Memorias de nómada numero 6

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moralinas de su devota madre. Entonces, el amante amenaza a la muchacha con tomar venganza sobre ella, al entrar en cuarto durante la noche, como un vampiro, y poseerla en un arrebato apasionado, tras lo cual le preguntará “son mejores mis enseñanzas que las de tu madre”. Como se ve, Ossenfelder usa al vampiro en un sentido metafórico. El acto de depredación vampírica es comparado con el acto sexual, empezando por la irrupción a media noche en el cuatro de la doncella; “beber el púrpura de tus mejillas” se refiere a la pasión de los besos, “tirites exhausta y como muriente caigas en mis brazos”, habla del agotamiento físico después del orgasmo. Esto es muy interesante porque muestra que ya desde esta primera obra se hace la relación entre vampirismo y sexualidad, en oposición al mito original en el que los vampiros eran seres aborrecibles y repugnantes. Por otro lado, el poema presenta el triunfo del deseo y la sensualidad sobre la represión religiosa (no es gratuito que la joven amada se llame Christiane, es decir “Cristiana”), al tiempo que compara la devoción de la piadosa madre con las supersticiones del vulgo que cree en vampiros. Es también de llamar la atención que Ossenfelder se esfuerza por incluir referencias que remiten a Hungría, el hogar de los vampiros por excelencia: el río Tisza, la ciudad de Tokaj, y la figura de los Heydukes, un cuerpo de infantería del ejército húngaro. Este breve pero significativo poema constituye la iniciación perfecta para la carrera literaria de los vampiros, que en los primeros años se dio en el terreno de la lírica. Por ejemplo, en 1797 Johann Wolgang von Goethe (1749-1832) publicó La novia de Corinto. Aparentemente, según una nota de John Aster, el traductor al inglés de este poema (la traducción data de 1835), Goethe se inspiró en un episodio relatado por el autor griego Flegón de Tralles (siglo II), en el

cual una doncella visita a su amado después de muerta4. Lo novedoso es que Goethe convierte a su doncella en un vampiro (en el original en alemán no aparece la palabra, que sería Vampir, pero en su traducción Aster no duda en escribir vampire) que busca beber hasta la última gota de sangre de un hombre que se deje seducir. Goethe parte de algunos rasgos del mito vampírico original (la vampira es víctima de una muerte injusta) y le agrega un par de atributos nuevos, principalmente que es hermosa y seduce a su víctima (recuérdese que en el mito original el vampiro no era visto, sino que sólo se sentían los efectos de sus ataques), lo que prefigura obras posteriores, en las que la vampiresa será una criatura voluptuosa y seductora, una especie de súcubo. La otra novedad es que la vampira queda en posesión de la vida de su víctima apropiándose de un rizo de su cabello, algo que remite más bien a leyendas relacionadas con la brujería, con las que Goethe debía estar familiarizado. En 1773 Gottfried August Bürger (1747-1794) escribió Lenore, una balada gótica de fantasmas y castigo del más allá. No se trata de una historia de vampiros, pero dos versos del poema inspiraron un par de las obras vampíricas más importantes: de Laβ tuhn die Toten, viene el título del cuento Dejad a los muertos en paz, de Ernst Raupach; mientras que Die Toten reiten schnell (“los muertos viajan rápido”) es mencionado en Drácula. George Gordon, Lord Byron (1788-1824) hizo una mención al mito del vampiro en su poema narrativo The Giaour (1813), en el que se dice que un asesino puede convertirse en vampiro después de la muerte y depredar a sus seres queridos en castigo por sus crímenes. Esta obra podría constituir la primera

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