad para fingir historias, rasgar la guitarra hasta hacerla cantar, ofrecer viajes…engañar con su apariencia y sus promesas.

Leandra se enamora de él y huye de su hogar, amor que contraviene la obediencia filial, el orden convencional establecido para las mujeres sensatas que cuidan su “honra”: Vicente, -extranjeroautóctono, relacionado con del mito de Jasón y Medea-, consigue que Leandra decida emprender el viaje que él le ha prometido –a Nápoles, la “más rica y viciosa ciudad que había en todo el universo”-, pero la abandona en una cueva cercana a su aldea; no la ha violentado, pero le ha robado todo lo que ella había traído consigo y que pertenecía a la casa de su padre. Leandra debe recluirse en un monasterio, ahora sí debe cumplir las disposiciones paternas, pero la “fama” que ha ganado sirve para generalizar las condiciones de alteridad de las mujeres de la época frente a los hombres, condiciones que deberían servir de advertencia a todos quienes pretenden amarlas: “desenvoltura y … natural inclinación de las mujeres, que, por la mayor parte, suele ser desatinada y mal compuesta” (I, LI, 297). Pero el amor –o fascinación que produce Leandra en 44

los jóvenes de su aldea- no ha sido correspondido, por lo que todos quienes confiesan amar en vano a Leandra, han constituido una nueva “Arcadia” donde se escuchan los requiebros de los amantes de la vana doncella. Curiosamente se menciona el eco de las quejas que profieren los pastores y que los reproducen las montañas –y que por supuesto, nos recuerdan el mito de Narciso y Eco-: No hay hueco de peña, ni margen de arroyo ni sombra de árbol que no esté ocupada de algún pastor que sus desventuras a los aires cuente: el eco repite el nombre de Leandra dondequiera que pueda formarse: <<Leandra>> resuenan los montes, <<Leandra>> murmuran los arroyos, y Leandra nos tiene a todos suspensos y encantados, esperando sin esperanza y temiendo sin saber de qué tememos.” (I, LI, 298) A pesar de que los pastores no correspondidos encuentran justificaciones para disculpar “el error” de Leandra y mantener sus ilusiones, Eugenio aduce que no se trata de un error, sino de la verdadera condición de todas las mujeres: “…decir mal de la ligereza de las mujeres, de su inconstancia, de su doble trato, de sus promesas muertas, de su fe rotas, y, finalmente, del poco discurso que tienen en saber colocar sus pensamientos e intenciones; y ésta fue la ocasión, señores, de las palabras y razones que dije a esta cabra cuando aquí llegué; que por ser hembra la tengo en poco, aunque es la mejor de todo mi apero.”(I, LI, 298) Leandra no tiene voz, no hay palabras escritas, no hay referencia a su cultura ni a sus testimonios directos, está condenada al silencio, a la reclusión y a la ambigua fama.

La historia de Clara Jerónima y Vicente Torrellas también está marcada por la fama y sus terribles consecuencias cuando es tan ligera, tanto, para hacer dudar de la veracidad del amor de Vicente a Clara. Ella pertenece a una familia –clan- que no acepta la familia de Vicente. Amor frágil que se ha desarrollado en medio de la desconfianza y el temor. Clara Jerónima reclama como esposo a Vicente, y escucha que él se casará con otra mujer. No lo soporta, únicamente conoce una solución: la muerte del falsario. Ejecuta su némesis –hay resonancias de Clitemestra y Medea-, no se detiene a considerar razones, no bastan las palabras del amado, pues fenoménicamente son falsas. Clara Jerónima sabe manejar armas, esto marca sus relaciones de alteridad, demuestra su carácter y determinación –lo encontramos también en la duquesa, pero ella las utiliza para la cacería de monte, no para autoproclamarse instrumento de némesisdesmiente la fragilidad como una característica propia de las mujeres. Pero se combina con una explosión de emocionalidad…mata a Vicente, cuando escucha sus palabras agónicas, comprueba que ha elegido mal, se ha apresurado, ha tomado la peor de las decisiones: ella ha marcado su amor con la muerte del amado. Busca refugio en Roque Guinart, es el espacio pertinente para la confesión, sin críticas; lo consigue, pero decide la reclusión en un monasterio, no la rendición de cuentas a la justicia que caracteriza un orden establecido que no es el ideal.

Anselmo y Camila pueden dar cauce a su amor, pero esto no le basta a Anselmo, es preciso que él confirme la honradez y la fortaleza de Camila para estar seguro de su amor.

Lotario debe cumplir con esta misión como el mejor amigo de Anselmo. No bastan las advertencias ni las imposturas de Lotario para convencer a Anselmo. Las sospechas de Camila se confirman, la relación con Lotario no son propias del mejor amigo de la pareja; ella requiere la presencia de su esposo, no la obtiene. Anselmo exige la prueba de amistad que debe cumplir Lotario, la consigue. Lotario se empeña en enamorar a Camila, no lo consigue con facilidad, pero cuando lo logra, también él se ha enamorado de ella. Le revela la verdad, Camila decide 45

castigar la falta de fe de Anselmo: fortalece sus vínculos amatorios con Lotario, somete a Anselmo gracias a su impostura: finge suicidarse antes de ceder su honra a Lotario y traicionar a su esposo –parodiza a Lucrecia-. Cuando Anselmo se piensa satisfecho, cree que Camila ha superado la prueba, se encuentra abandonado, huye, muere; también lo hace Lotario, se ofrece como voluntario en una guerra, muere; Camila se asila en un monasterio, se entera del fin de Anselmo y de Lotario, muere. Esta historia de amor en prueba está marcada por la muerte, la desconfianza es el detonante de esta tragedia: de la ate, la hybris y la némesis se cumplen en los tres personajes, resuenan en los lectores como eleos, phobos y katharsis.

Valoramos los diálogos textuales que se establecen entre El Quijote y las obras de la épica helena y latina, la Iliada, Odisea, Teogonía y Metamorfosis de Ovidio; la comedia ática antigua y la comedia nueva, la comedia latina; las novelas helenísticas, las sátiras, aunque Rodríguez Adrados señale que no son conocidas de primera fuente, lo esencial es que permiten valorar la trascendencia textual y su riqueza cuando nos revela, reivindica y nos invita a reflexionar sobre la importancia de la memoria como elemento esencial de nuestra humanidad. …Por cierto que los temas antiguos le llegaron a Cervantes no directamente: por refecciones de Jorge Montemayor o de León Hebreo y traducciones de Heliodoro. …También Luciano le llegó por traducciones.

Y había, en latín y castellano, innúmeras colecciones de máximas, a veces engastadas en tramas anecdóticas, así en mil gnomologías, en las Vidas de Secundo, Alejandro y Apolonio, el debate de Adriano y Epícteto, etc. (Rodríguez Adrados, 2013, p. 552)

Los diálogos textuales que se manifiestan en El Quijote nos recuerdan el amor a la literatura y sus posibilidades como experiencia estética que une lo dulce y útil, y la importancia de considerar sus resonancias en nuestra formación, no únicamente de lectores especializados, sino de personas que integran su formación como homo aestheticus, homo ethicus, homo faber y homo sapiens gracias esta experiencia estética en el privilegiado espacio de la literatura: Quería enseñar deleitando, como proponía Horacio. Pues bien, todo esto, junto a las anécdotas, novelitas, las enseñanzas y las máximas y refranes, es característico del género antiguo al que estoy haciendo referencia (literatura sapiencial de tipo popularista y cinizante, de la que la novela realista es sólo un ejemplo…) Género muy popular también en la Edad Media latina y castellana. (Rodríguez Adrados, 2013, p. 553)

En nuestro análisis encontramos relaciones de hipertextualidad en el desarrollo del motivo del amor: concretamente, reconocimos transposición en la historia de Marcela y el mito de Dafne, el mito de Sínope. Existe la relación que conjuga el régimen serio con la relación de imitación en la historia de Zoraida y de Ana Félix con el mito de Medea. También hemos percibido la manifestación de imitación seria en la historia de Camila, protagonista de la novela El curioso impertinente, con la historia de Giges, Candaules y su esposa. Reconocimos imitación satírica-charge- en la historia de Altisidora y la de Alcestis y Psyque; al igual que imitación lúdica en la historia de Quiteria, Basilio y el rico Camacho. En la historia de Cardenio y Luscinda también encontramos imitación lúdica con el mito de Píramo y Tisbe; el mismo mito que en la historia de Clara y Luis asume la forma de transposición. En la historia de Dorotea y Fernando encontramos una imitación seria –forgerie- con los mitos de Medea y Jasón, y el de Ariadna y Teseo. Encontramos una relación paródica entre la historia de Leandra, Vicente y 46

Eugenio con el mito de Narciso y Eco. El mito de Circe y el mito del atrida Agamenón y Clitemestra están relacionados con la historia de Clara Jerónima en el nivel de la transposición.

El motivo del conocimiento se manifiesta como conocimiento del otro, el conocimiento del mundo y el autoconocimiento; el conocimiento que permite tomar consciencia para dirimir, y el falso conocimiento que confunde y engaña; el conocimiento y sus fuentes: los libros, los viajes, el amor, las decisiones para superar situaciones críticas, personas que son fuente de conocimiento. Consideramos El Quijote no sólo como la obra fundadora de la novela moderna, sino como fuente de conocimiento y difusión de experiencias, de visiones de mundo diversas, de procesos de acercamiento a la realidad que marcaron el mundo clásico caracterizado por sus intenciones anagógicas: Modelo de Esopo … Hablar de Wisdom Literature, como dicen los ingleses, o literatura sapiencial en vez de, sólo, novela realista. La literatura sapiencial es un género de remotos orígenes orientales, vivo en Grecia y Roma y luego en la Edad Media. (Rodríguez Adrados, 2013, p. 555) Alfredo Alvar, siguiendo a Menéndez Pelayo y Daniel Eisenberg, algo nos indica sobre los libros que manejaba (Cervantes): a los ya citados añade la Odisea , que deja su huella en Viaje al Parnaso y Persiles, también Heliodoro y Aquiles Tacio, Jenofonte y Plutarco, Demonacte: a veces conocemos las traducciones que seguía.

Un antihéroe, desecho de la sociedad, daba lecciones , como Diógenes o Esopo, triunfaba con su ingenio en todo, hasta en el amor. …Pero prefiero insistir en que fueron los cínicos, ya en la época Helenística, quienes tomaron sobre sí estas tradiciones y crearon la nueva literatura popular griega, luego continuada en latín, a que he hecho referencia. Crearon, sobre todo, dentro de ella, los géneros paródicos.

Los cínicos, en efecto, los utilizaron para sus fines de instrucción que iba acompañada de la crítica y la ironía, la sátira literaria. Sátira de la épica y la lírica, por ejemplo. Y trasmutaron los anteriores géneros en otros de carácter satírico, en primer término la novela… (Rodríguez Adrados, 2013, p. 560)

Los personajes femeninos de El Quijote conjugan el motivo del conocimiento en su manifestación de autoconocimiento con el motivo del viaje. El motivo del viaje encuentra dos manifestaciones básicas: el viaje externo que se relaciona con la salida hacia lugares que se anhelan conocer o que se convierten en el refugio para conseguir un cambio buscado, y el viaje interno que permite el autoconocimiento y la reflexión en soledad: todos los personajes femeninos referidos en este análisis han experimentado un viaje o lo han deseado: Marcela abandona la casa de su tío sacerdote y elige Sierra Morena para vivir, conocer y hacer respetar su decisión de permanecer libre, sin ataduras convencionales; conjuga el viaje interno, que fortalece su autoconocimiento, con el viaje externo, gracias a los libros que ha leído y que le hablan de otras posibilidades, que le permiten transgredir el orden convencional establecido para una mujer “honesta”; ella confirma su perseverancia en la consecución de su libertad, de su honradez y de su buena fama. Dorotea abandona su hogar, ha leído novelas de caballería, ha conocido otros mundos en el logos fictus, ha ampliado su horizonte, luego de ceder a los requerimientos engañosos de Fernando, elige marcharse hacia el espacio abierto y público de Sierra Morena; conoce su fuerza y su determinación de defender su integridad, no la detiene la posibilidad de acabar con la vida de su criado que ha decidido abusar de ella, decide cambiar su apariencia: primero elige ser pastor y confundirse en Sierra Morena, luego se reencuentra consigo misma, 47

con su esencia –la apariencia de princesa del reino Micomicón ayuda a que don Quijote complete su viaje, pues retornará a su hogar; esta condición “impostada” devuelve a Doroteaprincesa Micomicona su esencia, le permite hablar como “otro legítimo” con Fernando-, el motivo del viaje puede asumir también la condición de transformación: La locura de Don Quijote da pie a interminables transformaciones y trucos: Dorotea se disfraza de princesa Micomicona, el barbero se trueca en su escudero, Sansón Carrasco en caballero errante, Ginés de Pasamonte aparece manejando un retablo de títeres: son nada más que unos cuantos ejemplos. Estas metamorfosis convierten la realidad en un teatro inacabable, sin que por eso deje de ser realidad. Y cuando los personajes no se trasmutan voluntariamente, se encarga de transmutarlos la locura de Don Quijote, como lo hace sin cesar desde la escena con el ventero y las mozas en la primera venta que visita.

(Auerbach, 1975, p. 331)

Altisidora “viaja a las lóbregas cavernas de Dite”, es el único personaje femenino que cumple el viaje que es el mayor reto que deben superar los héroes: la katábasis; pero no vuelve más sabia, no se conoce mejora a sí misma, posiblemente se niega a aprender, únicamente le sirve para dar mayor verosimilitud a su impostura, a su condición paródica que únicamente busca cumplir las órdenes de los duques y concederles diversión…aunque raye en los límites de la crueldad. Altisidora experimenta también la nekyomanteía, logra así la crítica a la impostura del Quijote de Avellaneda. Zoraida viaja y abandona su patria, su hogar, a su padre para cumplir su deseo de asumir la religión que le descubrió a Lelia Marián, mide su valor en las penurias, confirma su determinación en su silenciosa convicción, aunque mueva las críticas y la elección entre el amor de su padre y la fe a la que ha decidido acogerse. Ana Félix viaja para salvar a su amado, cambia de apariencia, enfrenta la muerte, es perdonado-a por su belleza, se reencuentra con su padre, es acogida: conoce su fuerza, la ha puesto en práctica; accede al conocimiento de nuevos lugares y costumbres, servirá para que realice elecciones. Camila se aleja, se aísla a un monasterio para intentar reencontrarse con ella misma, y muere al enterarse del fin que encontraron Anselmo y Lotario. Claudia Jerónima abandona su casa, mata a quien cree que la ha traicionado, viaja en busca de protección y amparo: encuentra a Roque Guinart, decide marchar a un monasterio, el aislamiento la ayudará en su proceso de autoconocimiento. Dulcinea viaja siempre junto a don Quijote, en la primera parte de la novela impresa, en la voz que se escucha hasta “la lóbrega caverna de Dite”, hasta el regreso definitivo del caballero de la Triste Figura que asume recobrar la identidad de Alonso Quijano el Bueno, Dulcinea desaparece como dama ideal, pero se permanece en nuestro imaginario a lo largo de los siglos.

La venta de Juan Palomeque es un lugar privilegiado para que los personajes femeninos de la primera parte de El Quijote se encuentren, no únicamente para descansar, es un sitio limitado para ello, apenas tiene camas, no cuenta con provisiones, pero es el “laberinto de Perseo” donde confluyen quienes regresan, quienes tienen intenciones de marcharse, quienes siguen secretamente los pasos del ser amado, quienes desean reivindicar la justicia, quienes no esperan nada y consiguen lo más importante de su vida, reencontrar el amor. Las relaciones laberínticas de las historias de sus huéspedes son consideradas desde la mirada íntima, la que pone a prueba el nivel de autoconocimiento y la defensa del amor. Aquí encontramos también el sentido que conservan las historias paralelas, no están interpuestas, no son partes que conforman las “quimeras” del género de novelas de caballería, no, ellas se integran y permiten el fluir de la 48

trama, no son parches sin sentido para captar la atención, son hitos en el camino que recorremos: No he visto ningún libro de caballerías que haga un cuerpo de fábula entero con todos sus miembros, de manera que el medio corresponda al principio y el fin al principio y al medio: sino que los componen con tantos miembros que más parecen que llevan intención a formar una quimera o un monstruo que a hacer una figura proporcionada. (Quijote) (Zimic, 1998, pp. 20-21)

No interrumpen el desarrollo de las aventuras de don Quijote, nos dan la posibilidad de contar con una perspectiva privilegiada para vislumbrar las acciones, los personajes y sus interacciones en el nivel de la realidad ficcional y la ficción dentro de la ficción para poder leer mejor la realidad: Varios cervantistas ya han observado que la estructura novelística con interpolaciones del Quijote tiene antecedentes en la literatura clásica, medieval y renacentista: “In inserting extraneous matter and thus interrupting the progress of the main narrative…, Cervantes was not resorting to a neq device in story telling…, for he had precedents in pastoral novels and Italian epics of chilvary. (Buchanan, Extraneous Matter in the first Part of Cervantes “Don Quijote”) (Zimic, 1998, pp. 28-29)

Realidad que nos permite valorar la obra magistral de Cervantes para leerla y testimoniarla: “el Gran diccionario histórico, de Louis Moréri, divulgará por toda Europa y situará la novela en la línea de una novela política que busca criticar a la sociedad española de la época…” (Nerlich, 2002, p. 158) Que también puede ser asumida como lo hiciera Auerbach, -también constituye una alternativa válida para algunos lectores-, lo que cuenta realmente es la capacidad de Cervantes, el trabajo realizado con sus personajes y las resonancias que concitan propuestas de análisis, a pesar de todos los estudios realizados a lo largo de cuatro siglos -Jaime Fernández, S.J. en su bibliografía del Quijote recoge 5000 títulos y 19.000 entradas- (Fernández, 1995): Nunca, desde Cervantes hasta hoy, ha vuelto a intentarse, en Europa, una exposición de la realidad cotidiana envuelta en una alegría tan universal, tan ramificada y, al mismo tiempo, tan exenta de crítica y de problemática como la que se nos ofrece en el Quijote; ni acertamos tampoco a imaginarnos dónde ni cuándo habría podido acometerse de nuevo la empresa. (Auerbach, 1975, p. 339)

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Historia de Antonio y Olalla: “salir para capuchino” Sierra Morena Don Quijote: discurso edad de oro Marcela: ama su libertad, dueña de su palabra/ suicidio de Grisóstomo Cardenio: locura por impostura de Fernando y supuesta infidelidad de Luscinda Cardenio habla, cuenta su decepción, locura por interrupción de su historia y extensión de su sufrimiento. (Novelas de caballería) Luscinda huye al monasterio Dorotea: impostura, habla, cuenta

Fernando rapta a Luscinda Don Quijote pena por Dulcinea: autoimposición.

