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HARRY VOLLMER PÁGINA

iii Los niños no saben de su vida qué hacer Juegan al grande

A la casita Dan solos la vuelta por la manzana

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Ven caras desconocidas Se miran mecánicamente entre sí

Agitados se toman las manos Hasta darse cariños nuevos

Convulsas pierden y ganan las palabras Pródigos terminan llamando con gritos a mamá

v Rabia, un perro tuerto Vaga y olisquea Muestra los dientes Afila el aire con un gruñido

Miedo, el niño tiende a correr El perro se abalanza Trunca esa carrera El niño protege su rostro

Rabia, el perro no ladra Es ciega su ira Profunda la marca en el brazo Del amo que nunca tuvo

HARRY VOLLMER (1966)

APORTE AL DÍA INTERNACIONAL DE LA POESÍA

No lean a Vollmer por favor no lean a Vollmer no lo invoquen, no lo hablen no lo menten solo pasen su dedo por el pequeño tajo en el rostro en las cicatrices que van quedando, solo ámenlo, grítenlo, cójanlo, apriétenlo… pero no lean, no lean a Vollmer que ya está acabado vive viviéndose hacia atrás ya es solo lancha pal desaguadero escolpa flotando en las mareas, no lean a este mala clase no hojeen a Vollmer ni en la vastedad de/ las tormentas ni en la calma bruta de sus silencios. Solo ámenlo, denle grillos, bandurrias, dinero para/ la fianza, alguna estrella que nadie mire o un caballo/ de mar disecado. ¿Quién podría buscar los lentes de Vollmer, quién lo/ levanta, quién lo besa en la frente…? Pero insisto no lo lean, no lo piensen, no lo sientan… Solo péinenlo, acarícienlo, sóplenlo y déjenlo ir/ déjenlo alejarse

con su ternura ciega del atardecer y sus vientos cuesta abajo, rengueando cojeando sangrando afirmado a sus cercos y sus volcanes y sus mareas y sus olas golpeando en las quillas/ de madrugada y el murmullo eterno del mismo poema déjenlo cantar con sus ballenas entre los fiordos no lo lean pero déjenlo que regale sus zapatillas que/ retorne a pie hacia donde vea luces déjenlo, no lo lean, no lean a Vollmer que/ a nadie le importa, solo ámenlo o amen el rechinar de sus vigas al escribir/ este poema.

EL VIENTO SE LLEVÓ EL INVERNADERO QUE CONSTRUIRÍAMOS…

En la huerta soñada, entre repollos gigantes y/ almácigos, espero abrazarte algún día sin amarras, entre/ chalotas, perejil o cilantro, bajo un pangue recién llovido, ahí será nuestro amor entre los zumbidos y abejas, y el vapor de nuestras bocas al hablarnos. Prometo grosellas y mosqueta para la once, la red/ y la marisca estar pendiente de la marea baja, aprender la pega/ de matarife. Ahí desde el balcón de ciprés que no construiremos, miraremos la ciudad al otro lado y sus fuegos de/ artificio en los festejos, me ayudarás con la escalera al podar los árboles,/ a clavar una tejuela, miraremos atentos entre qué matas ponen las gallinas / de los vecinos, y hablaremos en silencio, de a poco.

Siempre seremos uno solo, pues siempre queda algo/ de nosotros en el cuerpo del otro, y en el alma queda/ impregnada la otra alma, siempre se doblará el primer clavo de la casa que no/ construiremos, pasarán cometas y no será necesario pedir deseos, solo un sorbo de tus labios y una mirada azul/ profundo de océano nos permitirá juntar los dedos, las manos, los brazos,/ los ojos, junto a las bigas que no hemos bajado ni bajaremos/ del monte, ahí estoy pensando en el barbecho, y en que nadie tirará las semillas para/ el próximo invierno.

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