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ROBERTO BESCÓS PÁGINA
EN CASA DE HERRERO
El que a hierro mata a hierro muere le dijeron pero el viejo sonrió avivó el fuego y siguió afilando su gastado cuchillo de palo
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ROBERTO BESCÓS (1950)
Esta ciudad que se deja arrebatar por el viento es como sueño quebrantado antes del alba fragmentos paliduchos detrás de puertas de casas frágiles asoman ojos de mujeres las mismas comadres que se vuelcan a las calles para vender en los días de feria pescado o zapatos entre esas mujeres no se divisa la mía a ella esta ciudad la envejeció en la hora que nacía i murió en el parto estoi bordeando la historia de la ciudad que murió el día que la parieron o que fue arrastrada por las garras de mareas perversas puras hipótesis en un descarte que choca con puntas de vidrios rotos filos de palabras amoratadas charqueadas cercos en el límite
por ello el viento escala a empujones por las calles sucias inventándose impulso retomando aire un aire emputecido asciende por esquinas que le orientan hacia barrios atorados por dunas encementadas o que no figuran en el plano regulador cerros esqueléticos derrumbándose como aves que se asfixian en su propio vuelo es el viento con paso flojo que raspa caras adheridas a las piedras hai por allí hilachas de ropas destrozadas tejidas como telarañas tendidas de lado a lado de bermas de vecindarios omitidos en medio de la trama que vela los ojos la mujer de sombrero de cinta ancha i que ofrece pañuelos i frascos de perfume me fija su respiración siento que respira dentro de mi incertidumbre vocea ella la mercadería y la voz no le sale o es que