Herramienta Generosa Vol2: Addendum

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A la mujer Puertorriqueña. Reproducido exactamente del texto impreso en la revista de la Asociación de Mujeres Graduadas, Universidad de Puerto Rico, año IV - Vol I, Octubre, 1941 (aparece una nota debajo del título que refiere que este texto fue un mensaje de doña Ana Roqué de Duprey en ocasión de la Asamblea Anual de la Asociación de Mujeres Votantes, celebrada en Mayagüez en 1931)

Mujeres puertorriqueñas, hermanas mías muy queridas de mi corazón.

por el porvenir y felicidad de nuestros hijos, y por la patria donde ellos han de vivir.

Desde mi habitación de enferma dirijo un cariñoso saludo a esa Asamblea feminista, para decirles que al ver la actitud y el entusiasmo de la mujer puertorriqueña en esa ocasión, estoy orgullosa de mis paisanos.

¿No se ensancha vuestro corazón? ¿No se expande vuestro espíritu con la plenitud de vida que embarga vuestro ser?

¡Qué tesoro de patriotismo y amor a esta tierra querida que nos vió nacer existe en vuestros corazones! No me engañé en 1917 al llamaros a la lucha reivindicadora de nuestros derechos. Contemplad, hermanas mías, nuestra amada tierra. Siempre irredenta, siempre desgraciada y siempre dulce y bella entre sus palmas y sus flores! Unámonos todas en apretado haz para trabajar por la felicidad de esta tierra infeliz. La mujer puertorriqueña está empezando a hacerse cargo

Y lo más grande, en que quizás pocas personas hayan pensado: Nosotras estamos rodeadas de veintiuna repúblicas latinas, y aún somos colonia: una colonia que sufre, pobre e infeliz, bajo la bandera estrellada de la nación más grande de la tierra que permite nuestra explotación y no nos da libertad bastante ni nos deja casi desarrollar nuestras iniciativas para buscar nuestra felicidad. Y esta colonia, girón de tierra americana desprendida de los Andes, es la primera tierra americana que proclama la reivindicación de la mujer de este continente. Nuestra islita amada, brillante de vívidos cambiantes, engarzado en flores y rodeado de las espumosas ondas del Caribe, ha sido la tierra elegida por Dios para marchar a la cabeza de la reivindicación de la mujer latino americana. Y nosotros tenemos que hacernos dignas de ese gran honor a ningún otro comparable, cumpliendo con entereza y sensatez la gran misión que Dios nos ha confiado. Nuestro esencial deber es unir voluntades. Mientras nuestro pueblo esté desunido, mientras cada puertorriqueño, atendiendo a su propia conveniencia, piense a su manera, nada conseguiremos, nada somos y nada seremos.

de su nueva, difícil misión. Y el mundo no se dá cuenta exacta de lo que significa la franquicia del voto para la mujer.

Nuestro primer deber es infiltrar en el corazón de nuestros hijos, esposos, hermanos y padres, ese patriotismo sano y sagrado que vibre en sus corazones. Que sea el amor patrio el sentimiento más grande que nos aliente, mientras no veamos reivindicada a nuestra patria.

Nosotras éramos casi parias. Seres casi insignificantes en la vida cívica.

Ante el cual todo interés personal toda aspiración, ambición, todo egoísmo vano debe ceder.

Hoy somos mujeres: personalidades con razón y conciencia. Mujeres con voto, y por tanto con libertad para trabajar

Nuestro pueblo puertorriqueño, nuestra isla idolatrada está al borde del abismo…

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