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Voz del Seminario

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Anecdotario

Anecdotario

¡Nuestra familia es Tierra de Misión!

Sem. Ismael Agustín Flores Ortega

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Dios Amor nos ha regalado la familia para amar y ser amados. En ella y desde ella, nosotros satisfacemos la necesidad de ser amados y de amar. De esto depende nuestro progreso y felicidad. Somos amados por Dios Amor. Él nos ha dado la vida, nos ama personalmente, nos acompaña y guía, nos ayuda, como el mejor amigo, ha dado la vida por nosotros. Quiere seguir haciendo todo por nosotros. Es nuestro amigo, nuestro maestro, nuestro Salvador. Él nos pide amarlo y amar a los demás con el amor de Dios: “Ven, sígueme, vosotros son mis amigos, permanezcan en mi amor, amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Él mismo nos enseña y nos pide amar de una manera especial. El amor es comprensivo, es servicial, es paciente, todo lo espera, todo lo soporta, no acaba nunca. La familia es una comunidad íntima de vida y de amor. Por eso, la familia está llamada a cumplir una misión que podríamos dividir en cinco partes o momentos:

1. Familia, servidora

de la vida: en ella se coopera responsablemente con Dios en la transmisión y cuidado de la vida; es la responsable de la adecuada educación de los hijos.

2. Familia, comunidad

de personas: nos apreciamos como personas y nos ayudamos a la realización personal de cada uno de los miembros.

3. Familia, promotora del

desarrollo: ayuda al progreso integral de cada uno de sus miembros y de toda la sociedad.

4. Familia, pequeña Iglesia o Iglesia doméstica:

es imagen de Dios, que es vida, verdad y amor, ella es Iglesia en pequeño, comunidad eclesial evangelizadora.

5. Familia, misionera:

cumple su misión de evangelizarse y evangelizar. Hace discípulos para

Jesús dentro de ella, en su comunidad y hacia todas las gentes. Esta misión que Dios ha encomendado a nuestra familia está indicada cuando Jesús nos manda: “Id y haced discípulos a todas las gentes…” (Mt 28, 19-20), aquella frase tan icónica que nos caracteriza también a nosotros como Instituto y familia misionera. La misión evangelizadora de la familia es universal, participa en la vida y en la misión eclesial en una triple acción evangelizadora: en su interior, en la comunidad y en la Iglesia Universal. Por ello, como decía el Papa Juan Pablo ii: “o es misionera la familia, o no es cristiana”. La familia se hace cristiana cumpliendo su misión y cumple su misión para ser cristiana.

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