



Terreno en esquina sobre Emilio Mitre y Quintana, en Martínez. El barrio tiene un fuerte carácter residencial, con calles arboladas y construcciones mayormente bajas, de lenguaje sobrio y materiales tradicionales. Es una zona tranquila, bien conectada y cercana a servicios, manteniendo una identidad barrial marcada.
El proyecto se organiza siguiendo una grilla que estructura el terreno en tiras horizontales, generando una disposición en forma de peine. En la primera tira se ubican los locales; luego un patio común que articula el conjunto; y finalmente, las tres viviendas dispuestas en paralelo en la tira posterior. Esta configuración ordena los usos y establece conexiones claras entre lo público, semipúblico y privado.










El proyecto está compuesto por módulos escalonados que generan terrazas y una morfología que favorece la permeabilidad hacia el este, aprovechando el asoleamiento para los patios. Hacia el oeste, se cierra para brindar privacidad, manteniendo a la vez un vínculo directo entre las viviendas gracias a los escalones, que generan una sensación de conjunto y continuidad a pesar de la separación física.

Dentro de cada vivienda, la organización sigue la lógica de la grilla y se estructura en forma de tira, retomando la disposición en peine del conjunto. La circulación es lineal y conecta los distintos espacios, mientras que el programa se distribuye en módulos que responden a esa misma lógica, asegurando claridad funcional, orden y continuidad con el sistema general.






La materialidad del proyecto está directamente vinculada al sistema que lo organiza. La estructura de hor migón es protagonista, no solo por su rol constructivo, sino como expresión visible del orden modular que da forma al conjunto. El hormigón se presenta a la vista, sin ocultarse, reforzando la idea de una arquitectu ra honesta, donde la estructura no se disfraza, sino que define espaciali dad, ritmo y carácter. Este lenguaje se equilibra con una fuerte presencia de vegetación en terrazas y patios, que introduce una dimensión más blanda y vivencial. A su vez, parasoles metáli cos negros funcionan como cerrami entos permeables, brindando privaci dad hacia la parte posterior de las viviendas y controlando la relación visual hacia la calle en el frente, sin perder apertura ni conexión con el entorno.




El proyecto se ubica en la esquina de Emilio Mitre y Quintana, en Martínez, dentro de un barrio residencial de baja densidad, calles arboladas y una identidad tranquila y consolidada. La condición de esquina habilita una implantación abierta, que aprovecha la doble orientación para generar relaciones claras
El conjunto se organiza a partir de una grilla que ordena el terreno y estructura el programa en una lógica de tiras. Esta grilla no es evidente, pero está presente en cada decisión: permite establecer vínculos entre las distintas partes del proyecto y definir una disposición clara y repetible. La implantación adopta una forma de peine: una primera tira con locales, luego un patio común que articula los accesos, y finalmente
Las tres viviendas son idénticas y retoman esta misma lógica de organización. Se estructuran como una tira, con una circulación lineal que recorre los módulos, distribuyendo el programa según el orden de la grilla. Esta repetición permite claridad funcional y coherencia con el conjunto. Los módulos están escalonados, lo que genera terrazas y una morfología que permite mayor apertura hacia el este, donde se ubican los patios, y mayor cerramiento hacia el oeste, brindando privacidad entre viviendas. Aunque están separadas, los escalonamientos permiten relaciones visuales y espaciales que
La materialidad acompaña esta lógica: el proyecto está resuelto con una estructura de hormigón a la vista, que no solo resuelve lo constructivo, sino que expresa el sistema que lo organiza. El hormigón marca ritmo, define espacios y sostiene. Se combina con una presencia activa del verde en terrazas y patios, que introduce una dimensión más habitable y suave. Parasoles metálicos negros funcionan como filtros que regulan la privacidad sin clausurar el vínculo con el exterior, tanto hacia la calle como hacia el
La propuesta busca encontrar un equilibrio consciente entre la solidez y precisión de la estructura y la sensibilidad del entorno natural que la envuelve. Esta tensión genera una arquitectura que no solo sostiene y organiza, sino que también se muestra cercana y amable para quienes la habitan. La propuesta equilibra la solidez estructural con la sensibilidad del entorno natural, generando una arquitectura firme