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Editorial

INSURGENCIA Y SU BICENTENARIO

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lo que usted necesita para sus negocios. Aproveche un mercado de consumo de 40 millones que habitan en los 8 Estados del Centro de la Repùblica y el DF.

as declaraciones de protesta lanzadas contra Hillary Clinton por sus declaraciones en el sentido de que los cárteles de la droga se comportan cada vez más como una “insurgencia” en México y América Central, deberían enfocarse más a que Estados Unidos busca implantar en México y estos países un Plan Colombia. La expresiones “insurgencia”, “Estado fallido” o “estallido social” nos son tan comunes más en estos tiempos que no deberían extrañarnos, salvo que ahora implica una injerencia más de la secretaria de Estado de EU, no tan grave como el anuncio de Janet Napolitano (secretaria estadunidense de Seguridad de la Patria) de que por primera vez, bajo la Iniciativa Mérida, EU “incrustará” agentes de inteligencia, DEA o FBI en las policías mexicanas, o que el actual gobierno mexicano presentó la presunta solicitud para que México se incorpore al Comando Norte (NorthCom). Hay muchas advertencia del peligro de una estallido social desde hace tiempo, pero la posibilidad de insurgencia social la planteaba desde fines del año pasado la Coordinadora Metropolitana de Movimientos Populares con sus 24 organizaciones en el DF y Edomex; Genaro Góngora Pimental, en su despedida como ministro de la SCJN mostró preocupación porque avizora riesgo de inestabilidad política y social en el país; Dominique Strauss-Kahn (FMI) advirtió que la marginación económica y la indigencia pueden provocar inestabilidad social y hasta guerra y Friedrick Kats señala que en México puede haber movimientos armados, pero no hay suficiente descontento para generar una revolución. Clinton podría referirse a los cárteles “controlan ciertas prtes del país” o a que el estallido de coches-bomba se asimila más a una acción muy común entre insurgentes (como en Afganistán o Iraq que padecen, precisamente, una invasión norteamericana), pero un insurgente es quien se subleva contra la autoridad y ahí están los ejemplos de Hidalgo, Morelos y otros muchos más en nuestra historia con un objetivo muy claro de cambiar las condiciones del país, por ello se le llama Revolución de Independencia. Ciertamente en México existen grupos armados, quizá en una veintena de estados según ha trascendido, y hasta se ha llegado a insinuar que podrían estar algunos conectados con el narco o el crimen organizado, pero nada hay hasta el momento que corrobore esa hipótesis. El historiador económico y escritor Enrique Semo precisa muy bien lo que significa una revolución que es “una transformación profunda de la realidad política y social en la cual interviene como actor importante el pueblo, o una gran parte del pueblo”. La modernización que encabezó Porfirio Díaz implicó cambios valiosos, pero los “científicos” desdeñaron los efectos que dichos cambios tuvieron en la mayoría del pueblo y ante la concentración de la propiedad de la tierra y el dominio del capital extranjero, “las élites se olvidaron que el pueblo debe participar de los beneficios del desarrollo”, lo que generó la explosión revolucionaria y concluye que hay dos formas de cambio: la modernización dependiente desde arriba, y la revolución. Para Enrique Semo, la moraleja: “Detrás de cada revolución hay una ciega intransigencia de las clases dominantes”.

Juan Manuel Rodríguez. Director General 1


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