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CARMEN MANTILLA PÁGINA

Los pobres veranean en un mar que solo ellos conocen Y cuando cae la tarde y el horizonte se desviste frente a ellos y las gaviotas se desclavan del aire para volver a casa y el crepúsculo es una olla común llena de peces y colores ellos encienden sus fogatas en la arena y comienzan a cantar y a reír y a respirar la breve historia de sus nombres y beben vino y cerveza y se emborrachan abrazados a sus mejores recuerdos Mar adentro nadan los sueños Y ellos ven a sus hijos camino de la escuela cargando libros y zapatos y juguetes o a ellos mismos regresando del trabajo con los bolsillos hinchados y con un beso pintado en el alma Y mientras ellos sueñan el hambre apaga sus fogatas y se echa a correr desnuda por la playa con los huesos llenos de lágrimas

CARMEN MANTILLA (1978)

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TE HICE CASO EN TODO, MADRE MÍA

No hablé nunca con extraños ni golpeé puertas de hombres solos, no sonreí más allá de la justa medida de mis cuatro dientes superiores.

Me abrigué de mayo a julio, agosto lo miré por la ventana, en septiembre estrené falda, pinté la casa y la bandera flameó planchada.

Me comí toda la comida del plato en memoria de las que no la tienen (también de sus madres que por ello sufren). Llevo veinte años con una dieta variada, consumo mariscos y nueces en días alternados, espero religiosamente dos horas antes de nadar (aunque haya tragado solo polvo y saliva). Y con la boca caliente no le abro la puerta ni a Dios Padre.

La ropa la guardé en baúles con bolsas pequeñas de poleo, sé curar mis males con hierbas (salvo uno en rebeldía: el corazón arreado).

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