EJEMPLO ANTOLOGÍA POÉTICA

ANTOLOGÍA POÉTICA: VISIONES DEL SIGLO XX MIKEL PUGA

7 DE JUNIO DE 2022 IES IBAIZABAL BHI LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA

1. Justificación de la antología 2. LITERATURA DE FIN DE SIGLO a. Modernismo y Rubén Darío i. Poema La sonatina ii. Comentario b. Generación del 98 y Antonio Machado i. Poema Campos de Soria ii. Poema A un olmo seco iii. Comentario 3. POESÍA DE PREGUERRA a. Generación del 27 y Federico García Lorca i. Poema Romance de la Guardia Civil Española ii. Poema La monja gitana iii. Comentario 4. POESÍA DE POSGUERRA a. Poesía desarraigada y Blas de Otero i. Poema Hombre ii. Poema La tierra (lo eterno)

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He escogido un criterio cronológico para esta antología porque de este modo los lectores podrán observar y analizar de manera pormenorizada y desde una perspectiva histórica la evolución del género lírico desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XXI. Con la lectura de varios poemas pertenecientes a autores y generaciones tan distintos y dispares se podrán forjar una panorámica de lo que fue la literatura de nuestro país en el último siglo. Considero imprescindible para la comprensión de nuestra historia la lectura de sus testimonios escritos, pues a través de ellos podemos conocer innumerables puntos de vistas. Cada poema es una declaración personal e intransferible de un sujeto individual, una manera de concebir la vida y el mundo que lo hace único e irrepetible. Los sucesos históricos son únicos e irreversibles; la forma de interpretarlos y asimilarlos bajo el prisma de un poeta es exclusivo de una mente particular. Con el análisis de los poemas podremos observar rasgos comunes a una generación, pero también características particulares vinculadas a un autor concreto, por lo que dentro de la homogeneidad de un grupo de escritores destacara también la singularidad de una voz.

En primer lugar, introduciremos al lector en la crisis del 98 y en las dos manifestaciones literarias que surgieron de esta etapa de pesimismo y decadencia: el modernismo y la generación del 98. Hemos considerado a Rubén Darío y a Antonio Machado los mayores exponentes de estos movimientos, por lo que incluiremos composiciones de ambos poetas.

Acto seguido, el lector podrá leer varios poemas de Federico García Lorca, perteneciente a la generación del 27. La producción de este autor es interesante desde todas las modalidades literarias: teatro, prosa, poesía…pero será en esta última disciplina artística donde nos pararemos en esta ocasión, y más concretamente, en dos poemas pertenecientes a su sonado Romanero gitano.

En tercer lugar, nos adentraremos en la poesía de posguerra para analizar una de las figuras más influyentes en el panorama literario español: Blas de Otero, que cultivó la denominada poesía desarraigada. Esta tendencia artística se caracterizó por el inconformismo y la denuncia de la situación del país tras la Guerra Civil. De su obra literaria podremos leer Hombre y La tierra (lo eterno). […] […]

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El modernismo y la generación del 98 surgen con una misma actitud de renovación e insatisfacción ante la literatura precedente. El modernismo es un movimiento literario que surge a finales del siglo XIX en diferentes países de lengua española para reaccionar contra la vulgaridad de la cultura burguesa. Los rasgos de este movimiento son, entre otros, la proposición de un arte como alternativa a la realidad, creando un mundo paralelo con el que rendir culto a la belleza; la sensualidad y el erotismo; o la huida de la realidad y el refugio en un mundo exótico.

La generación del 98, por su parte, está integrada por un grupo de escritores que escriben con una actitud de protesta social y de renovación formal. Todos los autores comparten una actitud de rebeldía ante la corrupción política y social; una preocupación por temas religiosos y existencial, y también por España, su identidad y sus problemas; y un intento de regresar a la autenticidad y a valores olvidados.

Ruben Darío es el poeta que mejor sintetiza el cambio en la expresión poética del modernismo. El origen de este movimiento poético se relaciona con la publicación en 1888 de Azul, en la que emplea el término modernismo para referirse a las nuevas tendencias. Entre las obras del poeta nicaragüense, destacan las siguientes: • • •

Azul. Fue su gran obra, publicada en 1888, compuesta por varios relatos y algunas composiciones en verso.

Prosas profanas, de 1896, libro de madurez escrito completamente en verso.

