Guion video de la ilíada

Page 1

Guion Video de la Ilíada (cantos del XVI-XXVI) Analuisa Aguilar Rodrigo Crespo Alberto Li María Paula Loaiza Alexis Melgar Alejandra Vega

Escena 1 (canto XVI) Patroclo llorando, va donde Aquiles y le suplica que vaya a pelear o que le preste su armadura para el combate. Este le dice que le dará su armadura y sus tropas para defender a los aqueos. La guerra es devastadora. Patroclo mata a Sarpedón. Patroclo (agitado): Aquiles, el de los pies ligeros, mi gran amigo, ven a ayudarnos en el combate. Pues ya varios atridas han sido heridos y el valor de Héctor esta por las nubes. Y si no osas a venir, préstame tu armadura y tus tropas para auxiliar a los aqueos y destrozar a los troyanos. Aquiles: Patroclo, rey de los mirmidones, no sería prudente de mi parte ir a la batalla, sigo disgustado con el atrida Agamenón y aunque no lo estaría mis acciones ahí provocarían muertes fatales. Sería una masacre. Sin embargo, encantado te daré mi armadura para que luches con valor y astucia, y dejare a tu mando una de mis mejores tropas. Aquiles le ayuda a Patroclo a ponerse la armadura. En el campo de batalla las situaciones todavía eran a favor del bando de los troyanos. Patroclo: ¡Aqueos, fuertes combatientes! No se dejen avergonzar, viendo como destruyen y queman todo lo que es nuestro. Ea, pues levantémonos con fuerza y valentía, y que Zeus nos ayude. Patroclo y Héctor finalmente se encuentran, se da un combate feroz. Héctor (muy seguro): Pues miren troyanos, lo que nos han puesto en frente los dioses. A Patroclo, fiel amigo del Pelida y rey de los mirmidones. Febo Apolo tenía razón al decirme que me dirigiera aquí con mis tropas. Hoy saldré grande cuando tu espíritu se haya ido al Hades gracias a mí. Sin tu compañero Aquiles, no eres difícil de derrocar. Patroclo: Héctor Priamida, he estado esperándote. Por ti mis guerreros sufren y te hare pagarlo. Después de un rato de pelear, ya Patroclo estaba herido. Luego Héctor logra matarlo.


Escena 2(canto XVII) Héctor le quita la armadura a Patroclo y se lo queda el. Fuerte combate por el cuerpo del difunto. Menelao: Ayante Telemonida, ayúdame a cuidar el cuerpo de Patroclo. Los troyanos quieren llevárselo, pero debemos llevárselo al de los pies ligeros. Mientras tanto Héctor expone su nueva armadura en el campamento. Glauco aparece. Héctor (muy creido): observen compañeros de batalla, esta es la armadura de Aquiles, que llevaba puesta Patroclo cuando le quite la vida. Glauco (ofendido): Que haces aquí Priamida? Como osas a presentarte sin haber traído el cuerpo de Patroclo contigo. Pensaba mejor de ti, como líder de los troyanos. Hector: ¿Dónde dejaste el respeto hacia tu líder, Glauco? Yo, Héctor Priamida, tengo lo necesario para liderar a los troyanos hacia la victoria y te lo demostrare. Ea, valerosos guerreros, vamos a pelear y defender a nuestra querida Ilio. Den todo lo que tienen, pues hoy nos llevaremos el cuerpo de Patroclo. Llegan al campo de batalla, Héctor con la armadura de Aquiles, Zeus se enfada. En el olimpo. Zeus (ofendido): Como se atreve el priamida a usar la armadura del pelida? Oh Héctor, el de tremolente casco, no se te hará ahora el llamado al Hades, pero no estas lejos de que pase. Cambio de escenario. La guerra continua, los más valientes protegen el cuerpo de Patroclo mientras que los atrevidos troyanos intentan arrebatárselo. Ayante T. (exhausto): Menelao! Ayudeme a buscar a Antiloco, gran mensajero, para que le anuncie la noticia al pelida de que su compañero yace muerto, y tome algunas decisiones que puede ser que nos favorezcan. Yo me quedare aquí cuidando el cuerpo del gran combatiente. Menelao: Si Gran Ayante, es hora de que Aquiles sepa de la perdida y que nuestras tropas van en decadencia.