Envía a Sancho una carta para Dulcinea

Dorotea: princesa Micomicona Decapita los odres de vino: parecer: elimina al gigante. Duerme.

Llevado en una jaula a su hogar

Venta de Juan Palomeque Ventero/ mujer/ hija/ Maritornes Reconocimiento de Luscinda por Cardenio Reconocimiento de Fernando por Dorotea Reconocimiento de Luis por Clara Reconocimiento del cautivo de Argel y del oidor Viedma Fernando anima la impostura de Dorotea-Micomicona Traductor, cautivo de Argel, Zoraida (Medea) Religión, bautizo, viaje: salvación física y espiritual.

Oidor Viedma: viaja a México con su hija Clara. Don Luis canta, impostura, mozo de cuadra reconocimiento. Fernando y Cardenio garantes de Luis y su amor por Clara.

Cura, ficción, lectura de El curioso impertinente: Lotario: diálogos directos. Nivel del ser y el parecer. Areté/virtud. Guerra-muerte Camila (Dánae) areté/hybris: virtud/traición. Monasterio, conocimiento, muerte. Anselmo: hybris, desea probar la virtud de Camila y la amistad de Lotario. Se engaña, conoce la verdad. Huye, intenta escribir su historia, muere. Leonela: criada cómplice, amante, impostura.

Arcadia: Eugenio y amantes no correspondidos de Leandra, condición de impostura generalizada a todas las mujeres: Leandra engañada por Vicente, impostura, ladrón, huida. Leandra recluida en un monasterio.

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Resignificaciones y concretizaciones

En primer lugar, reconozcamos que no podemos decir con exactitud cómo entendieron El Quijote los contemporáneos de Cervantes, aunque sí podemos calcular la existencia de múltiples niveles de lectura en la masa de lectores de la época, que van desde la comprensión no literaria y no filosófica del individuo analfabeto, a quien leyeron el texto, hasta la comprensión de los individuos con formación filosófica y literaria análoga a la de Cervantes.

(Nerlich, 2002, p. 154)

Los contrastes: la dualidad complementaria en el viaje, el conocimiento y el amor en las figuras femeninas y en el Quijote.

Paulina Zary “Todos los hombres son Don Quijote y Sancho, con sus mismos anhelos, grandezas y miserias. Todos los hombres viven la ficción de vivir y saben que son hijos de sus obras. La universalidad del Quijote demuestra la igualdad de todos los hombres”.

Manuela Citoler

El contexto de la sociedad actual con un predominio mercantilista, “…orientada al consumo continuo, el progresivo imperio de una cultura audiovisual, la opinión manipulada por los grandes medios de comunicación de masas, y los incontables señuelos y artificios y avances espectaculares de una tecnología que todo lo invade…” (C. García Gual, 2013, p.7), hace que el encuentro con los Clásicos a través de la lectura se convierta en una tarea titánica, que sin embargo, debe ser retomada y asumida por la sociedad. La lectura o relectura sensible, profundamente reflexionada del Quijote traza un camino que representa los tres motivos propuestos en este proyecto: el amor, el conocimiento y el viaje, mucho más si dicho análisis se centra en las figuras femeninas que, en la historia, son generadoras de nobles y apasionados sentimientos, de senderos de aprendizaje, de lecciones de vida…

Como diría Ítalo Calvino, “Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir” (Calvino I., 1994, p.2); por tanto, el acercamiento al Quijote ofrecerá múltiples lecturas que incluyen el ámbito de lo estético, pero también otros campos interesantes: el 53

religioso, el moral, el político, social y económico entre otros, que generan otras perspectivas no solo de una época renacentista lejana a nuestra realidad sino más bien, retomando la frase, cercana, vigente, actual… En este caso específico, en la lectura que se propone, todos los campos mencionados ingresan a una misma esfera, se conjugan con el tema de lo femenino y generan contrastes profundamente interesantes.

El carácter clásico de los tres elementos de referencia (amor, viaje y conocimiento) se unen a aquella esfera y marcan el camino de esta lectura que revela que aun hoy en un mundo vorazmente capitalista, se sobreponen los ideales quijotescos de reparar un mundo descompuesto, propio de la edad de hierro: “los hombres demarcan las naciones con fronteras y aprenden las artes de la navegación y la minería. Les gustan las guerras, son codiciosos e impiadosos. La verdad, la modestia y la lealtad han desaparecido”, mencionada ya por los escritores grecolatinos y rememorada por Cervantes, como un gran visionario, en El Quijote.

La historia del Quijote y las múltiples historias que la acompañan, apuntan a los variados géneros de la época: novela de caballería, la novela pastoril, la novela morisca, las novelas de aventuras… y en todas ellas existe la presencia femenina marcando el camino, mostrando muchas facetas, unas enmarcadas en una época propia del autor en donde se podría observar, como señalan los estudios de Ana Azanza (1997), “una visión poco reivindicadora del papel femenino en la obra cervantina” (p.1), pero también otros estudios, como el de Marian Moreno Llaneza (2007), autora de Una propuesta didáctica con perspectiva de género sobre el mundo del Quijote, cuya visión diametralmente distinta a la de Azanza, habla de los personajes femeninos del Quijote, sin distinción de clase, como mujeres dueñas de un discurso propio que revela naturalidad, ingenio, fuerza y poder.

Lo femenino abre las puertas de la aventura, el camino, el conocimiento y el amor.

Desde la primera página de esta singular historia, los contrastes aparecen. Así, el primero es la precisión/imprecisión que genera el narrador, ya que ubica de manera general al lector en el espacio en que se iniciará el desarrollo de la historia, La Mancha; pero a la vez, le genera incógnitas, pues el lugar exacto, específico donde nace todo, se aleja de manera consciente de la memoria del narrador con la frase “…de cuyo nombre no quiero acordarme”… (Cervantes, 1969, p. 25) y deja una serie de cuestionamientos acerca del porqué de su cabal olvido.

Aunque con cierta vaguedad, de alguna manera, el camino está trazado y allí iniciará la historia. En un primer momento Don Quijote transitará por los caminos de La Mancha, de ida y 54

vuelta. Después de su primera salida, ha tenido su primer encuentro con el conocimiento, con las acciones de la caballería andante, lo que le permitirá enmendar errores y renovado en su actuar, volver a “desfacer entuertos”.

La ingente presencia femenina en esta obra se percibe desde el primer momento y genera dualidades interesantes, por ejemplo, la ficción y la realidad, que lejos de ser parte de una dicotomía, se fusionan y perviven complementariamente.

Uno de los casos más interesantes es el de la transformación de Aldonza Lorenzo en Dulcinea. Concha Espina (1947) en su obra Mujeres del Quijote, lo describe de manera clara y precisa: “Dulcinea y Aldonza son aspectos de la misma mujer ideal y real que Cervantes creó con la pobre arcilla de la tierra y con el rico aliento de su numen. Aldonza a secas es una zafia campesina como otras muchas del Toboso; Dulcinea es una ilusión que se quiebra de puro sutil; pero juntas ambas en una sola constituyen el cuerpo y el espíritu, la carne y el alma de una mujer, de la Mujer Eterna” (p.30). Aunque la visión de Espina es muy elevada, la lectura de su afirmación hoy, podría acercarnos a esa “eternidad” que la pluma cervantina otorgó a las figuras femeninas, en este caso particular, Aldonza/Dulcinea que se complementan y hasta hoy perduran y podrían ser el reflejo de la mujer actual, dueña de grandes fortalezas físicas e intelectuales y al mismo tiempo, profundamente espirituales.

Hasta ahora, el camino hacia las aventuras de Don Quijote se ha trazado, el viaje está planteado; el motor para tan grande empresa se ha encendido por el amor, pues la simpar Dulcinea del Toboso inspirará cada hazaña, será su intercesora y generará los sentimientos más sublimes en el protagonista. Además, en la primera salida se ha dado ya el encuentro con el conocimiento vivencial de la caballería andante que no cesará durante toda la obra: los tres elementos se han imbricado ya en la historia.

Por otro lado, recordemos que esta obra pertenece a la época del Renacimiento, por tanto las referencias al pasado clásico son múltiples. En este caso, podríamos señalar el ciclo homérico y su concepción de la figura femenina. Recordemos que los personajes femeninos de Homero pertenecían a la aristocracia y cumplían un triple papel: reinas, esposas y madres, tres roles relacionados al tema familiar y moral. Si bien Dulcinea cumple tal vez solo el primer papel, posee los ideales sublimes de virtud y belleza. Ya en su primera hazaña, cuando Don Quijote cree haber salvado al pobre Andrés de los azotes de su señor, dedica su gran acto a su 55

señora: -Bien te puedes llamar dichosa sobre cuantas hoy viven sobre la tierra ¡oh sobre las bellas, bella Dulcinea del Toboso! pues te cupo en suerte tener sujeto y rendido á toda su voluntad é talante á un tan valiente y tan nombrado caballero como lo es y será don Quijote de la Mancha; el cual como todo el mundo lo sabe, ayer recibió la orden de caballería, y hoy ha desfecho el mayor entuerto y agravio que formó la sinrazón y cometió la crueldad… (Cervantes, 1969, p. 45)

Pero un acercamiento mucho más claro a las referencias grecolatinas lo encontramos en la segunda parte de Don Quijote, donde Sancho habla de Dulcinea como una simple campesina, a lo que el Caballero de la Triste Figura, después de aclarar que debe tratarse de una venganza de algún maligno hechicero, responde: “Dulcinea es principal y bien nacida, y de los hidalgos linajes que hay en el Toboso, que son muchos, antiguos y muy buenos, a buen seguro que no le cabe poca parte a la sin par Dulcinea, por quien su lugar será famoso y nombrado en los venideros siglos, como lo ha sido Troya por Elena…” (Cervantes, 1990, p. 247).

Así Dulcinea, no solo es comparada con la mujer más bella de la Hélade, Elena de Troya, sino que cobra dimensiones insospechadas, ya que su solo nombre otorgará fama a su lugar de origen; su belleza y nobleza cubrirán de gloria el futuro del Toboso.

Mientras se desarrolla la historia, podemos decir que el viaje ha otorgado al Quijote sabiduría igual que fama, tanto que ya en la segunda parte es un personaje literario de renombre junto a su fiel escudero. Han aprendido de la caballería andante, de la vida pastoril, de la libertad, de la política y del corazón. El Caballero de la Triste Figura ha aprendido que su amor hacia su dama es tan sublime que jamás podría ser mancillado por el engaño, valor que no hallaremos en Sancho, quien solo de palabra manifiesta que si él estuviese en el lugar de su señor, no dudaría en aceptar los amores de cualquier dama, pero en las acciones que se desarrollan en toda la obra, también guarda fidelidad a su esposa Teresa. Vemos reflejada otra de las dualidades que se fusionan en los protagonistas: la fidelidad vs la posibilidad del engaño.

Se habló ya de los nobles sentimientos que afloran en Don Quijote por la sola presencia de Dulcinea en su pensamiento y es así que retomando los símiles grecolatinos, hablaremos de Penélope, símbolo de la fidelidad al esperar al ingenioso Odiseo nada más que durante veinte años. Hablamos de los personajes femeninos, sin embargo para encontrar ese paralelo, en este caso, la referencia será al espíritu femenino que habita en nuestro caballero andante, pues él (al 56

igual que la dama del ardid de la tela que tejía por la mañana y destejía por la noche) solo posee ojos para su dama, a pesar de que durante toda la obra (aunque no como Penélope y sus pretendientes) Don Quijote estará siempre rodeado de beldades que en cierto modo podrían tentar su virtud, como ocurre abiertamente con la atrevida Altisidora quien con requiebros de amor y como parte de la broma ideada por la duquesa, confiesa su ardoroso amor al protagonista y él responde: ¡Soy tan desdichado andante que no hay doncella que al mirarme no se enamore de mí! Pero para mí sólo Dulcinea es hermosa, gallarda y bien nacida, y las demás son feas y necias. Llore o cante Altisidora, que yo tengo de ser de Dulcinea, cocido o asado, limpio, bien criado y honesto, a pesar de todos los hechiceros de la tierra. (Cervantes, 1969, p. 322)

La aventura con Altisidora y la duquesa, que dentro de nuestros tres motivos tiene gran importancia, termina cuando el protagonista aconseja a la duquesa y le deja una lección, que a pesar de que en la obra está dentro de la dualidad cómico/seria, es profunda, producto del aprendizaje que el viaje, el conocimiento y el amor le han dado no solo a Don Quijote sino también a Sancho: –Señora mía, sepa Vuestra Señoría que todo el mal desta doncella nace de ociosidad, cuyo remedio es la ocupación honesta y continua. …; y ésta es la verdad, éste mi parecer y éste es mi consejo. –Y el mío – añadió Sancho–, pues no he visto en toda mi vida randera que por amor se haya muerto; que las doncellas ocupadas más ponen sus pensamientos en acabar sus tareas que en pensar en sus amores. Por mí lo digo, pues, mientras estoy cavando, no me acuerdo de mi oíslo; digo, de mi Teresa Panza, a quien quiero más que a las pestañas de mis ojos. (Cervantes, 1969, p. 500)

La sabiduría del Quijote y de Sancho se ha amasado en el viaje y ya muchas interpretaciones de estos dos personajes nos hablan de la quijotización y la sanchización de estas imperecederas dualidades que se complementan y se convierten en símbolo del ser humano.

La Belleza un camino de aprendizaje y amor

Uno de los detalles que la singular pareja, protagonista de esta obra, ha asimilado y ha convertido en conocimiento gira en torno a la belleza, uno de los rotundos referentes del pasado grecolatino, que también forma parte de las duplicidades que florecen en la historia. La hermosura se pasea por toda la obra y tiene muchas facetas. Don Quijote, por ejemplo, deja para la posteridad una de las más profundas definiciones de lo que significa la hermosura relacionada 57

directamente con el amor en la dualidad cuerpo/espíritu: –Advierte, Sancho –respondió don Quijote–, que hay dos maneras de hermosura: una del alma y otra del cuerpo; la del alma campea y se muestra en el entendimiento, en la honestidad, en el buen proceder, en la liberalidad y en la buena crianza, y todas estas partes caben y pueden estar en un hombre feo; y cuando se pone la mira en esta hermosura, y no en la del cuerpo, suele nacer el amor con ímpetu y con ventajas. Yo, Sancho, bien veo que no soy hermoso, pero también conozco que no soy disforme; y bástale a un hombre de bien no ser monstruo para ser bien querido, como tenga los dotes del alma que te he dicho. (Cervantes, 1969. p. 417)

Por otro lado, desde otras acciones y otras perspectivas se podría decir machistas, lo sublime de la belleza se transforma en oscuridad, por ejemplo, en la historia de la pastora Marcela y Grisóstomo, que tantas interpretaciones ha generado. Es aquí donde la genialidad de Cervantes, al construir un personaje femenino, se pone de manifiesto. La pastora Marcela cobra una fuerza inusitada al emitir desde su alma un discurso semejante en ímpetu y significado al pronunciado por Medea ante las mujeres corintias. Ambas con un sentido reivindicador del espíritu femenino: libre, lleno de decisiones firmes y profundas. Marcela además, hace gala de su inteligencia, pues sus palabras están llenas de sabiduría, materia elevada que nutre una vez más, la mente y el corazón de nuestro protagonista y su fiel escudero, de los pastores que atentos y embelesados oyen a la bella Marcela y claro está, de los aguzados lectores.

Hízome el cielo, según vosotros decís, hermosa, y de tal manera, que sin ser poderosos a otra cosa, a que me améis os mueve mi hermosura, y por el amor que me mostráis decís y aun queréis que esté yo obligada a amaros. Yo conozco con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que por razón de ese ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama; y más que podría acontecer que el amador de lo hermoso fuese feo, y siendo lo feo digno de ser aborrecido, cae muy mal el decir quiérote por hermosa, hazme de amar aunque sea feo. Pero puesto caso que corran igualmente las hermosuras, no por eso han de correr iguales los deseos, que no todas las hermosuras enamoran, que algunas alegran la vista y no rinden la voluntad; que si todas las bellezas enamorasen y rindiesen, sería un andar las voluntades confusas y descaminadas sin saber en cuál habían de parar, porque siendo infinitos los sujetos hermosos, infinitos habían de ser los deseos; y según yo he oído decir, el verdadero amor no se divide, y ha de ser voluntario y no forzoso. (Cervantes, 1969, p. 108-109)

Marta Pérez Rodríguez (2011) en un interesante artículo describe lo que representa este personaje dentro de la historia del Quijote:

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La historia de Marcela y Grisóstomo constituye mucho más que la mera inclusión de pastores cultos en un libro de caballerías. Marcela es ese personaje femenino “deseante” que surge del mundo quijotesco y al que, según Zavala, Cervantes le permitirá hablar para contar. La intervención de Marcela se convierte, por lo tanto, en algo que se puede calificar como una: “permanente escuela de retórica y erudición, así como enseñanza para todos los que la escuchan” (p. 2).