Cantos de vida y esperanza de 1905, su obra de madurez vital y artística de carácter humano e intimista, aunque pervive lo exquisito y lo aristocrático. La introspección del poeta le produce tristeza, melancolía y desazón ante el paso del tiempo.

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?

Los suspiros se escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color.

La princesa está pálida en su silla de oro, está mudo el teclado de su clave sonoro, y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.

Parlanchina, la dueña dice cosas banales, y vestido de rojo piruetea el bufón.

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La princesa no ríe, la princesa no siente; la princesa persigue por el cielo de Oriente la libélula vaga de una vaga ilusión. ¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China, o en el que ha detenido su carroza argentina para ver de sus ojos la dulzura de luz? ¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes, o en el que es soberano de los claros diamantes, o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz? ¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, tener alas ligeras, bajo el cielo volar; ir al sol por la escala luminosa de un rayo, saludar a los lirios con los versos de mayo o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata, ni los cisnes unánimes en el lago de azur.

Y están tristes las flores por la flor de la corte, los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte, de Occidente las dalias y las rosas del Sur. ¡Pobrecita princesa de los ojos azules!

Está presa en sus oros, está presa en sus tules, en la jaula de mármol del palacio real; el palacio soberbio que vigilan los guardas, que custodian cien negros con sus cien alabardas, un lebrel que no duerme y un dragón colosal. ¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!

(La princesa está triste. La princesa está pálida.) ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! ¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe, (La princesa está pálida. La princesa está triste.) más brillante que el alba, más hermoso que abril!

-«Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-; en caballo, con alas, hacia acá se encamina, en el cinto la espada y en la mano el azor, el feliz caballero que te adora sin verte, y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, a encenderte los labios con un beso de amor».

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He escogido este poema porque incluye todas las características del modernismo en sus versos, y es un ejemplo perfecto para comprender esta mentalidad artística. En primer lugar, con esta composición, el autor, a imitación de lo francés, consigue efectos sensoriales con el idioma. Las figuras literarias por excelencia del modernismo, y que podemos encontrar reflejadas en estos versos, son las aliteraciones y las sinestesias. En este poema, por ejemplo, la aliteración del sonido “l” o “v” en el verso “la libélula vaga de una vaga ilusión” otorga al poema fugacidad y volatilidad.

Otra característica de este poema es la imaginería modernista. Sobre todo por influencia parnasiana, la poesía modernista se va a llenar de mitología y de objetos suntuarios, es decir, de objeto de lujo (oro, plata, marfil, champagne, cisnes…). Los modernistas no estaban contestos con la realidad de su tiempo, y se evadían a universos que les eran ajenos para huir de sus desgracias. En este poema de Rubén Darío, la princesa quiere escapar del ambiente aristocrático que le rodea. Esta opulencia y lujo, en cambio, también le sirve a Rubén Darío para escudarse en él y soñar con mundos que le son ajenos.

El modernismo, en general, y Rubén Darío en particular son los grandes renovadores del registro poético del español. Darío va a conseguir hacer en el español todos los inventos que los franceses habían logrado hacer con su idioma: dotar al español de una increíble sensorialidad y plasticidad. Es decir, hacer del español no solo un idioma que dice, sino también un idioma que suena. Este poema es un claro ejemplo de ello.

Aunque su obra no es muy extensa, Antonio Machado está considerado uno de los poetas españoles más importantes del siglo XX. Antonio Machado comienza su actividad en el modernismo para encaminarse posteriormente hacia una depuración formal en busca de la palabra sencilla y verdadera. Su obra poética está compuesta por tres poemarios: •

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Soledades, galerías y otros poemas (1903) Se observa en ella la influencia de la poesía popular. Su preocupación por el “yo” y lo subjetivo lo lleva hacia la poesía de lo íntimo y el lenguaje del alma: el paso del tiempo, la muerte, la búsqueda del sentido de la vida, el amor o Dios Campos de Castilla (1912). Machado adquiere una visión más profunda de los problemas de España y se muestra critico con la sociedad española.

Nuevas Canciones (1924). En esta obra, el autor expresa su preocupación por temas filosóficos en poemas breves e inspirados en la poesía popular.

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I Es la tierra de Soria árida y fría.

Por las colinas y las sierras calvas, verdes pradillos, cerros cenicientos, la primavera pasa dejando entre las hierbas olorosas sus diminutas margaritas blancas.

