EVELIO ROSERO Y LOS CICLOS DE LA CREACIÓN LITERARIA
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lazos evidentes con la realidad, de forma que se convierte en herramienta fundamental para el desarrollo de una visión crítica de los derechos humanos. Gardeazábal Bravo resalta nuevamente las maneras en que la novela logra dar voz a las víctimas del conflicto colombiano y cómo hace trascender tanto la violencia visible como la invisible a la que están sujetos sus personajes como extensión de dichas víctimas. Para el autor de este ensayo, la justicia que busca Rosero con Los ejércitos tiene como motor la empatía reflexiva que intenta generar entre sus lectores. La cuarta y última sección la hemos dedicado a dos artículos que trabajan la narrativa infantil y juvenil en algunos cuentos y novelas del autor. A este tipo de narrativa, que lleva como rasgo central la síntesis, Rosero mismo le ha dado el nombre de “literatura transparente”; es decir, ese lenguaje narrativo que busca la sinceridad y, por tanto, dispara la imaginación rompiendo las cadenas que la atan a la convencionalidad. En este sentido, Ana María López Carmona y Polina Golovátina-Mora enfrentan otra de las áreas menos estudiadas de la obra de Rosero: libros como El aprendiz de mago, Pelea en el parque y La duenda, que las editoriales han catalogado para audiencias infantiles y juveniles. Las autoras parten de la premisa de que la literatura es una negociación entre autor y lector, para luego enfocar el lente analítico en el lector infantil y juvenil, y la socialización en la que se lo involucra a partir de la lectura. Las autoras dejan entrever, entonces, la profunda responsabilidad que implica la escritura para un autor como Rosero. Mediante el empleo de herramientas de interpretación discursiva, el ensayo propone respuestas a preguntas que surgen del concepto de literatura transparente: la representación que hace de la sociedad y las posibilidades y limitaciones que puede conllevar en la resolución activa de problemas sociales a partir de su recepción. Por último, el ensayo propuesto por Maria del Carmen Saldarriaga explora de cerca la forma que toma y el papel que juega la noción de infancia en la novelística temprana de Rosero. Entendida como un lugar de observación privilegiado, las voces narrativas de las novelas que conforman la trilogía Primera vez —Mateo solo (1984), Juliana los mira (1987) y El incendiado (1988)— permiten al lector asistir al momento en que el niño deja de ser tal al enfrentarse con el tabú y la norma del universo adulto. Esta configuración de la infancia como una voz literaria transparente cobra importancia en cuanto es un momento fundacional que se mantiene a lo largo de la producción narrativa del autor. Como lo hemos mencionado, la preocupación central que atraviesa estos ensayos tiene que ver con la aproximación a los diversos textos de Rosero como partes de un ciclo escritural en el cual sus obras premiadas son apenas instancias de un panorama mayor. En conjunto, los ensayos de esta colección ilustran los retos que ofrece dicho corpus, al tiempo que lo reconocen como un