Además, Pérez Rodríguez, expone que: …el protagonismo femenino es equiparable a cualquier personaje masculino, lo que le infiere una modernidad singular al texto y donde, además, Cervantes logra conjugar el encuentro del libre albedrío con lo místico y sin dejar de tener presente la oratoria clásica, entre muchos otros elementos. El texto cervantino muestra, asimismo, el diálogo de autores, la hipertextualidad, por medio del juego de espejos literarios que se crean siempre a través de la palabra, con una arquitectura brillante (p.3)

Sin duda Marcela, desde este pasaje pastoril, y su ímpetu ocupan un especial lugar en toda esta historia. En palabras de Marian Moreno Llaneza (2007):

La pastora Marcela representa la voz femenina que se atreve a autoafirmarse, a defenderse contra las críticas y a mostrarse como libre. A través de los parlamentos de esta mujer, Cervantes expone las ideas erasmistas según las cuales todo ser humano, hombre o mujer, poseemos alma y en consecuencia, libertad. (M. Moreno Llaneza, 2007, p. 1.)

Para otorgar un cierre al tema de la belleza y al reparar en lo femenino, sin una visión dicotómica frente a lo masculino, sino más bien como su complemento, se dirá que Don Quijote hace gala de su hombría al defender a las damas y a los seres indefensos, pero en su ser esta postura se complementa con lo femenino y opera en él algo así como un síndrome embellecedor de la realidad, de la vida... Se podría hablar de que más allá de los efectos de la “locura”, Don Quijote alcanza un nivel de consciencia tan elevado que la belleza se apodera de su visión, así mira en Aldonza Lorenzo a una bellísima y virtuosa dama y allí empieza su camino transformador, pues posteriormente, las mozas de la venta se convierten en doncellas, tan lejos de la realidad que su confusión provoca un efecto cómico en ellas. Al mirar a la misma Maritornes, descrita no con tanta gracia por el narrador, Don Quijote la mira como una “hermosa dama” y además, aquellas figuras femeninas que no poseen los parámetros de la belleza típica que presenta la obra, no es porque no la tengan, sino porque han caído bajo el hechizo de algún mago enemigo del caballero de la Triste Figura, la misma Dulcinea, según el protagonista, ha sido víctima de esas maldiciones y debe ser Sancho quien la libere al recibir 59

tres mil trescientos azotes.

Desde una lectura tal vez bastante romántica para la actualidad y desde una visión femenina a la que se le atribuye con mayor peso el ámbito de los sentimientos y emociones, me atrevo a afirmar que si predominara en todos los seres humanos la perspectiva de Don Quijote de embellecer la realidad o tomar los retos con valentía y mirarlos como la oportunidad de crear o mejorar algo y hacerlo hermoso, lo que va de la mano con aquello de “desfacer entuertos”, este mundo cambiaría su marcha y en vez de ir acelerado hacia la individualidad y la frialdad que imperan ahora, retomaría el camino hacia la calidez y los principios que valoraban la palabra, la comunicación abierta, la reflexión profunda y el respeto a uno mismo, a los demás, al otro y al mismo tiempo, a mi igual. Sin lugar a dudas, esta genial obra abre miles de caminos para la reflexión, para mirar la vida y todos sus retos con una remozada mirada.

La venta: un confluir del camino, del conocimiento y del amor

La venta encierra un gran simbolismo dentro de la obra, tomando en cuenta los tres parámetros de este estudio, pues marca el inicio de las aventuras de nuestro protagonista y además es el punto de encuentro de los personajes, sus historias y de las soluciones a sus múltiples problemas. Además de ser, a veces, un castillo desde la óptica de Don Quijote, es un refugio para descansar y aliviar dolores del cuerpo y del alma. Aquí se manifiestan los aprendizajes del viaje y también nuevas enseñanzas; además, están presentes las dualidades de las que hemos venido hablando: la locura y la cordura, el honor y el deshonor, la sumisión y la libertad, la nobleza y la villanía, el paganismo y la religiosidad...

La presencia femenina sigue tan sólida como al inicio, hasta se podría decir que ha cobrado mayor fuerza, vemos cómo la hermosa, gentil, culta e inteligente Dorotea desconcierta una vez más a Don Fernando, y aunque su postura se muestra un tanto sumisa, la libertad al exponer sus sentimientos la redime. Al mismo tiempo se diluyen en la historia dicotomías unidas a la posición social, pues Dorotea en algún momento se siente de una clase social inferior a la de Fernando a pesar de pertenecer a una familia de dinero, pero sus palabras rompen ese esquema rígido y cobran sabiduría, pues la nobleza no está en la sangre o el dinero, sino en la virtud:

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Y si te parece que has de aniquilar tu sangre por mezclarla con la mía, considera que pocas o ninguna nobleza hay en el mundo que no haya corrido por este camino, y que la que se toma de las mujeres no es la que hace al caso en las ilustres descendencias, cuanto más, que la verdadera nobleza consiste en la virtud, y si ésta a ti te falta negándome lo que tan justamente me debes, yo quedaré con más ventajas de noble que las que tú tienes.

(Cervantes, 1969, p.343)

Cabe afirmar que son la fuerza de sus emociones, la fe que tiene en el honor de su amado y el valor de sus palabras, lo que guían las acciones que confieren un final feliz a la historia de Dorotea y Fernando y a la de Luscinda y Cardenio, de este último diremos que ha recuperado al amor de su vida y también su cordura. Pues como podemos ver en estas historias, el amor ejerce una fuerza tan grande que puede arrebatar la lucidez, pero también puede restablecerla.

Otra forma de amor sublime que sobrepasa los dispersos conceptos de paganismo y religiosidad es la historia de Zoraida quien, movida por su deseo vehemente de convertirse al cristianismo, abandona su patria y mucho de lo que ama, podríamos comparar las acciones de este decidido personaje, una vez más, con Medea que en otras circunstancias, imbuida por otro tipo de amor, abandona su patria. La historia de Zoraida o Lela Marien provoca un doble final feliz, pues sus acciones desencadenarán el encuentro de dos hermanos que creyeron que jamás volverían a encontrarse. La historia de Clara de Viedma y Don Luis también se concreta en la venta que se transforma en el centro de reunión de interesantes personajes, cada uno con historias sorprendentes, que hacen creer a nuestro caballero andante que es un castillo encantado. Todos los personajes que en ese momento están en la venta son testigos de cada uno de los desenlaces y deja en ellos un aprendizaje cargado de amor.

De lo real e imaginario del viaje, del amor y el conocimiento

Toda la obra está impregnada del pasado clásico y de la dualidad de lo real y lo imaginario, al inicio todo lo imaginario parte del protagonista que transforma la realidad, pero en la segunda parte, todo lo real se transforma en fantasía, una irrealidad cargada de astucia femenina y hasta se podría decir con cierto toque de crueldad. Los momentos de la historia que tomaremos para referirnos a este tema se hallan en la segunda parte de la obra cervantina y una de ellas, está precedida por el poderío de una figura femenina, la duquesa. Ella, al igual que otros personajes en la narración, tiene la potestad para decidir y en este caso, lo que la mueve es burlarse de la locura de Don Quijote y la inocencia de su fiel escudero, aunque ella, el duque y 61

los demás personajes que se prestan para esta broma, se sorprenderán pues, este ardid les traerá algunas sorpresas como la sabiduría de Sancho Panza a quien han designado como gobernador de una ínsula.

Volviendo al tema, dentro de las múltiples acciones risibles que planea la duquesa está el probar la valentía del Caballero de la Triste Figura y su escudero, quienes deberán enfrentar al gigante Malambruno que ha hechizado a la condesa Trifaldi y las dueñas que la acompañan, a quienes les ha crecido barba en el rostro arrebatándoles su belleza. Esta ardua tarea caballeresca deberá ser realizada sobre el lomo de Clavileño, un caballo de madera que como los múltiples motivos grecolatinos presentes en la obra, nos recuerda al Caballo de Troya, claro que los singulares personajes, sobre todo Sancho, se rehúsa a afrontar esta empresa y Don Quijote, a pesar de su valentía, siente dudas acerca de tan singular caballo: “–Si mal no me acuerdo, yo he leído en Virgilio aquello del Paladión de Troya, que fue un caballo de madera que los griegos presentaron a la diosa Palas, el cual iba preñado de caballeros armados, que después fueron la total ruina de Troya; y así, será bien ver primero lo que Clavileño trae en su estómago”(Cervantes, 1969, p. 296 ), pero en seguida la condesa Trifaldi, ahora llamada la Dolorida, lo convence de que no debe temer y así, emprenden otra aventura de la que terminan maltrechos, pues en efecto en el estómago de Clavileño había una serie de juegos pirotécnicos que hicieron volar por los aires a Sancho y su amo, quienes por su intrepidez, liberaron a las damas de su cruel hechizo.

Don Quijote y Sancho se levantaron maltrechos, y, mirando a todas partes, quedaron atónitos de verse en el mesmo jardín de donde habían partido y de ver tendido por tierra tanto número de gente; y creció más su admiración cuando a un lado del jardín vieron hincada una gran lanza en el suelo y pendiente della y de dos cordones de seda verde un pergamino liso y blanco, en el cual, con grandes letras de oro, estaba escrito lo siguiente: El ínclito caballero don Quijote de la Mancha feneció y acabó la aventura de la condesa Trifaldi, por otro nombre llamada la dueña Dolorida, y compañía, con sólo intentarla.

Malambruno se da por contento y satisfecho a toda su voluntad, y las barbas de las dueñas ya quedan lisas y mondas, y los reyes don Clavijo y Antonomasia en su prístino estado. (Cervantes, 1969, p. 299-300).

El segundo evento que nos remite a personajes del pasado de Grecia y Roma y a la dualidad sueño/realidad, es el descenso de Don Quijote a la cueva de Montesinos, que al igual que Odiseo y Eneas que visitaron el inframundo para resolver el misterio del futuro, nuestro 62

personaje descubrirá el remedio para deshacer el hechizo que ha atrapado a su amada Dulcinea.

Esta dualidad queda en duda hasta para el narrador de la historia:

Dice el que tradujo esta grande historia del original, de la que escribió su primer autor Cide Hamete Benengeli, que, llegando al capítulo de la aventura de la cueva de Montesinos, en el margen dél estaban escritas, de mano del mesmo Hamete, estas mismas razones: ‘‘No me puedo dar a entender, ni me puedo persuadir, que al valeroso don Quijote le pasase puntualmente todo lo que en el antecedente capítulo queda escrito: la razón es que todas las aventuras hasta aquí sucedidas han sido contingibles y verisímiles, pero ésta desta cueva no le hallo entrada alguna para tenerla por verdadera, por ir tan fuera de los términos razonables. Pues pensar yo que don Quijote mintiese, siendo el más verdadero hidalgo y el más noble caballero de sus tiempos, no es posible; que no dijera él una mentira si le asaetearan. Por otra parte, considero que él la contó y la dijo con todas las circunstancias dichas, y que no pudo fabricar en tan breve espacio tan gran máquina de disparates; y si esta aventura parece apócrifa, yo no tengo la culpa; y así, sin afirmarla por falsa o verdadera, la escribo. (Cervantes, 1969, p.184).

Y advierte: Tú, lector, pues eres prudente, juzga lo que te pareciere, que yo no debo ni puedo más; puesto que se tiene por cierto que al tiempo de su fin y muerte dicen que se retractó della, y dijo que él la había inventado, por parecerle que convenía y cuadraba bien con las aventuras que había leído en sus historias’’. (Cervantes, 1969, p.185).

Y es el lector astuto y reflexivo quien irá descubriendo en cada página del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha las dualidades que muchas veces llegan a fusionarse reflejando, como un diáfano espejo, la naturaleza humana; asimismo, el camino que va recorriendo el Caballero de la Triste Figura y su fiel escudero Sancho Panza que se convierte en un sendero de aprendizaje no solo para esta singular pareja y todos los personajes que tienen el agrado de conocerlos, sino para quien con atención e intención lee y transforma cada aventura en un interesante y profundo conocimiento. También descubrirá que el amor, presente en toda la obra, alienta tanto a los personajes como al ser humano que se deleita leyendo las amenas historias que rodean a la principal, a vivir con intensidad, con la locura de crear un mundo mejor y de mirar la belleza en cada momento de la existencia. De la misma manera se podrá sorprender con la construcción de los personajes femeninos que si bien muestran, en algunas acciones, facetas propias del Renacimiento, en otras, Cervantes, adelantándose a su tiempo, las revelará libres, decididas… así las voces de la sobrina, del ama, de Marcela, de Dorotea, de Camila, de la duquesa, de la dueña Rodríguez, de Zoraida, de Quiteria, de Ana Félix y de todas las mujeres cervantinas, se levantarán para reivindicar el espíritu femenino, tal como lo harían en las obras grecolatinas Medea, Penélope, Antígona…

63

CONCLUSIONES

El planteamiento de este proyecto me permitió el reencuentro con El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha que ha sido una vez más, profundamente enriquecedor. Volver a recorrer el camino junto al Caballero de la Triste Figura y a su fiel escudero, acompañarlos en cada “hazaña”, escuchar la polifonía de voces del cura, del barbero, de los pastores, de los venteros, de los caballeros… y en especial la voz femenina que en medio de un mundo que parecería parcializado hacia lo masculino, se levanta firme, cargada de un simbolismo para la actualidad, me ha recordado que los clásicos, citando una vez más a Calvino, son una fuente inagotable de conocimiento.

Al inicio de este trabajo se enfatizaba en que el contexto mundial actual no prioriza el desarrollo de las competencias comunicativas, se decía también que es un deber inexcusable, sobre todo del ámbito de la educación, luchar contra un sistema que prefiere seres que se alejan de lo humano, que se automatizan, que callan y obedecen sin reflexión. La lectura, entonces, se convierte en un arma poderosa para enfrentar esta realidad, más aún si dentro de la construcción de un hábito lector están presentes libros clásicos como El Quijote.

Cada lector es un mundo y desde su lugar asimila el texto que enfrenta, es así que las obras de arte ofrecen una variedad de caminos; en el caso del Quijote, todos los senderos que brinda su lectura están colmados de un efecto catártico, tanto que después del deleite que ofrece esta joya de la literatura universal, ningún ser humano vuelve a ser el mismo. El viaje recorrido junto al protagonista y su buen escudero, el conocimiento que han ido acumulando en cada aventura por efectos del amor, también son apropiaciones del lector.

Desde mi experiencia como docente universitaria, comparto profundamente el pensamiento del escritor Pérez-Reverte quien preocupado por el devenir de esta sociedad, ha propuesto una nueva versión del Quijote, mucho más cercana a los jóvenes, pues él al igual que muchos, desea “desfacer los entuertos” de esta vertiginosa época. Son tan certeras sus palabras, pues confirman que El Quijote está vigente y que supera las esferas de lo literario para caminar en el campo de lo real, aquí junto a nosotros. En la entrevista que le hicieran en México después 64

del lanzamiento de su libro expresa esta verdad:

P.

¿Ve

relación

entre

el

populismo

en

América

Latina

y

la

idea

de

quijotismo?

R. Surgen Quijotes y surgen también falsos Quijotes. A veces hay figuras que están entre la luz y la sombra, y para iluminarlos del todo solo hay una forma que es la educación, la cultura. Un joven educado con buenos maestros puede identificar si en ese Quijote hay verdad o mentira. Por eso es tan importante la formación, para que no nos seduzcan los falsos quijotes. El mayor aliado de los falsos quijotes es la ignorancia de los sanchos.

Sin duda alguna, es deber de los docentes, no solo del ámbito de las Ciencias Sociales, motivar incesantemente a los jóvenes a través de los clásicos, para que vuelvan a acercarse a la sensibilidad profunda, a la reflexión, a la duda, al misterio que implica vivir. Para los docentes de todo nivel educativo, pero especialmente del ámbito universitario, constituye un deber hacer de la lectura, de todas las competencias que implica y de todos los beneficios que conlleva, una constante. Pérez-Reverte así lo expresa:

P. ¿Qué puede enseñar El Quijote en este contexto?

R. Yo he visto muchos incendios por la vida que llevé, y sé que sin una base cultural que enmarque esos incendios, el incendio se vuelve estéril. Libros como El Quijote, en manos de buenos profesores, permiten educar a los que llevan las antorchas en palabras como compasión, solidaridad, coraje, honradez, y eso cambia el cariz de los incendios. Los incendios hechos por gente que sabe lo que incendia y por qué, sean incendios reales o metafóricos, esos sí pueden iluminar futuros. Por eso El Quijote es tan importante. Yo creo que no hay combinación más eficaz para hacer mejor el mundo que un maestro de escuela honrado e inteligente con un Quijote en las manos.

Como se ha mencionado reiteradamente, El Quijote nos ofrece una variedad de posibilidades y dentro de ellas, los docentes debemos escoger con inteligencia la más adecuada para encender la llama del conocimiento y de la sensibilidad de nuestros estudiantes. De esta manera, ellos serán capaces de mirar la vida con una mezcla equilibrada entre lo objetivo y subjetivo, sabrán reconocer, como dice Pérez-Reverte, a los verdaderos Quijotes y hasta podrán convertirse en uno de ellos.

REFERENCIAS Andaluza de Filosofía. Recuperado de: www.elbuho.aafi.es 65

Azanza Elío (1997). Figuras femeninas del Quijote. El Búho Revista Electrónica de la Asociación C. Espina (1947) Mujeres del Quijote. Madrid: Umbral.

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Resignificaciones y concretizaciones

Yahmile Cárdenas Desde hace cuatrocientos años, la lectura del Quijote, además de risa, reflexión o controversia, produce en cada lector, un eco distinto, acorde con la individualidad de cada quien, de su comprensión del mundo y de las cosas, más todavía en el entorno femenino, que transpuesto el umbral de siglo XXI, vislumbra un mundo y una misión que se parece cada vez menos a la encomendada a las mujeres que aparecen como personajes en el Quijote. De ahí que no deja de ser un ejercicio importante la búsqueda y el descubrimiento o redescubrimiento del Quijote desde la visión de las mujeres.

Ciertamente, y como todo libro de caballería –o como toda parodia de ellos- el Quijote estará centrado fundamentalmente en las aventuras de Alonso Quijano, devenido en caballero andante por mor de su afición a los libros, asunto que deriva en la resequedad del cerebro y en la locura de creer que él mismo es un caballero, andante, igual –o incluso mejor- que los héroes de sus libros.

Pero el texto, desde la parodia de un libro de caballería, presenta las contradicciones comunes a la naturaleza humana; en ella coexisten la esencia y la apariencia, la locura con la sensatez, la verdad con la mentira, la belleza con la fealdad, la integridad con la corrupciónaunque los límites entre unas y otras no estén del todo claros– y busca también, dentro de lo que en su contexto cultural podría significar equilibrio, la presencia de personajes femeninos para contrastar o complementar la presencia masculina, o para contrastarse entre ellos, lo cual constituye una irrupción que si bien, no es por sí misma el centro de la historia, constituye en ella, pretexto de acción, asidero o hito que permite establecer un pretexto para contar, para decir, para reflexionar.

Dice Ana Azanza(s/f): “Resulta muy difícil encontrar en Cervantes reivindicaciones feministas de ninguna especie”( p.1). Ciertamente, y no tendría por qué hacerlo. Si bien la posición de las lectoras corresponde a la segunda década del siglo XXI (con todo lo que esto significa en términos de reivindicaciones de género y reconocimientos para la mujer) no existe 67

una razón por la que Cervantes, un hombre de su tiempo, tuviera que encontrar en los personajes femeninos, mucho más de lo que veían sus contemporáneos en ellos.

Sin embargo –y probablemente en esto radique la singularidad del tratamiento de las mujeres en el Quijote- el autor nota, anota y plasma una serie de personajes femeninos cuya novedad consiste en que

a través de ellos recoge el sometimiento

de las mujeres, su

cotidianidad, los roles sociales y culturales que se les ha asignado, para otorgarles en algunos casos, un valor de símbolo (Dulcinea, Maritornes), así como la fuerza de los actantes (Dorotea, Lela Zoraida), en la medida en que, si bien las mujeres de la época no son sujetos activos en la acción, contribuyen efectivamente en el desarrollo del texto, en tanto su presencia aviva, o aplaca el ritmo de lo narrado en pos de atemperar un clima de narración en el que coexisten la más profunda reflexión sobre la naturaleza humana y su expresión más ridícula, grotesca o tierna.

Aunque la inmensa mayoría de los personajes se ajustan a los roles sociales determinados para las mujeres de la época cervantina, en la narración emergen algunas como Marcela, que rompen con toda la estructura diseñada para dirigir –o enjaular- el pensamiento y la acción de las mujeres, y con ello trasponer los límites de lo socialmente permitido y atreverse a ser diferentes en tanto han decidido no someterse a esas estructuras, convertirse en

reivindicadoras o prefiguradoras de

para

actitudes de vida que no son las

tradicionalmente asignadas o permitidas a las mujeres.

Ahora bien, ya que el Quijote ofrece la posibilidad de generar infinitas lecturas, se hace necesario limitar el campo de la interpretación a unas pocas líneas a partir del escrutinio de la presencia de los personajes femeninos; los motivos clásicos del conocimiento, el viaje y el amor.

EL LINAJE DEL QUIJOTE Desde la perspectiva de la intertextualidad, el Quijote supone la transposición por medio de la imitación de los libros de caballería. Según la línea de pensamiento de Genette, la imitación supone un proceso de mayor complejidad que la transformación, debido a que, en esta última, basta una modificación en el texto, que puede ser tan burda como arrancar unas cuantas páginas, para que el resultado sea un texto diferente.

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La imitación, en este caso, produce un texto a la manera de los libros de caballería; se transforma en una parodia, que, aunque en la forma podría pasar por uno de aquellos textos, los temas que aborda son completamente distintos, así, aunque por momentos pareciera que El Quijote es hijo de textos como el Amadís de Gaula o del Ciclo del Grial, una lectura algo más profunda muestra otras líneas de pensamiento, distintas de las que plantea la novela de caballería.

El lenguaje ampuloso de la novela, las anticipaciones que dan título a los capítulos llaman a engaño: parece un libro de caballería, pero es una novela distinta, en la que tienen su espacio la aventura, el aprendizaje, el amor y el humor, en fin, la humanidad en su más diversa plenitud.

Y para aclarar esta condición de parodia del texto, el propio autor admite en el prólogo que no cuenta con autores consagrados que auspicien su libro, tal como ocurre con los libros de caballería, por lo que él mismo se ha visto en la necesidad de escribir los poemas que anteceden su texto, para decir bien de la historia, del caballero y de los personajes. Este ejercicio es una demostración del conocimiento profundo del demiurgo del Quijote, tanto de las novelas de caballería como de los referentes clásicos, de modo que antes de terminar el prólogo encontramos a Golias o Goliat, en una sola línea a Lamia, Laida y Flora, (Cervantes, Prólogo).

Todos los nombres remiten de algún modo a la aventura: la tradición judeocristiana alude a Goliat, como el formidable adversario filisteo al que derrota el joven pastor David armado con una piedra y una honda de pastor, mientras que Lamia es la criatura teratomorfa (mujer y serpiente), prefiguración de los vampiros modernos, devoradora de hombres; Flora, la diosa latina de la primavera, supone la transposición de la Perséfone griega, cuyo rapto en manos de Hades, su ascensión al trono, su transformación en Hécate y su vuelta temporal y cíclica a la superficie, involucran también una aventura.

Laida, no responde a una referencia clásica, como tal –aunque suene como si lo fuera-, sino a

un sitio geográfico (es una rada en Galicia). El nombre, como gran parte de la

información que Cervantes incluye en El Quijote, es rasgo de humor, un guiño de ojos al lector avisado.

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De inmediato se cita a Medea, extraída de Ovidio (y no de Eurípides), y a la Calipso de Homero, tanto como la Circe de Virgilio (y no porque Homero no la hubiese citado, sino para que cada heroína tuviese un autor que la auspicie). Es curioso que en ambos casos se reivindique a los autores latinos aunque la fuente más antigua sea griega. Para un lector con cierto conocimiento, siempre será más fácil recordar los personajes de los autores clásicos de primera línea, generalmente los griegos, que aquellos que suponen un conocimiento más profundo de la cultura clásica, los latinos.

Tal gala de erudición es una broma personal para el lector: no se trata de demostrar cuánto sabe el autor, ni el lector, (y se comprueba que el autor conoce bien el terreno en el que se mueve) sino cuánto de ampuloso tiene el estilo de la novela de caballería, y cuán ridículo aparece para quien no puede apreciarlo a primera vista. Queda bien demostrado su empeño cuando una decena de líneas más adelante afirma: “…procurar que a la llana, con palabras significantes honestas y bien colocadas, salga vuestra oración y período sonoro y festivo…”

(Ibid.)

Y agrega, como genuino heredero de la crítica aristotélica y horaciana, que procura lo dulce y útil (Horacio, Carta a los Pisones, v 343-344): “Procurad también que leyendo vuestra historia el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la intención, el grave no la desprecie y el prudente deje de alabarla” (Prólogo.)

Las primeras noticias que tiene el lector acerca del papel que desempeñarán las mujeres en la historia son los poemas que, se supone, dedican otros personajes que pertenecen a la historia y a los protagonistas del texto.

En el soneto que dedica Don Belianís de Grecia a Don Quijote: “Hazañas di a la fama que eternice/…tuve a mis pies postrada la Fortuna/ Y trajo del copete mi cordura/ la calva Ocasión…” (Al libro). Para reputar al Quijote, parodia de los libros de caballería, como más valiosa que los libros de los que se mofa. Una vez más, los referentes clásicos son latinos: la Fortuna, la Fama y la Ocasión, y remiten a la aventura, como el gran contexto que dará lugar al tratamiento de diversos temas.

El soneto que dedica Orlando Furioso al Quijote alude una vez más a la Fama, y luego a Angélica, la dama que, según el poema épico de Ludovico Ariosto, despreció el amor del 70

héroe. Este poema, tanto como el desamor de Angélica es una referencia citada frecuentemente a lo largo del texto, sobre todo en las explicaciones que hace Don Quijote a Sancho acerca del oficio de la caballería andante y también durante el escrutinio de los libros.

Por otra parte, el Caballero Febo después de valorizar su condición de caballero, y a su dama, Claridiana “aurora hermosa”, exalta los amores del Quijote y su Dulcinea, y pone de manifiesto una verdad clarísima para el autor, que el lector debe digerir lentamente: “Por ella sois al mundo eterno/ y ella por vos, famosa, honesta y sabia”. La primera impresión del lector es que se trata de una burla, debido a que la mujer a quien el Quijote escoge por dama, en opinión de quienes la conocen, no es, en absoluto, honesta y sabia. Pero Febo no alude a Aldonza Lorenzo, sino a Dulcinea, la mujer que ha creado la imaginación del Quijote, y aunque pareciera que son la misma, es la dama, tal como la imagina el caballero andante, y no la campesina de la aldea del Toboso, quien ajusta al encomio del poema.

TRES MOTIVOS FUNDAMENTALES EN UN ESPACIO A PROPÓSITO PARA EL ENCUENTRO En el mundo andino, el sitio de encuentro y reflexión de los viajeros era la apachita, un montículo levantado con los guijarros apilados por los viajeros como indicación a los que venían detrás; ellas constituían una manera solidaria y eficaz de contribuir al bienestar de los otros, pequeña sabiduría que se ofrece a los demás con la misión de enseñar al caminante el rumbo correcto del sendero, o punto de hallazgo, de encuentro, de interrogación y aprendizaje.

En la tradición española, nuestra otra raíz, que es con frecuencia más elocuente, la venta, el lugar de descanso en medio de camino, adquiere el valor de un sitio de encuentro.

En la primera parte de El Quijote, el lector se descubre continuamente dirigido a la venta porque el espacio que mejor se presta como contexto de los encuentros, los descubrimientos, las anagnórisis –que son múltiples y diversas-, y también, las palizas que recibe el héroe: Allí confluyen la mayor parte de las historias, y es donde se narran, toman sentido o se resuelven. En términos del valor que adquiere la venta como espacio de la narración, este lugar se convierte en una especie de eje en el que confluyen varias historias, y los personajes femeninos que llegan hasta ese sitio, adquieren un carácter de recurrencia: en la 71

venta siempre habrá una mujer que diga, reflexione o haga en torno a las aventuras del caballero andante.

LA VENTA, CASTILLO IMAGINARIO

Y UN CASTILLO DE VERDAD

CON

ACTITUD DE VENTA

La venta se convierte en castillo, en apariencia porque el Quijote así lo quiere: “…y como a nuestro aventurero, todo cuanto pensaba, veía o imaginaba le parecía ser hecho y pasar al modo de lo que había leído, luego que vio la venta se le representó que era un castillo con sus cuatro torres y chapiteles de lusciente plata, sin faltarle su puente levadiza, y honda cava, con todos aquellos adherentes que a semejantes castillos se pintan.” (Cap. II)

Pero aunque no fuera la venta un verdadero castillo, tal como se imaginaba el caballero, las mujeres que lo habitaban podrían haber gobernado uno, pues como se analizará más adelante, en la venta, la señora tiene el poder y también los valores de quien gobierna, la hija corresponde al ideal caballeresco de la princesa (al menos en opinión del Quijote) y la criada corresponde al personaje tipo del sirviente astuto; por el contrario, en la segunda parte, Don Quijote acierta a llegar a un verdadero castillo, el caballero, en cuanto llega, es atendido con aparente cuidado y mimo, pero el deterioro moral de los duques y la gente que está a su servicio, expresado como el deseo de burlarse tan cruelmente del Quijote, rebaja el castillo a la condición de lugar sórdido, en el que no se puede esperar sino la agresión, perfectamente encubierta en la aparente hospitalidad: detrás de las reverencias y las atenciones hay una intención perversa: el Quijote, un loco trashumante ha llegado hasta los dominios del ducado para convertirse involuntariamente en el bufón de los señores y de toda la servidumbre del palacio.

“Seis doncellas le desarmaron y sirvieron de pajes, todas industriadas y advertidas del Duque y de la Duquesa de lo que debían de hacer y cómo habían de hacer para que imaginase y viese que le trataban como caballero andante” (Cap. XXXI)

Así, aunque el ventero es según el narrador: “no menos ladrón que Caco ni menos maleante que estudiante o paje” (Cap. II), el Duque es todavía peor: mientras el primero es o ha sido un ladrón, su conducta concuerda en alguna medida con lo que se espera de su origen y su profesión; el Duque, por el contrario, amparado en su poder y en su conocimiento, desdice de su origen y de la aristocracia, entendida como el gobierno de los mejores.

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Más todavía: mientras la venta se eleva por encima de su condición de sitio de paso, nada confortable, aunque hospitalario, donde en palabras del propio ventero: “Si vuestra merced (…) busca posada, amén del lecho (porque en esta venta no hay ninguno), todo lo demás lo hallará en abundancia.” (Cap. II), en el castillo, cada actitud, cada gesto busca ridiculizar al caballero: “Mirábanle todos los que presentes estaban, que eran muchos y como le veían [a Don Quijote] con media vara de cuello, más que medianamente moreno, los ojos cerrados y las barbas llenas de jabón, fue gran maravilla y mucha discreción poder disimular la risa…” (IICap.XXXII)

Así, aunque en la venta tienen lugar las primeras burlas al caballero, ninguna de ellas tiene el ingrediente de la premeditación; en la venta, las situaciones ocurren casi siempre de manera impensada: a los habitantes de la venta los mueve, más que nada, la curiosidad, y en alguna medida, la condescendencia, mientras que los habitantes del castillo proceden siempre en el nivel de la apariencia, para hacer del Quijote el objeto de sus chanzas cada vez más grotescas y crueles, en detrimento del caballero y de su escudero.

LAS MUJERES EN LA VENTA Y LAS MUJERES DEL CASTILLO

Entre las mujeres de la venta y las mujeres del castillo se puede establecer una serie de paralelismos que dan cuenta de cómo a pesar de las apariencias, aquellas que parecen de peor condición, resultan, en definitiva, personas con mejores atributos morales que aquellas mejor favorecidas por las apariencias

y a quienes una lectura poco atenta, colocarían como

aventajadas sobre las más humildes.

En este sentido se contrastará a algunos personajes femeninos que aparecen en el contexto de la venta, como parte de su dinámica normal (es decir, no son huéspedes), con sus equivalentes en el castillo: la ventera frente a la duquesa, la hija de los venteros comparada con Altisidora, Maritornes con la Dueña Rodríguez, para concluir con las mozas de partida a las que Don Quijote toma por damas de la venta – castillo frente a las doncellas del duque.

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COMO ES LA CABEZA ES EL CUERPO: LAS DUEÑAS DE CASA

Aunque no es más que una mujer de campo, la mujer del dueño de la venta es más valiosa de lo que él se merece: lo poco que se dice de ella habla mucho mejor de sus prendas morales que las de su esposo: “Tenía el ventero por mujer, no una de la condición que suelen tener la de semejante trato, porque naturalmente era caritativa y se dolía de las calamidades de los demás.” (Cap. II).

No significa, por supuesto, que el lector se halle frente a un ideal de santidad, ni mucho menos. Ella también toma parte de las bromas y da por su lado al caballero, sin embargo, no alberga en su cabeza ni en su corazón la habilidad o el deseo de urdir una celada en la que pudiera caer el Quijote, para disfrute de ella misma o de otros. Está en las bromas, y también se ríe, pero su tiempo se ocupa en menesteres más útiles que imaginar jugarretas contra el extraño huésped; las bromas son casi un accidente en el que el ventero o Maritornes tienen siempre más parte que ella.

La Duquesa, por el contrario, se encarga de organizar las bromas y burlas contra el caballero, se distrae maquinando contra el Quijote y emplea su tiempo y el de su servidumbre en inventar bromas, cada una más cruel que la anterior, para solazarse en la locura y la candidez del caballero.

“Grande era el gusto que recebían el Duque y la Duquesa de la conversación con don Quijote y de la de Sancho Panza; y confirmándose en la intención que tenían de hacerles algunas burlas…” (II Cap XXXIV)

Burlas que se ejecutaban con la complicidad de las sirvientas, que de vez en cuando toman la iniciativa, como cuando enjabonan las barbas y el rostro del caballero en lugar de acerca el aguamanil para que se pudiera lavar las manos: “la doncella del jabón le manoseó las barbas con mucha priesa, levantando comos de nieve (…) por todo el rostro y por los ojos del obediente caballero (…) cuando le tuvo con un palmo de jabonadura, fingió que se le había acabado el agua y mandó a la del aguamanil fuese por ella; que el señor don Quijote esperaría.

Hízolo así y quedó don Quijote con la más extraña figura y más para hacer para reír que se pudiera imaginar” (II Cap. XXXIII)

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UNA DAMA DE VERDAD Y OTRA QUE SOLAMENTE LO PARECE: LA HIJA DE LOS DUEÑOS DE LA VENTA Y ALTISADORA

La hija de los dueños de la venta no parece tener mucho en común con las otras mujeres de su entorno; no se dice mucho, salvo algunos detalles que dejan entrever un misterio que tiene que ver con el caballero andante; es un asunto que siempre se evoca pero jamás se explicita en el texto.

