INTRODUCCIÓN
Las ciudades son consideradas organismos que se encuentran en constante transformación y cambio, los cuales involucran la yuxtaposición de épocas, tiempos y culturas. De esta forma, se hace evidente el desarrollo de la ciudad; así como la desaparición y/o transformación de espacios o edificios importantes en la memoria urbana. Esto se entiende a través de los imaginarios sociales y el deseo colectivo de ciudad, el cual corresponde a “(…) un impulso hacia algo que no se tiene o se cree no tener, cuya satisfacción reafirma la identidad y el sentido de pertenencia a una comunidad” (Pérgolis & Rodríguez-Ibarra, 2017, p. 35) Es así cómo se materializan las transformaciones ideológicas y sociales que llevan al crecimiento y desarrollo urbano. En el caso de la ciudad de Bogotá, este proceso de transformación tomó fuerza después del Bogotazo, acontecimiento histórico ocurrido el 9 de abril de 1948 con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Esta situación, donde algunas edificaciones de la ciudad fueron destruidas, llevó a replantear el modelo de ciudad, el cual estaba asociado al deseo de una ciudad moderna, generando propuestas urbanísticas (plan de le corbusier) que impulsaron el crecimiento de la ciudad hacia el norte y occidente. En este sentido, la ciudad de Bogotá empieza a reestructurarse según la ideología del movimiento moderno, la cual constituye un nuevo paradigma que innovó los procesos constructivos y proyectuales tradicionales. En razón a esto, “(…) Bogotá concibió el proyecto de
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