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ENTRO UN CLIENTE A LA FERRETERÍA…

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El saludo es la forma de iniciar nuestra relación con los clientes, es un signo de cordialidad y buena educación. Es algo tan obvio que parece mentira que en muchos establecimientos no se haga, pero así es. Un simple, «Hola», «Buenos días» o «¿Qué tal?», dependiendo del público al que te diriges, es innegociable. Vamos a ver más situaciones:

CLIENTE NUEVO Si el cliente que acaba de entrar no conoce tu negocio, ni lo que ofreces, puede sentirse un poco perdido. Si te abalanzas sobre él preguntán dole directamente, ¿Dime que quieres?, puedes asustarlo. De hecho, es un momento extraordinario para innovar dirigiéndote al cliente de una forma diferente, para mostrar tu valor de marca y para hacer que el cliente se sienta cómodo. Como clientes estamos muy acostumbrados a oír esta frase y nos sale el automático «No, solo quiero echar un vistazo…» ¿Qué pasa si cambias la pregunta? Por ejemplo, ¿Le gustaría que lo ayude en algo? ¿Busca algo en especial? Puedes crear tu propia fórmula, tal vez contar tu historia, cuál es tu especialidad o simplemente promover

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ver las novedades, porque les ha gustado algo que han visto o para dar una vuelta por el local y ver que hay. No pienses solo en las ventas inmediatas, es estupendo que se interese por tu negocio aunque no vaya a comprar nada en ese momento, puede comentar su descubrimiento o volver en otra ocasión. Tu misión sigue siendo que salga satisfecho con la visita. Otros sí pueden tener intención de comprar pero les gusta ir a su ritmo, mirarlo todo, tocarlo, pensarlo… Anímalos a que lo hagan, a que prue ben, miren, toquen y experimenten, les encantará. Solo tienes que estar disponible cuando te necesiten.

una conversación natural que haga que el cliente se sienta bienvenido y relajado. Puedes decirles tu nombre, presen tarte para que te avisen cuando necesiten algo, es una forma de acercarte más personal. O incluso obsequiarles una menta o una golosina, siendo esta un pequeño detalle de bienvenida. Siempre resulta original y los clientes lo agradecen.

CLIENTE FRECUENTE Si se trata de un cliente frecuente lo mejor es que lo saludes por su nombre. Escuchar nuestro nombre estimula regiones del cerebro que hace que escuchemos con más atención, nada nos es más familiar que nuestro nombre. Si no recuerdas su nombre, hazle saber que lo reconoces; «Un placer volver a verte», «Bienvenido de nuevo»… Lo que te salga natural. Y, por favor, nada de informalidades o sobrenombres.

SABES QUE ESTÁ AHÍ En todo caso establece contacto visual con tus clientes, míralos a los ojos con tu mejor sonrisa. El contacto visual crea lazos emocionales y, por supuesto, la sonrisa genera acercamiento y confianza. Es importante que el cliente se sienta bienvenido y esto empieza con el lenguaje corporal. No es necesario que abandones a otro cliente para recibir al que entra, pero sí puedes mostrarle que le has visto estableciendo contacto visual y sonriendo.

DALE ESPACIO Después del saludo, dale espacio si es necesario. Muchos clientes no buscan nada en concreto, simplemente entran para

SI NO RECUERDAS SU NOMBRE, HAZLE SABER QUE LO RECONOCES; «UN PLACER VOLVER A VERTE», «BIENVENIDO DE NUEVO»… LO QUE TE SALGA NATURAL. Y, POR FAVOR, NADA DE INFORMALIDADES O SOBRENOMBRES. TU MISIÓN SIGUE SIENDO QUE SALGA SATISFECHO CON LA VISITA.

NO TE VAYAS TODAVÍA Despídete también de los clientes que se van.

Con la misma sonrisa y amabilidad que cuando entraron, aunque no se lleven nada… Visión de futuro. En Japón, acompañan a sus clientes hasta la puerta, donde les entregan sus bolsas y reverencian hasta que los pierden de vista… Aquí quedaría un poco raro, pero puedes encontrar el proceso más adecuado para tus clientes, diferenciarte y dejarles con un buen sabor de boca. Es importante que el cliente salga con una sonrisa de tu establecimiento, señal de que ha tenido una buena experiencia, que recordará.