Contralínea 684

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OPINIÓN ARTÍCULO

SECUELAS DEL VIEJO RÉGIMEN PETRA BENÍTEZ, DE LA OCSS, TORTURADA Y SIN JUSTICIA ADRIÁN RAMÍREZ, PRESIDENTE DE LA LIGA MEXICANA POR LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS (LIMEDDH)/SEGUNDA Y ÚLTIMA PARTE

L

a señora Petra Benítez forma parte de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), a la cual se había incorporado después de la separación de su segunda pareja. Participa en las asambleas, reuniones y marchas y conoce a varias familias que sufren persecución y represión en el Estado de Guerrero. El 3 de abril del 2001 a las 7 de la mañana, cuando la Petra Benítez se dirige a su trabajo, en el puente ubicado frente a la Ayudantía y la Iglesia de la colonia Revolución, Cuernavaca, es interceptada por cuatro camionetas y un coche rojo. Un hombre de tez blanca, cara redonda, ojos grandes color café, sin bigote, gordo, de alrededor de 172 centímetros de estaura, sin uniforme, vestido de camisa y pantalón beige, le enseña una pequeña placa diciendo que se trataba de una orden judicial. La lleva cerca de la camioneta verde en la que se encuentra el señor Eduardo Gallo. Gallo estaba dedicado a buscar a los responsables del secuestro (8 de julio de 2000) y muerte de su hija Paola (16 de juio de 2000). El hombre le pregunta a Eduardo Gallo: “¿Es ella?”. Responde que sí y en seguida suben a Petra con fuerza al coche rojo, tirándola en el suelo en el asiento de atrás. Antes de que le tapen la vista con una chamarra alcanza a ver a dos hombres en el coche. Sabe que el chofer es agente de la Policía Judicial del Estado porque ha visto su foto en una revista policiaca. Encima de ella va el hombre que la detuvo. El trayecto en coche es de aproximadamente 1 hora y media. Durante este tiempo la insultan: “¡Vieja!” “¡Bruja!” y la amenazan.

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9 de marzo de 2020

Escucha tráfico de automóviles y voces fuera del coche. Poco antes de llegar disminuye el ruido y la calle empieza a sentirse pedregosa. En algún momento los hombres mencionan estar en Cocoyoc, Estado de México. Es ingresada a una. Lleva los ojos vendados pero siente un camino con piedras pequeñas y se topa con plantas. le dicen “No te preocupes, son palmitas.” Al entrar hay dos escaleras bajas. Llegando a la casa, es arrojada al piso, al parecer en un baño (lo identifica porque en un momento se recargó en una taza de baño), bajo golpes la interrogan durante alrededor de 1 hora acerca de su yerno Antonio Barragán Carrasco: “¿Dónde está él?”; “¡Lo vamos a entregar en pedazos!”; “Te vamos a quitar una mano para entregársela a Antonio, para que él se entregue”. Le colocan una tijera abierta alrededor de ambos dedos pulgares. La aprietan hasta causar dolor intenso, hinchazón y hematomas. Además la amenazan con matar a su hijo menor. “Vamos a matar a José”; “Te traemos la cabeza de él, para que la veas”; “Le daremos una muerte lenta, ya lo tenemos ubicado”. Le preguntan si sabía nadar y le dicen que la van a meter en una pila. Una vez la sumergen bajo el agua y ella siente que se ahoga. La dejan en paz de 2 a 3 horas. Está sentada en el piso durante este tiempo. Ponen una música desagradable que le da miedo. (Reconocería la misma música en una llamada a su casa por agosto del 2002. Durante este tiempo las personas presentes hablan entre sí y ella reconoce cuatro voces distintas.


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Contralínea 684 by Miguel Minero - Issuu