Ella responde aunque vagamente, al prototipo de la dama que habita o gobierna un castillo: es “doncella, muchacha de buen parecer…”( Cap. V), Y evidencia una reacción distinta en torno a los delirios del Quijote, “La hija callaba y de cuando en cuando sonreía” (Cap XXXV), y cuando las cosas pasan a mayores, “El cura daba voces, la ventera gritaba, su hija se afligía…” (Cap XXXV). Aunque también toma parte en la jugarreta que, en complicidad con Maritornes, deja al Caballero atado de una mano en la caballeriza de la venta: “Pero todas estas razones de Don Quijote ya no las escuchaba nadie, porque así como Maritornes le ató, ella y la otra se fueron, muertas de risa y le dejaron asido de manera que fue imposible soltarse”(Cap XLIII).

Tal como está contada, la broma parece más una travesura orientada a la risa, que una maldad o una agresión (aunque en el fondo lo sean). Esto no ocurre con Altisadora, la dama del castillo del duque, quien finge enamorarse del Quijote y requerir por ello, su atención y su afecto: “Caballero más valiente Que ha producido La Mancha Oye a una triste doncella Bien crecida y mal lograda Que en la luz de tus dos soles Se siente abrasar el alma” (II Cap. XLIV)

El caballero se ha negado sistemáticamente a acceder a tal solicitud; ha jurado amor a su Dulcinea y su fidelidad está fuera de duda; como consecuencia de esta férrea resistencia, Altisadora maldice al caballero: “ Si jugares al reinado Los cientos o la primera,

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Los reyes huyan de ti Ases y sietes no veas.

Si te cortares los callos Sangre las heridas viertan, Y quédense los raigones Si te sacares las muelas.

Cruel Vireno, fugitivo Eneas, Barrabás te acompañe; allá te avengas.” (Cap LVII)

Altisidora finalmente se muestra tal cual es: la belleza no puede encubrir la maldad, como los ricos vestidos no pueden ocultar la pobreza que supone un ánimo siempre dispuesto a la burla. No se trata, en este caso, de un juego sin trascendencia, como pueden ser las trampas de la hija del ventero en complicidad con Maritornes, sino de una maldad en toda regla: consciente, avezada y cruel.

LAS CABEZAS DE SERVICIO

La sirvienta Maritornes, una mujer aparentemente venida a menos en cuanto a su prestancia social, y que el narrador describe como “una moza asturiana, ancha de cara, llana de cogote, de nariz roma, de un ojo tuerta, y del otro no muy sana.” (Cap. V) y como si aquello no fuera suficiente, luego describe el cuerpo contrahecho de la criada, aunque también sus enredos con el arriero, equívoco que en la noche dará lugar a una memorable paliza tundida sobre las costillas del ya entonces maltrecho caballero andante, que ha tomado a Maritornes por la infanta del castillo, que lo ha favorecido con sus amores.

La criada de la venta es también el brazo ejecutor de la broma en la que don Quijote queda atado a por una mano en la caballeriza; no es muy astuta pero le basta su malicia para triunfar de la candidez del Caballero.

Por otra parte, en el castillo, doña Rodríguez de Grijalba trata con rudeza a Sancho, por considerarlo inferior a ella. De nada valen las palabras ni los respetos que Sancho presenta a la dama para que se encargue del cuidado de su asno, pero el asunto va todavía más lejos: la Rodríguez hace sentir una y otra vez a Sancho la cuestionable superioridad de la cuna. Su actitud altiva refleja pálidamente el profundo desprecio que motiva la falsa hospitalidad, y 76

muestra cómo el fin último de tanta parafernalia es hacer burla del Quijote y de su escudero: “Andad, hermano, mucho enhoramala, para vos y para quien acá os trujo, y tened cuenta con vuestro jumento: que las dueñas desta casa no estamos acostumbradas a semejantes haciendas” Mientras Maritornes sirve y se da tiempo para hacer bromas, la dueña Rodríguez se limita a despreciar al amo y al criado, y a burlarse de ellos cuando tiene oportunidad.

LA SERVIDUMBRE: EL ECO DE LA MANERA DE SER DE LOS AMOS

Cuando el Quijote llega por primera vez a la venta halla dos mujeres a quienes toma por doncellas de palacio: “Estaban acaso a la puerta dos mujeres mozas destas que llaman del partido, las cuales iban a Sevilla con unos harrieros (…) mas como se oyeron llamar doncellas, cosas tan fuera de su profesión, no pudieron tener la risa…” (Cap. II).

Pero las doncellas muy poco tienen que ver con el linaje o la delicadeza con que las imagina el caballero. Ríen, por supuesto, pues no están acostumbradas al trato con caballeros, probablemente sí con hombres, seguramente sí con machos, y ellas, reciben del caballero la cortesía que él cree que se merecen, no por la posición que pudieran tener en la sociedad (o en la venta, que el Quijote imagina castillo), sino por el hecho de ser mujeres. Las risas de las mozas terminan por amoscar al caballero; entonces aparece el dueño de la venta y media en la situación. Y el lector puede preguntarse ¿Cómo es que un loco, es capaz de descubrir en esas mujeres un valor más allá del que la sociedad les ha asignado, y que ellas no hayan podido hallarlo en sí mismas?

Las expectativas de don Quijote, por el contrario, son altas, y así se las figura: “Nunca fuera caballero De damas tan bien servido Como fuera Don Quijote Cuando de su aldea vino Doncellas curaban dél Princesas de su rocino.” (Cap II)

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No se puede, dejar de notar que luego de este impasse, las dos mujeres son quienes se encargan del cuidado de Don Quijote, por lo menos mientras suponen que es un huésped solvente. El motivo de la hospitalidad, propio de la aventura y tan caro a los griegos que temen o esperan la visita del dios, se oculta detrás de esta primera atención.

Como en el mundo clásico, las siervas se encargan de atender y regalar al huésped, para que una vez aplacadas el hambre y la sed, pueda el peregrino dirigirse al amo de la casa –de la venta, en esta parte del texto- y esperar de éste, gracia y hospitalidad. Estas mujeres, Tolosa y la Molinera desaparecen luego de la ceremonia en que se arma caballero a Don Quijote.

Aunque en la venta, el rito de armar caballero a Don Quijote no es más que una ceremonia bufa, y aunque el narrador, afirma que los personajes no estallan de risa porque tienen presente la agresión que sufrió el arriero: “ no fue poca [discreción] para no reventar de risa a cada punto de las ceremonias” (Ibid.) La Tolosa dice mientras ciñe la espada del caballero: “Dios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le dé ventura en las lides” (Ibid.), voto que puede ser burlón como todo el contexto en que así habla la Tolosa, pero también, y esto es interesante, se entera Don Quijote del origen humilde y del pobre linaje de la dama que probablemente no ha mentido a este respecto.

Así la Tolosa primero y luego la Molinera, se toman en serio al menos el asunto de la identidad; no pretenden, como el ventero, ser más allá de lo que son en verdad: mujeres sencillas, ocupadas en tareas no demasiado gratas, no están adornadas con demasiada hermosura y a pesar de la humildad de la alcurnia, ganan del Quijote, la merced de ser llamadas doñas.

A diferencia de los héroes de los libros de caballería, armados así por la gracia de un noble y puestos al servicio de una dama de brillante linaje, el Caballero de la Triste Figura ha sido armado por el ventero, en una ceremonia risible, y las damas que le han ceñido las armas aunque no puedan presumir un abolengo ilustre, representan, en cambio, la característica más valiosa del Quijote: su autenticidad, rasgo que será enaltecido y reconocido en el personaje a través de los siglos, así como Tolosa y la Molinera serán tratadas con el título de doñas.

Por contraste, mientras las mozas de la venta son en esencia, mucho más valiosas de lo que parecen, las sirvientas del castillo representan su antítesis: se sabe que son al menos seis, 78

número que da cuenta de la gran cantidad de servidumbre en el castillo del duque, pero a diferencia de Tolosa y Molinera, ninguna de ellas merece ser llamada por su nombre, son personajes tan grises que no pueden sobrepasar la colectividad obediente a la crueldad de las órdenes de los duques y en algunos casos toman la iniciativa en la serie de tomaduras de pelo que sufre el Quijote a manos de ellas.

LAS MUJERES EN LA HISTORIA

En el inicio de la historia de Grisóstomo y Marcela, un diálogo entre Don Quijote y los pastores deriva en una reflexión moral que tiene como centro la forma en que viven y actúan las mujeres: la virtud, la bondad a merced de la perversidad del siglo. El caballero sentencia: “las doncellas y la honestidad andaban, como tengo dicho, por donde quiera, solas y señeras, sin temor a que la ajena desenvoltura y lascivo intento las menoscabasen (…) Y agora, en nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, aunque la oculte y cierre otro nuevo laberinto como el de Creta.” (Cap XI).

Con lo que se percibe una manera de entender a las mujeres y a la virtud: unas y otras necesitan ser defendidas, y toda seguridad es insuficiente, pues nunca están del todo a salvo de la maldad que les rodea.

El tema del honor, tan caro a la España del Quijote, centra su interés en la mujer. Una mujer honrada será siempre la aspiración de un hombre que quiera establecerse y formar una familia de bien. Lotario habla con Anselmo sobre el valor y la naturaleza de las mujeres: “Mira, amigo, que la mujer es animal (?) imperfecto, y que no se le han de poner embarazos donde tropiece y caiga, sino quitárselos para que sin pesadumbre corra ligera a alcanzar la perfeción que le falta, que consiste en ser virtuosa (…) el que quisiere que no la pierda [la virtud], antes la guarde y la conserve, no han de poner delante el cieno de los regalos y servicios de los importunos amantes, porque quizá aun sin quizá no tienen tanta virtud y fuerza natural que pueda por sí misma atropellar y pasar por aquellos embarazos…” (Cap. XXXIII)

Así pues, la mujer es un animal, imperfecto y por ello proclive a la deshonestidad.

Requiere por tanto, vigilancia y ayuda para mantenerse honesta y casta. La percepción de inferioridad de las mujeres queda descarnadamente expuesta en estas expresiones, resulta incómodo y triste, pero no hay que olvidar que Cervantes es un hombre de su tiempo y responde a los códigos culturales y sociales de su época. Más adelante, Lotario recita a 79

Anselmo otro texto, cuyo significado ambiguo puede dar otra idea de cómo se perciben las mujeres: “Es de vidrio la mujer Pero no se ha de probar Si se puede o no quebrar Porque todo podría ser…” (Cap. XXXIII)

¿Se refiere solamente a la fragilidad física? No. Alude sobre todo a la fragilidad moral de las mujeres, a su aparente incapacidad de vivir la honestidad, la castidad y la fidelidad, sin la ayuda de la vigilancia, y sobre todo, sin los obstáculos accidentales y mucho menos los deliberados con los que Anselmo pretende probar la fidelidad de Camila. El experimento no tiene buena cara, se anticipa un final malo, cuando no desastroso.

Y se inserta un criterio adicional: las apariencias. Para vivir la honestidad, ante todo, hay que parecer honesta (aunque este parecer encubra una esencia completamente distinta). Así pues, la mujer del César, no solo debe serlo, sino también parecerlo. Y aquello ya no sale de la resistencia desesperada de Lotario, sino de la boca del Quijote: “Lo primero, le aconsejaría que mirase más a la fama que a la hacienda, porque la buena mujer no alcanza la buena fama solamente con ser buena, sino con parecerlo; que mucho más dañan a las honras de las mujeres las desenvolturas y libertades públicas que las maldades secretas. Si traes buena mujer a tu casa, fácil cosas sería conservarla, y aun mejorarla, en aquella bondad; pero si la traes mala, en trabajo te pondrá el enmendarla…”(II Cap. XXII)

El AMA, LA SOBRINA

Y LA MUJER DE SANCHO: TRES MUJERES DE SU

TIEMPO

De cómo eran el ama y la sobrina, las dos mujeres que eran más cercanas a Alonso Quijano, apenas se indica sobre ellas algún dato en el primer capítulo: “una sobrina que no llegaba a los quince y un ama que pasaba de los cuarenta” (Cap I). Antonia, la sobrina, es hija de la hermana del señor Quijano, que en calidad de pariente cercano, la ha acogido en su casa, como un deber y un derecho. La joven quiere bien a su señor tío, y se preocupa por él, pero a diferencia de su tío, no le interesa los libros, ni tiene, probablemente por causa de la locura de su tío, afición alguna a la lectura.

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Ella ha notado el cambio de actitud y los primeros desvaríos de Alonso Quijano, pero no se lo ha contado a nadie. Después de la primera salida del hidalgo, ella misma confiesa su sentir en torno de la posibilidad que tuvo y no aprovechó, para evitar el advenimiento de la locura. “… Mas yo me tengo la culpa de todo, que no avisé a vuestras mercedes de los disparates de mi señor tío, para que los remediaran antes de llegar a lo que ha llegado y quemaran todos estos descomulgados libros; que tiene muchos que bien merecen ser abrasados como si fuesen de herejes.” (Cap V)

Se siente responsable de la debacle mental que vive su tío, y que a ella afecta directamente, pues es su pariente más cercano. Ante la posibilidad de conceder gracia a alguno de los textos, su posición es tajante. Son el cura y el barbero quienes matizan la situación; realizan el escrutinio, salvan unas pocas obras y el saldo va a la hoguera del corral: “-No- dijo la Sobrina- que no hay para qué perdonar a ninguno, porque todos han sido los dañadores; mejor será arrojallos por las ventanas al patio y hacer un rimero dellos y pegarles fuego.”

(Ibid.)

Sin embargo, no responde esta actitud a una posición estrictamente “antiliteraria”; la sobrina odia los libros, no por sí mismos, sino porque han provocado la enfermedad de su tío.

Ante la perspectiva del cambio de estado de su tío, de caballero andante a poeta pastor, la sobrina condena a los libros creyendo que así defiende a Quijano: “ Ay, señor- dijo la sobrina- Bien los puede vuestra merced mandar quemar como a los demás; porque no sería mucho que habiendo sanado mi señor tío de la enfermedad caballeresca, leyendo estos se le antojase de hacerse pastor y andarse por los bosques y prados cantando y tañendo, y , lo que sería peor, hacerse poeta, que según dicen, es enfermedad incurable y pegadiza.”(IICap. I)

Para Antonia, la poesía no es mejor que la caballería andante, porque ambas opciones, en su caso, significan desamparo. Es difícil que una mujer, a sabiendas del daño personal que puede ocasionar la opción de un ser querido, se limite a aceptar pasivamente una elección de ese tipo.

Si bien el ama tiene una posición similar, en ella las motivaciones son distintas: el rol de las mujeres de su edad es cuidar una casa, y no como estructura física, sino a quienes viven en ella. De ahí que su actitud frente a las salidas de Quijote es siempre maternal: “Suba vuestra merced en buena hora; que sin que venga esa hurgada, le sabremos aquí curar.” (Cap V) y cuando encuentra que los libros de caballería han socavado el juicio de su amo, no puede menos que exclamar: “¡Malditos, digo, sean otra vez y otras ciento estos libros de caballerías que tal han parado a vuestra merced!” (Cap. V).

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DOS SOBRINAS MUY DISTINTAS

Marcela destaca de manera singular porque es el personaje femenino que más se aleja de los roles previamente determinados para las mujeres en el tiempo en el que se ubica el texto.

No es, por tanto, una mujer común y corriente; por la narración que hace uno de los pastores se sabe que ha perdido a su madre muy pequeña y a su padre, no mucho tiempo después. Uno de sus tíos, sacerdote, se ha hecho cargo de la joven, y la ha educado con tal sentido de libertad, que ella ha decidido no vivir sujeta a la autoridad masculina.

La pastora Marcela, a diferencia de Antonia Quijana, encarna la estima personal como norte de la propia vida; contrasta profundamente con Antonia Quijana, la sobrina del Quijote, muchacha tan ajustada a los cánones prescritos para su género, pero no deja de evidenciarse la situación de las dos jóvenes, huérfanas y recogidas por un tío generoso que las ha educado y amado tan generosamente. De alguna manera, la presencia de la Antonia en el texto recuerda a Constanza Cervantes, hija de Andrea y sobrina del escritor, recogida por él y cuidada como hija suya a la muerte de la madre de la muchacha.

EL MOTIVO DEL VIAJE

Las expectativas son provistas por el propio don Quijote, empiezan por ser su motivación personal y luego se transforman en el motor de la aventura: el caballero quiere vivir según el código ético de los caballeros andantes: “proteger a los débiles, socorrer a las viudas, desfacer entuertos…” El objetivo de Sancho es mucho menos espiritual: quiere ser gobernador de una ínsula.

Los viajes no siempre inician con cielos abiertos, el caso del Quijote no es la excepción: él espera, pero también teme no ser digno, ser derrotado.

Y en esta convocatoria, la sobrina es una suerte de Dido: “Pero, ¿quién le mete a vuestra merced, señor tío en esas pendencias? ¿No será mejor estarse pacífico en su casa y no irse por el mundo a buscar pan de trastrigo sin considerar que muchos van por lana y vuelven tresquilados? (Cap VI.) Aunque mucho es el afecto por su sobrina y su casa, la decisión de 82

partir, el deseo de correr aventuras es mayor. La primera salida explica el nombre que se asigna, la calidad de sus armas, el nombre de su dama y el nombre y condición de su escudero:

LA MUERTE, EL ANUNCIO Y LA LLEGADA

Ha enfrentado tanto el caballero, y todavía tiene tantas aventuras por vivir que ante este apremio, la muerte figurada y la verdadera, retroceden respetuosamente y se ocupan de sus asuntos, para dejar al caballero que se apersone de los suyos: “… dejemos estas fantasmas y volvamos a buscar mejores y más calificadas aventuras, que yo veo esta tierra de talle, que no han de faltar en ellas (…) la Muerte con su escuadrón volante volvieron a su carreta y prosiguieron su viaje…” (II Cap XI).