Escena 3 (canto XVIII) Antiloco encuentra a Aquiles cerca de las naves. Este lo ve venir, y presentía lo que Antiloco le venía a decir, muy triste lo recibió.

Aquiles (llorando): Ni lo menciones Antiloco, buen mensajero, pues ya lo presentia yo que Patroclo, mi gran amigo, seria llamado por el Hades. ¡Ay de mí! La tristeza que corre por mi cuerpo es infinita. Oh, madre Tetis, que desgracia la tuya haber parido un hijo tan infeliz como este. Tetis: ¿Pero hijo, a que se debe tu profunda lastima? Aquiles: Mi gran amigo, el rey de los mirmidones, Patroclo ha sido asesinado hoy por las crueles manos de Héctor Priamida. Mi ira es tanta que yo mismo hare que el de tremolante casco sufra por sus acciones y yo recibiré el llamado del Hades cuando así lo dispongan los dioses. Tetis: Ea, querido hijo, pues yo debido a tu tristeza, iré al Olimpo y pediré a Hefestos que confeccione una nueva y mejor armadura para que combatas. Mientras vuelvo, no te acerques al campo de batalla, no hagas enojar a Ares espera a que vuelva. Se duerme el Pelida y entra Iris. Iris (con delicadeza): Despierta Aquiles, el de los pies ligeros, fui mandada por la diosa Hera, ella desea que vayas a defender a los troyanos y al cuerpo de Patroclo. Que demuestres como debe ser tu valentía en frente del hombre priamida que ha matado a tu más fiel compañero. Aquiles: Diosa Iris, no debo yo de ir al campo de batalla. Pues me hace falta una armadura y además mi madre me prohibió combatir hasta que ella vuelva. Iris: Entonces, solo preséntate. Ve al foso para que los aqueos se inspiren y logren de manera victoriosa sacar el cadáver de Patroclo de tan espantosa tierra. Atenea te ayudara a que todo esto suceda y además que por tu presencia a los troyanos le tiemblen las extremidades. Así paso. Luego de la aparición del pelida, en el campo troyano. Polidamante (nervioso): Hector mi señor, el de tremolente casco, no sería mejor el bien de todos regresar a la ciudad y acogernos ahí por la aparición del de pies ligeros. Hector: ¿Como te atreves a si quiera mencionar esas palabras ante mi? ¿Sugieres que nos demos por vencidos y regresemos sin ningún logro a las murallas de nuestra querida Ilio? Inaceptable. Cenaremos aquí e mañana al amanecer saldremos al ataque. En el campo aqueo, le lloran al difunto cuerpo de Patroclo colocado sobre una sábana. Aquiles: Ya verán los troyanos mañana, les pagaremos por la muerte de nuestro guerrero. Nada de esto fue justo.


