Kenia Kano: los pájaros, el ciervo y la leche, figuras necesarias. Autor: Elizabeth Delgado Nazario
Conocí a Kenia, hace más de una década, cuando Cuernavaca, Morelos, se conocía todavía como la “Eterna Primavera” y no como ahora: “Cuernabalas”, o la “Eterna Balacera”. Eran mis primeros acercamientos a las lecturas y talleres de poesía. Una vez ella se encargó de dirigir el taller del poeta Javier Sicilia, por una ausencia de él. Ahí escuché su voz, con su tono delicado y ritmo pausado característico. Esta vez la reencontré, gracias a una exposición en la galería La Turbina, en Tepoztlán, Morelos. La obra que ahí expuso: El libro de leche, fue un pre-texto para reencontrarnos. Yo ya sabía que Kenia venía trabajando desde hace tiempo la relación imagen y texto, correlacionada intensamente en sus obras, obras plástico-poéticas. En la exposición colectiva titulada: Blanco, Sexo, Texto, los artistas participaron con obras donde integraban frases en sus pinturas, entre los autores estaba: Márgara Graf, Joaquín Sáinz, Roselle Faure, Kunio Iezumi.