EL MOTIVO DEL AMOR

DULCINEA O EL AMOR CORTESANO: El uso en los libros de caballería era que el caballero ofreciese sus servicios a una dama de igual o mayor valía social que él mismo, una dama a quien pudiese llamar señora. La tradición medieval va más lejos e incluso las órdenes religiosas tienen su propia Dama, la Madre de Cristo: Notre Dame.

Sin embargo, la dama del caballero andante responde a otras distintas características y origen: “ Y fue a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo, había una moza labradora de muy buen parecer de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque según se entiende, ella jamás lo supo ni se dio cata dello.

Llamábase Aldonza Lorenzo, y a ésta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos y , buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso: nombre a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y sus cosas había puesto.” (Cap I.)

Y en cuanto el traductor del texto empieza a reír de lo que está escrito en los papeles del cartapacio, el primer dato que tenemos es que: “Esta Dulcinea del Toboso, tantas veces en esta historia referida dicen que tuvo la mejor mano para salar puercos que otra mujer de toda la Mancha”(Cap IX), con lo que sabemos que sus labores están lejos de las que llevaría adelante 83

una mujer de alcurnia con la que sueña el caballero.

Aún más: urgido por enviar una carta a su amada, don Quijote recuerda que: “Dulcinea no sabe escribir ni leer, y en toda su vida ha visto letra mía ni carta mía, porque mis amores y los suyos han sido siempre platónicos, sin extenderse a más que un honesto mirar.” (Cap XXIII) Sancho identifica a la dama y se lo hace saber a su amo en estos términos: “bien la conozco –dijo Sancho- y sé decir que tira tan bien la barra como el más forzudo zagal de todo el pueblo ¡vive el dador, que es moza de chapa hecha y derecha y de pelo en pecho y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante, o por andar que la tuviere por señora! (…) y lo mejor que tiene es que no es nada melindrosa, porque tiene mucho de cortesana: con todos se burla y de todo hace mueca y donaire” (Cap XXV)

Aun así, la elevada opinión que tiene don Quijote acerca de su dama no retrocede ni un palmo; después de todo, la ha visto poco, y acaso alguna vez, sus miradas se cruzarían. No ha existido ninguna otra interacción: “Y aun esto, tan de cuando en cuando, que osaré jurar con verdad, que en doce años que ha que la quiero, más que a la lumbre destos ojos que se han de comer la tierra, no la he visto cuatro veces, y aun podría ser que de estas cuatro veces, ella echase de ver una, que la miraba: tal es el recato y encerramiento con que su padre Lorenzo Corchuelo y su madre Aldonza Nogales la han criado…” (Cap XXV).

¿Don Quijote ignora quién es Aldonza Lorenzo? No, por supuesto, pero la ha escogido libremente como su señora, le ha dado un nombre apotropaico: no será más una labradora, o al menos, nadie la recordará como tal. Después del Quijote, Dulcinea será el ideal de la dama, mucho más que cualquiera de las que aparecen como tales en los libros de caballería: “Y para concluir todo, yo imagino que todo lo que digo es así, sin que sobre ni falte nada, y píntola en la imaginación como la deseo, así en la belleza como en la principalidad …” (Cap XXV).

MEMENTO, DULCINEA

Y como es su dama, don Quijote se encomienda a ella, como si de una santa se tratase, para que su oración lo proteja o cuando menos su intercesión le conceda la victoria de un 84

combate o el término feliz de una aventura.

“Y diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierta su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante…” (Cap. VIII).

Y esta petición se hace una y otra vez a lo largo de la historia, casi siempre sin mayor resultado: “Oh, señora de mi alma, Dulcinea, flor de la fermosura, socorred a este vuestro caballero, que por satisfacer la vuestra mucha bondad, en este riguroso trance se halla!” (Cap. VIII).

Pero en su delirio, la dama le ha prohibido presentarse ante ella: “ Oh princesa Dulcinea, señora deste cautivo corazón! Mucho agravio me habedes hecho en despedirme y reprocharme con el riguroso afincamiento de mandarme no parecer ante vuestra fermosura. Plégaos señora, de membraros deste vuestro sujeto corazón, que tantas cuitas por vuestro amor padece…” (Cap. I).

Y la tristeza del alejamiento se expresa en prosa o en verso, a la manera de los libros de caballería: “¿Dónde estás señora mía, Que no te duele mi mal?

O no lo sabes, señora O eres falsa y desleal…” (Cap. V)

Don Quijote empatiza con el sentir de los caballeros alejados de su dama por mor de su oficio. Abriga la esperanza del encuentro, esperanza que el lector comprende imposible, y por tanto, dolorosa. “¡Oh Dulcinea del Toboso, día de mi noche, gloria de mi pena, norte de mis caminos, estrella de mi ventura, así el cielo te la dé buena en cuanto acertares a pedirle que consideres el lugar y estado a que tu ausencia me ha conducido…” (Cap XXIII)

LOS AMORES PASTORILES Y LAS MUJERES DE SU TIEMPO

Bella, heredera de la legendaria belleza de su madre, Marcela es requerida de amores por muchos hombres de pro, sin que ninguno de ellos pudiera alcanzar el corazón de la muchacha.

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La presentación de la pastora Marcela recuerda, por una a la diosa Artemis, quien pidió y obtuvo de su padre la gracia de la eterna virginidad y por tanto la exención del matrimonio: “Creció la niña con tanta belleza, que nos hacía acordar a la de su madre, que la tuvo muy grande (...)

Guardábala su tío con mucho recato y mucho encerramiento, pero con esto, la fama de su hermosura se extendió de manera, que asi por ella como por sus muchas riquezas, no solamente de los de nuestro pueblo sino de muchas leguas a la redonda y de los mejores dellos era rogado, solicitado e importunado su tío se la diese por mujer. Mas él, que a las derechas es buen cristiano, aunque quisiera casarla luego, como la vía de edad, no quiso hacerlo sin su consentimiento (…) porque decía él que no habían de dar los padres a sus hijos, estado contra su voluntad (…) pero hételo aquí, cuando no me cato, que remanece un día la melindrosa Marcela hecha pastora…” (Cap XIII)

Sorprende aquí, la liberalidad con la que Marcela ha sido criada. No se trata de una educación pensada para hacer de la joven una buena esposa y madre; algún otro horizonte se habrá mostrado para ella, puesto que en legítimo uso de su libertad escoge un estilo de vida impensable para la mujer de su época y más todavía en el entorno rural.

Grisóstomo hace de Marcela el objeto de su amor, pero igual que con los otros, la pastora no le demuestra más que indiferencia. El joven no puede tolerar el rechazo y finalmente sus amigos afirman que muere de amor, aunque el razonamiento de Marcela concluye que es su incapacidad de aceptar el rechazo lo que provoca el deceso.

Para expresar el dolor de Grisóstomo, se acude a la figura del amante despechado como si este habitase en el Tártaro, vecino de los grandes hybristas y de las Moiras: “Venga, que es tiempo ya, del hondo abismo Tántalo con su sed: Sísifo venga Con el peso terrible de su canto Ticio traya su buitre, y ansimismo Con su rueda Egïon (Ixión?)no se detenga Ni las hermanas que trabajan tanto (Cloto, Láquesis y Átropos: las Moiras) Y todos juntos su mortal quebranto Trasladen en mi pecho …” (Cap XII)

El reproche de Ambrosio contra Marcela se fundamenta en referencias clásicas: -¿Vienes a ver por ventura, ¡oh fiero basilisco destas montañas!, si con tu presencia vierten sangre las heridas deste miserable a quien tu crueldad quitó la vida, o vienes a ufanarte en las crueles hazañas de tu condición o a ver desde esta altura, como otro despiadado Nero, el incendio de su abrasada Roma o a pisar arrogante este desdichado cadáver, como la ingrata hija al de su padre Tarquino? (Cap XIV)

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Es, por tanto, perversa, inmisericorde y traidora, pero no hay razón de tales epítetos, debido a que Marcela jamás ha condescendido con Grisóstomo, ni ha alentado el amor de éste de ninguna forma, y aún más: no ha favorecido a ningún hombre con su afecto. Ante la reconvención que hace contra ella el mejor amigo del difunto, la muchacha articula un manifiesto que defiende la libertad de sentir, más allá de las aparentes deudas de amor: “ Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable, mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso, a amar a quien le ama…” (Cap XIV).

Marcela reivindica su albedrío, como un don divino del que ella hace uso para decidir sobre sus afectos, sin aceptar presiones de ninguna especie. En una época en que las mujeres iban de cimiento de hogar o de residentes de convento, sin otras opciones honestas o respetables, la joven pastora defiende su libertad, la capacidad de optar por un estilo de vida que le acomode, en tanto sea bueno para ella, inocuo o cordial para los otros, pero en todo caso, honesto y libremente escogido: “Yo, como sabéis, tengo riquezas propias y no codicio las ajenas; tengo libre condición, y no gusto de sujetarme; ni quiero ni aborrezco a nadie; no engaño a este, ni solicito a aquel; ni burlo con uno, ni me entretengo con el otro. La conversación honesta de las zagalas destas aldeas y el cuidado de mis cabras me entretiene. Tienen mis deseos por término estas montañas, y si de aquí salen, es a contemplar la hermosura del cielo, pasos conque camina el alma a su morada primera.” (Cap. XIV).

Don Quijote no puede menos que validar la posición de Marcela y proteger su vuelta a la vida en medio de la naturaleza: “-Ninguna persona de cualquier estado y condición que sea, se atreva a seguir a la hermosa Marcela, so pena de caer en la furiosa indignación mía. Ella ha mostrado con claras y suficientes razones la poca o ninguna culpa que ha tenido de la muerte de Gristóstomo y cuán ajena vive de condescender con los deseos de ninguno de sus amantes(…), sea honrada y estimada de todos los buenos del mundo, pues muestra que en él, ella es sola la que con tan honesta intención vive.”

Palabras con lo que, efectivamente, el Quijote avala el derecho de las mujeres a elegir su propio destino, y que según Francisco Peña (2010), son el aval de Cervantes a la vida liberal de sus hermanas y su sobrina: “… la actitud de Marcela coincide notablemente con la de Andrea y Magdalena. Cervantes ha vivido la libertad de sus hermanas como algo noble y digno. El matrimonio no ha sido visto como una liberación para la mujer sino como una esclavitud por eso no es extraño que sea capaz de dibujar a estos excelsos personajes como Marcela a la que el propio don Quijote defenderá con ahínco. “ (p. 5)

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EL MITO DEL BURLADOR En la literatura española, el motivo del burlador será un hito recurrente, que adquiere mayor o menor relevancia de acuerdo con las condiciones históricas y estéticas: de Tirso de Molina a José Zorrilla, la figura del burlador, que con ellos adquiere un nombre propio: Don Juan Tenorio, es un motivo recurrente en el tratamiento de los temas amorosos.

En El Quijote, el burlador se llama Fernando, de origen noble como el Tenorio de Tirso de Molina, seduce a una mujer que no está a su altura social. Pero la presa no es fácil. Para conseguir que Dorotea consienta, acude al discurso y la promesa de matrimonio, “Estas tan buenas partes de la hermosa labradora redujeron a tal término los deseos de don Fernando que se determinó para poder alcanzarlo y conquistar la entereza de la labradora, a darle palabra de ser su esposo…”(Cap. XXVIII)

Una vez conseguido su propósito, Fernando abandona a Dorotea para casarse con Luscinda, la mujer de Cardenio, quien fue hasta entonces su mejor amigo. La traición se agrava, si tal cosa es posible, puesto que Fernando se ha ofrecido como supuesto embajador de los afectos de su amigo ante el padre de la joven: finalmente, la negociación se inclina a favor del propio Fernando y aunque Cardenio ha crecido amando a Luscinda, ella ha sido forzada a casarse con el duque y es el propio agraviado quien narra al cura y al barbero el cándido origen de su amor: “A esta Luscinda amé, quise y adoré desde mis tiernos y primeros años ella me quiso a mí con aquella sencillez y buen ánimo que su poca edad permitía.” (Ibid).

Cuando Cardenio cuenta su historia y se desata en denuestos contra Fernando, otrora su mejor amigo, repasa una lista de personajes de las peores condiciones morales que se le pueden ocurrir: “¡Oh Mario ambicioso, oh Catilina cruel, oh Sila facinoroso (sic), oh Galalón embustero, oh Vellido traidor, oh Julián vengativo, oh Judas codicioso!”(Cap XXXII) Sin embargo, no todas las mujeres han de caer bajo el encanto del burlador, entre ellas, la Luscinda, que prefiere dejarse morir de pena que aceptar por esposo un hombre que no es el que ella ha escogido para sí. Aunque la narración muestra a la joven delicada y en apariencia frágil, detrás de la aparente indefensión se yergue un carácter irreductible que no cede frente a las pretensiones de Fernando: 88

“Dejadme, señor don Fernando, por lo que debéis a ser quien sois, (…) dejadme llegar al muro de quien yo soy yedra; al arrimo de quien no me han podido apartar vuestras importunaciones, vuestras amenazas, vuestras promesas (…) bien sabéis por mil costosas experiencias que sola la muerte fuera bastante para borrarle de mi memoria…”

Y aunque Fernando es mejor partido que Cardenio, Luscinda se inclina por las razones del corazón y en ellas se mantiene sin importar cuál sea el rango del esposo impuesto ni cuáles sus argumentos de seducción.

UN BURLADOR SIN CASTIGO

En El burlador de Sevilla y convidado de piedra, de Tirso de Molina, tanto como en el Don Juan Tenorio de Molière, el burlador muere y es conducido al infierno. No ocurre aquello con el Tenorio de Zorrilla, que se salva de la condenación eterna por el amor que profesa a Doña Inés. La resolución de cada texto responde a la cosmovisión y a los valores de la sociedad en el que aparece cada uno de ellos.

En la historia de Cardenio, Fernando es un burlador que no recibe castigo; derrotado por las razones de Dorotea, por la consciencia de lo reprobable de su conducta y sobre todo, persuadido de la imposibilidad de conquistar a Luscinda, empresa que le ha costado la amistad de Cardenio, y no sabemos si también persuadido por las razones de Dorotea, finalmente anuncia su rendición: “Venciste, hermosa Dorotea; porque no es posible tener ánimo para negar tantas verdades juntas” (Cap XXXVI). Así, Dorotea será resarcida

y rehabilitada en su

condición de prometida y finalmente esposa de Fernando. En este caso, la reivindicación efectiva de la mujer seducida y luego honrada con la promesa del matrimonio, conduce la historia hacia un final feliz, o a la esperanza de este. Sin embargo, no es este siempre el rumbo que siguen las historias en las que se hace necesaria la reivindicación.

Dorotea será resarcida, “Yo soy aquella labradora humilde a quien tú, por tu bondad o por tu gusto quisiste levantar a la alteza de poder llamarse tuya; y la que encerrada en los límites de la honestidad vivió vida contenta hasta que a las voces de tus importunidades, y al parecer justos, y amorosos sentimientos, abrió las puertas de su recato y te entregó las llaves de su libertad(…) y si no me quieres por la que soy, tu verdadera y legítima esposa, quiéreme por lo menos y admíteme por tu esclava…” (XXXII)

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EL MOTIVO DEL CONOCIMIENTO

EL APRENDIZAJE EXTERNO El entorno de los clásicos griegos y latinos constituye la base de la cosmovisión del Renacimiento. La forma en que se expresa el cura da cuenta de una nueva manera de pensar que considera la fe, pero también otro tipo de conocimientos y fuentes de ellos que exceden el magisterio de la Iglesia, lo que no impide que unos y otros convivan en un sincretismo que el autor usa con fines humorísticos: “ Por las órdenes que recebí – dijo el cura- que desde que Apolo fue Apolo y las musas, musas y los poetas poetas…”

En el entorno del Renacimiento, la erudición se erige como base de la crítica, pero también con un criterio de estética derivado de la lectura de los clásicos: “Todos estos tres libros [la Araucana, La Austríada y El Monserrate]- dijo el cura- son los mejores que, en verso heroico, en lengua castellana están escritos y pueden competir con los más famosos de Italia; guárdense como las más ricas prendas de poesía que tiene España.” (cap V)

Pero el requisito indispensable del crítico es que haya producido algún texto. De otro modo, su ejercicio, aunque conocido, no tiene que ser necesariamente válido y generalmente es una expresión de envidia contra el autor.

“Los hombres famosos por sus ingenios, los grandes poetas, los ilustres historiadores, siempre o las más veces, son envidiados de aquellos que tienen por gusto y por particular entretenimiento, juzgar los escritos ajenos, sin haber dado algunos propios a la luz del mundo” (II Cap. III)

La autocrítica del autor inscrita dentro del texto aparece al menos dos veces: la primera, para valorar los trabajos de Persiles y Segismunda, que según el barbero “…propone algo, no concluye nada”(Cap.V), aunque no termina en el corral con los libros de caballería, tampoco se salva por completo. En la segunda parte del texto, cuando los personajes conocen que se ha publicado ya la primera, también aparece una crítica de la primera parte del texto: “Una de las tachas que proponen a tal historia-dijo el Bachiller- es que su autor puesto en ella una novela intitulada El Curioso Impertinente; no por mala ni por mal razonada, sino por no ser de aquel lugar, ni tiene que ver con la historia de su merced del Señor Don Quijote.” (II, Cap. III)

Lo cual es parcialmente cierto: la narración inserta para disfrute de los huéspedes de la venta no tiene que ver directamente con la aventura del Quijote, es más, mientras ocurre la 90

lectura, el caballero duerme o pelea a muerte con los odres de vino; los nombres que se utilizan (Anselmo, Lotario, Camila, Leonela) no son españoles y la acción se sitúa en Florencia, pero lo que en verdad refleja este fragmento es el ojo crítico del autor frente a su propia obra, su consciencia del carácter inacabado e imperfecto de la pieza de arte literario.