Llega Iris a la casa de Hefestos en el Olimpo. Le abre su esposa. Hefestos (sorprendido): Tetis que haces por estos rumbos afuera de las aguas saladas? Pasa, pasa. Tetis: Oh Hefestos, necesito un gran favor de tu parte. Hefestos: Claro, dime. Tetis: Mi hijo el Pelida, está en necesidad de una valerosa armadura ya que la suya ha sido arrebatada. ¿Crees que con tus magnificas habilidades puedas crear una? Hefestos: Le creare una fantástica armadura nunca vista y todos deseara poseerla al verla. Hefestos empieza a confeccionar la armadura y se la da a Tetis. Escena 4 (canto XIX) Tetis le lleva la armadura a Aquiles. Tetis (entregándole la armadura): Ten querido hijo. Una de las mejores armaduras confeccionada por el gran Hefestos. Arregla tus diferencias con Agamenón y vuelve a la batalla. Hazme orgullosa. Todos se reúnen en el ágora. Aquiles: Gran atrida, rey de hombres, Agamenon hagamos de un lado nuestras diferencias y unamos nuestras fuerzas. Destrozemos a los troyanos de una vez por todas, a estos que nos han mantenido fuera de casa ya por 9 años. Concentremos nuestra ira en estos que nos han a quitado nuestros seres amados. Agamenón: (al pelida) Aquiles, me disculpo de la manera más humilde por este grave mal entendido. Pues estaba actuando bajo los mandatos del gran dios Zeus. Desde el día en que me lleve a Briseida no la he tocado ni con pétalo de la rosa, se encuentra bajo el techo de mi tienda sana y salva. Todos se alistan para la batalla y van a sus naves. Aquiles sigue triste por Patroclo y anda en ayunas. Zeus lo ve. Zeus: ¿Atenea, hija mía, sigues protegiendo al pelida de pies ligeros? Esta muy afectado por la muerte de su amigo y además está en ayunas. Llevale este dulce néctar para que cubra sus necesidades y sea el mejor de los mejores guerreros en el campo. Atenea le lleva el néctar y Aquiles se lo toma para llenar sus necesidades. Luego se pone la armadura hecha por Hefestos.


Escena 5 (canto XX) Zeus llama a los dioses a una reunión en el olimpo. Desea transmitirles un mensaje. Zeus (con autoridad): Oh buenos compañeros los he llamado para anunciarles que finalmente Aquiles, el de los pies ligeros, ha regresado a la batalla. Por este gran suceso, retiro lo que anteriormente había dicho acerca de la prohibición de los dioses interviniendo en la batalla. A partir de ahora pueden ayudar al bando que deseen, siempre y cuando sea para bien. Yo el gran Zeus estaré observando desde el olimpo. Los demás dioses muestran un rostro de felicidad e inmediatamente se forman dos bandos en la sala del olimpo. Los que estaban a favor de los aqueos eran: Hera, Hermes, Poseidón, Atenea y Hefestos. A favor de los troyanos, domadores de caballos, estaban: Afrodita, Ares, Apolo, Artemisa, Latona y Janto. Cambio de escenario a la batalla. Hera apoyaba de forma moral a los aqueos y Ares a los troyanos. Luego de un rato Poseidón se le acerca a Hera y le propone lo siguiente. Poseidón: Oh Hera, esposa del altísimo, mira como es derramada la sangre por la tierra. ¿No crees que nuestra presencia aquí es de más? Vamos al olimpo, y si por alguna razón vemos que el pelida y sus tropas necesitan de nuestra ayuda vendremos al instante. Hera: De acuerdo, sin embargo, estaré muy pendiente de Aquiles. Apolo: Eneas, gran guerrero hijo pardo del Príamo, ¿porque no vas a matar al pelida de una vez por todas? Míralo distraído y sin idea de lo que puedes llegar a hacerle. Eneas (asustado): Con todo respeto señor, esa orden es mucho más de lo que yo puedo manejar. Ese hombre vive listo para cualquier ataque, me haría pedazos en tres segundos. Apolo: No digas mentiras. Eres hijo de la diosa Afrodita, que te ha regalado valerosos dones. Tienes todo lo necesario para enfrontar al pelida de cual manera, que sucumba en tus pies. Eneas (seguro y convencido por Febo): La verdad, iré a enfrentarlo, tengo todo lo que él tiene y más, no hay duda alguna. Así seré el gran Eneas, el vencedor de Aquiles. Eneas va a enfrentar al pelida. Aquiles: ¿Qué haces jugando de tan valiente a menos de 10 metros de mí? A caso se te ha metido la cuerda idea de enfrentarme para que todos los troyanos griten tu nombre sin cesar. Pues claro que no Eneas, hoy no. Eneas: ¡El de los pies ligeros! Vengo con seguridad y confianza ni una pizca de miedo. Es hora de que cesemos se vernos de dónde venimos, concentrémonos en la guerra que los troyanos ganaran.


