que quiere relatar: la historia de un hombre que, poco a poco, va perdiendo sus facultades mentales y físicas. Anthony vive con su hija, rechaza a todas las cuidadoras que necesita a diario y empieza a confundir horas, personas, acontecimientos, lugares. Lo que hace Zeller es acercarnos a esta nueva realidad para Anthony desde el punto de vista del propio Anthony, de tal modo que son sus ojos, es su mente, lo único que tenemos como guía. Y lo
que en principio puede sentirse como una trampa del director para tenernos atentos a la pantalla, tratando de descubrir dónde, cuándo, con quién y cómo estamos, no es más que una realidad. Cuando, como espectador, entiendes que lo que está haciendo Zeller es tomar esa indescifrable realidad y darle unas imágenes, te deshaces. Porque con esa comprensión llega el dolor, la rabia y también el miedo. Hace mucho que
Anthony Hopkins firme aquí uno de los papeles de su vida, pero no se trata solo de él. Se trata de la realidad que, sabemos, hay detrás de eso que casi nos parece una historia de ciencia ficción. Son, en cambio, unos ojos desgastados, una mente desgastada que busca aferrarse a cualquier base segura –como un reloj– para seguir funcionando. Es importante que miremos a Anthony a los ojos y entendamos. Es importante que tengamos películas mewmagazine.es 63