EL CONOCIMIENTO COMO UNA SUERTE DE VIAJE LOS SESUDOS RAZONAMIENTOS Y LA MENTE PRÁCTICA DE LAS MUJERES

Los hombres pueden dedicar su tiempo a recorrer los innumerables caminos del ejercicio del conocimiento y de la razón, incluso los de la locura. Las mujeres tienen menos tiempo para las disquisiciones filosóficas que para la resolución de los problemas tangibles de su diario vivir, que en algunos casos representan aspectos de supervivencia; esto supone cierta habilidad para mantenerse en el renglón de lo pragmático, donde la recursividad estará valorada en tanto ayude a solventar situaciones y complejidades alejadas del entorno intelectual. Pero no por ello las mujeres son menos lúcidas, ni menos sensatas. Antonia Quijana, con quince años, resuelve el problema de la ausencia de los enemigos de la cordura de su tío. Ante la pregunta de don Quijote por el

aposento donde guardaba sus libros, la Sobrina pone en marcha el plan

establecido por los interesados en la curación del caballero, no importa que para ello haya que echar mano de los propios delirios que están combatiendo.

“No era el diablo – replicó la Sobrina- sino un encantador que vino sobre una nube una noche después del día que vuestra merced de aquí se partió, y apeándose de una sierpe en que venía caballero, entró en el aposento y no sé todo lo que se hizo dentro, que a cabo de poca pieza salió volando por el tejado y dejó la casa llena de humo, y cuando acordamos a mirar lo que dejaba hecho no vimos libro ni aposento alguno.”

(I, Cap. VI)

A diferencia de los hombres, que confían en su razonamiento, las mujeres se mueven en la esfera del afecto, confían en sus propias fuerzas y en el concurso de todas las ayudas, y sobre todo, esperan con esperanza, no desesperan frente a los problemas y se atienen al afecto, como arma de defensa y herramienta de trabajo, como cuando el ama y la sobrina se encargan de cuidar del señor Quijano, y procuran devolverle la salud con sus cuidados: “las cuales dijeron que así lo harían con la voluntad y cuidado posible porque echaban de ver que su señor por momentos iba dando muestras de estar en su entero juicio.” (II, Cap I) 91

CUANDO EL SENTIDO PRÁCTICO NO FUNCIONA: LA DIFERENCIA ENTRE MARCELA Y LEANDRA:

Leandra, por oposición a Marcela, escoge una vida pastoril, más como un atractivo que puede sumar a sus encantos, que como una opción de vida radical, a tal punto que está dispuesta a cambiar su estado de vida por el afecto de un hombre que conoce poco y que la convence de robar las joyas de su casa. Aunque Leandra, no ha sido hechizada como es el caso de Medea, ante la disyuntiva de la fidelidad al hogar paterno y la complicidad del amor, escoge el afecto nuevo y perjudica con ello a su familia.

El amor funciona en Leandra como el hechizo sobre la princesa de la Cólquide. La diferencia radica justamente en el aspecto de la libertad: Medea no es libre para escoger enamorarse o no; simplemente actúa tal como Afrodita le indica, para que así se cumpla el destino del héroe. Leandra, por el contario, escoge al hombre, sin presiones, lo que hace suponer que su elección es libre, pero también sin los suficientes elementos de juicio, es decir, sin conocer bien a su pretendiente, que termina por traicionar su confianza y su afecto.

El resultado en ambos casos es nefasto: como ocurre con Medea, Leandra lo pierde todo: el aprecio de los suyos, su dinero y además pierde de vista a su enamorado, que, tal como Jasón, una vez que se ha servido de la lealtad y del amor de su benefactora, la abandona sin mirar atrás.

Tarde aprende la pastora que no se debe confiar en quien no se conoce bien, pero aunque la experiencia que gana no pueda aprovecharla en su propio beneficio, queda para el lector la reflexión acerca del caso de la pastora y su desgracia.

LA SOBRINA CONTRA LOS LIBROS

El sentido práctico adquirido por necesidad para enfrentar la realidad en la que viven hace que repelan con facilidad la ficción literaria. A esto hay que agregar la certeza de la culpabilidad de los libros de caballería como responsables directos de la locura del señor 92

Quijano: “¡Ah, señor mío!- dijo a esta sazón la Sobrina-. Advierta vuesa merced que todo eso que dice de los caballeros andantes es de fábula y mentira, y sus historias, ya que no las quemasen, merecían que cada una se les echase un sambenito o alguna señal en que fuese conocida por infame y por gastadora de las buenas costumbres.” (II, CapVI).

También está presente la certeza de la necesidad de guardar afecto y el tema del honor, tan presente a lo largo de la obra. Así, encontramos a Clara, enamorada de Luis, pero dispuesta a responder a lo que de ella se espera en su entorno familiar.

“Pues casarme yo a hurto de mi padre no lo haré por cuanto hay en el mundo. No querría sino que este mozo se volviese y me dejase; quizá con no velle y con la gran distancia del camino que llevamos se me aliviaría la pena que ahora llevo que me imagino me ha de aprovechar bien poco. No sé qué diablos ha sido esto, ni por dónde me ha entrado este amor que tengo…”(Cap XLIII)

No se trata solamente de hacer lo que es socialmente correcto; para la hija del oidor, las razones fundamentales de la honra pasan por el afecto que profesa a su padre, de ahí que es menos importante la fama que el disgusto que podría causarle a su padre Aunque a veces, tanta practicidad desemboca en razonamientos pueriles derivados de la interpretación demasiado literal del discurso de don Quijote: “Dos caminos hay, hijas, por donde pueden ir los hombres a llegar a ser ricos y honrados: uno es el de las letras; otro el de las armas” (II, CapVI) “-¡Ay, desdichada de mí- dijo la Sobrina- que también mi señor es poeta! Todo lo sabe, todo lo alcanza: yo apostaré que si quisiera ser albañil, que supera fabricar una casa como una jaula.” (Ibid.)

Aún así no merecen ser descalificadas como interlocutoras, debido a que el ingenio, la habilidad de razonar, es una habilidad que da Natura y que no pone Salamanca, aspecto que desconoce el Bachiller Carrasco: “Yo sé lo que le digo, señora Ama: váyase y no se ponga a disputar conmigo, pues sabe que soy bachiller por Salamanca, que no hay más que bachillera.”

(II, Cap. VI) Es decir, los hombres, por logro de sus méritos son bachilleres, las mujeres apenas alcanzan el despectivo título de bachilleras.

EL CONOCIMIENTO EN TORNO AL AMOR Cuando Lotario intenta persuadir a Anselmo, sobre el riesgo de tentar a una mujer casta: “ el peligro al que te pones en querer turbar el sosiego en que tu buena esposa vive: mira por cuán vana e impertinente curiosidad quieres revolver los humores que ahora están sosegados en el pecho de tu casta

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esposa; advierte que lo que aventuras a ganar es poco y que lo que perderás será tanto que lo dejaré en su punto, porque me faltan palabras para encarecerlo…” (II, Cap. XXXIII)

Anselmo persiste en su insensatez. Resulta incomprensible que un hombre que cuenta con el amor de su esposa, quiera probarlo de todos modos. El resultado será desastroso.

Vencida la resistencia de Camila, Lotario le dirá: ”A ti te conozco y tengo en la misma posesión que él te tiene, que a no ser así, por menos aprendas que las tuyas no había yo de ir contra lo que debo a ser quien soy contra las santas leyes de la verdadera amistad, ahora por tan poderoso enemigo como el amor, por mí rompidas y violadas.” (II, Cap. XXXV).

En el caso de Camila y Lotario, el tema del honor empaña la triste victoria del amigo sobre la esposa de su amigo. El enamoramiento no estaba en sus planes, pero el haber secundado la insensatez de Lotario tiene un precio altísimo: pierde el amigo y no alcanza a vivir en plenitud el amor de la mujer que ama.

El amor también es sumamente recursivo, así lo reconoce el Quijote cuando ante la estratagema de la que se vale Basilio para casarse in articulo mortis con Quiteria, aunque luego se prueba que ni iba a morir, ni estaba herido de muerte: “No se pueden ni deben llamar engaños –dijo don Quijote- los que ponen la mira en virtuosos fines. Y que el de casarse los enamorados era el fin de demás excelencia, advirtiendo que el mayor contrario que el amor tiene es el hambre y la continua necesidad.” (II, Cap. XXII) Justifica el Quijote aquello de que en la guerra y el amor, todo vale.

EL SENTIDO COMÚN BASE DEL GOBIERNO Y LA JUSTICIA

El sentido de justicia tiene que ver menos con lo que dictan las leyes que con dar a cada quien lo que se merece, así: “Camacho es rico y podrá comprar su gusto, cuando, donde y como quisiere. Basilio no tiene más desta oveja, y no se la ha de quitar alguno, por poderoso que sea…” (II Cap. XXI) Para significar que Camacho podría concertar una boda con la mujer que escogiese, pero Basilio solamente tiene y puede amar a Quiteria.

Sancho, como Salomón, prueba la veracidad del argumento de la mujer que afirma haber sido vejada: manda que sea resarcida, pero de inmediato envía al acusado de agresor a quitar el 94

dinero que fue entregado a la joven: “ Mire vuesa merced (…) me ha querido quitar la bolsa (…)

-

¿Y haosla quitado?- preguntó el gobernador.

-

¿Cómo quitar? Antes me dejara yo quitar la vida (…)

-

Hermana mía, si el mismo aliento y valor que habéis mostrado para defender esta bolsa le mostráredes (…) para defender vuestro cuerpo, las fuerzas de Hércules no os hiciesen fuerza (II, Cap. XXIII)

El sentido práctico de Juana Panza hace un guiño en alguna parte, unido a los destellos de astucia de Sancho, y la justicia llega.

Sancho responde a Ricote sobre su aprendizaje como gobernador de la Ínsula Barataria: “- ¿Y qué has ganado en el gobierno? – preguntó Ricote.

-

He ganado- respondió Sancho- el haber conocido que no soy bueno para gobernar, si no es un hato y que las riquezas que se ganan en los tales gobiernos son a costa de perder el descanso y el sueño y aun el sustento; porque en las ínsulas deben de comer poco los gobernadores, especialmente si tienen médicos que miren por su salud.” (II, Cap. LIV)

No es poco el aprendizaje si ha comprendido que no es su vocación, ni le gusta, ni le aprovecha, ni hace bien a otros. Sancho ha comprendido que no se lleva bien con el poder, y que para él es mejor la vida tranquila del hombre común que los graves deberes de las cabezas coronadas. No se amarga, no añora el poder que tuvo, asimila su experiencia y pasa a lo siguiente. Sancho, hombre de campo, sabe que no puede limitarse a vivir en el pasado y por ello está decidido a emprender una vez más el camino que el azar le imponga, a la vera de su amo.

LA LITERATURA, MEDIO DE CONOCIMIENTO Y PODER

El Quijote habla sobre la poesía y la coloca en medio de las otras ciencias, dando a entender con ello que la poesía es ciencia –conocimiento, y no solo emoción. “la poesía, señor hidalgo, a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca edad y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas y todas se han de autorizar con ella; pero esta doncella no quiere ser manoseada ni traída por las calles, ni publicada por las esquinas de las plazas ni por los rincones de los palacios. Ella es hecha de una alquimia de tal virtud que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio.” (II, Cap. XV)

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Aún teniendo tan alta opinión de la poesía y de la literatura, una cláusula del testamento de Alonso Quijano condiciona la elección del futuro esposo de la Sobrina al desconocimiento de libros de caballería. “Ítem: es mi voluntad que si Antonia Quijana, mi sobrina quisiera casarse, se case con un hombre de quien primero se haya hecho información que no sabe qué cosas sean libros de caballerías, y en caso que se averigüe que lo sabe y con todo eso, mi sobrina quisiere casarse con él, y se casare, pierda todo lo que le he mandado, lo cual puedan mis albaceas distribuir en obras pías, a su voluntad.”(II, Cap.LXXIV).

EL AUTOCONOCIMIENTO EN LAS MUJERES DEL QUIJOTE

Contra aquello que han dicho por siglos y siglos los poetas, mujeres como Dorotea, se reafirman como constantes en su esencia, aun cuando su exterior y sus circunstancias hubiesen mutado de tal forma que en la apariencia se operase un cambio tan radical que sugiriese una manera distinta de ser: “-Quienquiera que os dijo, valeroso caballero de la Triste Figura, que yo me había mudado y trocado de mi ser, no os dijo lo cierto, porque la misma que ayer fui me soy hoy. Verdad es que alguna mudanza han hecho en mí ciertos acaecimientos de buena ventura que me la han dado, la mejor que yo pudiera desearme, pero no por eso he dejado de ser la que antes y de tener los mesmos pensamientos de valerme del valor de vuestro valeroso e invencible brazo…” (Cap XXXVII)

Ese mismo conocimiento de lo esencial de la propia persona, permite a Marcela explicar las razones de su indiferencia ante el amor y aun la muerte del pastor Grisóstomo: “ Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable, mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso, a amar a quien le ama…” (I, Cap. XIV) Y esa misma esencia le permite ser sujeto del derecho de ser libre para optar por la vida que mejor le parece; se trata en efecto, de un asunto de autoridad; la prevalencia de la propia valía, antes de la sujeción, y la elección de la soledad como una alternativa perfectamente válida en tanto supone la posibilidad de la trascendencia: “Yo, como sabéis, tengo riquezas propias y no codicio las ajenas; tengo libre condición, y no gusto de sujetarme; ni quiero ni aborrezco a nadie; no engaño a este, ni solicito a aquel; ni burlo con uno, ni me entretengo con el otro. La conversación honesta de las zagalas destas aldeas y el cuidado de mis cabras me entretiene. Tienen mis deseos por término estas montañas, y si de aquí salen, es a contemplar la hermosura

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del cielo, pasos conque camina el alma a su morada primera” (I, Cap. XIV)

En la hija del ventero encontramos razones lúcidas acerca del sufrimiento de los caballeros por el distanciamiento de sus damas o la imposibilidad de concretar su amor por ellas; para la muchacha, el devaneo sirve solamente para intercambiar imprecaciones o acciones egoístas: “No sé lo que me hiciera-respondió la moza- sólo sé que hay algunas señora de aquellas tan crueles que las llaman sus caballeros tigres y leones y otras mil inmundicias. Y ¡Jesús! Yo no sé qué gente es aquella tan desalmada y tan sin conciencia que por no mirar a un hombre honrado, le dejan que se muera o que se vuelva loco. Yo no sé para qué es tanto melindre; si lo hacen de honradas, cásense con ellos; que ellos no desean otra cosa.” (I, Cap. XXXII)

EL SENTIDO PRÁCTICO DE LA MUJER DE SANCHO PANZA

Más que ningún otro personaje femenino, la mujer de Sancho (Teresa, Mari Gutiérrez o Juana), es la mente más pragmática que aparece en el texto: no se trata de un personaje egoísta o interesado; sencillamente es una mujer de campo, con las preocupaciones, los conflictos y las prioridades de las mujeres de su condición. Así, “A las nuevas desta venida de don Quijote, acudió la mujer de Sancho Panza, que ya había sabido que había ido con él sirviéndole de escudero y así como vio a Sancho, lo primero que le preguntó fue que si venía bueno el asno…” (II, Cap. LII), aspecto que al menos obtiene un gesto de admiración, cuando no una carcajada del lector, sobre todo si se considera que no ha visto a Sancho en varios meses. El esposo es necesario, y mucho, pero el borrico es herramienta de trabajo, cara y merecedora de todo tipo de cuidado.

Ante la posibilidad de obtener del Quijote el gobierno de una ínsula, dice Juana Sancha: “Advertid que Sanchico tiene ya quince años cabales y es razón que vaya a la escuela, si es que su tío el abad le ha de dejar hecho de la Iglesia. Mirad también que Mari Sancha, vuestra hija no se morirá si la casamos; que me va dando barruntos que desea tanto tener marido como vos deseáis veros con gobierno; y, en fin en fin mejor parece la hija mal casada que bien abarraganada (…) traed vos los dineros y el casarla dejadlo a mi cargo…” (IICap.V)

No está ella interesada en su propio beneficio. No ha hablado de sus necesidades, ni lo hará nunca a largo del texto, pero su preocupación radica en el futuro de su hijos, el varón con posibilidades de ser admitido en una orden religiosa y la muchacha, predispuesta a casarse.

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Tiene claro que si alguna vez llegan a tener cierta comodidad económica, la gente dirá y maldecirá de ellos. Con esto prepara a Sancho contra la envidia que pudiera llegar a conocer cuando tuviese que gobernar la ínsula.

“Por el pobre todos pasan los ojos como de corrida, y en el rico los detienen, y si tal rico fue un tiempo pobre, allí es el murmurar y el maldecir, y el peor perseverar de los maldicientes, que los hay por esas calles a montones, como enjambres de abejas. ”(II, Cap II) Y sabe, por supuesto, que si se presenta una oportunidad, tiene el deber de aprovecharla: “…cuando te dieren un gobierno, cógele; cuando te dieren un condado, agárrale; cuando le hicieren tus tus, con alguna buena dádiva, envásala…”(II, Cap. L)

EL FINAL DEL VIAJE, LO APRENDIDO Y LO AMADO

El fin del viaje supone para Alonso Quijano, un último hallazgo: el de la cordura. Ha recorrido un largo camino, que toca a su fin, y a su alrededor, todos han aprendido. La compañía del Quijote ha marcado profundamente la vida de Sancho y la de mucha gente a su alrededor, pero finalmente, su sobrina es la primer depositaria de la demostración de cordura del caballero moribundo.