Luego de un tiempo de batalla Eneas y Aquiles si mandan una lanza. En una de tantas, Aquiles lanza una y le atravesó el escudo a Eneas y lo mato. En el olimpo, Poseidón después de observar lo ocurrido busca a las demás deidades. También se compadece por Eneas. Poseidón: Ea, pues he hecho de todo para que esta guerra tan estúpida termine, sin embargo me apiado de Eneas y creo que debemos de ayudarlo. Hera: Si tú lo deseas hazlo, pero mi persona no hará nada por ese muchacho. Poseidon cubre con niebla los ojos de Aquiles para llevarse a Eneas, luego le quita la niebla a Aquiles y este se enfurece tanto y mata a muchas personas. Escena 6 (canto XXI) Troyanos se encuentran en el rio (Janto). Aquiles tiene a Licaon. Licaon: Oh pelida, te lo ruego apiádate de mí, te lo ruego las veces necesarias. Aquiles: ¿Dame una sola razón por la cual no debo matarte? No hay. Seguro tu patrón Héctor también se apiado del difunto Patroclo. Desde ese día mi piedad no existe. Aquiles lo mata. Seguidamente el rio donde se encontraban se convirtió en hombre (Escamandro). Escamandro: Aquiles, el de ligeros pies. No me molesta que mates a tus enemigos en absoluto, pero te pido que por favor lo hagas en tierra firme no en mis hermosas y sanas aguas. Aquiles: De ninguna manera parare de matar a los troyanos hasta que el ultimo este adentro de su amurallada ciudad. Los matare adonde a mí me plazca. Escamandro: Mi querido Febo Apolo, el de arco de plata, te ruego que cumplas tus órdenes dadas por Zeus y socorras a los troyanos domadores de caballos de todas las maneras. Ya que el pelida me desobedece sin duda. Aquiles: ¿Cómo no viene ningún dios a salvarme a mí, miserando, de la persecución del río, y luego sufriré cuanto sea preciso? ¡Oh padre Zeus! De forma humana se presentan Poseidón y Atenea. Poseidon: Mi querido Pelida venimos por tu llamado de socorro y nuestro consejo es el siguiente. Sigue con esa hambre de luchar y matar a cada troyano de la amurallada Ilio y cuando le quites la vida a Héctor, el de tremolente casco, regresa a las naves y descansa que nosotros nos ocuparemos de tu recompensa. Escamandro empezó a llamar a su hermano Simeonte.


