
1 minute read
ESPERANZA la enfermedad E NFRENTAR CON FE
Y
Queridos Padrinos y Madrinas de Misioneros de Guadalupe, les comparto esta bella experiencia que viví en la ciudad de Puebla.
Advertisement
Al encontrarme unos días por allá, el Promotor Marcos M. me pidió visitar a una Madrina que se encontraba enferma; al momento, no podía asistir, pero acordamos otro día y horario para hacerlo.
Llegado el día, acudimos al hogar del señor Héctor P. y la señora María Sofía L., quienes me recibieron con gusto y de inmediato les compartí que los Misioneros de Guadalupe agradecemos profundamente su oración y el donativo que por varios años nos han compartido, y ahora, Dios Nuestro Señor nos daba la oportunidad de corresponderles por medio de la visita de un sacerdote misionero a su hogar. La señora María Sofía tuvo la gracia de recibir los Sacramentos de la Reconciliación, la Unción de los enfermos y la Comunión, además de que, junto con su familia, pudimos tener un momento de oración, pidiendo a Dios fortaleza, fe y esperanza para enfrentar la realidad de la enfermedad. y misericordia; el claro ejemplo era la visita de un misionero en su hogar.
En la plática, compartimos que muchas veces es difícil comprender y aceptar la cruz de la enfermedad, sobre todo porque no solamente es el cansancio y dolor físico que sufre el enfermo, sino porque la familia entera hace frente a los padecimientos; todos, de una forma u otra, enfrentan el cansancio, por eso los invité a que en nuestro momento de oración no sólo rogáramos por la enferma, sino por toda la familia, que juntos pidiéramos a Dios para que les concediera siempre estas grandes virtudes: la fe y la esperanza.
La esperanza, por su parte, nos ayuda a entender que nuestra vida está en manos de Dios y que nunca podemos dudar de su infinita misericordia. Es la esperanza la que nos lleva a enfrentar el camino de la enfermedad con valentía y esperar la gracia de la salud, si es la voluntad divina.
Después de orar juntos, le pedí a doña María Sofía que ofreciera su enfermedad por las Misiones, pues Nuestro Señor recibe su dolor y sufrimiento como una gran ofrenda. Asimismo, le comenté que los Misioneros de Guadalupe, junto con muchos otros Padrinos y Madrinas, seguiríamos orando por ella, porque todos somos una gran familia misionera que nos apoyamos en cada momento y circunstancia de la vida.

La fe en Dios, quien nunca nos abandona y que, a pesar de las dificultades, pone los medios necesarios para mostrarnos su amor
Agradezco a Dios haber tenido esta oportunidad y le pido que siga bendiciendo y fortaleciendo a todos nuestros Padrinos y Madrinas, quienes aun en la enfermedad siguen apoyando la obra misionera de la Iglesia que se realiza a través de los Misioneros de Guadalupe. Dios los bendiga a todos.