“- Las misericordias, Sobrina – respondió don Quijote- son las que en este instante ha usado Dios conmigo, a quien como dije, no las impiden mis pecados. Yo tengo juicio ya libre, y claro, sin las sombras caliginosas de la ignorancia que sobre él me impusieron mi amarga y continua leyenda de los detestables libros de caballería…” (IICap. LXXII)

Así pues, el viaje del conocimiento, y también el del amor, esta especie de locura, ha tenido que llevarse a cabo lejos de los límites que establece para sí la naturaleza del hombre cuerdo. Solamente adentrado en los caminos de la alteración mental, se hacía posible la producción de tanta lucidez, tanto aprendizaje y tanta reflexión.

De otro modo, ¿cómo se ama a alguien más allá de lo que dicen las apariencias o los pareceres de los vecinos? ¿Cómo se permite el aprendizaje fuera de los hechos, si no son una fuente de asombro, si no media en ellos algún nivel de locura? ¿Cómo se avanza en medio de un mundo hostil sin la ciega, temeraria fe que es capaz de creer para desdecir lo que confirman los sentidos?

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MUNDO CLÁSICO, SU PRESENCIA UBICUA EN EL TEXTO

Entre las primeras referencias clásicas, se encuentra la hospitalidad de los pastores: “fue recogido por los cabreros con buen ánimo y habiendo Sancho, lo mejor que pudo, acomodado a Rocinante y a su jumento, se fue tras el olor que despedían tras de sí ciertos tasajos de cabra que hirviendo al fuego en un caldero estaban (…) los cabreros los quitaron del fuego y tendiendo por el suelo unas pieles de oveja, aderezaron con mucha priesa su rústica mesa y convidaron a los dos, con muestras de muy buena voluntad, con lo que tenían.” (Cap IX)

Que fácilmente se equipara a la que prodigara el porquerizo Eumeo a su amo, sin haberlo reconocido, y solamente como un acto de piedad: “…Pero ¡ea!, Ven acá a la cabaña, ¡oh anciano! (…)

Tal diciendo guióle a su casa el porquero admirable Le hizo entrar y, esparciendo en el suelo unas brozas, cubriólas Con la piel de una cabra peluda, montés (…)

Y marchó a la zahúrda en que estaban los tiernos lechones.

Atrapando dos de ellos los trajo, mató la pareja Chamuscólos, partiólos, los trozos clavó en asadores Y ya asados, calientes aún, en los mismos espiches Ante Ulises los puso… “(Odisea, Canto XIV, v 45, 48-50, 73-77a )

En la segunda parte de El Quijote, un padre acongojado se queja de la actitud y modos de su hijo erudito: “… Todo el día se lo pasa en averiguar si dijo bien o mal Homero en tal verso, de la Ilíada, si Marcial anduvo deshonesto o no en tal epigrama, si se han de entender de una manera o otra tales y tales versos de Virgilio. En fin, todas sus conversaciones son con los libros de los referidos poetas y con los de Horacio, Persio, Juvenal y Tíbulo, que de los modernos romancistas no hace mucha cuenta…”(II CapXVI)

Condición notable del joven que solamente sirve para ridiculizar la pedantería de obras y autores excesivamente adentrados en la cultura clásica y falsamente encumbrados sobre los legos.

Quijote explica la locura de Orlando, en la que es posible notar la similitud con la locura de Áyax tal como se describe en la tragedia de Sófocles: “[Orlando] se volvió loco y arrancó los árboles, enturbió las aguas de las clareas fuentes, mató pastores, destruyó ganados, abrasó chozas, derribó casas, arrastró yeguas y hizo otras cien mil insolencias…” (Cap. XXIII) 99

La cita de la placidez del bosque habitado por Ninfas, sátiros y otras criaturas inmortales viene también del Quijote: “¡Oh, vosotras, napeas y dríadas que tenéis por costumbre de habitar entre las espesuras de los montes, así los ligeros y lascivos sátiros de quien sois, aunque en vano, amadas, no perturben jamás vuestro dulce sosiego…!”(Cap. XXIII) La novela del Curioso Impertinente guarda enorme similitud con la historia de Giges y Candaules narrada por Heródoto: “…el deseo que me fatiga es pensar si Camila, mi esposa es tan buena y tan perfeta como yo pienso y no puedo enterarme en esta verdad, si no es probándola de manera que la prueba manifieste los quilates de su bondad como el fuego muestra la del oro…” (Cap. XXXIII)

En esa misma narración aparece el personaje de Leonela: que es una transposición del criado astuto, personaje creado por Plauto y que aparece en comedias como Aulularia.

“Mira, señora, que somos flacas mujeres, y él es hombre, y determinado; y como bien con aquel mal propósito, ciego y apasionado, quizá antes que tu pongas en ejecución el tuyo, hará él lo que te estaría más mal que quitarte la vida” (Cap XXXIV)

La referencia del amor de Basilio y Quiteria es el romance de Píramo y Tisbe, narrado por Ovidio en Las Metamorfosis, tal como aparece en la poesía anterior al relato: “-El muro rompe la doncella hermosa /Que de Píramo abrió el gallardo pecho…” (II Cap. XIX) y que luego se traspone igualmente en la narración: “Es este Basilio un zagal vecino del mismo lugar de Quiteria, el cual tenía su casa pared y medio de la de los padres de Quiteria, de donde tomó ocasión el amor de renovar al mundo los ya olvidados amores de Píramo y Tisbe…” (II Cap. XIX)

Así, el Quijote rebosa de alusiones clásicas, que se resignifican y sirven de base para narrar historias similares con trasfondos completamente distintos.

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EL CICLO ARTÚRICO Según Ma. Del Carmen Marín: “Los libros artúricos fueron ya muy bien acogidos entre las damas de la corte, mujeres cuya influencia es notoria por otro lado en la transformación de las costumbres feudales y en el desarrollo y concepción de la cortesía. El siglo XII crea un tipo de dama culta, protectora de la literatura y que gusta de leer en privado.

Los romances artúricos se componen para Leonor de Aquitania, María de Champagne y Aalis de Blois. En España, la reina Isabel tenía entre sus pertenencias, la historia de Lanzarote y la Búsqueda del Santo Grial.”

Lo que significa que en la España de Cervantes, estas historias eran bien conocidas.

Probablemente por ello, en El Quijote aparecen alusiones a situaciones y personajes que aparecen en el Ciclo Artúrico. A continuación se anotará unas pocas de ellas:

En el malentendido de la noche en la venta, cuando Maritornes va a encontrarse con el arriero y se encuentra con el Quijote, dispuesto a permanecer fiel a su dama, se alude a la belleza de la reina Ginebra, esposa del Rey Arturo o Artús: “ y a pensar en el peligroso trance en que su honestidad había de ver, propuso en su corazón, de no cometer alevosía a su señora Dulcinea del Toboso, aunque la misma reina Ginebra con su dama Quintañona se le pusiesen delante.” (Cap. XXXI) El mago Merlín aparece como un encantador malvado que en la Cueva de Montesinos ha puesto bajo hechizo a un número indeterminado de importantes personajes literarios en un rango de varios siglos, su maldad merece el epíteto: “… Merlín, aquel francés encantador que dicen que fue hijo del diablo…” (II, Cap. XXIII)

Muchos de estos personajes son conocidos por el propio Montesinos y otros también lo son del Quijote. Se echan en falta los Ruidera, que han sido convertidas en lagunas lo que supone la explicación mítica de la existencia de un sistema lacustre de la zona. “…solamente faltan Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales llorando por compasión que debió de tener Merlín dellas, las convirtió en otras tantas lagunas que ahora en el mundo de los vivos y en la provincia de la Mancha las llaman las lagunas de Ruidera…”

(IICap. XXIII)

Y es entonces cuando el caballero distingue entre muchos otros, algunos de los personajes que aparecen en el ciclo Artúrico: “… allí estaban otras muchas señoras de los pasados y presentes siglos, encantadas en 101

diferentes y extrañas figuras, entre las cuales conocía él [Montesinos] a la reina Ginebra y su dueña Quintañona, escanciando el vino a Lanzarote.” (II, Cap XXII) El narrador no puede sustraerse al rasgo de humor que supone la aventura de la cueva de Montesinos. Dulcinea también está encantada, y pese a ello, o quizá por ello, necesitaba seis reales que manda pedir prestado al Quijote, que solamente tiene cuatro, que enseguida pone a disposición de su dama: “Mi señora Dulcinea del Toboso besa a vuesa merced las manos y suplica a vuesa merced se la haga de hacerla saber cómo está y que, cuan encarecidamente pueda sea servido de prestarle (…) media docena de reales, o los que vuesa merced tuviere; que ella da su palabra de volvérselos con mucha brevedad.”

Sorprende que los personajes encantados puedan llegar a tener dificultades económicas, que el Quijote está dispuesto a solventar en la medida de la capacidad de su propio bolsillo: no tiene seis reales, sino apenas cuatro, y eso es lo que envía a su dama.

LA TRAVESÍA CON EL QUIJOTE: LAS MUJERES A LO LARGO DE SU CAMINO

Mientras más profundamente se lee el Quijote, muchas más voces hablan con el lector.

Ya no se trata solamente de una narración cuya complejidad desanima fácilmente a los lectores menos avisados. Lo más complejo en la novela de Cervantes tiene que ver con la forma en que se construyen los personajes, y sobre todo con los personajes femeninos: para decir de ellos echa mano de lo que tiene y sabe mejor: un profundo conocimiento de la cultura clásica, en la que es notoria una marcada preferencia por los autores latinos, y una gran comprensión del alma humana; para viabilizar la construcción de los personajes, establece un paralelismo que, por contraste, genera individualidades que los elevan a la categoría de símbolos: Dulcinea, Maritornes, Dorotea.

Hay entre ellos parecidos, pero no equivalencias absolutas y mucho menos igualdades; esta capacidad de mímesis, puesto que construye personajes femeninos semejantes, pero no idénticos, dice mucho del conocimiento del autor, de su comprensión de lo femenino y de su habilidad para plasmar uno y otro.

Cervantes, a diferencia de Eurípides, no solamente conoce a las mujeres, sino que se atreve a proponer para ellas, opciones de vida que prescinden de la autoridad paterna, conyugal o religiosa. No se puede decir de este autor que traiciona el secreto de lo femenino, sino que lo 102

considera desde los más diversos ángulos, sin caer nunca en la visión maniquea de las mujeres: entre los personajes femeninos de El Quijote, los más buenos y bellos tienen un rasgo oscuro, y los más cercanos a la perversión, conservan todavía un rasgo de luz, así, Dorotea es fuerte para reclamar su derecho, y sumisa para aceptar el resarcimiento; Luscinda parece frágil, pero encarna la tenacidad del afecto; Dulcinea es para el Quijote la perfección de la mujer amada, y para los otros, una labradora con habilidades varoniles. Y tiene razón Cervantes al presentar así a las mujeres: ninguna es tan frágil que se rompa como cristal, ni tan fuerte que no se arredre ante algún obstáculo más allá de sus fuerzas, esta complejidad que el autor es capaz de plasmar en el texto, es a mi entender, el rasgo más brillante de la obra de Cervantes.

Queda, por supuesto, el mecanismo del humor, sin el cual, mucho de lo que ocurre y se dice, no podría ser digerido por quien lee el texto. Cervantes nos muestra que ante el horror o la desesperanza, la angustia o la falta de perspectivas, todavía nos queda la risa, la sonrisa o la carcajada, para desempañar un cielo que no siempre es azul y generoso.

Y allí aparece a la hija de los venteros, haciendo travesuras con Maritornes y riendo a costillas del Caballero, aunque más adelante aparezcan también las seis doncellas del duque para llenar su rostro de jabón y mientras el lector se vuelve cómplice de las mujeres o se solidariza con el inerme Quijote.

Pero queda también esa veta grave de la narración que habla de las cosas serias, con el tono que se merecen: Dorotea se puede convertir en la infanta Micomicona, pero ella misma se encargará de enseñar al Quijote que la esencia no se modifica por la calidad de las vestiduras.

La parodia en el texto escapa al proceso no tan simple de la imitación, que por sí misma requiere un dominio de las formas de expresión propias del texto de caballería: los temas que se tratan son un amplio horizonte, del que apenas se puede vislumbrar unos cuantos motivos a la vez, y aún estos, tienen la apariencia de inagotables.

La aventura, en la que el caballero es autoconvocado, o mejor, convocado por la necesidad de Quijana de convertirse en un héroe, menos para su propia gloria que para el triunfo del bien, se transforma en un viaje de conocimiento para el Quijote y para el lector: él enseña o repite la experiencia de creer y trabajar para el bien, aunque ello sea a costa de sí mismo; mientras tanto, el lector experimenta con el viajero la alegría, la pena, la emoción de la 103

batalla, algunas veces la rabia y la indignación, el asombro y la ternura, pero siempre la necesidad de crecer, de caminar hacia adelante, de construir o recuperar lo perdido.

En ese caminar es factible que Sancho se vuelva un poco el Quijote y que el lector – o lectora se asuma un poco ambos, para poder gobernar su propia Ínsula Barataria: la que cada quien tiene con el nombre de vida, con los altísimos parámetros éticos del Quijote, pero también con la formidable lucidez y sentido práctico, no de Sancho, sino de Mari Gutiérrez, su esposa.

Releer el Quijote siempre supone un reto: el despojarse de todas las lecturas hechas con anterioridad, sobre todo, aquellas que nos han venido de quinta mano, y de las otras, nacidas del prejuicio, la pereza o la ignorancia, para ir al encuentro del héroe, del ser humano. Y como con las personas de carne y hueso, el Quijote es una entidad dinámica: en cada contacto muestra una faceta distinta, un brillo que antes no se había distinguido, una belleza que hasta esta nueva lectura, había permanecido ignorada.

En un mundo en el que todas las cosas tienden a facilitarse por medio de la tecnología, que nos vuelve poco a poco una suerte de héroes perezosos, resulta complejo, pero no imposible intentar una lectura con los jóvenes, por supuesto, para buscar en el Quijote las huellas de la humanidad que estamos perdiendo y no la presión absurda del resumen de cierto número de páginas y el ensayo de cierto número de palabras. Frente a tantos paladines nuevos y colmados de poderes y súper poderes, la figura del Quijote se levanta con los verdaderos atributos del héroe: un sistema de valores que da cuenta de sus actos, una voluntad decidida, tercamente encaminada al bien y un ideal que no puede borrarse con los reveses de la aventura y que se enriquece cuando ella termina. Una vez aprehendidos los atributos, los accesorios: armadura, yelmo, adarga y lanza, el Quijote lo ha demostrado, pueden adquirirse o recobrarse en el camino, estos son negociables, aquellos no.

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REFERENCIAS Ariosto. L. (2010). Orlando Furioso, Madrid: Espasa.

Fernández de Navarrete. M. Vida de Miguel de Cervantes Saavedra. Recuperado de http://users.ipfw.edu/jehle/CERVANTE/othertxts/Suarez_Figaredo_Vida_Cvtes_Navarr ete.pdf, el 27 de noviembre de 2014.

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Recuperado de http://analescervantinos.revistas.csic.es/index.php/analescervantinos/article/viewFile/80/ 81, el 01 de diciembre de 2014.

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Virgilio. (1946). Eneida. Miguel Caro (Trad.). Buenos Aires: Sopena.

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Conclusiones 

La lectura de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha nos ofrece muchas posibilidades de hermeneusis, no se agota en una sola interpretación pues la obra es multívoca, como la realidad; invita a continuar leyendo, a proponer nuevos temas de análisis y a revisitar los estudios que se han realizado para encontrar nuevas resonancias, nuevos sentidos, nuevas vías de acercamiento.



Los personajes femeninos protagónicos cumplen un papel muy importante en el desarrollo y la dotación de sentido de la obra; presentan referentes clásicos que combinan la parodia con la transposición, la imitación seria con la forgerie, la imitación lúdica con la imitación satírica, charge.



Las historias de los personajes femeninos protagónicos se constituyen en motivos que dinamizan la trama de la novela.



Las historias engastadas no son superfluas, están estructuradas íntimamente con la trama de la novela, se relacionan entre sí, cobran sentido y dan sentido al decurso de la obra.



Los motivos del amor, el conocimiento y el viaje se intersectan, y nos permiten analizar la esencia de los personajes femeninos protagónicos con referentes clásicos.



Las relaciones de alteridad deben superar los prejuicios que pesan sobre las mujeres; en algunas ocasiones lo consiguen, en otras no.

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El viaje interno como fuente de autoconocimiento y el viaje externo que emprenden los personajes femeninos protagónicos consolidan la autonomía y fortaleza de los personajes femeninos protagónicos con referentes clásicos.

Recomendaciones Al culminar este trabajo, debemos señalar que su cumplimiento nos ha brindado satisfacciones: ha permitido conjugar pareceres, comparar lecturas, proponer métodos de análisis, concertar decisiones.

Convenimos en que asomarnos a una obra tan compleja como el Quijote ha demandado esfuerzo, disciplina, tiempo. Esfuerzo, tiempo y disciplina que justifican las propuestas de las investigaciones cualitativas en el ámbito humanístico.

Celebramos la apertura de la Dirección de Investigaciones para el desarrollo de proyectos que planteen investigaciones en el ámbito literario. Recomendamos que se considere brindar apoyo para realizar un simposio sobre El Quijote, simposio que aunaría dos universidades, la Pontificia Universidad Católica y la Escuela Politécnica Nacional y permitiría multiplicar el interés por la Literatura, en una sociedad en la que es primordial fortalecer la palabra, para encontrar las palabras que nos pertenecen, reflexionar sobre el derecho y la necesidad de hacer escuchar nuestras voces, y por supuesto, fomentar la lectura crítica de las obras literarias para mejorar el nivel de lecturabilidad de nuestra realidad.

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Directora del proyecto

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