UN Periódico No. 177

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Periódico – Nº 177 – Universidad Nacional de Colombia

MAYO 2014 | 7

El papel de ee. uu. en el posconflicto Política & Sociedad

Diana Marcela Rojas, co-directora del Centro de Estudios Estadounidenses cee-Colombia Universidad Nacional de Colombia

frente al actual proceso de negociación con las farc y las expectativas de transitar hacia la construcción de las condiciones para el posconflicto, la visión y la posición de la nación norteamericana resultan relevantes en el desenlace de la guerra en Colombia, tanto por sus políticas en el pasado reciente, como por aquellas que pueda asumir en el futuro cercano. En efecto, con cerca de 10.000 millones de dólares entregados por más de una década y un compromiso político sostenido, Washington respaldó la política de pacificación nacional implementada durante los gobiernos de Pastrana y Uribe. El objetivo planteado entonces era terminar con la guerra por medio de una estrategia contrainsurgente decidida, la puesta en marcha de una negociación con los grupos paramilitares y el combate al narcotráfico, en una intensiva campaña de fumigación de cultivos ilícitos, a lo largo y ancho de la geografía nacional. Conocida como Plan Colombia, dicha estrategia habría llegado a su culminación en el Gobierno Santos, dando lugar al inicio de los diálogos con la guerrilla, como corolario del plan.

Experiencias internacionales como la de Suráfrica, los países de la antigua Yugoslavia o algunos de nuestros vecinos centroamericanos han mostrado que el camino de la paz es largo y está lleno de dificultades, pero sin duda, es el único viable.

Atenta nota

Pese a su notoria discreción, Estados Unidos está muy presente en la actual etapa, en lo concerniente a temas fundamentales de la mesa de negociación, como el apoyo político y económico a los acuerdos que lleguen las partes. En numerosas ocasiones, tanto el presidente Barack Obama como altos funcionarios de su administración han manifestado su respaldo al proceso de paz y resaltado el interés porque llegue a buen término. Son varias las razones para ello. Además de contribuir a la seguridad regional, una solución definitiva y duradera del conflicto armado apoyaría la proclama de Washington que pone a Colombia como un caso exitoso de intervención estadounidense y un modelo a retomar en países con problemas similares, como Afganistán o México. Asimismo, hay asuntos sobre la mesa de negociación que requieren de la anuencia estadounidense para poder ser resueltos; los temas vinculados a la política antinarcóticos y los pedidos de extradición que pesan sobre los dirigentes guerrilleros dependen sin duda de la posición de Washington. Avanzar en la flexibilización del actual enfoque de la lucha contra las drogas, así como reconsiderar la fumigación intensiva de los cultivos ilícitos pueden aportar soluciones alternativas y eficaces frente al problema del narcotráfico. De otra parte, existe también una presión importante por parte de varias ong y otros sectores sociales que, tanto en Estados Unidos como en Colombia, presionan a sus respectivos gobiernos para que temas como la defensa de los derechos

foto: tomado de: www.cipcol.org

Estados Unidos ha jugado un papel central en la estrategia de pacificación implementada por el Gobierno colombiano en los últimos 15 años. Por eso, es de esperar que haga lo mismo a la hora de cimentar las bases del posconflicto en el país.

la policía nacional fue, en un primer momento, el beneficiario directo del plan colombia impulsado por ee. uu. La transferencia de tecnología y logística militar han sido esenciales en esta cooperación.

humanos, el reconocimiento de las víctimas del conflicto y las medidas en contra de la impunidad formen parte de los acuerdos.

Otro tipo de ayuda Una vez finalizado el proceso de negociación y, como se espera, instaurados los compromisos en favor de la paz, Estados Unidos tiene un interés y un papel que jugar en el establecimiento de las condiciones necesarias para el posconflicto. En primer lugar, resulta crucial su respaldo económico para implementar programas de reconstrucción social y económica en los sectores más afectados por el conflicto. Washington podría, además de revertir la tendencia de los últimos años de disminuir la ayuda hacia Colombia, reencauzar estos recursos, haciendo menos énfasis en los programas militares y dándole prioridad a aquellos orientados a la asistencia de la población desplazada, la reinserción de antiguos combatientes y el fortalecimiento de los gobiernos locales. En segundo lugar, el apoyo político estadounidense puede traducirse en soporte a la verificación internacional, monitoreo de los acuerdos y promoción de respaldo por parte de otros actores internacionales. También le brindaría legitimidad al proceso y contribuiría a que las partes mantengan los compromisos a largo plazo. En tercer lugar, así como a principios del siglo XXI el caso colombiano ha sido un campo de pruebas de las políticas estadounidenses, frente a los estados débiles o en riesgo de colapsar, el país podría constituirse en un interesante laboratorio de construcción del posconf lic-

to, un tipo de experiencia menos conocido y practicado en la historia de la política exterior estadounidense. Los fracasos patentes en Irak y Afganistán evidencian hasta qué punto los desafíos de la posguerra pueden ser mayores que los de la propia guerra. Experiencias internacionales como la de Suráfrica, los países de la antigua Yugoslavia o algunos de nuestros vecinos centroamericanos han mostrado que el camino de la paz es largo y está lleno de dificultades, pero que, sin duda, es el único viable para reconstruir las sociedades y reconciliar los pueblos. En ello, el acompañamiento y el respaldo internacionales son decisivos. La construcción del posconflicto es una tarea compleja en la que unos y otros enfrentan desafíos importantes. En el país, la persistencia de las contradicciones sociales, políticas y económicas, la continuidad de los males heredados y la esquizofrenia institucional pesan en contra. Por su parte, la posición estadounidense frente al proceso de paz colombiano no está exenta de contradicciones y dificultades provenientes de su propia dinámica política interna y del intrincado entorno internacional actual. Es preciso tener presente, entonces, que la reconstrucción de una sociedad después de una guerra prolongada, no solo requiere de una voluntad férrea sino de recursos ingentes, años de esfuerzos sostenidos y mucha paciencia.

palabras clave: ee. uu., paz, posconflicto. Consúltelas en www.unperiodico.unal.edu.co


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