Escamandro: Oh buen hermano, juntemos nuestras fuerzas para asegurarnos que el pelida sin vergüenza sea incapaz de llegar a derrotar la grandiosa ciudad amurallada. Hera muy preocupada por lo que acaba de ocurrir, despierta a su hijo Hefestos. Hera: ¡Hijo mío despierta! Me temo que Aquiles se encuentra bajo peligro por el Janto. Os parece que tú tienes el poder necesario para enfrentar cualquier dificultad que se le presente al pelida. ¡Así que vamos! Arrójale una llama de fuego a ese insaciable. Luego Escamandro ceso su ataque. Pero se inició una discusión entre las deidades. (Hera, Atenea, Ares, Afrodita y Apolo) Por otro lado, Príamo había presenciado lo ocurrido con Aquiles. Priamo (preocupado pero con seguridad): Ya es hora de que se abran las puertas y se mantengan de ese modo hasta que entre el último soldado que venga escapado de la furia del pelida, causante de tantos estragos. Los soldados troyanos entraron a la ciudad y Agenor vio entrar a Aquiles entre ellos. Escena 7 (canto XXII) Los troyanos protegidos por la muralla bebían para cesar su sed, mientras los aqueos se acercaban cada vez más a la ciudad. Apolo: ¿Porque, hijo de Peleo, aun sigues mi rastro? Tu ira no servirá de nada pues eres incapaz de matarme, no soy destinado a eso. Reconoce que yo soy una deidad. Aquiles: Me has tendido la más grande de las trampas trayéndome hasta aquí adonde puedo ser asesinado de forma fácil. Me has privado de una gloria inmensa, lástima que mis fuerzas no son tantas para acabarte de una vez por todas. El pelida se dirigía a la muralla y Príamo atónito y preocupado fue el primero en verlo. Príamo: Oh querido hijo, que el pelida no te acorrale a ti solo, acércate a la muralla con tus amigos soldados. Héctor ven para que puedas seguir liderando con gracia a los troyanos y troyanas, que Aquiles no sea quien defina tu muerte. Héctor se quedó quieto. Y piensa lo siguiente. Héctor: He decidido que lo mejor será empezar el combate contra el hijo de Peleo cuanto antes, igual de ninguna forma el me cederá misericordia me matara como si fuera nada. Esto pasaba por la cabeza del priamida mientras que Aquiles se le acercaba. Luego Héctor empezó a temblar y luego huyó corriendo. Aquiles lo perseguía mientras Zeus observaba a ambos. Zeus: Deidades del Olimpo. Observen como Aquiles corre tras Hector el de trremolente casco alrededor de la ciudad amurallada de Ilio. Me compadezco levemente por el priamida ya que


corre por su vida en su misma tierra. ¡Deliberen dioses! Si estos minutos serán los últimos que le queden. Atenea: De nuevo padre, quieres complacer a este asesino y desviar su llamada del Hades. Ea, pues anda hazlo, pero no todos los dioses te apoyaremos. Zeus: No te enfades hija, no quiero mostrar favoritismos en la situación ocurrente abajo en el suelo de los mortales. Quiero ser complaciente contigo actúa según tus deseos. Atenea baja y se le acerca al pelida. Atenea: No te rindas mi querido Aquiles, tu y yo rendiremos gloriosa victoria a los aqueos y regresaremos con Héctor muerto. Atenea se transforma en Deifobo para engañar a Héctor. Atenea/Deifobo: Hector, mi buen hermano, mucho has corrido ya huyendo del pelida. Detengamonos y lo enfrentamos juntos. Atenea muestra su identidad. Y Héctor cae al polvo. Héctor: Ya veo, creí que finalmente con la ayuda de mi hermano derrocaría al gran Aquiles. Pero no la verdad es que ya los dioses decidieron mi triste final. Aquiles: Cuando le robabas la armadura a Patroclo pensaste que habías alcanzado tu gloria y ni pensaste en mi figura. Ahora tiemblas por mi presencia desgraciado, mientras que tú te quedaras aquí muerto, a Patroclo se le harán grandes y gloriosas obras fúnebres. Héctor: Te lo suplico, no dejes que mi cadáver sea maltratado junto a las naves aqueas luego de que mi padre y madre te ofrezcan cantidades monumentales de oro. Aquiles: Yo no cederé ante ninguna cantidad de oro. Tu cuerpo yacerá donde yo quiera. Héctor: Valió el intento, aunque ya sabía que no te ibas a apiadar de mí. Aquiles: ¡Muere! Familiares de Héctor lloran sin parar al igual que todo el pueblo troyano.


