Cada mañana, el gallo Braulio despierta a todos los animales de la granja. ¿Sabéis cómo hacen los gallos? ¡Kikirokíiiiiiiiiii! Y así todos los días se levantan el cerdo y sus cerditos, el burro, la gallina y los pollitos. De todos los animales, el más chiquitín es un pollito amarillito que se llamaba Fermín. Como es tan equeñito, todos le tratan muy bien. Le cuidan, le cuentan chistes y le hacen cosquillas también. -¿Quieres jugar un rato? –pregunta su primo el pato. -¿quieres otro gusanito? –le ofrece mamá al pollito. Fermín esá muy contento porque es el favorito. Pero un día, no sé cual, pasó algo muy curioso. Mamá gallina puso un huevo y todo el mundo se acercó. ¿Sabéis qué había en el huevo? Fermín miraba intrigado. -Mami, mami, ¿qué hay metido en ese huevo? –Preguntaba el pollito. -Pronto tendrás un hermanito nuevo –contestaba la mamá. Todos miraban el huevo con muchísima atención, menos Fermín que esperaba sentadito en el rincón.