Transitar al borde de lo disciplinar continúa siendo una práctica estimulante para quienes desde la Facultad de Arquitectura de Montevideo soñamos Mapeo periódicamente. Es que en ese trayecto se desencadenan infinidad de fuerzas gravitatorias que nos desplazan hacia mundos que no intuíamos y casi sin darnos cuenta nos alejamos lo suficiente de nuestra órbita como para que ya poco nos pese el mundo en torno al cual no parábamos de girar.