Escena 8 (canto XXIII) Aquiles duerme después de un banquete en honor a Patroclo y este se la aparece en el sueño. Patroclo: Oh mi buen amigo, te pido que me sepultes lo antes posible para que mi alma pueda entrar al Hades. También haz lo que te voy a decir, tu destino es igual al mío, morir cerca de los muros troyanos, así que pide que te sepulten al lado mío, por nuestra unida amistad. Aquiles despierta de golpe. Al día siguiente se da el funeral de Patroclo y hay llanto todo el día en terreno aqueo. Luego Aquiles organiza unos juegos en honor a Patroclo donde se dio equitación, tiro con arco, carreras y luchas. Escena 9 (canto XXIV) Lleno de dolor y tristeza, Aquiles no podía dormir, entonces amarro a Héctor a un carruaje y fue a dar una vuelta en él, paro pero insultaba seguidamente al cadáver. Desde el olimpo los dioses comentaban. Febo Apolo: Increíble lo crueles y malvados que pueden ser ustedes dioses. ¿Que no se acuerdan como Héctor hacia sacrificios de bueyes y de las mejores cabras para vosotros las deidades? Y ahora no les basta con haberle quitado la vida, si no siguen con el sufrimiento y no dejan que el cadáver este en paz siendo llorado por su padre y madre junto con su esposa. Zeus: Hector, el de tremolente casco, era para los dioses y para mi, uno de los mortales mas queridos aca en el olimpo. Dificil será hacer que Aquiles devuelva el cuerpo del priamida, ya que su madre Tetis nos lo evitara. Iris, ve a llamar a la madre del hijo de Peleo. Iris va a buscar a Tetis. Iris: Ven, Tetis, Zeus te solicita en el Olimpo. Ambas van caminando. Zeus: Oh mi querida Tetis, te he mandado a llamar porque eres necesaria en este proceso. Tienes gran influencia en Aquiles y necesito que le digas que debe de devolver el cuerpo de Héctor a su familia y su pueblo. Tetis: Si mi señor, lo que usted ordene. Cambio de escenario. Tetis va donde Aquiles. Tetis: Oh hijo mio, aparta tu ira y enojo ya del cadáver de Héctor Piramida. Los dioses desean que le entregues su cuerpo a su pueblo y su familia, para que tenga celebraciones dignas. Aquiles: Claro madre, así será. Iris va a darle el mensaje a Príamo.


Iris: Príamo Dardanida, no llores más cesa tu inquietud que el dios primordial ordena a Aquiles que devuelva el cuerpo de tu hijo y te lo entregue a ti. Así que ve. Príamo desesperado sale por el cuerpo de su hijo. Príamo: Ea, hijo de Peleo, apiádate de mí y dale el cadáver de su pobre hijo que amaba con todo mi corazón y tanto ha sido maltratado. Aquiles: No me irrites, como te atreves a venir solo a las naves, ¿a mi tienda? Delante de este hombre que ha matado a tantos de tus hijos. Príamo: No hagas ningún problema, mantengamos la paz en este estado de dolor. Aquiles: Oh anciano. No me compares a ti ni a tu dolor. Esclavas vayan por el cadáver del troyano. Priamo: Gracias, buen hombre. Ambos se miraron. Aquiles: Pues dime, ¿cuantos días quieres rendir culto a Héctor? Para mantener yo a las tropas tranquilas y de este lado del foso. Príamo: Durante nueve días lo lloraremos en el palacio, el décimo lo sepultaremos y el pueblo celebrará el banquete fúnebre, el undécimo le erigiremos un túmulo y el duodécimo volveremos a pelear, si necesario fuere. Aquiles: Como tú digas, Príamo. Se va Príamo con el cadáver de su hijo. Llega Príamo a la ciudad amurallada y el pueblo se da cuenta de que era él. Andrómaca (esposa de Héctor, llorando): Oh marido mío, ¿qué hare yo sin ti? ¿Dime quien puede ser feliz? Esto no me gusta, esto no me gusta. ¿Qué hare de nuestro hijo? No tendrá un padre digno. Yo te jure a ti mi eterno amor, y ahora es matador esto para mí. Hécuba (madre de Héctor): Hijo, el más querido de todos, caro a los dioses. Serás bien recordado y nunca se caerá tu imagen de tan buen líder. Príamo: soldados vayan por leña para sepultar a nuestro querido Héctor y no temas a una emboscada pues Aquiles y yo hemos hecho un pacto de no causarnos daño hasta el duodécimo amanecer. Fin



Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.