Estudio de la figura humana levantina en el Alto Segura

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30º, el B es similar al A pero con un ángulo mayor de 30º, el C en el que el tronco se inserta oblicuamente al eje de las piernas que se presentan en ángulo agudo, y por último, el D, similar al C pero en el que las piernas están flexionadas. Por su parte, el criterio “anatómico” determina varios grupos en función de la proporcionalidad entre el tronco y las piernas, y el tratamiento anatómico de los grupos musculares. Años más tarde, amplían su estudio a todas las representaciones humanas, manteniendo, a grandes rasgos, la misma división tripartita de los grupos (Alonso y Grimal, 1996). Por el análisis de los ejes corporales que configuran el cuerpo y las piernas definen 17 tipos o conceptos (figura 1); el examen de la proporcionalidad anatómica les lleva a establecer un primer grupo con las figuras cuyo tronco es más largo que las piernas, un segundo integrado por los motivos en los que el tronco mide menos que las piernas, y un tercero formado por aquellas representaciones humanas en las que tronco y piernas tienen la misma longitud; y, por último, el tercer nivel de análisis, el más interesante en nuestra opinión, que viene marcado por el tratamiento anatómico, y que en cierto modo viene a recoger la mayor parte de los postulados ya tratados por C. Blasco (1981), les permite establecer un primer grupo formado por las figuras con cuerpo de tendencia triangular y piernas con masas musculares marcadas, un segundo en el que se incluyen las figuras humanas de torso triangular y piernas rectas, un tercer grupo en donde los humanos presentan el cuerpo recto y las piernas con masas musculares señaladas, y, por último, un cuarto conjunto de figuras humanas masculinas en las que tanto el cuerpo como las piernas han sido diseñadas mediante trazos rectos, sin indicación de detalle anatómico alguno. Es en la línea de esta última ordenación, en la que como hemos dicho ya insistió C. Blasco en su día, y que en cierto modo avanzaron otros precursores como los citados E. Hernández Pacheco, F. Jordá o los mismos H. Obermaier y P. Wernert, si bien con limitaciones, en la que debemos orientar nuestros esfuerzos, por cuanto otras clasificaciones, como la de los llamados “conceptos”, poco aportan a lo verdaderamente importante de la cuestión. Resulta complejo entender cómo se pueden establecer tipos distintos en función de la disposición de los ejes corporales que determinan tronco y piernas cuando la disposición de éstos vendrá determinada, no por un modelo a representar en sí mismo, sino por la acción narrada. Así, por ejemplo, los conceptos A y B podrían ser uno sólo por cuanto la variación no viene determinada por la forma de los ejes en sí, sino por la posición vertical u horizontal de la figura; la diferencia entre los conceptos K y L queda marcada por la orientación de la figura bien hacia la derecha,

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