2 minute read

VERÓNICA ZONDEK PÁGINA

iii [se alegraron de que no supiéramos de historia ahora que todo comenzaba con la palabra democracia] yo estuve ahí/ en esa política llena de artistas y premios y eligieron a todos/ menos a mí porque no tenía talento/ contactos/ ni voto y Chile se abrió como putita nueva. miedo y pudor en las calles/ qué era libertad nadie supo e hicieron lo mismo todos los días. exhibieron tantas heridas y desapariciones/ volvieron diciendo Europa Exilio Persecución/ mitificaron con gracia el derecho internacional público/ todos querían oírlos.../ y la pobreza señoras y señores/ qué hacemos con esos pobres sin estilo / ni talento/ ni premios/ ni gracia/ ni voto y con hambre/ tanta hambre. yo estuve ahí con mi torpeza nevermind del nirvana infierno y ropas ajadas/ y nada importó porque tuve tanta rabia / y encontré las canciones perfectas/ sin supersticiones ni manías vi la nieve roja/ porque un tiro en la cabeza huele mejor que el teen spirit. yo estuve ahí en la línea de fuego y llamé a mis muertos/ pregunté cuándo se acaba esta pena. yo estuve ahí en la inopia/ con los tejidos de las arañas/ las pisadas de las cucarachas/ rasgando mi útero con mis manos de niña/ y dije ojalá te mueras/ luego todo se apagó.

VERÓNICA ZONDEK (1953)

Advertisement

Desde la otra orilla

A Georg Trakl A Jaime Huenún y su lectura interclusa

La ciudad no es más que un despliegue en/ agua cristalina y arrastra en azul tu cuerpo al desplome.

Un ramo de jeringas te viste de luto y tu corazón bombea envuelto en demencia. Hay un forastero que galopa al anca de los/ murciélagos y hace intentos por no girar su cabeza hacia el/ costado.

Un edificio apaga su fuego marmóreo y es calmo y desliza por ti un pulso encarnado y reptil.

Deambular es ahora un qué de soplos y una búsqueda silente de guijarros que de uno en uno y sin engaños

son raudo precipicio en las grietas que cría/ el alabastro.

La sombra sobre el río es de alarido ‘pajaril’ y es blanco el graznido Juan Luis e inasible el granate coágulo que fermenta el lamento.

Repta entonces serpentea sucio el miembro entumecido y cruje en solitario el cristal de una lágrima.

Trakl caminante y celada de huérfano decir no desea no evita el golpe en oscuro en un lunes muy anterior a aquel de Vallejo que entonces en rosáceo y frente al ojo celeste fue entrando en el añil profundo y más lejos junto al destino de la fina hebra que hoy me teje/ el paño

por carnosa avizorar un mirar impreso y entrever los signos en la escritura que amaso.

Trakl vago interdicto del Bosque Negro abismo encadenado al pulso escindido abrazo irrumpes en profundo y cerúleo y truenas como la arcilla al vientre y te haces familia una con la noche. Es lumbrosa tu lóbrega habitante de cuarzo y latente el abrigo de tierra a la medida.

Un alma ajena destila el rojo por hacerlo suyo y atraído y negro el farellón en el risco de tu ojo es sello y lacra en boca de cavernas en olvido.

Cielo e infierno avecindado en tu corazón.

Un leve toqueteo de alas sobre el arroyo/ transparente. Un murmullo de ángeles a la espera.

Trakl. Hombre y poeta.

Cae tu cuerpo y el agua es más tan bermeja que pretexto te resulta tibio el aliento.

Izas tu cola en señal de ardua patria y ya eres salto/ en la otra orilla.

This article is from: