Edición 674

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5 de enero de 2014

SAN JUAN DE LOS LAGOS Colaboraciones a: sanjuan@mensajerodiocesano.com

¿CUÁL FUE EL PRIMER NOMBRE DE LA VIRGEN DE SAN JUAN?

Padre Jaime Enríque Gutiérrez

E

s muy probable que nuestra Señora de San Juan, se le invocara, como la Inmaculada Concepción, desde que les fue entregada a los naturales de San Juan Bautista de Mezquititlán, hacia el 1542, cuando se fueron estableciendo en esta región las “doctrinas” (poblaciones de indios que recibían la primera evangelización de los Franciscanos), después de la Guerra pueblos que le siguió. Decimos que esto es muy probable, no sólo porque la imagen representa a la Inmaculada Concepción, sino porque los Franciscanos, en el siglo XVI, habían hecho, como un cuarto voto: promover las tres grandes prerrogativas marianas, en ese tiempo reconocidas, especialmente la de la Inmaculada Concepción, encabezada, su brillante defensa, por el eximio teólogo franciscano Juan Duns Escoto. En la iconografía franciscana, en México, se comprueba esto, al ser representado San Francisco, cargando sobre su espalda tres mundos azules, y, sobre de ellos, a la Virgen María, para señalar este propósito mariano y franciscano de la época. Además, la mayoría de las imágenes, como nuestra Señora de San Juan, dejadas por los franciscanos en esta región, son imágenes de la Inmaculada Concepción. Tal vez los muchos años y el abandono de la imagen de la Virgencita de San Juan, empolvaron su nombre original y lo dieron al olvido para quienes, más oían llamarla, entonces, como nuestra Señora de San Juan, el pueblo que ya reclamaba su propiedad. Sin embargo, la primera noticia escrita que tenemos sobre el nombre original de la Virgen de San Juan, data de 1634, cuando el párroco propio de Jalostotitlán, Contreras Fuerte, después del portentoso milagro de la cirquerita muerta y vuelta a la vida, visitó la Villa de San Juan Bautista de Mezquititlán con el propósito de investigar todo lo relativo a la Imagen de la Santísima Virgen. Mucho le llamó la atención observar que la sagrada imagen tenía bajo sus pies una luna, concluyendo, por ello, que se trataba de la Inmaculada Concepción.

Así llegó esta información a la Sagrada Mitra de Guadalajara, pero no fue sino hasta el año de 1666 cuando el Señor Obispo, Monseñor Verdín de Molina ordenó que fuera venerada e invocada como la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre como ya lo hacía la Iglesia Universal. Con grande regocijo recibió la de llamarle, como todos los de fuera le llamaban: “Nuestra Señora de San Juan”. Con el paso de los años, fue agrupando peregrinos que, en esas fechas, venían hacerse presentes para venían de fuera, al mismo tiempo se fue inventando una Feria que sería, tan renombrada en nuestra patria y hasta el extranjero, como dan fe e intervienen personalidades como: el rey español Carlos IV, el señor cura Miguel Hidalgo, el presidente mexicano Santana. En el año de 1854, al declarar el Papa Pío IX dogma de fe la Inmaculada Concepción de María Santísima, acontecimiento Mariano. La diócesis de Guadalajara pidió expresamente se celebrara con grandiosidad en el Santuario de nuestra Señora de San Juan, por llevar desde siempre este dulce nombre e invocación. El entonces Capellán Mayor P. Ignacio Rosales y el P. Antonio M. Ávila, dispusieron varios días para celebrarlo, decidiendo sacar la sagrada Imagen en procesión por las calles de la villa, el 24 de junio, día de San Juan Bautista, aunque por la fuerte lluvia tuvieron que posponerlo para el siguiente día, durante la tarde. Armaron un hermosísimo carro alegórico, brotando de una azucena la imagen de nuestra Señora de San Juan y poniendo como raíces a los padres de la Virgen Joaquín y Ana y representando también a san Pedro, el primer Papa. En su recorrido adornaron bellamente las calles y las llenaron de luz y algarabía. Y para hacer más memorable esta fecha, el Obispo propio de Guadalajara, Don Pedro Espinoza pidió a la Santa Sede que fuera elevado el santuario de San Juan al rango de Colegiata, empezando a fungir como tal, el

siguiente año, el 1° de enero de 1855. De esta forma el templo de la Virgen de San Juan, tendría mayor esplendor en su culto y más servicios sacramentales sobre todo de misa y confesiones, contando para ello un equipo de 9 capellanes.

este cambio llevó a otros a peregrinar también en esa fecha, haciendo de esta manera desaparecer la feria que tantos males estaba dejando. Hoy sabemos que ésta fue una decisión pastoral muy acertada porque

vino a menos debido a los vicios e inmoralidades que se iban multiplicando en la Feria de San Juan, y que también se celebraba con motivo

gente reúne en torno a nuestra Señora de San Juan, sin tener más centro e interés que visitar a nuestra Señora de San Juan, la Limpia Concepción. Hoy, el 8 de diciembre, seguimos

de San Juan. Quien más vivamente lo palpó fue el obispo de León, el Señor Diez de Sollano, al ser invitado a celebrar, en estas fechas, el primer centenario de la dedicación de su actual Santuario. Con la prudencia de un pastor cuidadoso de su grey leonesa, decidió cambiar de fecha paulatinamente las peregrinaciones de su feligresía a San Juan, eligiendo la Fiesta de la Candelaria el 2 de febrero,

Inmaculada Concepción, invocación que hace patria a España y a otros países americanos. Y para marcar su importancia, el día 8 de cada mes, con más solemnidad se congregan los más devotos sanjuanenses para entonar la salve y rezar la tradicional coronita a la Virgen, donde ya es jaculatoria suya: “Por tu limpia concepción y belleza sin igual, cúbrenos con tu manto, Madre Santísima de San Juan”.


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