La tierra no revive, el campo sueña.

Al empezar abril está nevada la espalda del Moncayo; el caminante lleva en su bufanda envueltos cuello y boca, y los pastores pasan cubiertos con sus luengas capas.

II Las tierras labrantías, como retazos de estameñas pardas, el huertecillo, el abejar, los trozos de verde obscuro en que el merino pasta, entre plomizos peñascales, siembran el sueño alegre de infantil Arcadia.

En los chopos lejanos del camino, parecen humear las yertas ramas como un glauco vapor ?las nuevas hojas? y en las quiebras de valles y barrancas blanquean los zarzales florecidos, y brotan las violetas perfumadas.

III Es el campo undulado, y los caminos ya ocultan los viajeros que cabalgan en pardos borriquillos, ya al fondo de la tarde arrebolada elevan las plebeyas figurillas, que el lienzo de oro del ocaso manchan.

Mas si trepáis a un cerro y veis el campo desde los picos donde habita el águila, 7

son tornasoles de carmín y acero, llanos plomizos, lomas plateadas, circuidos por montes de violeta, con las cumbres de nieve sonrosado.

IV ¡Las figuras del campo sobre el cielo!

Dos lentos bueyes aran en un alcor, cuando el otoño empieza, y entre las negras testas doblegadas bajo el pesado yugo, pende un cesto de juncos y retama, que es la cuna de un niño; y tras la yunta marcha un hombre que se inclina hacia la tierra, y una mujer que en las abiertas zanjas arroja la semilla.

Bajo una nube de carmín y llama, en el oro fluido y verdinoso del poniente, las sombras se agigantan.

V La nieve. En el mesón al campo abierto se ve el hogar donde la leña humea y la olla al hervir borbollonea.

El cierzo corre por el campo yerto, alborotando en blancos torbellinos la nieve silenciosa.

La nieve sobre el campo y los caminos, cayendo está como sobre una fosa.

Un viejo acurrucado tiembla y tose cerca del fuego; su mechón de lana la vieja hila, y una niña cose verde ribete a su estameña grana.

Padres los viejos son de un arriero que caminó sobre la blanca tierra, y una noche perdió ruta y sendero, y se enterró en las nieves de la sierra.

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En torno al fuego hay un lugar vacío y en la frente del viejo, de hosco ceño, como un tachón sombrío ?tal el golpe de un hacha sobre un leño?.

La vieja mira al campo, cual si oyera pasos sobre la nieve. Nadie pasa.

Desierta la vecina carretera, desierto el campo en torno de la casa.

La niña piensa que en los verdes prados ha de correr con otras doncellitas en los días azules y dorados, cuando crecen las blancas margaritas.

Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido. ¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta; antes que rojo en el hogar, mañana, ardas de alguna mísera caseta, al borde de un camino; antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje 9

por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera.

He escogido el poema A un olmo seco porque refleja las características esenciales de la generación del 98. Lo que más me ha llamado la atención del poema es la doble interpretación que se le puede dar. La descripción de un árbol derrotado y decaído puede ser símbolo de una España que, aunque antaño tuviera fuerza y vigor, ahora se muestra extenuada y débil. Por otro lado, hay críticos que han asociado la descripción del olmo con el fallecimiento de su esposa Leonor, muerta a la edad temprana de 18 años por tuberculosis.

El autor emplea la aspereza de la naturaleza de Soria para transmitir el amor que siente hacia su país y el que él consideró el amor de su vida. Nos abre las puertas de su intimidad y describe su dolor y agonía con la imagen metafórica de un árbol que se está pudriendo por su malestar interior. Por todo ello, no encuentro mejor forma de personificar a este poema que con la imagen de un olmo, que es el árbol que da título a esta composición.

Por otro lado, me ha parecido arriesgada la forma de estructurar el poema. En un primer momento, Machado describe detalladamente y con emoción el olmo: su localización, los animales que viven en él, su forma y color, etc. En un segundo apartado, en cambio, el poeta divaga sobre el futuro de este árbol, y le augura un porvenir negro y mortífero. Sin embargo, el autor prefiere aferrarse al verdor que ha brotado levemente en una de sus ramas. Este mensaje final del poema me ha parecido lo más bonito del poema; cómo, a pesar del mal aspecto de una situación, ha sabido extraer una lección positiva y optimista del futuro.

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